Crecidos
Estos tiempos tan convulsos para España en los que, a la vuelta de unos días, por el enfermizo deseo de seguir gobernando de unos pocos, nos podemos ver sometidos a los indeseables caprichos no solo de la ultraizquierda, sino también a los de auténticos delincuentes -golpistas y filoterroristas-, están sirviendo para que, precisamente, esta lacra que debería estar en prisión, si las leyes fueran justas, cada día se sienta más crecida.
Fue vergonzoso lo del otro día en la jura de los escaños de Diputados cuando, cada uno, juró con la fórmula que le vino en gana, aunque contase con el plácet del Tribunal Constitucional que, por otra parte, hace tiempo que dejó de ser un Tribunal de garantías.
¿Cómo es posible que se permita que un individuo/individua juré o prometa por la República?, ¿qué República?, ¿la de qué país? Desde luego, la de cualquiera menos España ya que la Constitución, a la que deberían ser fieles la totalidad de los parlamentarios, establece, claramente, cuál es la forma política de nuestro Estado, una monarquía parlamentaria.
En consecuencia, tal juramento o promesa, por contravenir de origen el espíritu de la Constitución, debería ser nulo y servir para que no concluyese el procedimiento iniciado con la presentación de las litas de candidatos a las elecciones y, consecuentemente, no poder tomar posesión del escaño con lo que ello conlleva, incluido el no percibir a fin de mes el sustancioso sueldo asignado a cada parlamentario, ni tampoco poder disfrutar de las muchas prebendas y privilegios de los que gozan.
Supongo que situaciones como esta, que no se dan ni en Sierra Leona, son consecuencia de esa extraña forma que tenemos los españoles de entender la democracia, sin fijar líneas rojas de ningún tipo, con el fin de demostrar al mundo que somos más demócratas que nadie.
De esta suerte, dentro del arco parlamentario existen grupos o partidos -golpistas, independentistas, filoetarras, nacionalistas, etc.- que no se recatan, y así consta en la línea programática de sus partidos, en tener como objetivo prioritario la destrucción de España como Nación sin que tal afán sea motivo más que suficiente, como sucede en otros países de nuestro entorno, para declararlos de inmediato ilegales por el simple hecho de negarse a jugar con las reglas de juego que no son otras que las que establece la Constitución.
Esta permisividad de nuestros políticos, unos, por el afán de seguir gobernando al precio que sea, y otros, por la cantidad de absurdos complejos y miedos de los que a diario hacen gala, está sirviendo para llevarse a España por delante ante la pasividad general, incluso la de aquellos que tienen el deber sagrado, derivado de un juramento, de defenderla incluso hasta perder la vida.
Esta anómala situación está permitiendo que cualquier memo, integrado en estos partidos o grupos antes referidos, se sienta con fuerza moral para proclamar a los cuatro vientos que todo aquel que no piense como él o sus correligionarios debe ser perseguido, incluso encarcelado o, cuando menos, muerto civilmente para que de está forma los que todavía tenemos voluntad de defender a España y a lo que representa dejemos el camino libre a esta gentuza para que acabe impunemente con ella.
Pero si esto ya de por sí es gravísimo, más lo es el hecho de que estos elementos forman parte de unas minorías que, caso de que nuestro sistema electoral fuese otro, no tendrían ni tan siquiera representación parlamentaria y que si España fuese un país donde de verdad se protege la esencia propia de la Nación, estarían todos ilegalizados hace muchos años.
Vamos a afrontar momentos muy complicados en los que están en juego nuestros principios más elementales: la Nación como elemento cohesionador de España e, incluso, la propia monarquía.
No podemos caer en la tentación, por mucho afán de gobernanza, por muchos sueños de poder que se tengan, de dejar el futuro de nuestra Patria, una de las más antiguas del mundo, en manos de las perniciosas decisiones de sus enemigos más viscerales, esos cuyo único objetivo, proclamado y demostrado, es lograr su destrucción.
Hay que silenciar a esos indeseables bocazas, especialmente esos que con solo pronunciar su apellido ya se sabe de qué calaña son y cuales son sus antecedentes, para que sepan que si alguien sobra aquí, que si de alguien hay que deshacerse con urgencia es, precisamente, de ellos.
Blog del autor: http://cnpjefb.blogspot.com/

Expaña está tocando fondo, pero no lo suficiente para q la ciudadanía se de cuenta de algo o de interese por el tema. Con 2/3 de fútbol, 1/3 de teleputerío y un poquito de playa y cerveza fria, ya se dan por satisfechos. Yo cada día siento más desafección.
Así es. No hay nada que hacer cuando una sociedad toca fondo y sigue cayendo.
Más tarde o más temprano – espero que sea pronto y pueda verlo pero tengo muchas dudas – los españoles espabilarán. Y, insisto en ello, cada día que pasa soy más «desafecto al R78», pues entre Resentidos y Acomplejados nos han llevado a esta situación. Como decía, em mayordomo Inglés en la serie de tv Mágnum que emitían en los, 80s por TV3, Mare de Déu Senyor.
Lo peor y más preocupante del actual arco parlamentario, es que refleja una imagen fiel de la sociedad de la que procede: la española. Cuarenta y cinco años de meticuloso y programado intoxicamiento mental, tienen que producir nefastas consecuencias necesariamente. Mi única duda es: si los daños son todavía reparables o no hay nada que podamos hacer.
¿Me puede alguien explicar porque no se ha ilegalizado a ERC y a Junts (sucesor del PDeCAT) por su participación en el referendum golpista del 1-10-2017, cuando sus dirigentes si han sido condenados?