Confesión, padres Ángel y Jesús Martín, confesión, divina misericordia.

Por si alguno todavía tiene dudas, aquí está, copiado del post que nos han enviado las protagonistas de los hechos denunciados en esta web, el tesimonio fiel, verdadero y directo de lo ocurrido…

Rvdo. P. D. Jesús Martín Palacios

Por si alguno todavía tiene dudas, aquí está, copiado del post que nos han enviado las protagonistas de los hechos denunciados en esta web, el tesimonio fiel, verdadero y directo de lo ocurrido en la parroquia de Santa María de la Esperanza, ubicada en el colegio Valdeluz de Madrid; rogamos a los parroquianos de la misma y a quienes anteponen la amistad mal entendida a la obligada corrección de los hermanos que actúen en consecuencia, si es que les quieren de verdad como tanto han dicho.

 

«Soy la madre de la joven que se acercó a la parroquia del Valdeluz con la sana intención de confesarse, le he pedido a mi hija un relato más exhaustivo de los hechos y de cómo se sintió.
Os lo transcribo.
“El pasado domingo 22 de Octubre, fui a confesarme a la parroquia Santa María de la Esperanza. Es una parroquia llevada por los Agustinos en la que tienen confesiones media hora antes de la misa. Los domingos una de las misas es a las 14.00, y acudí a las 13.30 a la capilla con intención de confesarme. Estuve un rato esperando y no había ningún sacerdote así que a las 13.50 entré en la sacristía a preguntar. Cuando entré había sólo una señora, le pregunté si sabía si iba a haber confesiones y no me supo responder, cuando de repente entró un señor que, como iba vestido de laico, no sabía que era sacerdote. La señora, al verle, me dijo:
– ¡Mira, aquí está el padre Ángel, te dejo con él y le preguntas, que es muy bueno!
El Padre Ángel me preguntó qué necesitaba. Le dije que llevaba un rato esperando y que si iba a haber confesiones y me dijo:
– ¿No hay nadie?
Yo le dije que no, y me contestó que entonces él no sabía. Yo me quedé mirándole, mientras pensaba que debería de ponerse él… y de repente me dijo:
– ¿Sabes lo que es el Yo confieso? Es algo maravilloso, rézalo que con eso te sirve.
Le contesté que sabía perfectamente lo que era el Yo Confieso pero que evidentemente, aun así, tenía que confesarme, pues si había un sacramento para ello sería por algo. Entonces me dijo:
– Yo no creo en la confesión individual. ¿A quién vas a pedir perdón a mí o a Dios?
Impactada por lo que me acababa de decir (pues suele una pregunta que te hace gente atea o gente que no entiende la religión católica) le dije que a Dios pero a través de un sacerdote, en este caso él. Rápidamente me interrumpió y me dijo:
– ¿Tú quieres ser mejor persona? ¿Quieres mejorar no?
Le dije que sí y me dijo:
– Para que te quedes tranquila: “Yo te absuelvo de tus pecados en el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Tus pecados te son perdonados. Vete en paz”.
Sin poder creerme lo que me acababa de pasar me fui. Evidentemente, sabía que esa “confesión” no era válida y esa misma tarde me confesé en otra parroquia.
Me parece que lo que hizo ese sacerdote es terrible y, no sé si habrá hecho lo mismo con otras personas pero eso confunde a la gente. Conozco a gente a la que estoy segura que si le dicen eso no se vuelve a confesar nunca. Pienso que puede tener una repercusión enorme que un sacerdote vaya diciendo eso. Además, en ese mismo momento, no pude evitar pensar en que, si ha dicho eso a otras muchas personas que no se han vuelto confesar a lo mejor, sin estar en gracia, se han acercado a comulgar ¡la cantidad de sacrilegios que puede haber! Creo que es un tema muy delicado y no se puede quedar así.
Rápidamente le conté lo sucedido a un seminarista de mi parroquia y a un sacerdote que hasta el curso pasado estaba también en mi parroquia. Ambos me dijeron que era grave y que tenía que ir a decírselo al párroco.
Esa semana, en cuanto pude, fui con mi madre a hablar con el párroco, el Padre Jesús.”

Hasta aquí el relato de mi hija, ahora el mío.

 

Fuimos a ver al párroco el jueves, yo sabía que no iba a resolver el problema, pero era nuestra obligación. El padre Jesús nos pidió disculpas muy amablemente y nos dijo que era una actitud. Ante un acontecimiento tan grave como es que un sacerdote no crea en un sacramento, haga proselitismo de ello y reparta absoluciones como si fueran caramelos, eso fue todo. Volvimos peor que fuimos. Yo me lo esperaba, pero mi hija de 20 años, universitaria, que aguanta sin problemas las burlas de los jóvenes que no creen en Dios y se ríen de los que van a misa y se confiesan, era la primera vez que experimentaba la burla dentro de la iglesia. ¡Ese dolor sí que es grande!

Como madre intento transmitir a mis hijos la fe, la que me transmitieron mis padres y a ellos sus padres y así sucesivamente hasta llegar a los apóstoles que la recibieron de Cristo. Hay cosas que no entiendo, en la mente humana no cabe la sabiduría de Dios, pero otras sí. Cuando miro un crucifijo, sobre todo veo al amor más grande, al Amor de los Amores que es Jesús, pero también veo mis pecados, esto me ayuda a entender el HORROR DEL PECADO, y la gran misericordia de Dios que nos dio el sacramento de la confesión para perdonarnos y acercarnos a Él, ¿cómo un sacerdote puede negarlo?

Un amigo sacerdote me comentó una vez que notaba en muchas ocasiones cómo el Espíritu Santo actuaba a través de él cuando estaba confesando. Benditos sean los sacerdotes que tienen fe en los Sacramentos.

 

Por último, me entristece mucho que digan los parroquianos que son muy buenos y cabe todo el mundo en su parroquia, sinceramente, donde no se defienden los sacramentos yo sufro mucho y siento que no quepo.»

 


2 respuestas a «Confesión, padres Ángel y Jesús Martín, confesión, divina misericordia.»

  1. Sin duda la realidad supera la imaginación.
    Incluso es peor de lo que me esperaba.
    Y aun hablarán sin sonrojo de la primavera de la Iglesia.

    Desde luego, hasta las piedras claman la Justicia Divina.

  2. Vivo en un barrio de Almudévar (Huesca)

    Para confesarme son tantas las dificultades que pone mi párroco que me resulta menos incómodo desplazarme 20 Km para poder hacerlo en Huesca.

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