Celle Qui Pleure (La Salette): “Roma perderá la fe” (V)

Las Revelaciones Privadas
La Iglesia reconoce las Revelaciones Privadas, es decir, apariciones, visiones, milagros y profecías sucedidos después del final de la Revelación Pública, tras la muerte del último apóstol. Pero solo aquellas que, por no oponerse a la revelación pública, han sido aprobadas por los obispos y/o el Papa, y siempre con la salvaguarda de que su contenido no forma parte del Depósito de la Fé. Su función es ayudar, en una determina época, a vivir la revelación pública más plenamente; es una ayuda para la fe, aunque no sea obligatorio usarla (Catecismo, nº 67; Normas sobre el Discernimiento de Presuntas Apariciones; Exhortación Apostólica Verbum Domini, nº 14). No es pequeño ni desdeñable el caudal de luz que aportan las Apariciones Aprobadas por la Iglesia, como son La Salette (1846), Fátima (1917), Ámsterdam (H., 1945/59; con posturas contrapuestas de los obispos de Haarlem, Ámsterdam y la Congregación de la Doctrina de la Fe –CDF-), Akita (Japón, 1975), Betania (Venezuela, 1976), Kibeho (Ruanda, 1981) y otras, por no hablar de las aun no reconocidas formalmente (Ezquioga, Garabandal, Medjugorje –‘Mediugorie’- y El Escorial, entre otras), todas ellas son un tesoro y una fuente valiosísima que se nos ha dado para interpretar “las señales de los tiempos” (Mateo 16:3).
Como ejemplo tenemos el Síndone de Turín o Sábana Santa, “un documento científico que confirma el dogma de la Resurrección” según el Padre Loring, S.J.: no es dogma de fé creer en él pero las evidencias científicas que aporta robustecen lo que profesamos en el Credo, que Nuestro Señor Jesucristo fue crucificado, muerto, sepultado y resucitó.
Antecedentes
Las proféticas apariciones de la Virgen del Buen Suceso en Quito (Ecuador), a la monja concepcionista Mariana Francisca de Jesús Torres. El 2 de febrero de 1634 comunicó la difusión de las herejías en los siglos XIX y XX, que “apagarán la preciosa luz de la fe en las almas”, la gran catástrofe espiritual de toda la Iglesia y la gran impureza que saturará la atmósfera, … “provocando así toda clase de castigos, entre ellos la peste, el hambre, la pendencia entre propios y ajenos, la apostasía, perdiendo a un número considerable de almas… Habrá una guerra formidable y espantosa… Esa noche será horrorosísima, porque al parecer humano será triunfante la maldad”. Además, predijo que la infalibilidad papal sería declarada dogma de fe por el mismo Papa que proclamaría el de la Inmaculada Concepción, lo cual hizo Pío IX.
El 17 de junio de 1689, una monja ‘visitandina’ que sería conocida como Santa Margarita María de Alacoque tuvo una aparición del Señor en la que recibió un mensaje a transmitir a Luis XIV: que consagrara Francia al Sagrado Corazón. Ni él ni su hijo atendieron la petición y 100 años justos después estalló la Revolución Francesa (el 17 de junio de 1789, una Asamblea Nacional depuso al rey). Luis XVI realizó la consagración, pero ya era demasiado tarde. Para muchos la Revolución Francesa es la antesala del Fin de los Tiempos.
La aparición de La Salette y su entorno

El 19 de septiembre de 1846, víspera entonces de la fiesta de Nuestra Señora de los Dolores, la Santísima Virgen se apareció llorando, en La Salette (Región de Ródano-Alpes, SE. de Francia), a dos pastorcitos naturales de Corps: Mélanie Calvat, de casi quince años, aunque aparentaba diez, y Maximin Giraud de once (aparentaba ocho). Nuestra Señora denunció la corrupción de la cúpula eclesial y pidió la creación de la orden de los “Apóstoles de los Últimos Tiempos”.
Nuestra Señora reveló en La Salette dos secretos por separado, uno a Mélanie y otro a Maximin, el cual certificó que no oyó parte de la comunicación a Melanie. Además, a la niña le dio los detalles de los estatutos de una nueva orden religiosa, es decir, la Regla de los “Hijos de la Orden de la Madre de Dios” o “Apóstoles de los Últimos Tiempos”, profetizados más de un siglo antes por S. Luis Grignion de Monfort.
Tras varias investigaciones y milagros, la Aparición fue aprobada oficialmente en su quinto aniversario (1851) por el obispo de Grenoble. Pío IX la reconoció en 1852, y posteriormente León XIII también (1879). Se cumplieron, además, las “profecías condicionadas” de Nª Sª sobre la no santificación del domingo y la blasfemia: “todo lo que sembréis se lo comerán los animales y lo que quede se convertirá en polvo cuando lo beldéis; habrá una gran hambruna; antes de que llegue la hambruna, a los niños menores de siete años les dará un temblor y morirán en los brazos de las personas que los sostengan”. Y vinieron las plagas de la patata, el maíz, el trigo (pictin/ cercosporelosis/mildiu polvoroso) y la uva (oidio, filoxera y mildiu), y la mortandad infantil (enfermedad del sudor/pestis sudorosa/sudor anglicus) durante la década de 1840/50.
Pero parte del clero fue escéptico desde el principio, como el cardenal arzobispo de Lyon, Louis Jacques Maurice de Bonald, de quien dependía Grenoble. De Bonald exigió que los niños le confiasen su secreto, con el engañoso argumento de que tenía un mandato del Papa. Obedecieron asustados, pero Melania, recordando la prohibición de la Virgen, insistió firmemente en que su texto, una vez escrito, debería ser introducido en un sobre sellado y entregado directamente al Papa. Los sobres fueron enviados al Papa el 18 de julio 1851 y se conservan en los archivos del antiguo Santo Oficio.

El de Melanie se conoce como “el Secreto de la Salette” y Nª Sª impuso que no se revelara antes de 1858, precisamente el año de la aparición en Lourdes. Fue publicado en noviembre de 1879 por Melanie, con imprimatur del Obispo de Lecce (Italia), Monseñor Salvatore Luigi Zola. En 1922 se dio a conocer el texto completo, con licencia del Rvdo. Padre Lepidi O.P., Maestro del Sagrado Palacio y Asistente Perpetuo de la Congregación del Santo Oficio (hoy Congregación de la Fe). La segunda versión es más larga que la primera (especie de resumen), y, supuestamente, algo diferente, quizá por mandato de Nª Sª.
Para una mínima puesta en situación de tiempo y lugar, recordemos que:
– El Papa Gregorio XVI, que falleció en 1846, tuvo conocimiento de unos documentos, intervenidos a la masonería Carbonaria, en los que se detallaba su estrategia para infiltrarse en el Vaticano. En 1859 Pío IX los hizo publicar, siendo conocidos como las Instrucciones Permanentes de la Alta Vendita.
– La revista Franzosische Zustande publicó el 12 de julio de 1842 un extracto del libro Lutecia del poeta Henri Heine, que decía: … “¿la vieja Revolución, ¡no!, no hay vieja Revolución, la Revolución es siempre la misma, nosotros no hemos visto más que su principio, y muchos de nosotros no llegaremos a ver más que la mitad … El dinero es el dios de nuestro tiempo, y Rothschild su profeta”.
– Karl Marx lanzó el Manifiesto Comunista en 1847, en el que se dice que hay que “derribar por la fuerza todas las situaciones existentes”, añadiendo en 1848 que “el terrorismo revolucionario acelera el parto del Hombre Nuevo”. Y un año después, en el editorial del último número La Nueva Gaceta del Rhin (impreso todo en tinta roja) dijo: “no tenemos compasión ni la pedimos … cuando nos llegue la vez no habrá excusas que valgan para el terror revolucionario”. Las revoluciones de 1848 tuvieron un gran éxito inicial simultáneamente en Francia, el Imperio Austríaco (con gran parte de Italia), Los Estados Pontificios y el Reino de las Dos Sicilias, los Estados Alemanes y Prusia, Suiza, y, con menos virulencia, en Rusia, España, donde fracasaron pronto. Nunca una revolución estuvo más cerca de ser una “revolución mundial”. Marx fue financiado por el paradigma del enemigo de la clase proletaria, el banquero londinense Lionel Nathan Rothschild. Ambos, junto con Heine, eran hebreos, como tantos otros revolucionarios.
Los Videntes

Ambos niños en el momento de la aparición eran pobres, huérfanos (de padre ella y de madre él) y muy incultos, hablando solo su dialecto del occitano (patuá) con total desconocimiento el francés, a pesar de lo cual a partir de ese día se expresaron intermitentemente en él.
Maximino trató de ser sacerdote y entró en el seminario menor. Tuvo mucha dificultad en los estudios y muchas dudas sobre su vocación, abandonando el seminario. Después estudió medicina, trabajó en una farmacia y, tras un viaje a Roma, fue zuavo de la guardia vaticana (enfermero) durante un corto tiempo. Volvió a Francia y murió soltero a los 38 años de edad. En sus últimos días proclamó solemnemente: “Creo firmemente, hasta el derramamiento de mi sangre, en la famosa aparición de la Santísima Virgen en el monte santo de La Salette, el 19 de septiembre de 1846, aparición que he defendido con palabra y sufrimiento. … Con éste espíritu entrego mi corazón a Nuestra Señora de La Salette”.
Aunque Melania prohibió a sus confesores hablar de su vida privada, ha llegado hasta nosotros que, tanto antes como después de la aparición en La Salette, tuvo más apariciones y locuciones, y sufrió los estigmas de la Pasión.
Su vida fue un calvario continuo; probó el ingreso en varias órdenes, pero nunca fue admitida a los votos perpetuos. En el mismo 1846 fue admitida como interna en el convento de las Hermanas de la Providencia en Corenc, cerca de Grenoble, donde hizo la primera comunión dos años después. En 1850 se hizo postulante allí y en octubre de 1851 tomó el velo. En 1854 el nuevo obispo de Grenoble negó a Melania el permiso para profesar por “no estar madura espiritualmente”, aunque ella creyó que la verdadera razón era que el prelado quería ganarse el favor de Napoleón III, emperador de una inestable Francia republicana en la que las palabras de la Virgen sobre la conjura masónica contra esa nación aun nominalmente católica, repetidas por Melania, no podían pasar inadvertidas. Es más, el obispo Ginoulhiac escribió que las predicciones de Melanie no tenían fundamento ni nada que ver con las apariciones de La Salette y, en esta tesitura, un sacerdote inglés ofreció a Melania trasladarse al Carmelo de Darlington, lo cual le pareció de perlas al obispo.

Llegada a Inglaterra en 1855, tomó los votos temporales carmelitas el siguiente año. Mientras estaba en Darlington, el obispo local prohibió que hablara públicamente sobre profecías. En 1858 escribió al Papa para transmitirle la parte del secreto que estaba autorizada a revelar ese año. En 1860 fue liberada por Pío IX de su voto de clausura en el Carmelo Pío IX y regresó a Europa continental, entrando, por indicación del jesuita P. Calage, en la Congregación de las Hermanas de la Compasión en Marsella. Participó en la apertura de un orfanato en Cefalonia (Grecia), regresó a Marsella y en octubre de 1864 fue admitida como novicia con la condición de que mantuviera su identidad en secreto, pero fue reconocida. A principios de 1867 fue liberada oficialmente de la orden y ella, con una compañera, estuvo un corto tiempo en Corps y La Salette, marchando luego a Castellamare di Stabia (Nápoles), donde fue recibida por el obispo local, Monseñor Petagna, permaneciendo allí diecisiete años. Entonces escribió su secreto, aprobado en 1873 con el sello de Sisto Riario Sforza, cardenal arzobispo de Nápoles, así como las reglas para las órdenes religiosas de la Madre de Dios (mujeres) y los Apóstoles de los Últimos Días (hombres).
En 1878, el entonces obispo de Grenoble, Monseñor Fava, viajó a Castellamare, donde su actuación `torturó´ al obispo local (Mons. Petagna), quien, para librase de él, pidió a Melania que huyera. Ella misma escribió:
«Sus primeras palabras fueron: “He venido a Roma por tres razones: para hacer aprobar mi Regla para los padres y hermanos; para obtener el título de Basílica para la iglesia de la montaña de La Salette; y para hacer una nueva estatua de Nuestra Señora parecida al modelo que he traído, porque ved, vos misma, ninguna estatua representa bien a la Santísima Virgen, ya que no debía llevar ni delantal ni ningún encaje (pañuelo) sobre sus hombros; además, no gusta a la gente, que desaprueba el traje de las campesinas. ¡El modelo que he mandado hacer es mucho mejor! Por de pronto, no llevará crucifijo, porque comprended que eso entristecería a los peregrinos; así que la Santísima Virgen no debería llevar crucifijo…”».
Melania fue recibida por el Papa León XIII en audiencia privada el 3 de diciembre de 1878 y publicó el mensaje a finales de 1879. En 1880 el obispo de Troyes denunció el libro a la Congregación del Santo Oficio y, más tarde, el Vaticano lo incluyó en el Índice de libros prohibidos.
Como consecuencia de todo ello Melania viajó a Francia, trató de fundar su orden, con mucha oposición y siéndole arrebatada una herencia, otorgada para ese fin, por obispo de Autun, Monseñor Perraud. Tras otros muchos viajes, finalmente se retiró a Altamura (Italia), donde mantuvo el incógnito. Visitó el Santuario de La Salette por última vez en 1902, muriendo en Altamura en 1904, a los 73 años de edad
El Mensaje completo de Melania

Se compone de 33 partes, de las que, por resumir, se trascriben las siguientes, sin apenas comentarios.
2 – Los sacerdotes, ministros de mi Hijo, los sacerdotes, por su mala vida, sus irreverencias y su impiedad al celebrar los santos misterios, por su amor al dinero, a los honores y a los placeres, los sacerdotes se han convertido en cloacas de impureza…
5 – Los jefes, los que guían al pueblo de Dios, han descuidado la oración y la penitencia, y el demonio ha nublado sus inteligencias; se han convertido en esas estrellas errantes que el viejo diablo barrerá con su cola para hacerlas desaparecer…
11 y 18– En el año 1864, Lucifer y gran número de demonios serán desatados del infierno: abolirán la fe poco a poco incluso en las personas consagradas a Dios … En el año 1865, se verá la abominación en los lugares santos; en los conventos, las flores de la Iglesia se pudrirán y el demonio se paseará como rey de los corazones …
En 1864 nació la Primera Internacional (Asociación Internacional de Trabajadores), con Marx como líder espiritual; se puede decir que allí nació el comunismo. En España la primera gran crisis financiera (1866) impulsó la masónica revolución de 1868 (la Gloriosa).
17 – Los gobernantes civiles tendrán todos los mismos designios, abolir y hacer que desaparezca todo principio religioso, para dejar espacio al materialismo, al ateísmo, al espiritismo y a toda clase de vicios.
26 – Será en ese tiempo cuando nazca el anticristo, de una religiosa hebrea, de una falsa virgen que tendrá contacto con la vieja serpiente, señora de la impureza; su padre será Ev. (obispo en francés: évêque).
28 – Roma perderá la fe y se convertirá en sede del anticristo.
31 – La Iglesia se eclipsará, el mundo estará consternado. Mas he aquí que llegan Enoc y Elías llenos del Espíritu de Dios.
Casi nada. Pero en la línea de otras posteriores.
Artículos anteriores de esta serie:
1.- El Fin de los Tiempos. La Revelación Pública (I)
2.- El Apokalipsis de San Juan y el Fin de los Tiempos (II)
3.- Actores y Momentos de los Días Postreros (III)
4.- La Última Prueba de la Iglesia (IV)

Extraordinario relato, la erudición en estado puro.
Me quito el sombrero.
La destrucción del cristianismo y la miseria moral de muchos prelados viene de lejos. Tan de lejos como la soledad en la que se encuentran los que trabajan de verdad al servicio de Dios y de la verdad (valga la redundancia).