Costumbres y tradiciones

España celebró su Fiesta Nacional el pasado 12 de octubre sin el tradicional desfile de las Fuerzas Armadas en Madrid presidido por el rey. A pesar de ello, distintas voces lamentan que este día sea un festivo más, que transcurra entre la indiferencia y que no tenga una faceta más popular en la que los ciudadanos puedan expresar su sentimiento de españolidad. Algo que a su vez suscita una pregunta: ¿Son los españoles menos patriotas que antes?

En una encuesta publicada tiempo atrás, que fue ampliamente comentada, aparecía un punto preocupante que llama la atención. A pesar de que 75 % se declaran orgullosos de ser españoles, e identificados con España, un 59 % de los encuestados estarían dispuestos a irse de su patria si les ofrecieran duplicar sus ingresos.

Ese orgullo de ser españoles y esa identificación con nuestra historia y con el país “que constituyen la tradición cristiana nacional y familiar” es nuestro patrimonio fundamental.

¿Qué es la tradición sino el norte para construir el futuro de una sociedad? ¿Cómo, entonces, se abandona alegremente esta riqueza por un interés meramente económico?

Lo que demuestra una vez más que o se vive como se piensa o, más pronto o más tarde, se acaba pensando como se vive.

Esta tendencia, que no dudamos en llamar materialista es, sin duda, uno de los elementos más dinámicos de la actual erosión de los principios familiares y nacionales. Es en definitiva un volver la espada a la tradición. A esa trasmisión de noticias, composiciones literarias, doctrinas, ritos, costumbres, etc., hecha de generación en generación al cuidado de la familia, de la sociedad y en definitiva del individuo.

Y es que las tradiciones familiares son aquel grupo de valores que porta cada familia de generación en generación, y que favorece el bienestar emocional de los niños al crear sentimientos de seguridad, continuidad e identidad.

Sí, la familia es la comunidad donde desde la infancia se enseñan los valores y el adecuado uso de la libertad. Las relaciones personales y la estabilidad familiar son los fundamentos de la libertad, de la seguridad, de la fraternidad en el seno de la sociedad. Es por esto que en la familia se inicia a la vida social.

Y ello es así, porque los lazos principales que definen una familia son de dos tipos: vínculos de afinidad derivados del establecimiento de un vínculo reconocido socialmente, como el matrimonio que, en algunas sociedades, sólo permite la unión entre dos personas de diferente sexo, mientras que en otras es posible la poligamia y otras contranaturales, y vínculos de consanguinidad.

Es de fundamental importancia la conservación de las costumbres y tradiciones, ya que ellas conforman un conjunto de oportunidades para estrechar vínculos afectivos entre padres e hijos, al recordar nuestras raíces y transmitir el legado de nuestros antepasados, pues son parte de nuestra herencia cultural.

Además de ser de suma importancia la conservación de las costumbres y de las tradiciones porque nos transmiten valores compartidos, historias y objetivos de una generación a otra. Ellas motivan a las sociedades a crear y compartir una identidad colectiva, que a su vez sirve para dar forma a las identidades individuales.

Básicamente, son las costumbres o determinados comportamientos que asumen las familias las que distinguen de otras, y que se trasmiten de generación en generación, ya sea de forma representativa oral o por medio de instrucciones, convirtiéndose éstas en una tradición. Por ejemplo, la costumbre de celebrar los cumpleaños se torna en una tradición. Es decir, una costumbre es un modo habitual de obrar que se establece por la repetición de los mismos actos o por tradición. Se trata, por lo tanto, de un hábito.  La tradición, por consiguiente, es algo que se hereda y que forma parte de la identidad.

Las tradiciones familiares ayudan a crear “la identidad de la familia”. Al repetirse generación tras generación, estos rituales tienen un papel clave a la hora de establecer y preservar el sentido de pertenencia a la familia y a la Patria.

Consiguientemente, las tradiciones conforman un conjunto de oportunidades para estrechar vínculos afectivos entre padres e hijos, entre compatriotas, al recordar nuestras raíces y transmitir el legado de nuestros antepasados, pues son parte de nuestra herencia cultural.

Si bien es verdad que no todas las tradiciones son buenas y aprobadas por la familia y el estatus social, sino que también existen las malas costumbres, consideradas negativas, como celebrar los días de Halloween o del orgullo.

No obstante, la razón por la que las tradiciones son importantes es que transmiten valores compartidos, historias y objetivos de una generación a otra. Ellas motivan a las sociedades a crear y compartir una identidad colectiva, que a su vez sirve para dar forma a las identidades individuales.

Amén de trasmitir unos valores, que resaltan los lazos de parentesco, relacionados con los valores de la familia, la religión y la urbanidad. Ejemplo de estos valores tradicionales son: el respeto, la integridad, la tolerancia, la confianza, la honestidad, la solidaridad. En una palabra, la buena familia.

Conmemorar las fiestas tradicionales, es dar presencia a un espacio donde celebrar una práctica propia de la familia, de la provincia, de la región, de la comunidad y de la nación, en la que se refleja la identidad, la forma de vivir y celebrar una tradición que se lleva en la memoria y se transmite de padres a hijos.

Las tradiciones influyen en la identidad personal del individuo, pues representan cierta manera de entender la vida y de establecen formas de comportamiento, como por ejemplo la manera de celebrar el nacimiento, matrimonio y muerte de los miembros de una sociedad, y otras ocasiones importantes. Algo que aprendemos y da forma a nuestra personalidad… Por medio del proceso de socialización los individuos somos enseñados a comportarnos mediante unos patrones culturales siendo los propios individuos moldeados por los contextos donde estas culturas se desarrollan.

¿Cómo se trasmite ese proceso? Sencillamente por la enculturación, esto es, el proceso por el que la cultura se comunica de una generación a otra, la difusión cultural se transmite de una sociedad a otra.

La razón por las tradiciones es importante y radica en que ellas transmiten valores compartidos, historias y objetivos de una generación a otra. Ellas motivan a las sociedades a crear y compartir una identidad colectiva, que a su vez sirve para dar forma a las identidades individuales.

Ahora es necesario preguntar: ¿Cuáles son las principales tradiciones de España?  Las más conocidas mundialmente entre las tradiciones folclóricas españolas son ciertamente el Flamenco, las corridas de Toros, los Sanfermines, las Fallas de Valencia, Nochebuena y Navidad, la Semana Santa, la semana grande de Santander, el Pilar de Zaragoza, la noche de San Juan, la Tamborrada de San Sebastián, Corpus Christi de Granada, el descenso internacional del Sella, la feria de Albacete, la Tomatina de Buñol, el Camino de Santiago, el Carnaval, la Hispanidad.

Otras tradiciones de nuestra España son, por ejemplo, comer un huevo de chocolate en Pascua o turrón en Navidad, almorzar pasta o churros los domingos, vestir de negro en señal de luto, el entierro de la sardina, reunirse los amigos e ir de tapas después del trabajo, desplazarse los fines de semana, celebrar todos los años las fiestas patronales en los pueblos…y la siesta

Tradiciones que hemos de conservar y mantener vivas, porque ellas conforman un conjunto de oportunidades para estrechar vínculos afectivos entre padres e hijos, entre vecinos y compatriotas, al recordar nuestras raíces y transmitir el legado de nuestros antepasados, pues son parte de nuestra herencia cultural.

Estamos permitiendo con nuestra inercia y despreocupación que las tradiciones y costumbres vayan siendo demolidas paso a paso, sin comprender las consecuencias para nuestra Patria de la pérdida de este tesoro, de este fundamento de toda sociedad.

Hoy, nuestras las tradiciones están mermadas por diversas causas, entre ellas, el detrimento de valores, el alto costo de la vida y la presencia de culturas de otros países, esencialmente la anglosajona, y el pasotismo y la ignorancia.

No olvidemos que cada uno de nosotros traemos dentro de sí varias herencias. Somos, sin lugar a dudas, la resultante biológica de un sin número de corrientes de vida que vinieron a tener en nosotros su punto de encuentro. Así como en una laguna existen aguas de diversos ríos que desembocan en ella, así existen en nosotros esas herencias. Somos recipientes en que varias corrientes del pasado se funden.

La herencia física, en primer lugar, se atestigua por la semejanza de los rasgos, por la transmisión de la salud y de los defectos, de la belleza y de la fealdad, de la gracia o del aburrimiento, de la elegancia o del desgarbo; todo es hereditario. Por tanto, seamos fiduciarios conscientes de nuestras costumbres y tradiciones y fieles albaceas de nuestra prole para que los valores que hemos heredado sean conservados, atesorados y mejorados por nuestros hijos.

En cuanto a esa herencia, el Santo Padre Pío XII expresó una enseñanza de gran importancia, en el discurso del 5 de enero de 1941 al Patriciado y a la Nobleza Romana, al afirmar: “Pero lo que más cuenta es la herencia espiritual transmitida, no tanto por medio de los misteriosos lazos de la generación material como por la acción continua de ese ambiente privilegiado que la familia constituye; por la lenta y profunda formación de las almas en la atmósfera de un hogar rico en altas tradiciones intelectuales, morales y, sobre todo, cristianas; por la mutua influencia entre aquellos que habitan una misma casa, influencia cuyos beneficiosos efectos se proyectan hasta el final de una larga vida, mucho más allá de los años de la niñez y de la juventud, en aquellas almas elegidas que saben fundir en sí mismas los tesoros de una preciosa herencia con la contribución de sus propias cualidades y experiencias.”

Esta gran e incomparable escuela de continuidad, incesantemente enriquecida por la elaboración de aspectos nuevos modelados según una tradición admirada, respetada y querida por todos los miembros de la familia, es este patrimonio, más valioso que ningún otro, que, iluminado por una Fe firme, vivificado por una fuerte y fiel práctica de la vida cristiana en todas sus exigencias, elevará, refinará y enriquecerá las almas de nuestros hijos.


2 respuestas a «Costumbres y tradiciones»

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