Carlo I vs Lutero

Dieta de Wörms. Lutero ante Carlos V.

Cuando hoy vemos cómo el gran heresiarca de todos los tiempos, Lutero, forma especialmente maligna de Satán y reflejo concreto del Anticristo, renace de sus cenizas gracias a la fatuidad, descreimiento, apostasía, estupidez y estulticia de buena parte del clero y fieles católicos, viene al caso recordar algunas puntualizaciones sobre hechos históricos que, por eso mismo, toman de nuevo gran actualidad y debemos hacer también nosotros renacer para enfrentarlos a aquellos.

En concreto nos referimos a ese magnífico documento que redactó de su puño y letra Carlos I en la noche del 19 de Abril de 1521 al término de la denominada «Dieta de Wörms», en el que aquel gran hombre volcó en pocas palabras lo que albergaba su alma, su mente y su corazón en lo más profundo, al tiempo que hacía público cual iba a ser su programa político y norma de vida hasta sus últimos días.

Imaginemos, pues, a Carlos I con tan sólo veintiún años de edad, prácticamente recién elevado a su categoría de emperador, sentado a solas en su habitación, escribiendo a la luz de una vela, tras haber debatido directamente con el hereje.

«Wörms, 19 de abril de 1521

(…)

Carlos V

Vosotros sabéis que Yo desciendo de los Emperadores Cristianísimos de la noble nación de Alemania, y de los Reyes Católicos de España, y de los Archiduques de Austria y Duques de Borgoña; los cuales fueron hasta la muerte hijos fieles de la Santa Iglesia Romana, y han sido todos ellos Defensores de la Fe Católica y sacros cánones, decretos y ordenamientos y loables costumbres, para la honra de Dios y aumento de la Fe Católica y salud de las almas. Después de la muerte, por derecho natural y hereditario, nos han dejado las dichas Santas Observancias Católicas, para vivir y morir en ellas a su ejemplo. Las cuales, como verdadero imitador de los dichos nuestros predecesores, habemos por la gracia de Dios, guardado hasta agora. Y a esta causa, Yo estoy determinado de las guardar, según que mis predecesores y Yo las habemos guardado hasta este tiempo; especialmente, lo que ha sido ordenado por los dichos mis predecesores, ansí en el Concilio de Constancia, como en otros.

Documento de puño y letra de Carlos V.

Las cuales son ciertas, y gran vergüenza y afrenta nuestra es, que un sólo fraile [Martin Lutero], contra Dios, errado en su opinión contra toda la Cristiandad, así del tiempo pasado de mil años ha, y más como del presente, nos quiera pervertir y hacer conocer, según su opinión, que toda la dicha Cristiandad sería y habría estado todas horas en error. Por lo cual, Yo estoy determinado de emplear mis Reinos y señoríos, mis amigos, mi cuerpo, mi sangre, mi vida y mi alma; porque sería gran vergüenza a mí y a vosotros, que sois la noble y muy nombrada nación de Alemania, y que somos por privilegio y preeminencia singular instituidos Defensores y Protectores de la Fe Católica, que en nuestros tiempos no solamente heregia, mas ni suspición de ella, ni disminución [de] la Religión Cristiana, por nuestra negligencia, en nosotros se sintiese, y que después de Nos quedase en los corazones de los hombres para nuestra perpetua deshonra y daño y de nuestros sucesores. Ya oísteis la respuesta pertinaz que Lutero dio ayer en presencia de todos vosotros. Yo os digo, que me arrepiento de haber tanto dilatado de proceder contra el dicho Lutero y su falsa doctrina. Estoy deliberado de no le oir hablar más, y entiendo juntamente dar forma en mandar que sea tomado, guardando el tenor de su salvoconducto, sin le preguntar ni amonestar mas de su malvada doctrina, y sin procurar que algún mandamiento se haga de como suso es dicho; e soy deliberado de me conducir y procurar contra él como contra notorio herege. Y requiero que vosotros os declaréis en este hecho como buenos Cristianos, y que sois tenidos de lo hacer como lo habéis prometido.

Hecho en Bormes [Wörms] a 19 de abril de 1521, de mi mano.

Yo, el Rey»

La Dieta Imperial o Reichstag era el órgano representativo del Sacro Imperio Romano Germánico, asamblea de los príncipes, ciudades y electores que se convocaba en lugares variables a deseo del Emperador.

Lutero y su mujer, la ex-monja Catalina Bora.

La primera parte del texto se corresponde con el primer párrafo y es una introducción que justifica la posterior declaración del emperador. Así, en las primeras líneas, Carlos I se refiere a sus antepasados y a la Iglesia Romana para explicar en líneas posteriores su obligación como emperador de guardar la ortodoxia católica en los territorios del Imperio.

Carlos I recuerda, en las últimas líneas de la primera parte del texto, su firme determinación de cumplir con sus obligaciones como emperador y de seguir las ordenanzas de sus predecesores: reyes, emperadores, así como lo prescrito en los concilios, haciendo especial referencia al Concilio de Constanza de 1414-1418, convocado por el antipapa Juan XXIII, en el que se había resuelto por fin el cisma que aquejaba a Occidente, gracias a la elección de Martín V, al tiempo que se condenó por herejía a los alemanes Juan Hus y Johan Whycliff.

La segunda parte del texto, que se corresponde con el segundo párrafo, se puede subdividir en varias partes.

La primera se corresponde con las cuatro primeras líneas y en ella el emperador resume las tesis de Lutero considerando que el monje declaraba erróneas todas las costumbres y dogmas de la Iglesia católica. A continuación Carlos I expone en las líneas siguientes su determinación de luchar contra la herejía en el seno del Imperio de acuerdo con sus obligaciones como emperador.

Por último expone unas reflexiones finales en las que recuerda como Lutero se ha ratificado en sus opiniones y concluye en su decisión de tratarlo como hereje; ya había sido considerado hereje y excomulgado por Roma en Enero de 1521, pero Federico el Sabio, elector de Sajonia, se había negado a entregarle a Roma.

En líneas posteriores, Carlos I reitera su determinación de combatir las tesis luteranas con todos sus recursos: «…emplear mis Reinos y señoríos…», cosa que cumpliría hasta la extenuación.

Finalmente es de destacar la reflexión que ofrece Carlos I en las últimas líneas. Su arrepentimiento de haber dejado dilatarse el proceso. Y es que lo cierto es que el tiempo trascurrido entre la publicación de las tesis de Lutero y la dieta de Wörms (cuatro años), permitió a Lutero desarrollar sus tesis e impartir varios cursos de Historia Sagrada en los que hizo públicas las mismas, ganando fama y un notorio conjunto de seguidores.

Salvoconducto de Lutero.

La referencia al salvoconducto de Lutero es digna de ser mencionada, pues Carlo I sabía que había sido el salvoconducto imperial lo que había impedido que Lutero fuera detenido y quemado como hereje por las autoridades eclesiásticas.

Es de destacar también la última referencia que aparece en el texto en el que el emperador hace un llamamiento a los príncipes alemanes para que cumplan como buenos cristianos, en el cual debe verse una advertencia a los príncipes, como Federico de Sajonia o Alberto de Brandeburgo, proclives a las tesis luteranas.

Esta declaración se concretará en el edicto de proscripción de Wörms, publicado el 25 de Mayo de 1521,  en el que se declaraba a Lutero hereje y prófugo, y cuyo texto es el siguiente:

«En primer lugar, ordenamos que todos, particularmente todos los príncipes, estados y súbditos, después que hayan expirado los veinte días mencionados. que terminan el 14 del presente mes de mayo, no podrán ofrecer a Lutero ni techo, ni comida, ni bebida, ni ayudarlo en ninguna forma, ya sea de palabra o de hecho, secreta o abiertamente. Por el contrario, dondequiera podáis echar mano de él. Lo pondréis inmediatamente preso y me será enviado, o por lo menos se me informará del hecho sin ninguna dilación. Por esa obra santa seréis recompensados por vuestro trabajo y gastos. De la misma manera deberéis, en virtud de la santa constitución y bando de nuestro Imperio, tratar en la siguiente forma a todos los partidarios, instigadores y protectores de Lutero. Los abatiréis, y confiscaréis sus propiedades en vuestro propio provecho, a menos que dichas personas puedan probar que han enmendado sus caminos y pedido la absolución papal. Además, ordenamos, bajo las penalidades ya mencionadas, que nadie compre, venda, lea, conserve, copie o imprima ninguno de los escritos de Martín Lutero que han sido condenados por nuestro santo padre, el papa; ya sea en latín, o en alemán, ni otro alguno de sus escritos malvados». 


3 respuestas a «Carlo I vs Lutero»

  1. Un gran Rey y Emperador.
    Cuándo Lutero murió, sus «pelotas» le dijeron que podía desmembrarse el cadáver, en fin, humillarle de alguna manera, pero el Emperador se negó a ello, pues dijo que a los muertos había que dejarles descansar en paz.
    Algo que no se hizo con el Caudillo…

  2. Pues ya lo ve usted, don Toribio, los vaivenes sorprendentes que nos regala la humana naturaleza; ahora, Lutero es muy apreciado en el Vaticano…, casi un hijo predilecto de la Iglesia… ¿Cómo hubiese reaccionado don Carlos I ante tan extraña mudanza en la valoración de aquel funesto personaje?

  3. Qué gran Rey Carlos I de España y V de Alemania, qué gran Rey y Emperador, y aquí en España estamos con las Comunidades para debilitar la Corona y hacerle el juego a nuestros enemigos, aunque fuera por la vía de un supuesto patriotismo, haciendo verdad una vez más aquellos de que las puertas del infierno están empedradas de buenas intenciones.
    Lutero no solo fue un hereje en lo religioso, sino que en lo político fue el pretexto de las ambiciones de los príncipes alemanes financiados por los eternos resentidos expulsados de España, para dividir el Imperio y de paso cargarse la Cristiandad para siempre. Que el Papa adore a Lutero, y con él mucho obispos de salón con lamente puesta no en Dios sino en el IBI, solo demuestra su falta de conocimiento cristiano y su falta de patriotismo como defensores de un imperio que si en lo religioso mantuvo a raya la herejía, en lo político hizo grandes cosas para el desarrollo político de toda la Cristiandad: en la Hacienda, en la Administración de Justicia, en la lucha contra el poder feudal (que en Alemania por culpa de estos príncipes desleales harán que el feudalismo llegue hasta la mitad del siglo XIX). Porque Lutero por sí solo no habría hecho el daño que hizo a la religión cristiana y al poder de Carlos V si no es por el Príncipe de Sajonia que había sido uno de los candidatos a Emperador del Sacro imperio, y como no sale elegido (porque sale elegido Carlos) se convierte en el gran protector de Lutero porque a través de Lutero puede debilitar el poder de Carlos. Por tanto Lutero tiene una dimensión religiosa como hereje que divide a la cristiandad en un momento histórico en que la Cristiandad se enfrenta a dos enemigos formidables: los turcos por el sur y los señores feudales del norte de Europa, pero tiene sobre todo una dimensión histórica y política como pretexto y como instrumento de los enemigos de Carlos para intentar destruir su poder. Eso significa que el Luteranismo en lo religioso es una herejía pero en lo político es un complot contra el poder político de España y de los Hausburgo.
    El lenguaje se utiliza falsamente, como suele ser habitual en los maestros de la mentira. Le llaman «Reforma», a lo que en realidad fue un cisma. Le llaman hipócritamente de «libertad religiosa» cuando el protestantismo fue la intolerancia religiosa personificada con una persecución religiosa contra los católicos que fue horrorosa, pero que se ha venido silenciando sistemáticamente.

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