Contra-cultura histórica

No es desidia, ni pereza, ni dejadez. No es ineptitud, ni  estupidez. No, no es nada de eso. Es odio ideológico. Es mala sangre. Es obcecación y cerrazón mental. Es nostalgia de la revolución fracasada una y mil veces, de la contienda perdida y de la paz y el desarrollo que nunca fueron capaces de lograr, ni hubieran logrado aunque hubieran vencido. Aún peor, es la preparación torticera y malvada de una pueril excusa, que no razón, para derribar uno de los monumentos más característicos y emblemáticos de Madrid: el Arco del Triunfo de la plaza de la Moncloa.

Las imágenes que les mostramos más abajo muestran el penoso estado en que el todos los consistorios de la capital de España –PP «patriótico» incluido–, tienen a tan insigne y particular monumento; posiblemente el único de toda España erigido sobre el propio campo de batalla, pues toda la ciudad universitaria y sus aledaños lo fueron, y en el cual todavía hoy, y ya para siempre, permanecen sepultados no pocos de los caídos en tal zona, de uno y otro bando, en aquella contienda que debió zanjar para siempre la división entre españoles, pero que por la hediondez de unos descerebrados empeñados en reproducirla no nos extrañaría que algún día, para desgracia de nuestros hijos o nietos, vuelva a reproducirse.

Con tal abandono y con no haber prohibido a los niñatos patinadores sin oficio ni beneficio agredir tal monumento, lo que se persigue no es otra cosa que preparar y justificar, bien que sólo de cara  a la galería, su derribo antes o después.

Que el resto de los madrileños y españoles permanezcan como siempre ajenos a tamaño atentado histórico, cultural y contra la verdad, es, tal vez, lo más hiriente. Así nos va.

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2 respuestas a «Contra-cultura histórica»

  1. Bien se puede decir que España se está cayendo a pedazos. Día a día.

    Ciertamente, en ambos bandos de nuestra última guerra civil (por ahora) hubieron buenos y malos; con porcentajes diferentes, sin ninguna duda, según de qué bando hablemos.

    Por otra parte, tampoco tengo ni una sombra de incertidumbre (y no siempre fue así) de que se enfrentaron una facción BUENA y una facción MALA. Al menos, en lo que a sus propósitos y maneras de proceder (en general) se refiere.

    Espero y deseo, con todo mi ser, que Nuestro Señor Jesucristo se apiade de esta nueva España que, en su inmensa y «democrática» mayor parte, YA NI LO MERECE; posiblemente.

  2. Hace meses, un articulista de esta página terminaba su artículo pidiendo que al menos hubiera un dos de mayo, (supongo que para tener la ocasión de defender a España antes de que sucumbiera). Yo pido un juicio de Nuremberg para toda esta gente que ha traicionado a España. Ahora mismo es impensable, -también lo era en 1940-, pero yo espero que todos estos que están montados en el camión de la orgía de matar a España, y no me refiero sólo a los políticos sino también a otros muchos, como medios de comunicación, grupos privados (como el propio Club de Fútbol Barcelona etc etc), y sobre todo a los funcionarios y autoridades que por razón de sus cargos precisamente en este estado de ruina moral deberían dar testimonio y ejemplo de honestidad para oponerse, con la integridad y Justicia de sus actos, a toda esta bacanal antiEspañola, y lo que hacen es todo lo contrario, como presuntamente ha hecho el Tribunal Supremo tanto en la sentencia C-A para la profanación de la tumba de Franco como en la sentencia penal que ha servido para darle alas al separatismo, mientras son implacables en su rigor en otros casos.
    Yo deseo que cuando España se salve si es que se salva, se abra una oficina donde poder denunciar todos los casos, y yo espero que haya lo que no hubo después de la guerra de 1936, que es JUSTICIA, así, con mayúsculas, -la que corresponda verdaderamente según cada caso-, porque despachar los asesinatos a mansalva que cometieron los rojos con la mayor impunidad , con penas de 5 años de cárcel, en muchos casos fabricando cómodamente crucifijos en talleres de carpintería (que esto se lo callan los rojos) obteniendo además sueldo y cotizaciones a la Seguridad Social, mientras los soldados de la División Azul (y de todas las naciones hermanas de la Cruzada contra Stalin) prisioneros en Rusia, eran usados como esclavos en condiciones infrahumanas y morían a miles de frío y mil penalidades, eso no es justicia, eso es el mamoneo de lo de siempre: impunidad, por una gran inmoralidad de dejar impunes los crímenes y las conductas, por un sentido equivocado y erróneo de lo que es el cristianismo, y que aquellos canallas no merecían.
    Yo espero que la Iglesia española y Vaticana sea pública e institucionalmente reprendida, (y con ella muchos otros colectivos que merecen el reproche, como el del Poder Judicial), y sus prelados señalados con el dedo de la acusación por miserables, y que reciban el desprecio no que se merecen, -porque es mucho lo que se merecen-, pero al menos el suficiente para que quede exteriorizada y afeada su conducta exponiendo las pruebas de sus actos, y algunos obligados a llevar una «J» de Judas cosida en sus sotanas.
    Y esto va para los que han hecho de los medios de comunicación un entramado en régimen de monopolio para la manipulación desinformativa y el control teledirigido de la opinión pública, y va también para los que han hecho de la administración de Justicia un arma al servicio del terror del sectarismo político de un Estado policiaco y de opinión prefabricada, antítesis del Estado de Derecho, (el «Estado de Opinión» con una información manipulada en régimen de monopolio en manos de la Anti-España, frente al verdadero «Estado de Derecho») como el que se empieza a sufrir en España,
    Yo espero que haya justicia, «para darle a cada uno su derecho», -también su reproche-, también para los que ahora desde sus puestos se creen intocables y por encima de toda Ley, y que no se vuelva a cometer el error de 1939, de pasar página y regalar perdón y rehabilitación a los que no lo merecían ni por la misera moral de sus conductas, ni por la gravedad de sus crímenes, ni por su actitud posterior de no arrepentirse de ellos sino todo lo contrario, confabulando para volverlos a cometer.

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