Los jóvenes violentos que violan, asesinan, maltratan… han sido también niños maravillosos.
Entonces… ¿Qué les ha pasado? ¿Cómo han llegado a convertirse en eso que son: poco menos que unos monstruos?
Simplemente les ha faltado una correcta educación en su familia desde la infancia.
Y esta es precisamente la clave donde se encuentra la solución a todos las violencias, no solo a la violencia de género, que se generan con los años en las personas.
El texto que expongo a continuación NO tiene el lenguaje inclusivo. Se adecuada a la lengua española que considera el masculino como género neutro referido a ambos sexos.
UNA CORRECTA EDUCACIÓN INTEGRAL DEL ADOLESCENTE
Sí, sí, la educación es el secreto, espera que te lo explico a continuación.
El modelo de la educación de los padres es fundamental en el futuro del adolescente.
Te voy a exponer brevemente por puntos algunos de los errores más comunes que pueden llegar a hacer de un adorable niño, un futuro joven violento y peligroso.Sobre estos temas tengo varios artículos que también te pueden interesar mucho.Por ejemplo, en este: Conoce las consecuencias de una incorrecta educación en el adolescente, expongo con puntos detallados lo que supone dejar la educación en manos de otros y descuidarnos en estar pendientes del hijo para educarles hacia el bien y lo bueno.Y cuando menos no lo esperamos, nos podemos llevar una sorpresa bastante desagradable que conlleva serios problemas.En este otro artículo te detallo cómo poder educar la sexualidad del hijo para que aprecie su verdadero valor y la utilice adecuadamente. De esta forma, nos evitaríamos muchos violadores… Y también en este interesante artículo Por qué hace falta una educación sexual en valores, que escribí a propósito de la primera vez que se dio, el primer caso de una violación en grupo en España. Las llamadas ahora «manadas».
Ahora si. Veamos los puntos claves que se esconde tras una persona violenta y que pueden tener su origen , en una incorrecta educación del hijo adolescente:
1. Padres que no han sabido decir NO.
Otorgando toda clase de caprichos. En ocasiones insignificantes pero que sumados, son todo un completo conjunto de hábitos que se han ido creando en el hijo, el cual pide e inmediatamente recibe. Con el tiempo, sus demandas irán siendo mayores y, como todo no se lo podemos dar, su enfado irá en aumento comenzando por rabietas, más tarde insultos, después portazos hasta poder generar violencia física.
- SOLUCIÓN: Decir NO con autoridad a sus numerosas peticiones, muchas veces fruto de caprichos que no le benefician. El niño no tiene discernimiento aún para saber lo que realmente le conviene. Pide sin más, prueba a los padres para ver hasta donde puede llegar.
Si le hacemos ver pronto que hay cosas que se le pueden conceder pero otras no y ha de aceptarlo sin más, antes lo aprenderá.
Si no ha aprendido a respetar y aceptar negativas o contrariedades a sus deseos, pudiera aparecer la violencia. Tal es el caso de algunas situaciones de violencia de género.
2. Padres que no han sabido apreciar los rasgos y cualidades positivas de su hijo pero sí que han denunciado constantemente lo negativo de éste.
Hijos sometidos a críticas continuas. Padres que pareciera que están con el hacha levantada para echar en cara cualquier cosa que el hijo ha hecho mal. Los hijos se rebelan ante esto. Les provoca inseguridad y baja autoestima. Puede llevar a un carácter encerrado en sí, malhumorado, exigente con el mismo y los demás, déspota… y violento.
- SOLUCIÓN: Apreciar al hijo por quien es y no por lo que hace. Pero sobre todo, hacérselo ver. Que él note que se le quiere y que cuando se le corrige es por su bien, para que aprenda y madure. Aplaudirle sus cualidades positivas por encima de las negativas, dando menos importancia a determinadas situaciones. A veces conviene hacerse los tontos antes que estar continuamente atosigando al hijo.
«Padres, no exasperéis a vuestros hijos, sino formadlos más bien mediante la instrucción y la corrección según el Señor.» Efesios, 6
3. Padres permisivos con las faltas de respeto.
Ante las burlas a los demás, lenguaje grosero, gritos, amenazas… los padres no han sabido poner freno a tiempo. Los hijos comienzan a faltar al respeto a los padres y hermanos con pequeños insultos: «tonto» y terminan amenazando con denunciar a los padres y pegando a sus hermanos y progenitores si viniera el caso. Son niños impulsivos y carentes de control. Esto a partir de la adolescencia puede terminar en violencia de género.
- SOLUCIÓN: Ser intransigentes con las faltas de respeto y burlas. Enseñar al hijo a pedir perdón cuando se ha excedido. Ayudarle a controlar el genio, la ira, la respuesta rápida y violenta. Que aprenda a serenarse antes de reaccionar impulsivamente, a pensar antes de hablar o actuar. Es una tarea que si se comienza desde la infancia, será más fácil de adquirir con los años. Se le enseñará así la virtud tan beneficiosa de la resiliencia y la empatía.
NO es NO. Esta afirmación debería ser cierta. Encierra el sentido del respeto. Respetar a una chica cuando no quiere tener relaciones. A la esposa o pareja y no ponerle la mano encima. Respetar a los mayores y no hablarles déspotamente… La clave está en el respeto a cualquier persona.
4. Padres que se resignan y tiran la toalla rápidamente ante el comportamiento inadecuado del hijo.
Unas veces por dejadez, otras por no entrar en discusiones, se termina dejando que el hijo consiga lo que quiere. Con el tiempo ese hijo lo que ha aprendido es a mandar en el hogar por encima de los padres. En caso de que se le lleve la contraria impodrá su voluntad muchas veces con violencia e intolerancia.
Javier Urra, psicólogo y el primer Defensor del Menor, entre otras muchas titulaciones, puede corroborar esta tesis que expongo. Sus numerosos libros así lo atestiguan.
- SOLUCIÓN: Ser constantes para hacer cumplir las normas del hogar. Intransigentes con el comportamiento inadecuado. Ser exigentes con el hijo pues amar a un hijo no supone dejarle hacer a su antojo para no molestarle, si no exigirle con cariño para que aprenda y madure. Y ser perseverantes sin desesperar.
Detrás de la violencia de género pudieran haber personas carentes de disciplina y desamparados.
5. Padres que no han establecido normas y límites claros en la familia.
La falta de unas conductas claras a la que atenerse el hijo conlleva un vacío que éste aprovecha para hacer lo que quiera. Enlazando con el punto anterior, se podría decir que al final terminará siendo el hijo el que dicte las normas. No tiene límites claros. No ha aprendido a escoger el bien descartando el mal pues ha tenido libertad en sus elecciones siendo aún inmaduro para ello. Tampoco ha aprendido a cumplir con respeto lo establecido aunque no le guste o no le apetezca.
Esto le lleva a una actitud provocadora, irresponsable, déspota. Creyéndose con derecho a hacer lo que quiera cuando quiera. Y si es mantener relaciones sexuales a la fuerza o desahogar su malhumor con violencia, lo hará de mayor.
- SOLUCIÓN: Poner normas y límites delimitados y claros. NO hacen falta muchos. Pero los que haya que los conozca y los respete. Sus padres o educadores son los que dirigen estas pautas educativas, no el. Aprenderá a autocontrolarse, el respeto y la espera.
6. Padres que consideran prioritario en la educación del adolescente el éxito académico y futuro laboral como máximo objetivo.
Excesivamente preocupados por su hijo para que estudie mucho, saque buena media de nota, obtenga un buen título universitario, un excelente puesto de trabajo… que está todo muy bien, pero se olvidan de lo más importante!!! que la felicidad de su hijo no depende de eso!!!. El hijo así aprende que el sentido de su vida es trabajar, ganar dinero, disfrutar como pueda la vida y poco más…
Así que su modo de vivir dependerá en parte de si consigue esos objetivos que le han marcado, a costa de cualquier cosa. Pero si no, se frustrará porque no sabe vivir para otra cosa y buscará llenar su felicidad con lo que sea, incluyendo relaciones sexuales pasajeras, experiencias nuevas de todo tipo, orgías, borracheras y drogas… y ¿por qué no? violaciones en manada.
- SOLUCIÓN: Como ahí no encontrará la felicidad ni el sentido de su vida, los padres han de enseñárselo desde que nace. Educarle para que sea feliz no una máquina productiva.
Para ello te remito a este artículo donde expongo este gran secreto para alcanzar la verdadera felicidad.
7. Padres que no han sabido hacer recaer consecuencias efectivas, directas y claras sobre las conductas incorrectas.
El hijo se ha pensado que no pasa nada cuando insulta a su hermano, engaña a sus padres, llega más tarde a casa, miente en los estudios… de este modo va haciendo lo que le viene en ganas sin conocer que tiene consecuencias para el y los demás su comportamiento.
Esto lleva al narcismo, a la indiferencia ante los demás, al embotamiento e insensibilidad hacia el sufrimiento del otro e incluso a, con los años, creerse con derecho de mentir, dar una paliza a su pareja si lo ve conveniente o martillear psicológicamente al novio (¿Violencia de género?)
SOLUCIÓN: Hacerle recaer al hijo siempre las consecuencias directas y claras, en el momento y previamente advertidas, de su conducta inadecuada. No consiste en ser extremadamente duros, ni en liar el follón por algo que quizás no sea tan relevante, pero si de que vaya aprendiendo que no puede huir de sus responsabilidades y las consecuencias que tiene para el y los demás.
8. Padres ausentes física como afectivamente ante el hijo.
Mantener económicamente una familia supone muchas horas de trabajo pero en ocasiones, el que pierde es el hijo. Mantener felizmente a una familia también suponen horas… así que algo se queda en falta en esta balanza.
SOLUCIÓN: Lo ideal sería pasar más horas juntos, no delante de las pantallas. Juntos jugando a juegos de mesa, haciendo la cena, arreglando el jardín… cualquier excusa es buena para pasar el tiempo con tus hijos.
Sobre todo intentar dedicarle un tiempo exclusivo para él: ir juntos de compras, charlar un rato antes de dormir…
Muchos problemas comportamentales que comienzan a aflorecer en la adolescencia tienen su origen en problemas afectivos generados en la propia familia.
Y por supuesto, reflexionar si lo más importante es tener más dinero o disfrutar más de la familia.
9. Padres que suelen ser intermitentes y variables en su modelo educativo.
Unas veces son demasiado rígidos, otras demasiado flexibles. Lo que hoy supone castigo y bronca quizás mañana no sea tan relevante.
Esto ocasiona niños inseguros, que no saben a qué atenerse, instabilidad emocional, enfrentamientos continuos… Esto puede derivar una vez más en violencia de género, doméstica, familiar…
SOLUCIÓN: Mantener unos criterios claros y coherentes, pero sobre todo, estables. Los padres hemos de saber qué perseguimos en cada decisión para los hijos. Si pretendes, por ejemplo, que tu hijo no sea un mal hablado, no le puedes dejar pasar decir palabrotas un día y al siguiente reírle la gracia.
10. Padres que han confundido autoridad con autoritarismo.
La autoridad no consiste en gritar, imponer tu mandato a base de castigos, golpes de mesa… que genera violencia. Los hijos aprenden lo que ven y querrán imponer también sus criterios de ese modo.
SOLUCIÓN: Aprender el «arte de la comunicación». Aprender ser padre es todo un reto diario y mostrar una adecuada autoridad no es sencillo. Mantener el control supone comunicarse más relajadamente, con las ideas claras sobre lo que se pretende educar. Teniendo en cuenta el interior del hijo, sus sentimientos y motivos que le han podido llevar a tal actuación.
11. Padres que han tenido una relación violenta en presencia de los hijos.
Por desgracia es una situación que se da. Padres violentos con sus esposas. Madres violentas con sus esposos. La violencia tanto física como psicológica hace mucho daño.
También están los casos de hijos que han sufrido maltrato de sus padres. Ante esto es evidente que el hijo pueda reflejar en su conducta eso que ha aprendido en su familia.
Esta educación a partir de la adolescencia puede dar lugar a una violencia interior que genere en problemas con sus parejas.
SOLUCIÓN: El amor ha de ser el principio y fin que una a los padres e hijos. Es la única garantía de felicidad verdadera. Una auténtica escuela de felicidad.
Y este amor tan sólo puede regalarlo Dios.
Un amor que perdona, que es paciente, que no toma en cuenta el mal… un amor incondicional, eterno…
Para buscandorespuestasemet
Brillante exposición que, como padre, comparto totalmente.
Mis felicitaciones.