Blasfemar es ir de cabeza a la condenación eterna. Reflexión tras la blasfemia contra la Virgen del Rocío

Tras la execrable y repugnante blasfemia de Antonio Soler en TV3% se pueden extraer algunas reflexiones. En primer lugar nos hace meditar en la gravedad de la blasfemia, mofarse de Dios o de la Virgen, de lo más sagrado, es algo muy grave y temerario para nuestro destino eterno. No puede haber una insolencia mayor que una vil criatura desafíe abiertamente al Creador.

El blasfemo, si no se arrepiente, lo acabará pagando duramente en esta vida y en la otra. Como en todo pecado, en el caso de Dios la dignidad del ofendido es infinita, aunque aquí es especialmente grave, pues no es un pecado por debilidad, sino un desafío a Dios. Después del Creador, lo más grave es blasfemar de la Santísima Virgen, que si bien es criatura, es la verdadera Madre de Dios y Reina y Señora de todo lo creado.

No voy a entrar en el hecho de si los blasfemos, si realmente en su fuero interno creen que no hay Dios, pecan formalmente, pues la fe es necesaria para salvarse y vivir en actitud de ateísmo militante y con chulería blasfema es comprar muchos números para acabar eternamente alejados de Dios, salvo un posible arrepentimiento, que no es tan fácil, al menos humanamente hablando.

La historia está llena de casos, no hay que irse al Titanic y su trágico destino, de personas que han blasfemado y han tenido un gran castigo en esta vida, incluso un terrorífico final. Con Dios no se juega. Al blasfemo no le queda otro camino que el arrepentimiento, pedir perdón a Dios y a los hombres y reparar su ofensa.

No es esa desde luego la actitud de Antonio Soler, que se hace el ofendido, arremete contra todos y amenaza con seguir blasfemando, poniendo a la Virgen del Pilar en el punto de mira. Está en una actitud impenitente y con la intención de continuar mofándose de Dios públicamente, algo que no tiene nada que ver con el humor ni tiene una pizca de gracia.

Algo positivo podemos sacar de esta historia y que da un poco de esperanza, aunque no es para tirar cohetes. El rechazo a esta repugnante blasfemia ha sido prácticamente unánime en todos los estamentos de la sociedad (de la Iglesia, de la política, de la cultura…). Siempre están los típicos energúmenos, que significa poseídos, recalcitrantes, que se han puesto del lado del blasfemo.

El tiempo lo dirá, pero insisto, una blasfemia pública e impenitente es algo muy grave y que no puede quedar impune, ni siquiera en este mundo. Muy loable como siempre la labor de Abogados Cristianos presentando la denuncia correspondiente. Hay que defender con contundencia los derechos de Dios y de la Santísima Virgen. Blasfemar es algo muy grave, es jugar con fuego, con fuego eterno.


Una respuesta a «Blasfemar es ir de cabeza a la condenación eterna. Reflexión tras la blasfemia contra la Virgen del Rocío»

  1. Al margen de las creencias religiosas, con independencia de que se sea más o menos creyente, incluso no creyente en absoluto, hay algo que se llama respeto, y existen ciertas cosas sagradas que toda persona que se precie de serlo y que merezca ser considerada como tal tiene el deber de respetar, y una de ellas es la Virgen y, por supuesto, Dios. Todo aquél que haga mofa, burla, chiste, caricatura de lo sagrado, y no se arrepienta ni se retracte, no es persona sino bestia, basura humana inmoral y degenerada, inmunda y despreciable. Ya es hora de parar los pies a esta chusma. Ya hemos llegado demasiado lejos. Y no es una cuestión del Mundo que vamos a dejar a nuestros hijos y nuestros nietos, es una cuestión de honor, orgullo, amor propio, dignidad, sentido común, honestidad y civismo.

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