separatismo cataluña

Cifras en contra del secesionismo

Si se observan los apellidos catalanes que llevan los españoles de allí, que lo son todos mal que les pese a algunos, vemos que del 80 por ciento de ellos –el otro 20 por ciento son inmigrantes extranjeros o hijos de éstos– sólo el 35/40 por ciento son apellidos puramente catalanes, mientras que el 60/65 lo son claramente «castellanos», o mejor decir españoles.

El separatismo catalán, como cualquier otro, es una ideología perversa y maléfica, destructiva y tóxica incluso para los que la profesan, que por ello andan caídos en una estulticia e idiotez sólo propia de todo fanatismo. Muchos son sus componentes negativos, ninguno positivo, pero hoy nos vamos a fijar sólo en su vertiente demográfica, en la racista y xenófoba, que son dos de sus más llamativas y repugnantes derivas por lo que de ofensivo tienen contra la razón y la justicia.

separatismo cataluña 01En nuestro artículo «La paganización de Cataluña» vimos como fue con la llegada al poder del ínclito Jorge Pujol, cuando cristalizó realmente el separatismo catalán que venía incubándose desde principios de los sesenta del siglo pasado, gracias en buena medida a la crisis post-vaticano segundo de la Iglesia que aún perdura e incluso arrecia.

Pues bien, los años de des-gobierno pujolista y los posteriores hasta nuestros días no sólo fueron cruciales para la eclosión separatista que ha paganizado aquella región, sino también para inyectar en las almas y los corazones de nuestros paisanos de allí un racismo sólo comparable al que domina Vascongadas desde hace los mismos años o al que reinaba en Sudáfrica en su momento; en el caso de los separatistas catalanes un racismo anti-español, hispanofóbico si lo quieren así.

Si se observan los apellidos catalanes que llevan los españoles de allí, que lo son todos mal que les pese a algunos, vemos que del 80 por ciento de ellos –el otro 20 por ciento son inmigrantes extranjeros o hijos de éstos– sólo el 35/40 por ciento son apellidos puramente catalanes, mientras que el 60/65 lo son claramente «castellanos», o mejor decir españoles. Y es que si Cataluña no hubiera sido la región que desde la mitad del siglo XIX no hubiera recibido más inmigración del resto de nuestro territorio, ahora en vez de los aproximadamente 7,5 millones de habitantes que tiene serían poco más de 2,5 millones.

La causa de esa masiva inmigración de otras regiones de España estuvo no sólo en la pujanza económica de Cataluña, sino también en que los catalanes tenían menos hijos, lo que provocaba escasez de mano de obra autóctona y la consiguiente necesidad de traerla de fuera. Por ejemplo, Barcelona tuvo durante todo el siglo XX un 27 por ciento menos de natalidad que la media nacional, o sea, la que menos de toda España; Gerona fue la segunda ciudad más infecunda en dicho siglo, Tarragona la quinta y Lérida la séptima. Aún más, durante la primera mitad del siglo XX la natalidad en Barcelona fue un 36 por ciento inferior que la media nacional, seguida en los mismos lugares y niveles ya señalados por el resto de capitales catalanas.

En cuanto a la lengua, y según datos de la propia Generalidad, es muy amplia y netamente superior la mayoría de los que tienen como idioma materno el español; máxime desde que llegan a ella en los últimos años inmigrantes hispanoamericanos.

En cuanto a los apellidos más usuales en Cataluña, la estadística del padrón municipal a comienzos de 2016 arroja datos tan significativos como que hay un 2,3 por ciento de García, y un 19,2 por ciento de Gil, hallándose en medio de tales extremos apellidos tan españoles, de menor a mayor porcentaje y entre otros muchos, tales como Martínez, Rodríguez, Gómez, Jiménez, Muñoz, Navarro, Gutiérrez o Ramírez. Por contra, en el resto de España hay un 50 por ciento de apellidos catalanes Vila, un 75 Vidal, un 71,5 Ferrer, un 67, 3 Soler, un 63,8 Costa, un 56,5 Domenech y así podríamos seguir con elevados porcentajes de apellidos catalanes puros.

A pesar de ser abrumado el porcentaje de apellidos españoles en Cataluña, incluso entre los mismos separatistas, desde la llegada al poder de Jorge Pujol en 1980 hasta nuestros días en todos los gobiernos de la Generalidad nunca ha habido ningún García, Martínez, López, Sánchez o Rodríguez que son, a su vez, los apellidos más corrientes en aquella región, ya que el 8 por ciento de la población catalana lleva alguno de tales apellidos; estadísticamente sólo se explica si ha sido de forma deliberada y premeditada, o sea, por racismo anti-español incluso entre los propios separatistas.

En las listas de Juntos por el Sí de 2015, 38 tenían apellido catalán, y sólo dos español. En el gobierno de Puigdemont, ninguno; en todo caso Posantí que es tan español como catalán de pura cepa. De los 72 firmantes de la declaración de pseudo-independencia, 62 tenían el primer apellido catalán, ocho español, uno árabe y uno italiano. En los treinta primeros lugares de la lista por Barcelona de Puigdemont de Diciembre de 2017, sólo Jorge (Jordi) Sánchez, uno de los encarcelados, tenía el primer apellido español.

independe cataluañ 01Dijimos al principio que actualmente existe en Cataluña un 20 por ciento de inmigrantes extranjeros, pues bien, la media nacional es del 13 y en Madrid del 17. Hay un 7 por ciento de hispanoamericanos, de los cuales más de la mitad son mujeres y en torno al 60 por ciento tienen doble nacionalidad, por lo que en el censo de votantes el 5,5 por ciento son ya de tal origen hispano.

Por lo menos el 6 por ciento de la población de Cataluña es musulmana, es decir, unas 450.000 personas, de las cuales por lo menos 70.000 tendrían derecho a voto; la mayoría marroquíes. Además son los que más hijos tienen y sus edades les hace estar ya entre los mayoritariamente jóvenes; por ejemplo, en Gerona el 20 por ciento de los nacidos en 2015 fueron de madre musulmana. Extrapolando datos se puede afirmar que en breve un habitante de Cataluña de cada siete será hijo de musulmán; y por ello catalán, y por lo tanto de nacionalidad española.

Cerca del 25 por ciento de la población catalana tiene menos de 65 años. En las próximas décadas el 40 por ciento de la población menor de quince años tendrá un progenitor extranjero, muchos de ellos los dos.

Y por último lo peor, los mayores. En 2017 el 22 por ciento de la población de Cataluña tenía más de 65 años de edad; lo que implica a su vez que el déficit de la Seguridad Social de Cataluña es desde hace años el mayor de toda España; los muchos miles de millones de euros de ese déficit los pagamos entre todos, por supuesto.

Todo lo anterior hace aún más si cabe falso y estúpido a la vez el secesionismo, demostrando tales cifras que los catalanes ni lo son tanto como dicen, ni mucho menos como ellos quisieran, y que por lo tanto tampoco, mal que les pese, hay razones étnicas o lingüísticas, ni de cualquier otro tipo por descontado, para sostener ningún derecho a la secesión. Ergo todo el secesionismo no es más que un invento malicioso, producto, por un lado, de una ideología perversa que se ha ido inoculando desde hace décadas –aunque realmente no tantas–  por grupos de interesados para montar su propio chiringuito, y, por otro, por desgracia, por la pasividad o complicidad, igualmente estúpida, cobarde y traidora, del resto al menos de corrientes ideológicas desde el liberalismo pepero hasta el marxismo socialista y comunista, hoy podemita.

 


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