Chemtrails o cómo manipular la lluvia según los intereses del momento
Basta con escribir la palabra “chemtrail” en un buscador cibernético para que casi cada rincón de Internet se llene de frases que incluyan los términos “conspiración”, “teoría” y “es vapor de agua”. Sin embargo, sí es posible afirmar que la geoingeniería es un método utilizado para combatir el cambio climático, lo que nos empuja en la encrucijada de negar que puede modificarse el clima pero que, a su vez, es posible por el bien del planeta Tierra. Ya en 2018 se subrayó que era el año cero de la manipulación climática, y Samuel Martín-Sosa Rodríguez (el responsable Internacional de Ecologistas en Acción) lo calificaba como “la máxima expresión de la arrogancia tecnológica” que trataba “de modificar el clima y bajar las temperaturas cuando los científicos aún debaten si es una buena idea o algo peligroso”. Dicho método ganó apoyo gracias a personajes influyentes como Donald Trump, cuya solución contra el cambio climático era “lanzar productos químicos al aire” pese a que manifestó públicamente meses antes en la Casa Blanca que no consideraba que existiese una emergencia climática.
Aviones que actúan sobre las nubes: un clima a la carta

Así lo especifica Antonio F. Muro en la revista DSALUD de mayo de 2019 (publicación nº 226) donde a partir de la página nº 22 encontramos una entrevista conjunta a Silvia Ribeiro (periodista “con amplia experiencia en la defensa ambiental que ha asistido a las negociaciones de varios de los tratados ambientales de Naciones Unidas), quien explica los principales sistemas de geoingeniería climática más llamativos, los aspectos negativos de las técnicas de captura de dióxido de carbono y lo que supone el control de la radiación solar y por qué, alegando que la geoingeniería convertirá el clima en un factor geopolítico; y a Patricio Carrasco (“portavoz de la Plataforma Salvemos la Biosfera” y bombero químico especializado), quien expuso de manera concisa cómo se estaban utilizando técnicas de manipulación climática en España. No sólo dio voz a una serie de denuncias ignoradas provenientes de numerosos puntos del país (“las zonas más afectadas son el Levante, la zona sur y bastante de la zona centro. La zona menos castigada suele ser el norte pero creo que últimamente allí las precipitaciones se están viendo muy afectadas”), así como las pruebas que se han reunido sobre las siembras y el “fraude del calentamiento global”.
Las fuentes oficiales dictaminan que los “chemtrails” se limitan a esparcir vapor de agua: “¡Eso ya no se lo cree nadie!” responde el señor Carrasco ante esa afirmación. “Cualquiera mínimamente informado sabe que no pueden darse ese tipo de estelas a determinadas alturas, temperaturas y condiciones de humedad (…) La Organización Meteorológica Mundial tuvo que empezar a cambiar hace escasamente dos años su atlas de las nubes y denominar a las causadas por la acción del hombre ‘antroponubes’ u ‘homomutatus’, por ejemplo”.
Choque de datos: una verdad a medias es desinformación


El investigador José Miguel Mulet Salort se cuestiona si es posible evitar o provocar la lluvia, argumentando que “los experimentos realizados hasta ahora son raquíticos y poco rentables”. En el artículo pertinente de ‘El País’ justifica el resultado de numerosas pruebas como algo causado por las condiciones climáticas; hablando del segundo ensayo climático del premio Nobel Irving Langmuir, “organizado el 20 de diciembre de 1946” el cual habría resultado efectivo en comparación con el primero, pues “poco después de sembrar las nubes, cayó una nevada de 20 centímetros que causó innumerables problemas en el Estado de Nueva York” éxito que no sería tal puesto que “la tormenta había sido prevista por los meteorólogos”.
Sin embargo, no parece haber argumentación posible que desmienta en concreto lo que se realizó en China o la URSS igual que con los ejemplos anteriores: “Puntualmente se han seguido utilizando estas técnicas, como cuando la URSS trató de impedir que las nubes cargadas de radiactividad de Chernóbil llegaran a Moscú, o cuando China sembró nubes para que la lluvia no desluciera la inauguración de los Juegos Olímpicos de 2008” relata el señor Mulet. “Sin embargo, el coste es altísimo y los resultados ridículos”, continúa, alegando que, en lo que respecta a la falta de lluvias siempre hay que procurar no culpar a las avionetas, “sino al clima o, sin son creyentes, al santo patrón de la localidad” finiquita generalizando, algo que la Agencia EFE contradijo al señor Mulet con firmeza en agosto de 2007 en ese mismo periódico digital, y un año después también otros medios de comunicación así lo manifestaron, subrayando que “las autoridades de Pekín tuvieron que manipular el clima, mediante el lanzamiento de cohetes con productos químicos a las nubes, para evitar que lloviera durante la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos (…) los meteorólogos alertaron sobre posibles chubascos en el día de ayer, domingo, por lo que Pekín decidió lanzar productos químicos que frenaran la condensación de las nubes”.
El artículo del señor Mulet discreparía también de la publicación de la Agencia EFE, que explica cómo entre los días 21 y 26 de febrero se “bombardean nubes en San Pablo para frenar las lluvias durante el Carnaval”, gracias a un avión contratado por la cervecera Skol, el cual desplazará las precipitaciones previstas hacia zonas de embalses de agua o de sequía. “La tecnología que será utilizada durante la mayor fiesta de Brasil ya es utilizada hace más de una década por la compañía Modclima, que tiene una asociación con la alcaldía de Sao Paulo y colabora en al menos otra veintena de proyectos” especifica ‘El País’ en su artículo. “Sin embargo, esta es la primera vez que será utilizado para una campaña publicitaria”.

Por otro lado, resultan llamativas las advertencias del neurocirujano Russell Blaylock quien no sólo hablaba abiertamente de los chemtrails, sino que explicaba cuán peligrosas podían ser las conocidas “fumigaciones” para la población, dejando patentes la mayoría de sustancias que se expulsaban durante esas operaciones y los métodos naturales que podían utilizarse para realizar una correcta desintoxicación al respecto.
Con la geoingeniería parece demostrarse el alto grado al que se eleva la arrogancia humana, anteponiendo los eventos comerciales o empresariales a los actos de la Madre Naturaleza. ¿Qué otras consecuencias acarrearía jugar con el clima?

Con las informaciones que amplían magníficamente los enlaces propuestos, resulta un muy buen y conciso resumen de la situación en que se encuentra la agresión secreta al clima y a la humanidad, con las consiguientes derivadas de incendios, impuestos CO2, gestión geopolítica del agua y enfermedades raras.
El hecho de que “alguien(es)” manipulan el clima y la salud mundial es difícilmente negable, pero el problema viene al tratar de determinar ese “alguien”. Desde luego las “fumigaciones” son más o menos fáciles de hacer, pero los proyectos basados en rayos de energía dirigida y tipo HAARP no lo son tantos: conclusión, apenas hay un par de potencias capaces de hacerlo a escala mundial.
Copio aquí un razonamiento hecho en relación a la persecución anticristiana actual y el silencio cómplice que la envuelve (como en el caso de las Chemtrails): la conclusión de todo lo anterior es aterradora y sintomática de cómo y a dónde vamos (o nos llevan) como humanidad.
Y mi íntimo convencimiento de que, como las crisis económico financiera, emigratoria, geopolítica y epidemiológica, tiene el mismo origen: la sinarquía secreta basada en el poder económico supranacional que lo ha invadido todo y que no solo se mueve por fines económicos. La Sinagoga de Satanás personificación del bando que se opone a la acción de Dios.
Únicamente se puede entender la historia y el futuro de la humanidad desde la óptica la lucha del bien y el mal, de la visión trascendente y religiosa. Y, recuerden, no desprecien las profecías de la revelación pública.
Yo no creo en las «brujas», pero haberlas haylas.