Bergoglio y el lobo feroz

Desde su inesperado nombramiento, pasando por su salida al balcón en chanclas y batín, hasta la actualidad, el Papa Francisco I es el alma de la fiesta, la estrella que más reluce en el firmamento, ese en el que todos se fijan porque hace lo que nadie se atrevería a hacer. Sus excentricidades vienen siendo constantes e incontables. Bergoglio está dispuesto a todo con tal de llamar la atención. Claro que debido al cargo que ocupa sólo lo puede conseguir tal y como lo viene haciendo, es decir, yendo en contra de todo lo que debería decir, hacer y representar.

A estas alturas su heterodoxia es evidente, su mediocridad intelectual, teológica y doctrinal para qué decir. Su estulticia y carencia de sustancia también. Su incapacidad, que raya la minusvalía, lo mismo. Su metástasis modernista, total. Bergoglio no destaca por nada de lo que debería sobresalir como hombre y menos aún como Papa, por eso, sólo tiene una forma de brillar: provocando.

De todo lo dicho se deduce que Francisco I, en su infinita soberbia, egocentrismo y narcisismo, lo único que desea, busca y quiere conseguir es satisfacer su enfermizo deseo de no pasar desapercibido por este mundo; lo demás le importa un rábano. Así, su soberbia dislocada le ciega y arrastra decididamente hacia la locura y la perdición. Lo malo es que tras él marchan igualmente ciegos una mayoría de católicos y una multitud de incrédulos y descreídos, porque no deja de ser el Papa y para buena parte de esta desnortada y confusa Humanidad –creyentes y no creyentes–, su palabra es ley.

La nueva que ha montado, que no será la última, fue de órdago, cuando en su mensaje navideño manifestó su deseo de:

“fraternidad. Fraternidad entre personas de todas las naciones y culturas. Fraternidad entre personas de ideas diferentes pero capaces de respetarse y de escuchar a los demás. Fraternidad entre personas de diferentes religiones. (…) Así, con su encarnación, el Hijo de Dios nos indica que la salvación pasa a través del amor, la acogida, el respeto de nuestra pobre humanidad que todos compartimos en una gran variedad de etnias, de idiomas, de culturas… pero todos hermanos en humanidad. Por tanto, nuestras diferencias no son un daño o un peligro, son una riqueza. Como para un artista que quiere realizar un mosaico: ¡es mejor disponer de teselas de muchos colores que de pocos!”.

Bergoglio saluda efusivamente a dirigentes del masón Club Rotario

Lo dicho pasó desapercibido para la mayoría, porque para nuestro mal la ignorancia de nuestra Santa Fe es hoy de tal calibre que ya incluso las mayores herejías poco daño hacen porque caen sobre eriales doctrinales. Por ello, las palabras de Francisco I nada malo hubieran podido hacer si no fuera porque el enemigo las hubiera ahora ensalzado; y es que como no hay triunfo completo si no se hace público y se reconoce por los demás, tanto propios como extraños.

La Masonería, que como las meigas haberla hayla, esa secta «discreta» según ellos se catalogan –eufemismo de «secreta»–, siempre difusa, sutil y resbaladiza que sólo muestra su real, nefasta y maléfica cara y realidad cuando puede jactarse de haber conseguido total o parcialmente alguno de sus objetivos, ha salido a la palestra reivindicando a voz en grito su alegría desbordante:

«Todos los masones del mundo se unen a la petición del Papa «Fraternidad entre personas de diferentes religiones.» Las palabras del Papa demuestran lo lejos que está la actual Iglesia del contenido de Humanum genus (1884), la última gran condena católica a la masonería. El camino entonces condenando desde el integrismo religioso es hoy el camino que el Sumo Pontífice de la Iglesia Católica y la Masonería Universal están de acuerdo en proponer a la Humanidad. No hay un solo masón en la Tierra que no se una al Papa en su deseo de fraternidad universal, heterogénea en lo político, lo cultural, lo nacional o lo religioso.» (Gran Logia de España).

Gustavo Raffi

Si a lo anterior unimos lo que ya en 2016 manifestó Gustavo Raffi (Gran Maestro del Gran Oriente de Italia hasta 2014) sobre Bergoglio: «Observamos con cuidado y respeto cómo este Papa está acelerando los tiempos de un cambio de época dentro del Horizontes de estructuras tradicionalmente renuentes a acoger los fermentos de la innovación. Y como resultado, su influencia reverbera mucho más allá de los confines de la sacristía» y lo que escribieron los Carbonarios (1820-1846), una forma más de las múltiples de la hidra masona, en su día: «Lo que debemos buscar y esperar, es un Papa según nuestras necesidades. Imbuido de los principios italianos y humanitarios. Haced que el clero camine bajo vuestro estandarte creyendo siempre que camina bajo la bandera de las Llaves Apostólicas». Pues a buen entendedor, pocas palabras bastan.

Cuando tu enemigo más radical, y en este caso de los más ancestrales, te alaba, algo muy malo estás haciendo. Cuando quien tiene declarado que quiere tu extinción te adula y manifiesta que coincide contigo, algo muy malo estás haciendo. Peor aún: cuando esas alabanzas, adulaciones y coincidencias las hace públicas sin el menor rubor, es que estás al borde de que consiga su triunfo definitivo. Cuando el lobo feroz se quita el disfraz de abuelita es que está seguro de que te va a comer.

Así pues, que cada cual saque sus propias conclusiones; que Dios nos coja confesados; que recordemos cada día que hay que ser fieles a Jesucristo, única, verdadera, total y absoluta cabeza de la Iglesia; que no desesperemos; que mantengamos la Fe; que confiemos en que la victoria final está prometida y es nuestra; que nada nos turbe y menos aún nos espante.


2 respuestas a «Bergoglio y el lobo feroz»

  1. No es ningún secreto que Bergoglio procede del oscuro mundo jesuita. Esos jesuitas que educaron, entrenaron y auparon al fallecido tirano Fidel Castro, y le ayudaron a implantar el comunismo en Cuba sin el menor empacho y con ello destruyeron el catolicismo de un país eminentemente católico por convicción y devoción.

    Bergoglio tiene muchos «muertos bajo el tapete» en su Argentina natal. Un reconocido periodista que le conoció desde su juventud, le acusó de pertenecer a la Masoneria Sionista y de estar implicado en ciertos delitos monetarios de envergadura en su país. Nada me extraña de este Apóstata y Hereje, cuya «llegada» al Vaticano estaba precedida de contubernios y conspiraciones.

    1. Estimado señor: muy bueno, concreto y con datos interesantísimos. Y es que de otra forma no se comprende, no cudara nada ¿verdad? Mil gracias. Saludos cordiales

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