
La cima de la Iglesia Luterana y Evangélica de Suecia es una mujer. Esta es Antje Jackelén, con quien el Papa Francisco tuvo una conversación hace unos cinco años con el propósito de un diálogo interreligioso. Suecia y Alemania están vinculados por un rasgo de unión obvio. Y no es casualidad que desde el «frente tradicional» a menudo estén señalando un peligro que derivaría del «Sínodo Interno» (el concilio interno fuertemente deseado por el ala presidida por el cardenal Marx que pretende volver a discutir algunos pilares doctrinales) de la Iglesia Teutónica: el del aplanamiento hacia la Iglesia Protestante, también llamado fenómeno de «Protestantización». No es que en territorio alemán carezcan de ejemplos de puntos de inflexión: Lutero es suficiente y avanza. En el Vaticano, el tema de las «sacerdotisas» sigue siendo un tabú, pero Jorge Mario Bergoglio anunció la reconvocación de la comisión que se ocupó de la introducción del diaconado femenino: para los tradicionalistas,
En resumen, lo que sucede en la Iglesia Luterana Sueca no afecta directamente a la Iglesia Católica, sino que es parte de un movimiento general que concierne al cristianismo. La sensación es que los cambios en la sociedad podrían alterar a la Ecclesia , incluida la católica, durante las próximas décadas. Incluso Suecia, por supuesto, incorpora los datos, demostrando una vez más representar un precursor de la frontera de la igualdad de género, un tema querido por los defensores de la «protestantización», pero al que se oponen católicos y protestantes conservadores. Los medios de la izquierda ya se han regocijado por la nueva historia del caso, mientras que a la derecha, simplificando, hay preocupación por el futuro.
Ya en 2017, la Iglesia Luterana Sueca ya había mostrado una revolución , con la iniciativa de una diócesis destinada a entregar una Biblia pro Lgbt . El asombro por lo ocurrido en el clero, por tanto, sólo puede mitigarse. Aunque solo sea porque la cuestión de las «sacerdotisas» puede insertarse en un proceso cultural más complejo que también afecta a la doctrina. Vea, nuevamente, la presentación de un “Jesús queer” , es decir, de un Cristo desconectado de su identidad sexual. En todo caso, sorprende la falta de reacción por parte de la Curia romana: los luteranos contaminan las corrientes teológicas católicas, pero no parece ser cierto lo contrario, todo lo contrario.
Los tradicionalistas católicos – lo hacen – continúan agitados por la conformación al protestantismo. La misma estandarización que perseguiría el Papa Francisco, también a través de un diálogo continuo con otras confesiones. Como se anticipó, es la Iglesia teutónica la que empuja para que el caso sueco, tarde o temprano, también interese a los episcopados cristiano-católicos. Roma no tiene por ahora intención de abrirse a la ordenación de mujeres. Aparte de las críticas provenientes de círculos conservadores, Bergoglio fue muy claro sobre el tema. Pero el debate está abierto. Y el caso de la Iglesia Evangélica Sueca sólo puede alimentar las ambiciones de quienes quisieran desbloquear la creación de «sacerdotisas» también para la Ecclesia.
Para Insideover
En la iglesia luterana sueca, entre otras cosas hay sacerdotes abiertamente homosexuales y sacerdotisas abiertamente lesbianas.
Una «iglesia» decadente!