Apología del compañerismo militar
La vida se nos va, y se me va. Consciente de ello, aligero el peso de mis recuerdos deshaciéndome de ellos, pues sin ellos vine al mundo y sin ellos me iré. Entre mis “cosas” he encontrado un pequeño texto titulado “Apología del compañerismo militar”, enmarcado, y que he guardado alrededor de cuarenta años; de aquella época que vestía el uniforme militar en lugar de la sotana de hoy.
Antes de deshacerme definitivamente de él, he querido dejar constancia de su existencia como humilde recuerdo a una época que viví como militar, y como humilde homenaje a la milicia a la que pertenecí, que para un servidor y para otros, no sé si muchos, sigue siendo “una religión de hombres honrados”.
Al releer de nuevo el texto vino a mi mente el recuerdo de una época, ya lejana, en la que aún la sociedad española no había llegado a la degradación y bajeza moral actual, aunque ya se encaminaba hacia este triste fin. Algo quedaba de la España católica, de la sociedad española de tradición católica, apostólica y romana. Aún la fe y la milicia aunaban fuerzas y caminaban juntas.
Hoy de esta sociedad anticristiana y atea, y de sus instituciones, que marcha hacia un paganismo aterrador, enemigo declarado de la fe católica, no podría surgir un sencillo y emotivo texto como el presente.

He aquí el texto, escrito por Manuel Terrín Benavides; creo no equivocarme si digo que era suboficial del Ejército del Aire.
Vuelvo a sentir tu pálpito primero
mientras la soledad se me deshoja
entre las manos, y en la cuerda floja
bailamos por la vida, compañero.
Tú lo mismo que yo eres jornalero
de ese trigo que muele la congoja.
Sé que también la frente se te moja
cuando cae la lluvia en mi sendero.
Tú has sido cojo el eco repetido
de mis pasos, antorcha en la caverna
donde van dando tumbos nuestros días.
Y puede que mañana, hacia el olvido,
tu mano amiga, con unción fraterna,
sea quien cierre mis pupilas frías.
Ave María Purísima.

Creo que la palabra que define la compenetración entre militares se llama camaraderia