Antonio Ponte Anido. Un zapador heroico de la División Azul. Su correspondencia desde Rusia

La correspondencia que el soldado de ingenieros, Caballero Laureado de San Fernando, Antonio Ponte Anido dirigió a su familia desde que se alistó en La División Azul, hasta su heroica muerte en Krasny Bor el 10 de febrero de 1943, se compone de sesenta y una piezas entre cartas y tarjetas postales con texto. También figuran diez tarjetas postales sin texto que muy probablemente fueron remitidas dentro de alguno de los sobres que contenían las otras cartas.
Organizadas cronológicamente abarcan desde la primera, fechada en Vitoria el 9 de julio de 1941 hasta la póstuma el 20 de enero de 1943, veintiún días antes de su gloriosa muerte.
Aunque no sea una carta de Ponte Anido, he querido englobar por su interés, tanto histórico como humano, la que haría el número sesenta y dos de la colección y que es la carta que con fecha 15 de marzo de 1943 escribe el capitán de la compañía de zapadores, José Luis Aramburu Topete, a la madre del héroe dándole el pésame. Constituyen en su conjunto un valiosísimo documento que conserva la hermana pequeña del héroe, Elena Ponte Anido, única de los cinco hermanos que vive y gracias a cuya gentileza he tenido el privilegio de consultar.
Al tiempo de hacer patente mi profundo agradecimiento por haberme hecho el honor de confiarme este tesoro, decir que no me exigieron firmar un documento que garantizase su devolución: tanto Doña Elena como sus hijos Elena y José Luis me entregaron la documentación sin otro aval que mi compromiso verbal de devolverla, lo cual me permitió llevármela a mi domicilio donde pude estudiarla y pasarla a soporte informático.
La lectura de aquellas cartas me introdujo de lleno en el corazón de los voluntarios de la División Azul y de sus vivencias, algo que no me era desconocido al haber sido mi padre uno de ellos. Antes de proseguir debo consignar que, lamentablemente, faltan alrededor de veinte cartas, con toda probabilidad las más emotivas y de mayor valor humano. Voy a explicar el motivo de esta pérdida irreparable.
En octubre de 2010 establecí contacto con la familia de Ponte Anido, primero con su sobrina, Mercedes Ponte Vidal y su esposo que conservan la Laureada de su heroico tío, fotos y otros recuerdos. Por mediación de esta encantadora señora tuve acceso a su tía Elena Ponte Anido y a los hijos de esta, Elena y José Luis.

En dos largas y agradables veladas en que conversación y merienda se prolongaron varias horas, además de proporcionarme la documentación y correspondencia que conservan en su casa de Ínsua (provincia de La Coruña, en la margen derecha de la ría de Betanzos), me refirieron multitud de cosas del mayor interés, una de las cuales es, precisamente, por qué faltan alrededor de veinte cartas.
Según me refirió Elena Ponte Anido, que a sus ochenta y ocho años (en la fecha de la entrevista ochenta y siete) conserva una lucidez y memoria extraordinarias, su madre sufría mucho con su lectura -lo que por otro lado es absolutamente lógico- y al parecer había seleccionado y guardado aparte las más emotivas. El caso es que de vez en cuando Doña Francisca Anido cogía aquellas cartas para releerlas, sumiéndose en una profunda tristeza que le duraba muchos días, a veces más de una semana. Así es que un día su hija optó por sacarlas del cajón donde las guardaba su madre y las quemó.
Al manifestarle mi desolación, por aquella pérdida irreparable, me dijo: “Yo ahora lo entiendo, pero entonces no soportaba ver continuamente llorando a mi madre”.
Como se desprende de la correspondencia, Antonio Ponte Anido, además de un soldado ejemplar (no por otra razón era uno de los enlaces del capitán) y de un héroe, era también un hijo muy cariñoso que comprendía la difícil situación en que había dejado a su madre y a sus hermanas, Lourdes, enferma de tuberculosis, y Elena con solo dieciocho años, pues el cabeza de familia por avatares de la vida había tenido que marchar a Cuba.
Supe también que Ponte Anido, como tantos voluntarios, se había alistado en la División Azul sin decírselo a la familia, informándoles de su decisión cuando, encuadrado ya entre los expedicionarios, había emprendido el viaje y ya no había vuelta atrás.
En la fecha estaba destinado en el Batallón de Zapadores del Regimiento Mixto de Ingenieros Nº 8 perteneciente a la 81 División y prestaba sus servicios en el destacamento que había en Betanzos y aquel fin de semana, como estaba franco de servicio, estuvo en su casa de Ponte do Porco localidad cercana a Betanzos. Me refería su hermana Elena: “Era muy cariñoso con mi madre y con nosotras, pero aquel domingo antes de volverse a su cuartel en Betanzos lo estuvo especialmente. Se despedía una y otra vez y no llegaba a marcharse; varias veces, ya en la puerta, regresó para besarnos y abrazarnos con lo que a Lourdes y a mí nos daba la risa: luego supimos que se había ido a Rusia”.
En la primera carta fechada en vitoria el 9 de julio de 1941 hace referencia a otra escrita desde Venta de Baños durante el viaje de La Coruña a Vitoria. Esta carta en que con toda probabilidad daba cuenta a su madre de que marchaba a Rusia, no se halla entre la correspondencia. Es de suponer que sería muy emotiva y causaría un gran impacto emocional en la madre por lo que sin duda estaría entre las que fueron destruidas por los motivos ya apuntados.

Por su enorme interés humano merece la pena transcribirla y reproducirla.
«+ Vitoria Julio 1941
Querida mamá: llegamos a esta el sábado 5 a las 4 de la tarde, bien gracias a Dios y deseando os encontréis todos bien.
Supongo que ya estaréis algo disgustados conmigo por no haberlo hecho antes pero si supierais la cantidad de trabajo que tenemos en la oficina con esto de la organización por ser unidades de nueva formación, no os extrañaría nada.
Durante mi viaje desde Coruña a esta ya escribí desde Venta de Baños que supongo estará en vuestro poder.
De mi nueva vida nada tengo que contaros mas que tengo mucho trabajo y que cada día estoy más contento, al contrario de lo os ocurrió a vosotros que temiendo siempre en lo más malo, como suele creerse por ignorar el secreto de muchas cosas.
Hoy nos han pagado de los días que llevamos aquí 36,50 pts. A cada soldado.
Podéis contestarme aquí, pues creo que aún echaremos en esta situación algún tiempo y si cuando llegara vuestra carta yo no estuviese, poco puede perderse, únicamente por saber si os habéis disgustado mucho con mi marcha que como sabéis la forma en que fue pues ya lo expliqué en la otra carta.
A Pepe también le escribiré un día de estos contándole mi salida de Betanzos, que seguramente ya se lo habéis dicho.
Referente a lo que cobraréis (subrayado en el original) una vez que salgamos de España, creo estar seguro que serán unas 7,30 pts. ó 7,50 pts. diarias, no estoy fijo, que es el sueldo que tiene la legión en tiempo de campaña. A nosotros nos pagará Alemania el sueldo de sus soldados con un aumento del 30 por cien.
Aquí comemos muy bien, yo tengo un apetito formidable también debido seguramente al cambio de aires y el tiempo está formidable.
No quiero os disgustéis lo mas mínimo pues en la forma que voy no correré peligro alguno.
Hasta la vuestra y abrazos: Toñito.
En el margen derecho del anverso de la carta escribe:
«A papá también le escribiré tan pronto como pueda y vosotros también le podéis escribir diciéndole la verdad por donde ando, de turista por el mundo.»
Es preciso decir, comentando el “cobraréis” subrayado, por cuanto los enemigos de la División Azul (así se consideran ellos como herederos que son del marxismo que los divisionarios fueron a combatir a Rusia) quieren hacer creer que las motivaciones de los voluntarios no eran de índole moral, sino muchas veces movidos solo por la paga, que esto es radicalmente falso, pues aunque en un momento de gran penuria económica en España como era aquel, la paga podía ser un aliciente añadido (a nadie le amarga un dulce), como ha demostrado el historiador Carlos Caballero Jurado, máxima autoridad sobre la División Azul, los alemanes ofrecieron en España varios cientos de miles de puestos de trabajo en sus fábricas, para sustituir a los obreros alemanes que habían sido movilizados y se encontraban en el frente. Pues bien, poquísimas de aquellas plazas se cubrieron, cuando era posible cobrar también un sueldo sin correr los peligros del combate en primera línea, ni sus penalidades, lo que pone en evidencia la falsedad e inquina de quienes pretenden desprestigiar la gesta divisionaria.
Las primeras cartas y tarjetas reflejan, sin lugar a dudas, alegría, ilusión, optimismo, e incluso euforia. En ellas figura sobre la dirección

¡¡¡ARRIBA ESPAÑA!!! ¡¡¡VIVA ALEMANIA!!!.
A medida que transcurre el tiempo van siendo cada vez más lacónicas, su origen consigna únicamente “Rusia”, pues obviamente estaban informados de que un soldado en campaña no debe identificar el lugar donde se halla, toda vez que de este dato la inteligencia enemiga puede obtener información muy valiosa como el despliegue o movimiento de las unidades.
Siempre se le ve pendiente de su madre y de sus hermanas, también de su hermano José y de su padre, que había tenido que marchar a Cuba por haber ayudado a su hijo mayor Gerardo a escapar a Uruguay. Por el contrario no se encuentran referencias a su hermano mayor Gerardo, cabo telegrafista de la Armada que como se ha dicho, prófugo de la justicia a raíz de los sucesos que tuvieron lugar en el Arsenal del Ferrol, había escapado a Uruguay al producirse el Alzamiento.
Leyendo las últimas misivas, y conociendo el desenlace, se tiene un especial sentimiento de pena, pues ya habían comenzado las repatriaciones de los veteranos del primer contingente que marchó con la División Azul a Rusia y él esperaba la suya.
Precisamente el 5 de mayo de 1942, con una expedición en la que figuraba el teniente Garrido, un sargento y dieciocho soldados de su compañía (la 3ª de Zapadores) se había iniciado el relevo y el mismo día 31 de ese mes, relevado por el nuevo capitán, Aramburu Topete, se despedía de la unidad estrechando la mano uno por uno de todos sus hombres (entre los que se encontraba Antonio Ponte Anido) el que había sido su capitán desde que se encuadró en la División Azul, Guillermo Díaz del Río Jáudenes[1] gallego como él, pues había nacido en Vigo.
A partir de ese momento, Ponte Anido, con mayor o menor ansiedad, esperaría el relevo y repatriación con la ilusionada esperanza de regresar a España y poder abrazar a los suyos. No obstante, como se puede comprobar en la correspondencia, siempre mantuvo la moral alta (tal vez “haciendo de tripas corazón”) para no preocupar y entristecer a su familia pues casi todas las misivas terminan diciendo que está muy contento, “estupendamente” “formidablemente” “que no hace frío”, que “come bien” “no le falta de nada” o que “tiene algunas comodidades”.
El 24 de noviembre de 1942 escribe a su hermano José diciéndole: “Veremos si para Navidades pasaré (sic) a vuestro lado, tengo algunas esperanzas, pero no aseguro nada. Solamente falta un mes desde esta fecha y si he de pasarlas con vosotros llegaría un día muy próximo a esa fecha. Todas son esperanzas”
El 8 de diciembre ya ha perdido la esperanza de pasar las Navidades en casa, pues escribe:
«+ Rusia, 8 de diciembre 1942
Querida mamá y hermanas: Deseando os encontréis bien de salud, la mía muy bien a Dios gracias.
Recibí dos tarjetas escritas por Chucha del 20 y 22 del pasado, alegrándome continuéis bien de salud que es lo esencial.
Próximas ya las Navidades, o sea que cuando recibáis esta no faltarán muchos días; mi deseo sería la recibieseis el mismo Nochebuena esta mi felicitación deseándoos las paséis felizmente y tranquilos, ya que, yo al no poder pasarlas con vosotros por muy poco, si Dios quiere muy pronto lo podremos celebrar ahí todos reunidos.
Felicitar a toda la familia y muchos recuerdos a todos, recibir fuertes abrazos que os quiere mucho. Toñito.”
Y el día 14 de diciembre escribe a su madre y a su hermano. A la primera le dice: “Nada de particular, un tiempo formidable todavía; cuando vosotros creéis que ya tenemos mucho frío en estas fechas” y a su hermano José: “Nada de particular, todavía no tenemos frío por aquí, hace un tiempo bastante agradable que es lo esencial para pasar mejor el poco tiempo que nos queda de estar por aquí”
Es preciso aclarar que, aunque el invierno correspondiente a los años 42-43 fue mucho más benigno que el terrible de los años 41-42, para esas fechas estaría toda la zona cubierta ya de nieve, si bien, comparándolo con el anterior invierno pasado en Rusia le parecería “un tiempo bastante agradable”; ello sin contar su evidente deseo de no entristecer a la familia contando sus penalidades.

El 25 de diciembre de 1942 escribe a su hermano José haciendo referencia a la carta de éste de fecha 5 de ese mes y le dice: “y está acertado lo que me dices referente al relevo que será este mes pero no se sabe la fecha que llegaremos a casa” “aquí pasamos estos días formidablemente, en lo que cabe, y a pesar de ser en el frente nos improvisamos un comedor adornado con todo detalle donde no falta de nada” “hasta la tuya, deseándoos feliz año nuevo, recibe un fuerte abrazo. Antonio”
Y del mismo día 25 también hay una carta para su madre en la que, como en toda su correspondencia, hace patente su necesidad de recibir cartas de casa y en la que trasciende una apenas velada queja porque estas sean habitualmente cortas y al parecer superficiales.
“+ Rusia 25 Diciembre 42
Querida mamá y hermanas: Deseando os encontréis bien de salud, la mía formidablemente a Dios gracias.
Recibí hoy una de vuestras tarjetas tan escuetas y lacónicas como acostumbráis a ponerme pero siempre no obstante es una alegría para mí, el recibirla y más hoy, un día que recuerdo con más intensidad la presencia en unión vuestra.
Ya me dirás ¿Qué tal habéis pasado vosotros las Pascuas? Yo bien, formidablemente, en lo que cabe, en unión de todos los camaradas: En un pueblecito que no falta la luz eléctrica, adornados y engalanados los dormitorios y mejor todavía el comedor donde no falta de nada reina mucha alegría y todos brindamos por nuestro triunfo y pronto regreso a la Patria.
Recuerdos a todos y recibid muchos abrazos. Toñito.”
Y llegamos al día 20 de enero de 1943, última carta de Antonio Ponte Anido, al menos de las que se conservan.
Llama la atención no solo el soporte, un trozo de papel rayado recortado con prisa (como lo demuestra la falta de perpendicularidad de los márgenes con los renglones), sino por la firmeza de los trazos, su tamaño mayor que el habitual y un evidente “lanzamiento” de la letra. Todo parece indicar que está escrita con prisas, en estado de tensión. También sorprende un inhabitual pero significativo “todavía” al consignar, como muchas otras veces, que está “perfectamente”.
La carta tiene fecha de 20 de enero de1943, veintiún días antes de la batalla de Krasny Bor en la que perdió la vida o, dicho con mayor propiedad, en la que ofrendó su vida a la Patria y ganó la inmortalidad.
Antonio Ponte Anido era enlace del capitán de la compañía, también se observa por la documentación que a veces ejercía igual función con el comandante del Batallón y tenía por tanto un estrecho contacto con el Mando. Con toda seguridad, en la fecha en que escribe su carta póstuma ya sabía que se preparaba una gran ofensiva rusa, tal vez acababa de enterarse cuando se dispuso a escribir, y de ahí los rasgos de su grafismo.

Tuvo claro que “se le venía una buena encima” que le alcanzaría de lleno, pues con toda seguridad quedarían suspendidos relevos y repatriaciones… Tal vez tuvo un negro presentimiento y de ahí el inusual “yo, todavía estoy estupendamente”.
Transcribo, y a continuación reproduzco con emoción apenas contenida, su postrera carta:
«+ Rusia 20 enero 43
Querida mamá y hermanos:
Deseando que al recibir esta estéis de salud todos bien, yo por esta, todavía perfectamente a Dios gracias.
Unas letras, solamente para que tengáis noticias mías sin nada de particular que deciros.
Un fuerte abrazo. Toñito»
El Estado Mayor de la División, comunicaba a las familias a través de la Representación de la División Azul y esta de las Autoridades Regionales Militares, el fallecimiento de los voluntarios. No he podido determinar todavía en qué fecha recibió la madre la noticia de la muerte de su hijo, ni naturalmente si tal comunicación se encontraba entre los documentos destruidos. Tampoco si la carta del capitán fue la primera noticia o ya se le había comunicado la triste noticia por alguna otra vía. Entre la documentación que he consultado existe un oficio de fecha 31 de marzo del Capitán General de la 8ª Región Militar (Estado Mayor 1ª Sección) dando cuenta al coronel jefe del Regimiento de Zapadores Nº 8 que con fecha 18 de marzo el Estado Mayor de la DEV comunica a la Representación de la División Española de Voluntarios, la relación de los fallecidos pertenecientes a la Región Miliar y que esta a su vez traslada a Capitanía con fecha 24 de ese mes. Pudiera entonces darse el caso que la primera noticia que tuvo la madre fue al recibir la carta del capitán fechada el día 15 de marzo en Rusia o si debido al tiempo que tardaba el correo ordinario en tan largo trayecto (sobre un mes) el Regimiento ya le había dado la noticia pocos días antes.
En cualquier caso, es de suponer la desgarradora escena de la notificación y no es preciso una sensibilidad especial para comprender el impacto que la noticia causó en aquella madre y el inmenso dolor que desde entonces le laceró el alma.
Sabemos por el libro del General Díaz del Río Jáudenes ya citado, que los capitanes de las compañías hacían cuestión de honor escribir en tales casos a las familias dándoles el pésame y ofreciéndoles su ayuda, con independencia de la comunicación “oficial” de la muerte que como es lógico solía llegar antes por tener más fácil el acceso al correo el Puesto de Mando de la división que las unidades de primera línea, no pocas veces involucradas durante varios días en las acciones de guerra en que se había originado la baja.
Cuenta el general Díaz del Río que la obligación moral que se imponían los capitanes no presentaba dificultades cuando el soldado -o subordinado de cualquier empleo- moría sobre el campo de batalla, pero la cosa era más complicada cuando el fallecimiento a causa de las heridas tenía lugar en un hospital de la retaguardia, dándose el caso de que pudiera pasar bastante tiempo hasta que tuvieran conocimiento del suceso y pudieran escribir a las familias, pero estaban muy pendiente de ello y jamás dejaban de hacerlo.

Este hecho corresponde a la secular tradición militar española en la que el capitán es el padre de sus soldados y ese espíritu queda magistralmente reflejado en el libro “Embajador en el Infierno” de Luca de Tena, sobre las memorias del Capitán Palacios prisionero en Rusia donde se refiere que, cuando el comisario ruso pretende doblegar la voluntad de uno de los prisioneros apelando a su familia, este le contesta con una frase lapidaria: “Yo no tengo más familia que en España a mi madre, y en Rusia a mi capitán”.
Pues bien, el capitán de Antonio Ponte Anido, que como sabemos era en la fecha de su muerte José Luis Aramburu Topete, escribe con fecha 15 de marzo a la madre del héroe la carta que se reproduce a continuación, por constituir también un documento de gran valor histórico y, sobre todo, humano.
Se ha hecho hasta aquí un comentario general sobre la correspondencia remitida por Ponte Anido, haciendo incidencia en la primera carta de las que se conservan, así como en la última y en alguna de las que precedieron a esta. Volvemos ahora al análisis sistemático y cronológico del resto de la correspondencia, que, debido a la extensión permitida para este trabajo, no puede ser exhaustivo, debiendo serlo forzosamente parcial y selectivo pero que debe servir, no obstante, como base para ser completado un día por constituir el conjunto documental un testimonio histórico y humano de primera magnitud.

Y al día siguiente lo hace de nuevo eufórico por el recibimiento “apoteósico” que los alemanes hacen a los voluntarios de la División Azul.

Sabemos por muchos testimonios (entre otros el de su capitán Guillermo Díaz del Río que iba en la expedición y lo relata en su libro “Los Zapadores de la División Azul”) que el recibimiento, mientras atravesaban Francia, no fue, ni mucho menos, tan agradable, pero nada dice de ello Ponte Anido a la familia. En su línea de dar solo buenas noticias, solo consigna al final de la carta anterior “ya tengo dinero francés”
También es de resaltar lo que dicen muchos divisionarios, que al atravesar Francia los trenes de la División Azul no pocas veces eran apedreados y recibían injurias de rojos españoles exiliados (a lo que evidentemente los voluntarios contestaban), pero viene esto al caso porque a todos les sorprendía la pasividad de las fuerzas alemanas de ocupación que custodiaban las estaciones y consentían los hechos, lo cual pone en evidencia que Francia no estaba tan sometida a una “feroz represión” por parte de las fuerzas de ocupación como tantas veces se nos ha hecho creer.
Y el 7 de agosto “escribí con frecuencia cartas, supongo que pronto se normalizará el correo. Las nuevas señas las escribí en la última carta.
Haber (sic) si al recibir vuestra carta ya me decís que estáis contentos; yo me acuerdo mucho de vosotros. Yo estoy contento, por qué no lo vais a estar vosotros”
El día 13 de agosto reitera que sigue sin recibir carta “pero me tranquiliza la esperanza de que no habrá ocurrido nada nuevo”
El día 16 da cuenta a su madre y hermanas, en una tarjeta postal de propaganda alemana, que ha escrito la primera carta a su padre, (como sabemos en Cuba) e insiste en que sigue sin recibir carta y se interesa por su hermana Lourdes ingresada en un sanatorio antituberculoso. También informa que se está dedicando a aprender alemán “con gramática”, según precisa.

Los días 18 y 24 de agosto insiste en que sigue sin recibir carta y pide: “escribirme con frecuencia” y el 13 de septiembre dice: “deseo con mucha ansia recibir noticias vuestras”.
Tras una tarjeta postal fechada el día 24 en que da cuenta de haber enviado una carta por medio del teniente de su sección “que fue a esa para la Academia” (se refiere sin duda a la Academia de Ingenieros de Burgos de donde procedía el capitán y buena parte de los oficiales) y otra el día 1º de octubre en la que dice: “hoy hemos celebrado la fiesta de exaltación al poder del Generalísimo con mucha alegría y una serie de extraordinarios” por fin el 13 de octubre da cuenta de haber recibido carta:

«Alemania, 13 Octubre 1941
Querida mamá: deseando os encontréis todos bien de salud, yo por esta perfectamente gracias a Dios.
Hoy estoy muy alegre pues he recibido vuestra carta del 28 de Agosto y de 9 de Septiembre, alegrándome ingresase Lourdes en el sanatorio y que va mejorando, que es lo mejor, me alegra también que ya os han pagado que falta os hará.
Por aquí como el primer día todavía sin variar solamente un poquito de frío pero que pronto le escaparemos, puesto que la guerra en Rusia como sabéis ya está tocando a su fin y allá para Navidades o antes quizás ya me veréis entre vosotros nuevamente.
No tengáis el mínimo de disgusto por mí, puesto que ya os he dicho que no tenía peligro alguno. En cuanto a las cartas y tarjetas que os he escrito parece las habéis recibido o casi la mayoría de ellas, pero tampoco os disgustéis si alguna vez tarda algún tiempo en recibirse, por no ser la culpa mía.
Ya rezaré todos los días a la Virgen de los Remedios para que muy pronto pueda regresar para abrazaros, tan sano y fuerte como me he venido a esta. Toñito.”
En la siguiente carta de 29 de octubre dice que:
“Espero recibir carta vuestra, ya hace bastantes días, bastante, que no he recibido ninguna carta suya, y me intranquiliza bastante por no saber cómo seguís.
Aún no se nada de Lourdes después de haber ingresado en el Sanatorio y que ya había engordado algo.
No sé cuánto le pagaron y que meses, que es mi preocupación de que no le falte a Vd. de nada mientras yo esté por aquí, que será para muy poco tiempo, pues seguramente, como la guerra en Rusia sigue muy bien, pronto podremos regresar.
En otra carta le decía que mi sueldo aquí en Alemania lo tiene que cobrar Vd. ahí de modo que seguramente le pagarán unos 4 ó 5 meses juntos que ya suponen unas pesetas para un momento de apuro. Yo ya me supongo que si la vida sigue en la misma forma que cuando salí de esa no hay dinero que llegue, pero con el que cobra ahora será un medio de tranquilidad.
Dígame como sigue Pepe, si no piensa emplearse o que piensa hacer, ya que yo estoy pensando en lo que voy a trabajar cuando regrese a España para ganar mucho dinero y que no le falte a mi madre y hermanas lo más esencial.
Escríbame mamá con más frecuencia pues me interesa saber con todo detalle como siguen por esa.
De papá estoy completamente incomunicado pero tengo esperanzas de que si a ambos nos da Dios salud y suerte pronto nos podremos ver en esa. Todo consiste en tener voluntad para hacer las cosas, pues ya ha faltado más que ahora.
Recibir todos un fuerte abrazo de Toñito”
En otra tarjeta el 2 de noviembre dice que:
“hoy también escribo una tarjeta a Lourdes para que reciba algunas letras mías”
“a Chucha no le escribo por estar ya comprendida en esta y no darle más trabajo todavía del que tiene, que apenas le dará tiempo para divertirse un poco el domingo” “Quedo enterado de la mejoría de Lourdes y de la probabilidad de sanar, lo cual me alegra mucho, y de que Chucha no tenga nada”
“Mamá siga Vd. rezando que es así su deseo, y tenga la completa seguridad de que yo también rezo bastante, no por mí, sino para que Dios me— para seguir protegiéndoles”

Y el mismo día escribe una carta a su hermana Lourdes:
“Querida hermana Lourdes: Alegrándome mucho que al recibir esta te encuentres mejorada, yo por esta sigo bien gracias a Dios”
“ya hace unos días he recibido noticias de casa de que estás ahí y que ya mejoraste bastante creyendo que muy pronto sanarás por completo, cosa que me alegra muchísimo”
“Al salir de España iba con la confianza de que pronto te concediesen el ingreso en el sanatorio, de algo había de servir mis sufrimientos”
El día 26 de noviembre “ya hace bastante tiempo que no recibo carta sino de Pepe, me encuentro algo preocupado por Vd. si se encontrará bien” “Hasta la suya que espero con ansia”.
El 12 de diciembre da cuenta a su madre que ha escrito a Pepe, a Lourdes y Chucha felicitándoles las Pascuas “confío que en las próximas nos reunimos todos sin excepción”
El 1 de enero del 42 escribe: “querida mamá: Recibí su carta del 24 de Noviembre, el mismo día de Navidad lo que me produjo una gran alegría al saber en una fecha tan señalada que se encontraban todos bien, yo por esta sigo mejorando muchísimo. Ahora me han trasladado de hospital y estoy mucho mejor, más contento por lo tanto, este fue el motivo de no escribirle hasta ahora, ya que tuve 4 días tren”
Y el día 3 de enero:
“Königsberg 3 – 1 – 42
Querida mamá: Deseando se encuentren todos bien de salud, yo bien a Dios gracias. Estaré bastante tiempo sin recibir carta vuestra ahora. Le mandaré una foto dentro de unos días. Aquí estoy muy contento, pues estos días también nos han entregado el aguinaldo, bastante suculento por cierto. Decirme algo de papá. Recibir muchos abrazos. Antonio.”
Entre la correspondencia que he consultado no encuentro la comunicación a su madre de haber sido herido o evacuado al hospital por enfermedad o congelación. Sabemos que Ponte Anido, por sistema, sólo daba buenas noticias a casa, sin duda para no alarmar más a su madre y aumentar su sufrimiento pues debe reconocerse que la situación de la pobre señora era muy difícil. El marido escapado a Cuba, el hijo mayor, Gerardo, prófugo en Uruguay, una hija, Lourdes, enferma de tuberculosis e ingresada en un sanatorio, Antonio en Rusia, en la guerra, y Elena, la hija pequeña, con sólo 19 años.
Sin embargo, en algún momento debió informar de su situación, pues así lo acredita las cartas desde Köenigsberg y las fotos que figuran entre la correspondencia. ¿Estaría la carta en que daba cuenta de su evacuación y el motivo entre las destruidas por Elena, la hija pequeña? Entra dentro de los posible pero en cualquier caso, aunque esa vez no pudiera poner que estaba “perfectamente” a buen seguro le quitaría importancia para no alarmar a su madre.
Sabemos por el libro ya tantas veces citado “Los Zapadores de la División Azul” cómo era la evacuación desde el frente por narrarla el capitán Díaz del Río, que también fue evacuado y pudiera ser que en fechas próximas a Ponte Anido, pero en cualquier caso con el mismo itinerario y procedimiento, incluido el paso por el hospital intermedio y lo penoso que resultó el viaje en tren, en vagones de ganado y con temperaturas gélidas. Algo de lo que en absoluto daría cuenta Ponte Anido a su familia.

En la foto colectiva se consigna al dorso la fecha de Febrero de 1942 y se puede identificar claramente que Ponte Anido es el segundo por la izquierda, mientras aparecen señalados con una cruz el primero de la izquierda y el del centro con el brazo en cabestrillo, e incluso pudiera ser que con la mano izquierda amputada. Debe suponerse que las cruces (hecha con la misma tinta que la anotación al dorso) servirían para identificar a dos camaradas a los que haría referencia en la carta en que remitió la foto… carta que tampoco aparece.
En la segunda foto, esta vez individual, aparece en pijama sobre el terreno nevado y con un edificio -posiblemente el hospital- al fondo. El lugar queda perfectamente identificado por la anotación autógrafa de Ponte Anido al dorso, donde consigna:
Köenisberg 27 – 1 – 42
Con todo cariño a mi mamaíta. Antoñito»
Con fecha 23 de febrero, también desde Köenisberg escribe.
“Querida mamá y hermanas: me he enterado por una carta de Pepe del 10 de este mes que os encontráis todos bien de salud, lo cual me produjo una gran alegría al saber algo de vosotros después de tanto tiempo sin saber nada, y yo por esta como siempre, sigo perfectamente a Dios Gracias”
“También me dice Pepe que habéis oído noticias mías por radio Berlín; que Lourdes sigue mejorando muchísimo y que papá sigue bien. Todas estas noticias hacen que hoy esté rebosante de alegría”
“Yo continuaré por esta hasta primeros del próximo mes, ya os comunicaré el día que me marche a la compañía”
El 21 de marzo escribe en una tarjeta:
“continuo el viaje hacia la compañía, en muy buenas condiciones, hasta el extremo de ser una cosa ideal como si fuera de turismo por estas tierras blancas de Rusia. Hoy hace un buen día de primavera, por ser su primer día”
Y el 23 de marzo:
“Continuando el viaje desde mi salida de Köenisberg el día 14, visitando muchos puntos que no había visto y pasándolo formidablemente.
Ha mejorado formidablemente la temperatura, estoy contento a este respecto.”
Y el 26 de marzo escribe ya desde la compañía:

En una tarjeta de fecha 31 de marzo dice: “Ahora mando todas las semanas un mensaje por Radio Berlín de mi estado” y en otra del 10 de abril “constantemente doy noticias por la radio” y con fecha 8 de mayo otra tarjeta da cuenta de que han empezado los relevos: “Ya empezaron a marcharse para España algunos de esta Div. relevados y nosotros esperamos que muy pronto nos releven”
Y el día 15 de mayo de 1942. “Creo no tardar mucho después de esta tarjeta en llegar a casa, de modo que vosotros veréis si queréis dejar ya de escribirme, confío que esta esperanza que ahora tenemos sea verdad. Dios lo querrá”
El mismo día 15 también escribe a su hermano José: “no sé si será muy acertado esto, pero no te aconsejaría me continuases escribiendo a partir de esta, pues quizás, no tarde yo muchos días en llegar después de la tarjeta. ¿Qué te parece? ¿bien verdad? Dios quiera que sea así.
El 22 de mayo en otra tarjeta a su madre y hermana: “Ayer estuvimos oyendo por radio la llegada de los primeros expedicionarios de esta Div. que regresan a España, se componía de casados y estudiantes. Yo es muy fácil que salga de esta con la última expedición de relevados, de modo que ya podéis calcular, poco tiempo será, allá para junio próximo”
El 31 de mayo (que como sabemos es el día que se despidió su capitán por repatriarse) escribe: “Querida hermana y mamá (es la primera vez que las cita en este orden) “Recibí vuestra tarjeta de 6 de este mes, supongo estaréis esperándome ¿verdad? Pues no tardaré muchos días en coger el tren. Ya solamente quedan aquí los jóvenes. No contestarme”
Y también escribe el 31 de mayo a su hermano Pepe. “Querido hermano Pepe: He recibido tu carta fecha 12 de Mayo por la que veo seguís bien de salud, la mía muy bien, a Dios gracias.
Aquí esperando el turno para regresar a nuestra patria. Ya han marchado muchos y ahora quedamos los de edades más jóvenes: yo creo que no tardaremos mucho tiempo en coger el tren. No contestes.
Recibe un fuerte abrazo de tu hermano Antonio”
Y el 23 de junio escribe:
«+ Rusia, 23 de Junio 1942
Querida mamá y hermana: Deseando os encontréis todos bien de salud, yo muy bien a Dios gracias.
Recuerdo que mañana será la fiesta de San Juan, pero todavía no estaré en esa ni para la fiesta de San Pedro (subrayado en el original) pero muy pronto será, a pesar de todo, y no tengo más ilusión que el de abrazaros pronto.
Recibir un fuerte abrazo y besos, os quiere. Toñito»
Y también escribe el mismo día 23 de junio una tarjeta a su hermano Pepe. Tras el encabezamiento de rigor, en que como siempre figura una cruz encabezando la misiva sobre Rusia y la fecha, y tras el cariñoso querido hermano Pepe, le desea que se encuentre bien de salud, y consignando que él, gracias a Dios, está perfectamente, le dice:
“Continúo desde hace bastantes días sin tener cartas vuestras, pero sé que tengo en la Plana M. (Plana Mayor) cartas vuestras que me las mandarán muy pronto. Ya dejo escribir con tanta frecuencia como antes por estar esperando que de un momento dé la salida el Jefe de la Estación”
Y el 8 de julio escribe a su madre y hermana:
“Nada de particular que contaros; estoy sin tener cartas ya hace bastante tiempo, hoy seguramente me entregarán unas cuantas que al parecer he recibido”

Estas dos últimas cartas hacen suponer que estaba destacado, no en su habitual destino como escribiente y enlace del capitán en la Plana Mayor, pues como sabemos por el ya citado libro de zapadores de la División Azul (en esa fecha el capitán de la compañía, como ya sabemos, no era Guillermo Díaz del Río, sino Aramburu Topete) debido a las múltiples misiones que debían cumplir los zapadores, era frecuente que estuvieran destacados con alguna compañía de Infantería, en misiones específicas tales como fortificando, poniendo o levantando campos de minas o suministrando en botes neumáticos a través del Volchov, a posiciones de primera línea.
En una tarjeta de fecha 14 de julio dice: “Querida mamá y hermana: Deseando…
“Por esta nada de particular, mas que un tiempo formidable y que estamos muy contentos”
El 26 de Julio de 1942 escribe:
“Querida mamá y hermanos… “Hace dos días que hablé por teléfono con Paco Pantín y recibí también de él dos tarjetas, está bien, pero como todavía no nos hemos visto no me contó nada de particular. Espero verme pronto con él antes de mi regreso a casa, pues quiere mandarme alguna cosa para esa.
Dad recuerdos y esperarme con tranquilidad y paciencia, pues más tengo yo y por eso estoy contento”
Seguramente el teléfono al que se refiere Antonio Ponte Anido sería el teléfono de campaña que unía las distintas unidades del frente y que él, como enlace de la compañía, estaría en condiciones de utilizar para transmitir órdenes o información emanada del Mando a las diversas posiciones, servicio telefónico, por cierto también prestado por los ingenieros (transmisiones), si bien es cierto que, haciendo excepción de la reparación de líneas telefónicas cortadas por la acción saboteadora de los partisanos, frecuentes incursiones nocturnas de fuerzas especiales rusas o bien por el efecto de la acción artillera enemiga, hacía que la vida de los soldados de transmisiones fuera mucho más “regalada” (si se puede emplear tan poco apropiado adjetivo a la vida en el frente) que la de sus compañeros los zapadores.
Vemos también que el magnífico servicio postal alemán (Feldpost) no sólo despachaba correspondencia desde el frente ruso hasta la lejana España, atravesando toda Europa (que ya en tales fechas debía sortear ataques de “partisanos” y “maquis” además de incursiones aéreas de bombardeo aliado), sino que también cruzaba correspondencia entre los combatientes que se hallaban en los distintos frentes, o incluso en el mismo frente, pero encuadrados en unidades distintas. Servicio por cierto gratuito, como lo atestigua la falta de franqueo, sustituido por el sello “Feldpost” donde se consigna la fecha en que la tarjeta o carta es despachada y que, sin tener en cuenta que en algunas ocasiones pudiera darse el caso que la fecha puesta en la carta por el remitente, correspondería a días anteriores al que tuvo ocasión de ponerla en el correo, vemos que la correspondencia era despachada por el Feldpost de forma inmediata, sin demoras ni retrasos, aún a pesar de estar en el frente de guerra, lo que es una prueba más de la perfecta organización germana, que convirtió su ejército en la más perfecta “Máquina de Guerra” en la historia de la Humanidad.
Con fecha 28 de julio escribe a su hermano, y tal como acaba de decirse, se comprueba que el cuño del Feldpost consigna 01. 8. 42
“Rusia, 28 Julio 1942
Querido hermano: Recibí tu carta del 5 de este mes, alegrándome continuéis bien de salud, yo perfectamente por esta gracias a Dios.
Todavía nos encontramos en las mismas tierras y cuando llegue a esa no os daré ninguna sorpresa después de tanto tiempo anunciándoos lo mismo. Fue una equivocación comunicaros que regresaría pronto pero también fue de todos los que estamos aquí en la División todavía. Quien iba a suponer que estaríamos a estas fechas por aquí y sin embargo aún en Agosto próximo y quizás en septiembre lo estaremos. Como os dije marcharé en la última expedición por eso hago estos cálculos, pero claro, nada se puede afirmar, que puede ocurrir que marche mucho antes, o más tarde.
Abrazos a todos. Tu hermano que te quiere. Toñito”
El 1º de agosto (acuñado en el Feldpost 04. 8 42.) escribe a su hermano Pepe:
“Ya he podido comunicarme con Paco Pantín por teléfono y correo, pronto nos veremos personalmente.
Escribo hoy también a mamá por correo aéreo, puedes escribirme tú por el mismo conducto.
Hasta la tuya, un fuerte abrazo.
Toñito”
Y esta es la carta a la madre a que hace referencia en la anterior:
«Rusia, 1º de Agosto 1942
Querida mamá y hermanos: Deseando estéis bien de salud, yo por esta muy bien a Dios gracias.
Os mando un sello para que me contestéis por correo aéreo pues todavía tendré tiempo de recogerla. No sé nada de vosotros desde hace tiempo, pues os habéis cogido tan confiados a mi palabra que ya no habéis vuelto a escribir ni por casualidad.
No tengáis preocupación, pues aquí continuamos con los mismos ánimos que el primer día de llegar. Recuerdos a todos y vosotros recibir fuertes abrazos, hasta la vuestra.
Toñito.
¡¡Arriba España!!»

Se hace referencia al “¡¡Arriba España!! porque si bien figura en el anverso (la cara donde se consignaba la dirección del destinatario y el remitente) de prácticamente todas las tarjetas postales que envió a su familia Ponte Anido, en esta ocasión la tarjeta postal debió ser remitida dentro de un sobre, como lo demuestra el que además de no figure en la misma el destinatario ni el cuño del Feldpost, está escrita por las dos caras, en el reverso y también en la cara donde debería ir el remite, la dirección postal de la familia y el cuño del servicio de correos alemán. Es lógico que esta tarjeta fuera en el interior de un sobre, pues sabemos que adjuntaba un sello para correo aéreo, y de ello parece deducirse que, si bien el correo ordinario debía ser gratuito, el aéreo precisaba franqueo.
Pero sobre este dato, lo que quiere resaltarse es que el ¡¡Arriba España!! no era una expresión “para la galería” entendida como tal, para las autoridades alemanas y españolas por las que pasara la correspondencia rumbo a su destino, con evidencia de la identidad del remitente y del destinatario, sino que era la sincera expresión del falangista Ponte Anido en la intimidad de su correspondencia familiar.
Con fecha 12 de agosto (y otra vez con el cuño de correos reflejando que la misiva era despachada tres días más tarde, el día 15) escribe tras el encabezamiento de rigor:
“Con un tiempo formidable por aquí, se pasa muy bien y tengo buenas impresiones con respecto al regreso, de todas las formas ahora ya estamos mucho mejor que antes es cuestión de esperar con un poquitín de paciencia.
Recibir muchos abrazos de Toñito”
Una nueva tarjeta postal tiene fecha del día 1 de septiembre.
«+ Rusia 1- IX – 42
Querida mamá y hermana: Recibí vuestra carta del 14 del pasado, alegrándome todos seguís bien, yo perfectamente a Dios gracias.
Quedo enterado del giro que habéis recibido, pues no debe extrañaros, ya que en una de mis cartas os decía que os habían de girar mi sueldo en Alemania, o sean 60 marcos mensuales correspondiendo por tanto este giro que recibisteis a 7 meses de mi sueldo alemán, continuaréis recibiéndolo mientras continúe yo por esta.
En cuanto al paquete que os he mandado, supongo que lo recibiréis pronto, pero os habéis confundido al leer lo que os ponía sobre el contenido, en vez de ser pañuelos, son 2 puñalitos finlandeses como una curiosidad, y además un emblema de herido en miniatura que me corresponde llevar a mí. De modo que supongo estará aclarado ahora ¿verdad?
Cuando escribáis a papá mandarle muchos abrazos.
Recibir con esta besos y abrazos. Toñito.”
La carta a la que hace referencia en esta, y en la cual, por lo que se deduce, la familia al leerla creyó entender que les remitía “dos pañuelos” en vez de “dos puñalitos finlandeses” como ahora les aclara, no figura entre la correspondencia. ¿Le daba cuenta en ella a su madre de que había sido herido? Así parece deducirse pues no otra explicación tiene que en esta última reseñada les diga -o reitere- que en el paquete remitido, además de los dos puñalitos finlandeses envía “un emblema de herido en miniatura que me corresponde llevar a mí”
Pudiera ser que la noticia de haber sido herido descompusiera a la madre ante la evidencia del peligro real que corría el hijo, o incluso que le hiciera tener ese presentimiento -que tanto para las cosas buenas, como para las malas suelen tener las madres- y ello fuera la causa de que la tal carta donde daba cuenta de la herida de guerra formara parte de aquellas que la madre releía de forma recurrente tras la muerte del hijo, causándole tanto dolor, y que su hija Elena, a la vista de ello, tomó la drástica decisión de eliminar.
Parece ser la hipótesis más probable pues no sería lógico que Antonio Ponte Anido remitiera a su familia una insignia en miniatura de herido “que le correspondía llevar a él” sin haberles dado cuenta, previamente, de que había sido herido.
Veamos ahora una incógnita de la correspondencia. Para realizar este trabajo la primera providencia ha sido ordenar cartas y tarjetas postales cronológicamente, tomando como fecha la que consignaba Ponte Anido al comienzo de la misiva y en las pocas ocasiones en que no figura este dato autógrafo en la correspondencia se ha considerado la que figura en el cuño del Feldpost. No obstante, en el interior de un sobre cuyo cuño señala la fecha de 21. 9. 42 encontramos una carta desusadamente larga cuya fecha es 26 de septiembre de 1941.
Por las arrugas que presenta las hojas del texto al adecuarse al sobre que contenía la carta resulta ilegible.
Lamentablemente la extensión concedida a este trabajo, no permite continuar reseñando la correspondencia -y mucho menos, lógicamente, reproducirla íntegra-, pero desde esta tarjeta de fecha 31 de mayo, hasta la del 24 de noviembre reseñada al principio, figuran quince misivas en las que básicamente Ponte Anido va perdiendo la esperanza de un pronto regreso, se lamenta de haber hecho nacer falsas ilusiones, y reclama nuevamente que le escriban, admitiendo que él tiene la culpa y que se equivocó al pedir que dejaran de escribirle. Sin embargo, en ningún momento se le ve abatido, pronto habla de paciencia que él mismo dice tener y que aconseja a su familia; y por supuesto, “vuelve a estar formidablemente bien y muy contento”.
Es admirable su moral y resignación, en la mejor tradición del soldado gallego, que yo oí muchas veces decir a mi padre, en referencia a los integrantes de las “Columnas Gallegas” durante la Guerra de Liberación.
Por supuesto, en todas las tarjetas sigue figurando el ¡¡¡ARRIBA ESPAÑA!!! aunque ha desaparecido hace tiempo el ¡¡¡VIVA ALEMANIA!

No aparece referencia alguna, como ya se ha dicho, a la herida por metralla el día 20 de agosto, que está documentada, si bien el día uno de septiembre en una tarjeta postal hace referencia a un emblema de herido, por lo que la comunicación de la incidencia podría también figurar entre las cartas destruidas. Dice el texto “en cuanto al paquete que os he mandado supongo que lo recibiréis pronto, pero os habéis confundido al leer lo que os ponía sobre el contenido, en vez de ser pañuelo, son 2 puñalitos finlandeses como una curiosidad, y además un emblema de herido en miniatura que me corresponde llevar a mi”
Al leer la correspondencia de Ponte Anido (tras haberla ordenado cronológicamente) y conociendo su fatal desenlace, el lector se va sumiendo en la tristeza, a la vez que le embarga una vaga sensación de fatalismo. Algo así como el pensamiento de que todo ser humano tiene predeterminado su fin, pero que a Dios gracias no conoce.

Como sabemos, Ponte Anido murió en acción de guerra el 10 de febrero de 1943 en la batalla de Krasny Bor cuando, a cuerpo limpio, provisto de una mina contracarro alemana “Teller” (mina “T”) pretendía introducirla entre la cadena y el tren de rodaje de un carro de combate enemigo que haciendo fuego se dirigía a una “isba” convertida en hospital de urgencia y que se encontraba atestada de heridos. Este “nido de heridos” (empleando el término reglamentario para designar el lugar de concentración de bajas en primera línea) estaba situado además en las inmediaciones del puesto de mando del Batallón de Zapadores, donde se acumulaba una ingente cantidad de municiones y explosivos.
Ya hemos visto como Antonio Ponte Anido sabía que su relevo y regreso a la Patria eran inminentes, algo que esperaba desde el mes de mayo con anhelo, pero, sin embargo, al llegar el momento crucial del combate, no pensó que él ya había cumplido y que debía estar hacía tiempo en casa. No fue presa del conocido temor que vuelve cautos a los soldados cuando saben que están a punto de terminar y que se conoce con el significativo término de “nadie quiere ser el último muerto de la guerra”. No, Antonio Ponte Anido era un soldado valiente y abnegado, un español y gallego ejemplar. Por ello no dudó en presentar abnegadamente aquel épico y desigual combate entre el hombre y la máquina de guerra. Porque le incitó su hombría y su alma de soldado. Porque era un zapador, y un héroe.
Descanse en paz y quede imperecedera memoria de su gesta.
[1] Los Zapadores de la División. Azul Rusia 1941-1942. Guillermo Díaz del Río. Editorial ACTAS Pgs. 193 y 199
ANEXO FINAL
Por gentileza del autor, adjuntamos una serie de postales enviadas por Antonio Ponte Anido que, aunque no recogidas en el artículo, son prueba también extraordinaria de su calidad humana y patriótica.
(Pinchar sobre las imágenes para ampliarlas)
Parte de este trabajo constituyó la colaboración del autor al Congreso Internacional del 70 Aniversario de la División Azul, organizado por el Instituto de Estudios Históricos de la Universidad CEU-San Pablo, celebrado en Madrid los días 27, 28 y 29 de octubre de 2011Artículos .
Artículos anteriores publicados por esta web sobre Antonio Ponte Anido
En el 78º aniversario de la heroica muerte del soldado Antonio Ponte Anido en Krasny Bor
Antonio Ponte Anido otro héroe proscrito por la infame Ley 52/2007 ley de la revancha histórica

¡Qué lástima la pérdida de una veintena de cartas, por las razones expuestas en el brillante, amplio y exhaustivo artículo!
Honor y Gloria para los que dieron su Vida por Dios y por España, luchando contra el comunismo inmundo que ahora quiero volver a domeñarnos…
DEP. LA PATRIA, AGRADECIDA, NUNCA LE OLVIDARÁ.
Muchas gracias por el comentario.
Efectivamente, una pena doble.
Por la irreparable pérdida historiográfica… y por el sufrimiento de esa madre, que sin duda era tal, como para llevar a su hija a tomar una determinación tan drástica como disculpable.
Un cordial saludo.
Enhorabuena al autor de esta excepcional y emotiva crónica sobre uno de los héroes de la historia de España.
Muchas gracias.
Como reza el artículo 16 de las RR. OO.
Los Ejércitos de España son herederos y depositarios de una gloriosa tradición militar.
El homenaje a los héroes que la forjaron es un deber de gratitud y un motivo de estímulo para la continuación de su obra.
Así me he tomado el trabajo: como un deber de gratitud.
Mientras que el Instituto de Historia y Cultura Militar, siguiendo órdenes superiores (a su vez impuestas por el poder político en manos de gobiernos marxistas) prohíbe todo elogio o referencia a los héroes de la División Azul.
La obediencia a los designios del enemigo no es disciplina…..
Se llama traición.
Un cordial saludo.