Aprender del enemigo
Vigilar al enemigo; tenerle más cerca que a los amigos; cerrar siempre sobre él; no quitarle ojo de encima y… saber por dónde va, es la mejor forma de comenzar a dar os pasos para derrotarlo. Sin embargo, todo lo anterior, a pesar de las evidencias históricas de la verdad que encierra, es constantemente olvidado.
Pues bien, para recordarlo estamos aquí.

Ofrecemos a nuestros lectores un interesante «hilo» de twitters del patético, pero no tono, Pedro Vallin, articulista del diario separatista y oportunista La Vanguardia, quien a fuer de icono de la anti-España, tiene, no cabe duda, no pocos seguidores; aunque ellos, como él, no den para más.
¿Y por qué traemos aquí a tan ínclito personajillo? Porque ha descubierto buena parte de lo que la anti-España va a hacer, o al menos lo va a intentar, para destruir a España; en realidad al «fascismo», que para ellos es lo mismos, porque ya sabemos que su enajenación mental, su mediocridad y nostalgia de las peores épocas de nuestra historia les impide ver la realidad y por ello sufren de dolencia tan incurable como es el «entorno abstracto», que es lo mismo que ciegos voluntarios, de ahí la falta de cura.
Dicho Vallin se ha despachado hace poco con el siguiente «hilo». No se lo pierdan. Donde pone «fascismo» lean España. Analicen lo que propone. No se rían. Tal vez habría que aprender de él.
Aquí el «hilo»:
* Ayer, @_anapastor_ preguntaba cómo debe tratar el periodismo al fascismo para evitar impulsarlo. ¿Nos choteamos, los silenciamos o los tratamos como si fueran gente seria? Difícil. Mi propuesta es indirecta: Cómo tratar al lector/espectador/oyente para evitar el fascismo.
* La clave es NO DIFUNDIR LA AGENDA FASCISTA. Si nos pasamos el verano dando espacios sin fin a la llegada de inmigrantes, como si viviéramos una oleada que no existe, da igual que el tratamiento sea serio y riguroso, el público creerá que tenemos un problema de inmigración.
* Si dedicamos horas sin fin a contar que unos quitan lazos y otros los ponen, como si los catalanes estuvieran a punto de emprenderla a tiros, da igual que tengamos tertulianos o columnistas muy serios, el público creerá que estamos al borde de la confrontación civil.
* Si toda la programación televisiva de las mañanas consiste en hablar de sucesos escabrosos, ignorando que en realidad tenemos los niveles de delincuencia criminal más bajos de la historia y de los más bajos del continente, la gente creerá que necesitamos endurecer el código penal
* Si cada vez que un terrorista condenado obtiene un tercer grado o es excarcelado por motivos de salud dedicamos páginas y páginas a debatirlo como si no fuese lo normal en democracia (que la ley penitenciaria se aplica), el público creerá que hay oscuros pactos con el terrorismo.
* Si a cualquier noticia sobre los pocos cientos de manteros que operan en Madrid o Barcelona le damos tratamiento de Cuestión de Estado el público creerá que nuestros barrios viven sometidos a un régimen de terror nunca visto, cuando todos los indicadores dicen JUSTO LO CONTRARIO.
* Si apenas informamos de los desahucios pero hacemos debates sobre narcopisos, cuando el primer problema ha afectado a cientos de miles de ciudadanos y el segundo estadísticamente es residual, el público creerá que la amenaza al vecindario son los negros y no la ley hipotecaria.
* Si cuando nuestras grandes ciudades hacen lo propio del momento, es decir, sacan vehículos contaminantes del centro, montamos debates de los años setenta sobre el supuesto «derecho» a hacer lo que te plazca con tu coche, degradamos e irritamos al ciudadano.
* Si nos esforzamos en relatar el debate territorial del Estado en términos de selección de bandera, si decimos a los ciudadanos que son desiguales por su identidad y no por su renta, crearemos en el público la necesidad de elegir bandera.
* Como no hemos hecho esto sino lo contrario, como hemos actuado de forma irresponsable como gremio en pos del debate cutre, el click y la audiencia, quizá no estamos ya a tiempo de hacer nada muy relevante contra el fascismo.
* Porque el primer deber del periodismo es la selección de agenda. Esa jerarquización del mundo es lo más importante que hace cada día un periodista, mucho más importante que escribir bien o invitar a analistas sensatos. Y lo segundo no redime de lo primero.
* La agenda no viene dada ni la marcan los políticos. La creamos nosotros. Si existe alguna posibilidad de detener el fascismo y si esa posibilidad pasa por el periodismo (son dos «y si»), no creo que dependa de cómo los tratamos, sino de silenciar su agenda racista e identitaria.

un totalitario. vamos que los medios han de ocultar o decir a conveniencia. de eso a silenciar a otros solo hay un paso.
Estimado seguidor: totalmente, así piensa este individuo y así hacen los que piensan como él… ahora y desde hace décadas para imponer su pensamiento único. Bueno es saberlo para tomar medidas. Saludos cordiales
Confessio Regina probationum est = la confesión es la reina de las pruebas.
Las declaraciones de este sujeto ponen de manifiesto al estrategia de manipulación delos medios de comunicación, a consecuencia de que tales medios están en manos de la ultraizquierda o la anti-España (valga la redundancia) en régimen de monopolio, o lo que es lo mismo, la sociedad, en materia de información, está a lo que esta gente les quiera suministrar, con lo cual la manipulación está asegurada.
Sin información veraz, y sin medios de comunicación libres y al servicio de la verdad no hay verdadera democracia, porque la opinión pública no se conforma de modo verás y libre sino que es moldeada mediante la manipulación de las noticias. Por eso en España mientras los medios no sean libres, no sean veraces y no estén al servicio de la vedad sino de la manipulación, en España no tenemos una verdadera democracia, porque la opinión pública está conformada mediante el falseamiento (por acción o por omisión u ocultación) de las noticias y de la información, que no es veraz sino «procesada».