Callosa de Segura: la persecución que no cesa
«Queremos la muerte de la Iglesia, cooperadora de la explotacion de la burguesía; para ello educamos a los hombres, y así le quitamos conciencias. Pretendemos confiscarle los bienes. No combatimos a los frailes para ensalzar a los curas. Nada de medias tintas. Queremos que desaparezcan los unos y los otros» (Pablo Iglesias Posse)
De lo ocurrido durante los ya casi dos últimos años en Callosa de Segura, localidad alicantina que merece sin duda mejor suerte, hemos dado cumplida referencia en esta publicación –poner «Callosa» en nuestro «buscador»– y pensamos seguir haciéndolo mientras la vesania y el sectarismo del Frente Popular que encabezado por el PSOE lo desgobierna, siga en sus trece; pues nosotros, como los callosinos de pro, hacemos nuestro aquel magnífico soneto de aquel tan grande español como fue Quevedo: «No he de callar por más que con el dedo, ya tocando la boca o ya la frente, silencio avises o amenaces miedo».
El alcalde de Callosa, el marxista-socialista Francisco José Maciá Serna, es el prototipo de dictadorzuelo demagogo y bananero, de cacique decimonónico, que no tiene en la sesera nada más que serrín y, eso sí, una enfermiza obsesión por quitar cruces, por perseguir a Dios, por herir las creencias de los que no opinan como él, porque lo que no tolera este intolerante mediocre y mastuerzo engreído, es todo aquello que no entiende, que es todo menos cuatro ideas mal cosidas a las orejeras marxistas con que todavía en el siglo XXI intenta mirar, porque ver no ve, el mundo.

Dirigente de una cuadrilla de frentepopulistas, de milicianos desgarramantas sin oficio ni beneficio, cuyos antecedentes les constan a todos los callosinos, a cada cual más analfabeto y hortera que el que se sienta a su lado, sigue los pasos que ya dieron en el siglo pasado sus antecesores ideológicos, a los que admira, tanto como nostalgia parece sentir por su siniestra eficacia en las checas, su costumbre de dar «paseos», de disparar a la nuca y de dejar el cadáver abandonado en la cuneta –en todo lo cual fueron maestros–; todo ello, eso sí, en cuadrilla, claro, porque nunca fueron capaces de hacerlo de uno en uno y dando la cara. Como parte que es del lumpen de nuestra sociedad, para Francisco José Maciá Serna la democracia no es más que la pieza necesaria para conseguir el poder y el poder no es más que la herramienta para someter a los demás.
La última de las cacicadas llevadas a cabo por este pseudoalcalde y su cuadrilla de mariachis ha sido la imposición de sendas multas de 150 y 750€ a los que han cometido la gran falta de poner una cruz de madera en la vía pública. Con tal hecho, el reprimido y represor Francisco José Maciá Serna utiliza la ley corrompiéndola y se deslegitima –igual que les ocurrió a sus tan admirados antecesores ideológicos y así les terminó yendo–, intentando doblegar a los que, cargados de razón, no ceden, y adoptando una dignísima posición numantina están dispuestos a resistir sin desmayo defendiendo sus creencias y derechos frente al despotismo del tiranillo de Callosa.
Pero sin duda, hay un factor que ayuda a este mindundi ideológico y patético personaje a conseguir sus objetivos: la colaboración de todos aquellos que debían haber aprendido hace mucho que hay órdenes y disposiciones que, llegado el caso, no deben cumplirse, porque por encima de cualquiera de ellas están el honor, la dignidad, la razón, el derecho, la libertad y la justicia. Que la democracia se sostiene sobre el respeto al otro y que cuando sus resortes se utilizan de forma torticera, maliciosa o corrupta, no queda más remedio que tomar cartas en el asunto dando la cara, demostrando valor y arriesgando, que ni siquiera un puesto de trabajo compensa de la pérdida de la libertad –que Dios proveerá otro–, pues de lo contrario, el déspota se ensoberbece, se fortalece y después las medidas para echarle del sillón que puede ocupar legal, pero ilegítimamente, son siempre peores; que, como en Fuenteovejuna, cuanto antes y todos a una no hay tirano que se sostenga.
Y lo dicho es de aplicación también a los que le votan, pues no en balde la historia demuestra una y mil veces que Saturno termina siempre comiéndose a sus hijos, que los tiranos, antes que después, tiranizan a los suyos mucho más y peor que a los que consideraron sus enemigos, que Stalin masacró más a los propios que a los ajenos, que la vesania no tiene límites, que pasado los momentos de auge, Nerón, Calígula y otros por el estilo fueron más crueles y brutales precisamente con quienes más les habían ayudado.
PLATAFORMA CIUDADANA DEFENSA CRUZ CALLOSA
C/C PARA COLABORAR: ES52 – 0182 – 1854 – 41 – 0201591303
A ver si los españoles aprendemos de una vez por todas lo que en los países de nuestro entorno han asumido desde hace mucho: que no todo vale para que mi partido o mis ideas se hagan con el poder; que hay límites; que la soberanía reside en el pueblo siempre y cuando ese mismo pueblo no la ceda a bestias pardas por mucho que aparenten tener sus propias ideas; que yo no estoy mejor, aunque lo parezca, porque mi vecino esté peor; que donde las dan las toman –luego que no se quejen–, y que ese ciclo no tiene fin y lleva siempre al desastre; que quien siembra vientos, tarde o temprano recoge tempestades; que no se puede enaltecer a los que, en realidad, sólo buscan su provecho, satisfacer sus enfermizos instintos y liberarse de sus muchos complejos inconfesables. Que un pueblo como Callosa, como una región y una nación, como una familia, es un barco en el que o se coloca de capitán al más adecuado, con independencia de que coincidamos al cien por cien con él o no, o nos hundimos todos junto con el tirano, porque el barco es único y en él navegan todos. Que no se puede tolerar lo que es evidente por muy legal que parezca.
