Balada de Evaneszer Escoge (4/4)

El cuarto fantasma era,
Fiel a su vocal postrera:

Pues no era él, que era ella,
No precisamente bella…

Pues se parecía una pizca,
A Oriol Junqueras: por bizca.

Además, iba ataviada,
Con una “cacho estelada”.

Se metió como auguró,
Arriola, en aquel colchón,

Que ocupaba tembloroso,
El “sendero luminoso”.

-Guapetón, te llevaré,
A un sitio a ponerte a cien.

-¡Oh, fantocha, menos mal,
Llevo una noche fatal!,

¡Los fascistas me atormentan!
¿Vienes tú a rendirles cuentas?

-¡Claro, «amoll»!, yo soy tu loba…
Mas… dejemos esta alcoba.

Y a Evaneszer, la tuerta,
Le guío, como un profeta…

(¿Lo logrará, pensó él,
Su ojo a la “virulé”?

¿Podrá atisbar el futuro,
Con ese mirar ambiguo?)

Y le enseñó un mundo nuevo,
Donde todos eran Evos.

(O al menos tal parecían,
Sus rostros sin hidalguía).

Bajo un cielo color menta,
Estaban en dos mil treinta.

En las calles no había coches.
Los días semejaban noches.

Y sonaban melodías,
Ahítas de melancolía.

Las caras: inexpresivas;
La atmósfera muy opresiva,

Y Escoge entonces sintió,
Algo así como dolor.

-Vida mía, ¿Qué te pasa?
Le preguntó su comparsa.

-No lo sé, me «siente extrañe»…
-¿No te gustan los «apañes»?

No hay tribunales, ni urnas,
Toda ley sale de Alcurnia.

Es sin duda, un adelanto.
¿Qué es lo que te causa espanto?

-No se ven niños ni viejos,
aunque al móvil sean anejos.

-No existe la edad, «queride»
Así lo decidió el Líder.

-¿Cómo lograron hacerlo?
-Simplemente lo prohibieron.

Sancionó los cumpleaños,
Y se acabó todo daño.

-¿Una ley sólo lo quita?
-Mira, «amoll», basta con guita.

Lo demás lo hará tu cama,
De Procusto… Sin un arma.

Pero Escoge andaba triste,
Y Fantocha le dio alpiste:

-Para animarte del todo.
Sé cuál es el mejor modo…

Y le llevó a un obelisco,
Que se alzaba sobre un risco.

-El monumento que ves,
Fue facha hasta el veintitrés.

Pero ahora a quien resguarda,
Es al Alcurnia y su guardia.

-Dijiste Alcurnia otra vez,
Y no sé muy bien quién es.

-¡Pero tu espejo está harto,
De mostrarte a Pedro Cuarto!

Pero aun siendo el aludido,
Escoge seguía afligido.

-¿Bajo el obelisco, hado?
Estoy yo… ¿Pero en qué estado?

-En estado permanente…
-¿Y eso es vida o eso es muerte?

(Pues tomaba por afrenta,
No estar vivo en 2030).

-¡Pero por favor, Escoge!,
La muerte no se recoge,

Ya como estado civil.
Está, como el ser viril,

Proscrita; es causa de multa…
-Cuelgamuros es mi tumba…

-No lo llamaría yo así.
Además, después de ti,

Reina una Evaneszertra:
No es tu hija, pero es Petra.

-¿Y es hija entonces de quién?
Del estado y de su harén.

-Ya he visto bastante, Oriola,
Todo esto no me mola…

Y cruzaron de regreso,
Por la puerta del progreso.

A la mañana siguiente,
Ya no había presidente.

Los maderos del complejo,
Se preguntaban, perplejos:

¿No se escuchó lo más nimio?
El SOE se hundió en el desánimo.

Días después en la frontera,
Se detectó a Oriol Junqueras:

Conducía un viejo Lada
E iba vestido de hada.

Iba a su lado con otro,
Con el ademán y el rostro,

Parejos a Escoge, tela…
Pero se perdió su estela,

Y la del fantasma tuerto.
¿Si era Oriol? Es caso abierto,

Pues nunca se encontró el buga,
Del presidente a la fuga…

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Una respuesta a «Balada de Evaneszer Escoge (4/4)»

  1. No tengo palabras. Magnífica serie de Tralla, dando Tralla, sí señor. De matrícula de honor en todos los sentidos. Original y al tiempo letal, en el clavo en todo. Bien por Tralla y por el Español Digital que lo publica

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