Bergoglio, los «trans», la prostitución y… el escándalo constante y sonante
Nuevo escándalo de Francisco I. Uno más y ya van… ni se sabe. Este hombre, este «ciudadano», como le ha calificado Santiago Abascal, líder de VOX, o no aprende o… mucho peor: sabe lo que dice y lo dice porque quiere decirlo y que nos enteremos. Porque tonto no es.
En ese estilo suyo tan ladino, Bergoglio ha soltado nuevas píldoras de esas que, en el mejor de los casos, que ya es decir, generan confusión.
La cuestión ha surgido al presentarse en el Vaticano un grupo de transexuales, al parecer la mayoría de origen sudamericano, dedicados a la prostitución, quejándose de que por los confinamientos debidos a la epidemia vírica no tenían «clientes» y, por ello, ingresos. Atendidos por el cardenal Konrad Krajewski, que se ve que no tenía otra cosa que hacer, encargado de las obras de caridad directamente dependientes del Papa, el asunto llegó enseguida a oídos de éste, quien, de inmediato ordenó asistirles económicamente. Como es natural, los/as prostitutos/as «trans» prorrumpieron en vítores: “Muchas gracias al Papa Francisco! ¡Que Dios te bendiga! ¡Gracias por todo! ¡Mil bendiciones! ¡Que la Virgen te proteja!»; agradecidos que son los chicos/as.

Y nos preguntamos ¿estos individuos precisan de ayuda? ¿a qué se dedican? ¿lo suyo es legal, para empezar? ¿y moral? ¿no debería la Iglesia y el Papa «discernir» a quién ayuda con mayor tino? ¿tiene que ser a este tipo de «trabajadores»? ¿por qué no se les recomendó cambiar de «profesión»? ¿por qué no buscar otro lugar para pedir? ¿y sus almas? ¿y las de aquellos que usan de sus «servicios»? ¿por qué fueron al Vaticano y no a lugares de ayuda «civiles»? ¿no es lo hecho alimentar el vicio? En cualquier caso un escándalo porque además del mal ejemplo público al airearlo como hazaña, como poco, como hemos adelantado, genera confusión entre las ovejas que… seguirán dispersándose; si es que aún queda alguna en este aprisco.
Pero es que, además, llueve sobre mojado.
Acuérdense de aquellas declaraciones en las que Francisco I dijo, en relación con los sodomitas, que «¿Quién soy yo para juzgarlos?». O aquellas otras manifiestamente resbaladizas: «Un lugar es la teoría de género… De inmediato quiero aclarar que no me estoy refiriendo a personas con orientación homosexual. El Catecismo de la Iglesia Católica nos invita a acompañarlos y brindarles cuidado pastoral a estos hermanos y hermanas nuestros». O cuando dijo, en relación también con los sodomitas, que no quería «discriminar a nadie», pero estaba convencido de que la paz y el bienestar humanos tenían que basarse en la realidad de que Dios creó a las personas con diferencias (¿?) y que aceptar, no ignorar, esas diferencias, es lo que une a la gente.
Por último, para qué lo vomitado en la repugnante entrevista al penoso Jorge Évole para «La Secta» en la que afirmó que «una cosa es una mujer que quiere ejercer la prostitución porque le gusta o porque hace una opción libre para ganar dinero o lo que sea» y, para más inri, cuando el infame Évole le pregunta si respeta a las mujeres que libremente ejercen la prostitución, Bergoglio no se cortó un pelo y respondió «yo respeto a toda persona, cada uno es señor de sus decisiones y eso merece respeto».
Lo dicho, en el mejor de los casos, que dado el caso ya es fatal, confusión, gravísima confusión… o sea, escándalo. Ah, y también por parte de la jerarquía eclesiástica mundial que, callando, otorga y con su silencio se hacen cómplices de tamaña barbaridad. Allá ellos.

Bergoglio las ha hecho ya de todos los tamaños, formas y colores. No es católico sino siervo de Satanás. ¿Por qué le llama «Papa»?
Estimado seguidor: Efectivamente, de todos los colores y mucho nos tememos que… lo que te rondaré, morena. Papa porque, mientras no se reúna los cardenales y decreten que no lo fue o no lo es o lo ha dejado de ser es lo que corresponde, por mucho, que, como a usted, nos duela. Saludos cordiales
El día menos pensado, vemos a Bergoglio incensando el altar con marihuana…
Estimado seguidor: lo dicho es digno del título de un buen y sarcástico artículo. Saludos cordiales