Católicos despistados o… no, peor aún

La Conferencia Episcopal Española (CEE) ha hecho público con gran alarde de publicidad la recaudación que por la «X» en las declaraciones de IRPF del ejercicio 2017 le corresponde percibir, exactamente 267,8 millones/€, o sea, 11,6 millones más que el ejercicio 2016. Con ello, que no lo esperaban ni por asomo, han descansado, ya que con la que venía cayendo encima se temían lo peor, de ahí la intensa campaña a favor de la «X» que desplegaron el año pasado.

Mons. Argüello (Secretario Gral. CEE)

Pues bien, lo sentimos sinceramente, porque es una muy mala noticia.

Por una parte puede deberse a que muchos altruistas y filántropos aconfesionales, gnosticos y ateos, o sea, nada de católicos, consideren a la Iglesia, más en concreto a Cáritas, una de las pocas ONG,s fiables en cuanto a su gestión, lo que avalaría la penosa transformación de tal organización en eso, en una ong, alejada de la caridad católica, es decir, de intenciones, empeños y ansiasde predicar el Evangelio y procurar la conversión de las almas y su consiguiente salvación, más que del bien material y de los cuerpos.

Por otra, sin duda se debe a la campaña de publicidad en favor de la «X» que fue esta vez amplísima e intensa, casi histérica, clamando a las conciencias con frenesí, lo que siempre da resultado entre los que no tienen un criterio propio definido, se dejan llevar, no están muy al tanto de lo que ocurre de verdad, ni les interesa, y menos aún se atreven a disentir; propaganda que, además, como toda, tuvo muchas dosis de falsedad, como por ejemplo denunciamos en este artículo «Nuestra Santa Fe en picado». (Ver también: «Más motivos para no marcar la «X»)

Pero lo peor es que con ese dinero los católicos demuestran que no les importa apoyar a una jerarquía y a una Iglesia que se hunde en el adocenamiento y la estulticia, la pasividad y el aburguesamiento, cuando no en hacer y amparar todo lo contrario de lo que debería, como ya dijimos en su momento en carta a los obispos con las razones para no marcar la «X», y que ahora repetimos:

La deriva que desde hace décadas vienen amparando e impulsando la inmensa mayoría de ustedes, como sus antecesores –hay muy escasas excepciones que, por ello, son más honrosas, pero que al tiempo confirman la regla–, cada día más radicalmente errada, bien con acciones, omisiones y/o silencios cómplices, y de la que en absoluto se apean, ni muestran intención alguna de hacerlo, se ha vuelto intolerable y, más aún, hace que consideremos que colaborar con ella de cualquier forma nos haría también responsables de sus terribles consecuencias que a la vista están entre los que se declaran católicos –para qué decir de los que no lo hacen así–: profunda crisis de fe, completa confusión, apostasía generalizada, ignorancia supina, caída de la práctica a mínimos jamás conocidos, relativismo atroz y un largo etcétera que sabemos ustedes no desconocen.

Luisjo y Ramonchu, sacerdotes de Ntra. Sra. de Madrid (Madonna)

Todo ello es consecuencia de que ustedes, la jerarquía, y el clero y religiosos en general, ni predican el Evangelio en su totalidad –más bien lo tergiversan–, ni oran, ni hacen penitencia, ni ponen todo su empeño en su labor ministerial, ni forman en los seminarios, ni ejercen su autoridad, sino todo lo contrario; se podría decir que ni creen.

             Venimos asistiendo a constantes espectáculos bochornosos e indignantes sin que por su parte ni de la del clero ni se atajen, ni se denuncien, ni siquiera se contradigan; aunque no son nuevos, los últimos han colmado el vaso:

             * Los obispos de las provincias catalanas han sustituido a Dios por la idolatría secesionista; amparan a religiosas públicamente heréticas y blasfemas; los sacerdotes han profanado sus propias iglesias prestándolas para acciones y propagandas políticas alienantes; se alían con partidos y colectivos tradicional y manifiestamente anticatólicos y perseguidores de la Iglesia.            

             * Menos dos o tres obispos y algún que otro sacerdote, todos los demás se han sumado y apoyado, alguno como el cardenal Osoro blasfemando públicamente, a una huelga-revolucionaria feminista de público, único y marcado cariz y fin anticatólico.            

             * Apoyan o guardan silencio ante actuaciones de autoridades civiles que van directamente contra Dios, contra nuestra santa Fe y contra la Iglesia.            

             * Son casi nulas o eminentemente tibias las pastorales, homilías y actos que de forma explícita, directa y con la contundencia que lo hace el Evangelio, clamen contra el divorcio, el emparejamiento, el aborto, la eutanasia, la eugenesia, la exhibición de la sodomía, la imposición de la ideología de género, la profanación de iglesias, etc.

             * La liturgia, los sacramentos, en general todo lo relativo al culto, lo banalizan, lo relajan o incluso lo evitan.            

             * Nos presentan como modelos bien a reputados e históricos heresiarcas, bien a sacerdotes mundanizados, bien a pseudoteólogos errados, bien a personajes en nada católicos.            

             * Mantienen con nuestras aportaciones económicas medios de comunicación –13TV y COPE–, no sólo deficitarios hasta lo financieramente intolerable, sino que, peor aún, siguen una línea que de católica no tiene nada más que el nombre, en la que se contrata a «estrellas» cuyo proceder profesional y privado tampoco se ajusta a las exigencias de nuestra fe, en las que se exhiben programas heterodoxos y/o perniciosos.            

             * Siguen apoyando de manera directa o subrepticia opciones políticas –partidos y otros– marcada y públicamente liberales –el liberalismo está condenado por la Iglesia–, como son el PP desde hace décadas y ahora los que van recogiendo sus votos, al tiempo que coquetean con los revolucionarios de siempre.            

             * Los centros educativos de cualquier nivel que se dicen católicos no lo son, e incluso a veces son peores que los otros.            

             * Cáritas se ha convertido en una ong y en una sociedad filantrópica más, en la que se da no sin medida, sino sin control, y en la que no se hace apostolado alguno.

             * Por el contrario, castigan, hacen enmudecer y condenan al ostracismo a aquellos sacerdotes y religiosos que, sin miedo, quieren predicar de verdad el Evangelio y dar la cara y la vida por Cristo.

No es por querer fastidiar, pero hasta que nuestra jerarquía y muchos sacerdotes y religiosos no se vean con el agua «monetaria» al cuello, no cambiarán, seguirán viviendo la sopa boba, favoreciendo con su actitud la decadencia y crisis profunda que hunde en la actualidad y desde hace décadas a nuestra Santa Iglesia, y presos del dinero, no denunciarán lo que desde prácticamente todas las instituciones y partidos políticos se está haciendo como son los abortos, la ideología de género, la profanación de los restos de Franco y un muy largo etcétera.

Empecemos por exigirles y qué mejor que retirándoles nuestra apoyo económico, eso sí, dándoselo directamente a aquellos de sus miembros que sí prediquen el Evangelio y se preocupen ante todo por las almas, y luego, sólo luego, por los cuerpos, y no a la CEE.


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