1975-2020 el caso de la degeneración de España

La degeneración de España en los últimos cuarenta y pico años será estudiada con detenimiento en los libros de Historia de los próximos siglos. Suponiendo, claro está, que aún haya quien estudie y que la existencia de los libros no esté prohibida como evidente indicio de conducta “fascista”. Por esa senda vamos.

La degeneración ha tocado todos los ámbitos, aunque el que solo interesa sal mundo es el económico.

Muy sumariamente, en 1975, España tenía un tejido industrial que le permitía contarse entre las diez primeras potencias. Y su sector primario le posibilitaba el autoabastecimiento prácticamente, sumado a que nuestra Flota pesquera se contaba entre las tres más importantes del Mundo.

La Europa de los Nueve (entonces) miraban la pujante economía española con recelo. Los franceses, aparte de apoyar a ETA sin pudor, tenían el mal hábito de asaltar camiones que transportaban nuestros productos agrícolas. Fuera de los Nueve, los marroquíes practicaban abiertamente la piratería capturando nuestros pesqueros y exigiendo un rescate por ellos. Esto no se solucionó sino que además fue empeorando a medida que el país era fagocitado por la sobrevalorada Transición, en la que los marxistas asesinaban, secuestraban y extorsionaban, por este orden u otros cualesquiera, un día sí y al otro también.

Con el cuento de la modernidad y de “pertenecer a Uropa”, (como si España no fuera europea desde el primer instante) se fue desmantelando todo ese tejido productivo.

En pocos años se pasó de la entrañable figura del “pluriempleado”, a la del desempleado, merced a un paro tan desbocado como incontrolado, procedente de reconversiones, ajustes y demás milongas; porque había que “entrar en Uropa” a toda costa.

Aunque fuera al precio de un Tratado de adhesión que perjudicaba claramente a la economía de nuestra Patria y que nos convertía, de facto, en un país de servicios. Y con el paso de los años, a ser hospital geriátrico y la casa de putas de esa Uropa de tenderos y usureros que siempre se han preocupado más de fastidiarnos que de favorecernos. Usted, en los ’70, iba a cualquier mercado y únicamente encontraba productos nacionales. Ahora le será más fácil y más barato comprar cebollas neozelandesas , pescado marroquí o naranjas sudafricanas, que sus equivalentes españoles, de mejor calidad además. Pero claro, debe de ser que esos países también son uropeos.

Y ahora, con la epidemia, resulta que ni la Hostelería nos van a dejar, entre la ocurrencia de someter a cuarentena a los turistas y el desastre de que muchos negocios, sin ayudas, ni ertes, ni demás zarandajas al día de hoy, (pero pagando sí o sí sus impuestos y compromisos), serán capaces de retomar su actividad.

¿Y qué más? Pues como no tenemos bastante ruina, tras demonizar a la industria automovilística que huye de España, condenada a un pais de bicicletas como los chinos, le añadimos la majadería de una renta mínima universal, que será muy mínima y poco universal porque sus beneficiarios, supongo, serán los pagapensiones, vamos, lo acostumbrado, mientras la pobreza de nuestros compatriotas no se combate y erradicada, algo en lo que toda persona en sus cabales estará de acuerdo.

Sin embargo, mientras unos pensamos que ello debe ser acometido a través del trabajo y del patrón trabajo; otros piensan que el dinero público (que “no es de nadie”, como dijo una de ellos) se crea mágicamente ex nihilo. Desgraciadamente, no es así, y la mala noticia es que, sin patrón trabajo, las costas siempre corren a cargo de los contribuyentes que, a la postre, son los que pagan la fiesta.

Así que ya pueden ir imaginando quiénes van a ser acribillados a impuestos, tasas y otras divertidas exacciones.

En eso, en crear miseria, los marxistas son los mejores.


Una respuesta a «1975-2020 el caso de la degeneración de España»

  1. En España, la «derecha» ha contribuido muy mucho (desde el primer momento) y no ha dejado de hacerlo, para que algún día -que ya parece próximo- los españoles pudiéramos disfrutar de un auténtico «paraíso» socialista al estilo cubano.

    La traición permanente a los más elementales principios, la cobardía patológica y una ignorancia supina de nuestra reciente historia, no pueden ser cimientos que sirvan para edificar algo bueno y duradero. Sin embargo, millones de insensatos durante varias décadas, han estado apoyando con sus votos todo lo anterior sin ningún cargo de conciencia.

    ¡Que cada palo aguante su vela!

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