Credo legionario
El 24 de agosto de 2006, fue retirada de la Academia General Militar de Zaragoza, con “alevosía y estivalidad” la estatua de Franco.
Más que la retirada de una estatua, la operación asemejó el traslado de un peligroso enemigo a una prisión de máxima seguridad.
La “hazaña” se mantuvo en absoluto secreto, y para realizarla se acordonó la zona con un férreo dispositivo de seguridad, cortándose todos los accesos.
También se impidió la toma de cualquier imagen y, oficialmente, se desconoce el paradero de la estatua.
En realidad, aunque tuvo las características de un secuestro, nadie ha solicitado el “Habeas Corpus”….
Sucedió así:
La impresionante grúa, tras apoyar sus calzos extensibles, sobre el firme que tantas veces ha vibrado con las pisadas marciales, procedió a izar la estatua.
Ya estaba en lo más alto, colgando como un ahorcado, e iba a iniciarse el descenso sobre la plataforma de transporte, cuando de pronto se escuchó un sonido extraño.
¿Eran las eslingas que cedían? ¡Imposible!; ¡si se habían puesto unas capaces de resistir un peso diez veces superior!
Todos los presentes quedaron por un momento sobrecogidos: ¿Se romperían?
Pero no; en medio del silencio y la expectación creada, pudo escucharse que un pobre anciano, con voz clara y audible, musitaba ¡¡A MÍ LA LEGIÓN!! ¡¡A MÍ LA LEGIÓN!!
La voz tenía resonancias de bronce, y era triste y apagada. Igual podía proceder de ultratumba que de un hombre agonizando en un hospital.
Hubo un momento de pánico; entre los que daban la seguridad, pero también, y en mayor medida, entre los que se habían plegado a las exigencias del enemigo.
Todos por un momento vieron pasar por sus mentes el espectáculo electrizante de una sección del Tercio asaltando la posición a bayoneta calada….
Pero no hubo nada. Ni un cornetín tocando llamada, ni la Contraseña de la Legión, ni los estremecedores compases del “Novio de la Muerte”…..nada, sólo silencio.
Y de nuevo la vieja voz de bronce que preguntaba: ¿Dónde estáis mis legionarios?, añadiendo cual nuevo Crucificado: ¿Por qué me habéis abandonado?
No hubo respuesta; sólo el golpe sordo, tristemente fúnebre, de las lágrimas de bronce al caer sobre la que fuera plataforma del pedestal.
Y esas lágrimas se fundieron en el suelo con las mías, y con las de cientos de miles de españoles, y con las de todos aquellos legionarios que haciendo honor a su canción son valientes y leales.
Legionario: Si vas a la Academia General Militar, no pises la plataforma donde estuvo situada la imagen del Fundador; aunque te inviten a subir a la tribuna. Piensa que los enemigos de España han convertido ese suelo, sin quererlo, en Tierra Sagrada, Altar de la Patria; Templo de la Lealtad, y cuando llegues a la “Puerta de Franco” reza un Padre Nuestro al Cristo de la Buena Muerte, por Franco y todos los legionarios caídos; también para que perdone a los traidores que, cara a cara y frente a frente, jamás lo habían vencido.
EPÍLOGO

Es el 20 de septiembre de 2006.
Desde el legionario solo, hasta la Legión entera, se disponen a celebrar el LXXXVI aniversario de la fundación del Tercio.
No pueden olvidar que su primer Legionario, uno de los fundadores, acaba de ser retirado, precisamente, de la que fue su querida obra.
Tampoco pueden olvidar, que ha sido por exigencia de sus enemigos, los que como dijo en su mensaje póstumo, no son otros que los enemigos de España.
Se ha ofendido el honor de la Legión; y el espíritu de la amistad, obliga a juramentarse entre cada dos hombres para, sin contar los días ni los meses, ni los años, defender su memoria. Con el sagrado juramento de no abandonarlo hasta perecer todos. Porque cualquier sacrificio que por ello se haga es el mayor honor, y lo más horrible es vivir siendo un cobarde.
Quien ha recitado el Credo Legionario, sabe que no es una proclama retórica: Es el compromiso sagrado entre hombres de honor.
Al escucharlo, aún más al recitarlo, el alma aflora a la piel, se pone un nudo en la garganta y las lágrimas pugnan por exteriorizar la emoción.
Es el compromiso de quienes hacen de la lealtad y el honor su único patrimonio: “Fama honor y vida son, caudal de pobres soldados, que en buena o mala fortuna, la milicia no es más que una, religión de hombres honrados”.
El 20 de septiembre de 2006, todos los legionarios; en activo dentro del estrecho marco que les deja la disciplina, y el resto con las limitaciones que les imponga su honor y espíritu, sabrán proclamar a los cuatro vientos que nada, ni nadie, será capaz de obligarles a que abandonen a un legionario muerto en manos del enemigo.
¡CON EL GORRO EN LA MANO IZQUIERDA Y EL BRAZO LEVANTADO GRITAD CONMIGO! :
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
¡¡¡VIVA FRANCO!!!
¡¡¡VIVA LA LEGIÓN!!!

Es como Hitler el año 1945… la partitocracia traidora socialdemócrata del «consenso» sabe que le queda ya poco tiempo, y están haciendo política de tierra quemada contra su odiado Franco, el hombre austero y de vida ejemplar que recibió una pobre y triste España en los años treinta y la entregó como una nación sana y poderosa a mediados de los 70´s. El católico que logró evitar para España la participación sangrienta en la segunda guerra mundial, que salvó a decenas de miles de judíos de la persecución nazi, que resistió un bloqueo económico brutal en los años 40´s, que legisló y dirigió España desde la fe católica y dando el obligatorio culto a Dios, y que supo encauzar la economía nacional y convertir a nuestra patria en una potencia económica e industrial con un 2% de paro en los 70´s. Que instauró en España la seguridad social y las pensiones, que protegió a los trabajadores mucho más que toda la partitocracia junta.
Con su odio vengativo, los mindundis de la izquierducha española recuerdan más a Hitler en el bunker en 1945 ó al gobierno republicano en 1939. Las estatuas se pueden volver a erigir, aunque a España le costará algo más que reponer una estatua el salir de la ruina económica y moral en que esta gente ha metido a nuestra Patria y a las familias que la componen.
Totalmente de acuerdo amigo Fernando Cavanillas.
Debemos pensar aquello de ¿ladran? ¡luego cabalgamos!
De todas formas entra dentro de la lógica el rencor del enemigo vencido. Y cuando es de alma ruin, su rencor es mayor cuanto con más hidalguía ha sido tratado por el vencedor.
De la ingente obra de Franco, los primeros que se beneficiaron fueron quienes habían sido sus adversarios…. y como para muestra vale un botón citar a la familia de Pablo Iglesias.
Decía D. Quijote: «Siempre oí decir, amigo Sancho, que el hacer bien a villanos es como echar agua al mar»
De todas formas, los soldados podemos reconciliarnos con el enemigo…. pero con el traidor ¡¡¡Jamás!!!
El Caudillo ha sido abandonado por quienes todo le deben….. ¡y la Patria no perdona el crimen de la traición!
¡Lorenzo, qué alegría poder leer tu artículo! Ojalá podamos reunirnos otra vez la Promoción para poder comentar tus palabras…