Cerdos salvajes, partitocracia, Renta Mínima Vital y dictadura
La tan cacareada democracia española hace ya tiempo que no tiene nada que ver con una democracia normal, ni si quiera con la peor que pueda existir, pues se ha convertido en una «partitocracia», derivando, como ocurre siempre con tal sistema, en dictadura de partidos –que se dicen y alardean de democráticos, o sea, de lo que carecen–, pero dictadura al fin y al cabo y… de la peor calaña, porque aunque por fuera no lo parece, por dentro lo es. ¿Pero cómo ha llegado a imponerse ese tipo de «democracia», que no lo es, esa democracia degenerada, corrupta y corruptora? Pues igual que se hace para cazar cerdos salvajes, o sea, a base de la Renta Mínima Vital y otras medidas anteriores. Veamos.
En la mitad de una clase uno de los alumnos, inesperadamente, le preguntó al profesor.
— ¿Sabe usted cómo se capturan los cerdos salvajes?
El profesor le dijo que no, en tono jocoso, pues creyó que se trataba de una broma.
El joven, sin embargo, en tono muy serio, comenzó su disertación.

Así, se va construyendo la cerca alrededor, poco a poco, sin que los cerdos se den cuenta de que un buen día usted ha completado los cuatro lados del cercado alrededor de los cerdos. Al final instala una puerta en el último de los lados y una vez que los cerdos ya están habituados al maíz fácil y a las cercas, no dejarán de venir solos y a entrar dócilmente por la única entrada de la cerca. Es entonces cuando, estando los cerdos dentro, usted cierra el portón capturando a todo el grupo. Así de simple, y paso a paso, los cerdos pierden su libertad.
Aunque se dan cuenta, y comienzan a correr en círculos dentro de la cerca, ya es tarde, pues están presos.
Después, a pesar de ello, y como usted sigue echándoles maíz gratis, comienzan a comer pues les es cómodo y fácil.
Se acostumbran tanto a eso que se olvidan de cómo cazar, no valoran su anterior libertad y aceptan, incluso encantado, su confinamiento hasta llegar a verlo como normal. Incluso llegarán a mostrarse agradecidos con su captor, con usted, hasta el extremo de que irán felices… al matadero. Pues ni siquiera desconfiarán de que la mano que los alimenta es la misma que los mata.

Sin embargo, claro está, nada nos sale, en realidad, gratis, porque no existe nada gratis.
Finalmente, cuando usted se da cuenta de que toda esa maravillosa ayuda gubernamental es realmente un problema y que se opone al futuro de la democracia, de su libertad e, incluso, de su bienestar, ya será tarde y tendrá que comer el maíz y… esperar a la matanza.

¡Fetén!
EStimado seguidor: ¿Verdad que sí? Mil gracias. Saludos cordiales
Reconozcamos que esa historia no sería posible sin la voluntaria, estúpida y más que interesada participación de los «cerdos»… ergo…