Hay órdenes que no deben cumplirse.
Los asesinos de entonces, hoy nuevamente en el poder, habiendo copado todos los partidos políticos del arco parlamentario, querían cumplir sus objetivos políticos: borrar todo rastro de sus antiguas matanzas y establecer un nuevo sistema de caos, venganza y revanchismo.
Ayer, sesenta guardias civiles desalojaron la plaza de la Iglesia de Callosa de Segura, donde varios cientos de vecinos de esa localidad custodiaban la Cruz que recordaba a las ochenta y una personas asesinadas en el pueblo por el Frente Popular. Los asesinos de entonces, hoy nuevamente en el poder, habiendo copado todos los partidos políticos del arco parlamentario, querían cumplir sus objetivos políticos: borrar todo rastro de sus antiguas matanzas y establecer un nuevo sistema de caos, venganza y revanchismo. Con angustia, uno de los vecinos, me escribía al caer la tarde por la llegada masiva de agentes de la Guardia Civil al pueblo. Con rabia e impotencia, me decía que uno de los guardias civiles había anunciado: “señores, o se van de la plaza o les sacamos nosotros”.
Muchos, contrarios a este tipo de actuaciones, las justifican escudándose en las órdenes recibidas por los guardias civiles. Como si nadie fuese responsable de sus propios actos. Hay órdenes que no deben ser obedecidas, con independencia de las consecuencias que puedan surgir por la firmeza a no colaborar con el mal. Es un principio elemental.

Esta mañana me acordaba del Capitán de Navío Camilo Menéndez Vives, mi Abuelo, que consagró para siempre la consigna “por encima de la disciplina, está el Honor”. He difundido el video de su enfrentamiento con Gutiérrez Mellado en el Hospital Militar Gómez Ulla, una mañana de enero de 1977, cuando éste le exigía disciplina. Fue arrestado por ello, pero no obedeció. Asumió las consecuencias de sus actos por mantener intacto el Honor de España y de los tres caídos que acababan de ser asesinados por ETA.
Hay órdenes que no deben, en ningún caso, cumplirse. Cuatro años más tarde, mi Abuelo, acostumbrado ya a la transformación borreguil de los Ejércitos y al servilismo de muchos militares, fue nuevamente detenido. Después de pasar esa noche, ya sobradamente conocida, con Antonio Tejero, su amigo, le abrazó y con un cigarro encendido, con la tranquilidad absoluta de quien cumple con su obligación y tiene limpia la conciencia, se dirigió a pie al Ministerio de Marina para ponerse a disposición de quién correspondiera. Era el 24 de Febrero de 1981. Fue conducido a la Agrupación de Infantería de Marina de Madrid.

En la Agrupación de Infantería de Marina, le fue encargada la custodia del detenido al Segundo Jefe y Comandante de la Policía Naval y Escoltas, por entonces, Teniente Coronel Julio Yáñez, fundador y primer jefe de la Unidad de Operaciones Especiales de Infantería de Marina. Se le dio la orden al Teniente Coronel D. Julio Yáñez de instalar barrotes en la “celda” del Capitán de Navío Camilo Menéndez Vives, incluso de que estuviese permanentemente acompañado por un Policía Naval, incluso cuando acudiese al baño.
El Teniente Coronel D. Julio Yáñez se negó en rotundo. Se opuso a aquellas denigrantes órdenes y no las llevó a cabo. Respondió con la palabra “¡HONOR!” cuando fue preguntado por su negativa. Con diez hijos, no pensó en las consecuencias de sus actos si no en actuar según el orden de las viejas virtudes castrenses: Valor, Honor y Disciplina.
Mi Coronel D. Julio Yáñez, amigo Julio, muchas gracias por demostrar que ¡por encima de la Disciplina, está el Honor! Dios suscite en España a hombres de Honor como los que habéis servido a España antes que a vosotros mismos. España resurgirá al calor de la llama que encendisteis con vuestro ejemplo, honor y lealtad.
A tus órdenes siempre.

Así se debe pensar y hablar.
Digno sucesor de una estirpe gloriosa, como ya lo has demostrado en muchas ochasiones.
Enhorabuena y que tu ejemplo y el suyo nos siga impulsando, y empujeca cada día a más compatriotas