Crisis y Revolución
La historia tiende a repetirse y las crisis suelen tener aspectos en común. En esta entrada vamos a resumir la historia de una crisis (no sólo económica) que empezó hace ya más de 150 años.
Entre 1855 y 1864 España tuvo una gran expansión económica. Todos los sectores tiraron con fuerza: agriculturas y minas, siderurgia y sociedades de crédito, textiles y ferrocarriles, etc. La economía española respiraba euforia general, en buena medida relacionada con las masivas inversiones extranjeras, sobre todo en ferrocarriles.

En 1865-1866 Europa experimentó una grave crisis y España empezó a dar síntomas de que también se vería afectada.
Las líneas férreas españolas empezaron a mostrar falta de rentabilidad. Se habían construido muchas en pocos años y había una auténtica burbuja. La importación de material ferroviario cayó en picado, hasta casi desaparecer. La construcción de nuevas líneas comenzó a paralizarse.
Las empresas algodoneras catalanas tampoco iban bien. A los conflictos laborales con una clase obrera explotada que empezaba a organizarse, se sumaba la cancelación de pedidos de nuevos telares por el decaimiento del comercio y la imposibilidad de importar algodón, como consecuencia de la guerra de Secesión americana (1861-1865).
En el mercado mundial, las materias primas cayeron de precio, lo que afectó muy negativamente a la balanza comercial española.
El gobierno canceló la construcción de una nueva escuadra, con grave perjuicio para la naciente industria pesada nacional.
Para 1866, el dinero se había encarecido, la bolsa había caído, la deuda pública se multiplicaba y el Estado suspendía el pago de los cupones atrasados de la deuda exterior. Esto provocó el cierre de las bolsas europeas a los valores españoles.
En 1867 se produjo en París un crack financiero, en buena medida como consecuencia de la desmedida especulación de la época. España, que tenía una gran dependencia del mercado de capitales de Francia, se vio muy afectada. El sistema bancario se desmoronó, quebrando muchas entidades.
En medio de la crisis hacendística, deflación monetaria, crack financiero y crisis de producción, el gobierno decidió aumentar la presión tributaria. Los sucesivos gobiernos se quedan sin apoyos y gobiernan como dictadores, sin las Cortes.
El desempleo se disparó y para colmo hubo dos años seguidos de pésimas cosechas, en 1867 y 1868. El precio del trigo se multiplicó por seis respecto a su valor medio. El hambre se extendió por España produciéndose motines populares.

En un país eminentemente agrícola, en el que el 63% de la población activa trabajaba en el campo, siendo más de la mitad jornaleros (datos del censo de 1860), las masas de jornaleros del campo y de las fábricas fueron los más afectados por la crisis. Los movimientos reivindicativos, la ocupación de tierras, el contrabando y el bandolerismo van convirtiendo, sobre todo a la España rural, en un caos.
No sólo la economía contribuía a que la revolución se convirtiera en algo inevitable. También lo hacían las discordias y la división de los partidos políticos, la muerte de líderes como los generales O’Donnell (Unión Liberal) en 1867, y Narváez (Partido Moderado) en 1868, el desprestigio interno de un régimen favorecedor de las clases propietarias, y el descrédito personal de la propia reina Isabel II.

El país se llenó de conspiraciones. Varios intentos de insurrección fracasaron. El general Prim consiguió negociar una precaria alianza con las principales fuerzas de la fragmentada oposición. Acuerdan destruir el régimen existente en España y establecer una asamblea constituyente elegida por sufragio universal directo.
El 18 de septiembre de 1868, los generales Prim y Serrano y el almirante Topete encabezaron un pronunciamiento en Cádiz. Fuerzas al mando de Serrano se dirigieron hacia Madrid y en la batalla del puente de Alcolea (Córdoba) derrotan a las enviadas por el gobierno.
El pronunciamiento tuvo tanto apoyo popular, sobre todo en provincias, que en realidad fue una revolución, conocida como La Gloriosa, y que dio lugar al convulso periodo llamado Sexenio Revolucionario o Sexenio Democrático (1868-1874).

En muchas localidades de España se constituyeron juntas revolucionarias que promovieron diferentes programas políticos, cayendo a menudo en radicalismos. Las más de las veces estas juntas eran partidarias de una república federal.

La reina Isabel II, que se encontraba veraneando en el norte de España, abandonó el país el 30 de septiembre.
El 7 de octubre la junta revolucionaria de Madrid se arrogó el derecho de nombrar un gobierno provisional presidido por el general Serrano (del que se dice había sido amante de la reina), que inmediatamente decretó:
- El sufragio universal (masculino).
- La libertad de culto, de imprenta, de enseñanza, de reunión y de asociación.
- Las elecciones de diputaciones y ayuntamientos.
- La renovación de jueces de paz y municipales, y de todo el personal de la administración pública.
Los hechos acaecidos en estos convulsos años se estructuran en tres fases. Cartagena tuvo un papel muy relevante en la última de ellas y en el fin del Sexenio.
Para saber más, puede consultar la Cronología de La Gloriosa y el Sexenio Democrático que hemos preparado con mayor nivel de detalle.

1. Gobierno provisional (1868-1870)
- Gobierno provisional presidido por el general Serrano (7 octubre 1868).
- Insurrección en Cuba y comienzo de la Guerra de los Diez Años (10 octubre 1968).
- Enfrentamientos armados del gobierno central con las juntas revolucionarias (octubre 1868-enero 1869).
- Elecciones libres y apertura de las Cortes constituyentes (11 febrero 1869).
- Aprobación de la nueva Constitución (1 junio 1869) en la que se establece la monarquía democrática como forma de gobierno. Se nombra regente al general Serrano y presidente del gobierno al general Prim.
- Levantamientos republicanos (mayo-octubre 1969).
- Búsqueda de un nuevo rey para España (octubre 1869-noviembre 1870).
- Mejora de la situación económica. Se reanudan la industrialización y las exportaciones y vuelven las inversiones extranjeras (1869 y siguientes).
-
-
Amadeo I de Saboya Monarquía de Amadeo I de Saboya (1870-1873)
-
- Amadeo I proclamado rey por las Cortes (16 noviembre 1870).
- Asesinato del general Prim, principal valedor del nuevo rey (30 diciembre 1870). Prim fue el primero de los 5 presidentes del gobierno asesinados en España.
- Amadeo I llega a Madrid y ese mismo día jura la Constitución (2 enero 1871).
- Comienzan los levantamientos de los carlistas contra el rey (mayo 1872) que dan lugar a la Tercera Guerra Carlista (1872-1876).
- La monarquía no se afianza por la inestabilidad de sus gobiernos, las conspiraciones republicanas, las de los partidarios de la restauración de la Casa de Borbón, las luchas personales entre los partidos leales, la continuación en Cuba de la Guerra de los Diez Años, y el inicio de la Tercera Guerra Carlista.
- Amadeo I abdica (11 febrero 1873).
-
- I República española(1873-1874)
- Las Cortes monárquicas proclaman la República (11 febrero 1873). Durará 11 meses en los que tendrá 4 presidentes.
- Recrudecimiento de los ataques carlistas, ahora contra la República.
- La Diputación de Barcelona proclama el Estado catalán (9 marzo 1873). La declaración queda en nada porque, ante la presión carlista, Cataluña no rompe con Madrid, ni se suma a la revolución cantonal de julio.
-
Manuel Pavía Los republicanos federalistas exigen al gobierno la creación inmediata de una república federal. Estalla la insurrección cantonal (12 julio 1873) en diversas ciudades españolas, en especial de Valencia, Murcia y Andalucía, que pretenden constituir una federación de cantones autónomos. El gobierno se enfrenta a tres conflictos armados simultáneos: Cuba, carlistas y cantones.
- La revolución cantonal se sofoca en unas semanas, excepto en Cartagena que no se rinde hasta el 13 de enero de 1874. Muchos historiadores consideran la prolongada resistencia del cantón de Cartagena como una de las causas inmediatas de la caída de la I República.
- El general Pavía disuelve las Cortes (3 enero 1874).
- Aunque España es nominalmente una república, el nuevo gobierno presidido por el general Serrano vuelve a la política de mano dura. Se reestructura el ejército para hacer frente a la guerra carlista.
- Sublevación del general Martínez Campos y restauración de la monarquía Borbón. Se proclama rey a Alfonso XII, hijo de Isabel II (29 diciembre 1874). Comienza el periodo denominado La Restauración que se prolongará hasta 1931, año en el que Alfonso XIII abandona el trono y se instaura la II República.

LA INSURRECCIÓN CANTONAL
En mayo de 1873, se celebraron elecciones a Cortes Constituyentes. Boicoteadas por casi todos los partidos, incluidos los republicanos unitarios, la participación en las urnas fue la menor que se recuerda en España. Apenas un 25% de los electores votaron en Barcelona y un 28% en Madrid. Aunque deslegitimados por el reducido número de votantes, los republicanos federalistas lograron una abrumadora mayoría de escaños.

La primera de las muchas tareas que tenían por delante las nuevas Cortes era redactar y aprobar una nueva constitución. El presidente Estanislao Figueras, harto de las dificultades y el caos, dimitió. El federalista Francisco Pi i Margal fue elegido en su lugar.
Los republicanos federalistas achacaban al centralismo el origen de todos los males del país y pretendían que las regiones españolas se constituyeran en estados soberanos. Los federalistas tenían más presencia en la periferia de España, sobre todo en el sur y el sudeste.
La complicada situación política y social se veía agravada además por una nueva crisis económica y porque la Gloriosa no había conseguido suprimir las odiadas quintas. En ellas se reclutaba a los hijos de las familias más humildes para enviarlos a la guerra carlista y a la de Cuba. Para los hijos de los acaudalados existía la redención por dinero.


Los más impacientes seguidores de Pi i Margall le exigieron la creación inmediata de una república federal. En numerosos lugares de España se produjeron movimientos insurgentes que desbordaron al presidente, que se negó a combatirlos con las armas. Un mes y una semana después de haber sido elegido, se vio forzado a dimitir y fue sustituido por Nicolás Salmerón, un federalista moderado.
En Cartagena, el movimiento federalista liderado por Roque Barcia y el general Contreras, a los que luego se incorporó el popular Antonete Gálvez, consiguió hacerse con el control de la ciudad y, lo que fue decisivo, con el control de la flota atracada en aquel puerto que se unió a la sublevación. El 12 de julio de 1873 se proclamaron cantón independiente, autodenominándose cantón murciano. Los que se oponían a la insurrección pudieron abandonar Cartagena libremente.

En bastantes casos, los cantones independientes comenzaron a enfrentarse entre sí. Algunos pueblos se declararon independientes de su capital de provincia y hubo cantones que intentaron resolver con las armas problemas de fronteras con otros cantones.

En esta situación, el gobierno envió a los nada partidarios de la república federal generales Martínez Campos (monárquico) y Pavía (republicano unitario) a recuperar el control de los cantones, que fueron cayendo uno tras otro con rapidez.
Tras sólo mes y medio en la presidencia, Nicolás Salmerón dimitió al negarse a autorizar unas ejecuciones. Le sustituyó el republicano unitario Emilio Castelar.
En menos de dos meses, la insurrección fue sofocada en la mayoría de los sitios. Pero en Cartagena, rodeada de fortificaciones, con el grueso de la flota española en poder de los revolucionarios y dirigidos por líderes carismáticos, no ocurrió así.

Los insurrectos comenzaron a lanzar expediciones por tierra y por mar a localidades y provincias próximas. Pretendían extender el movimiento cantonal y recaudar contribuciones con las que financiarlo. Ante esta amenaza, la ciudad de Murcia y otras localidades favorables a los cantonalistas se apresuraron a volver a la obediencia a Madrid.
La flota de Cartagena atacó Almería y Alicante, que bombardearon. El gobierno de Madrid había declarado piratas a los barcos de los insurrectos y buques alemanes e ingleses capturaron varios.

Una columna se dirigió por tierra desde Cartagena hacia Madrid pero fue derrotada en Chinchilla y obligada a regresar. En agosto, el ejército de la república sitió la ciudad.
Los cartageneros, aprovechando la riqueza de las minas de la zona, acuñaron su propia moneda. También hicieron llegar a los Estados Unidos de América un ofrecimiento para integrarse como nuevo estado de la Unión, a la vez que solicitaban pertrechos de guerra para resistir al gobierno de Madrid.
Cartagena soportó bombardeos que la arrasaron por completo. En uno de ellos se produjo la desgracia de la voladura del parque de artillería, donde se refugiaban mujeres y niños. Murieron centenares. Una parte del parque que se salvó de la destrucción la ocupa hoy en día el actual Museo Militar (ver Museo Histórico Militar de Cartagena).
El 13 de enero de 1874, las tropas mandadas por el general José López Domínguez entraron en la ciudad. Unos mil insurrectos, entre ellos Antonete Gálvez, huyeron en la fragata Numancia hacia Orán. No transcurriría mucho tiempo hasta que una amnistía les permitiera regresar.

Pero para esa fecha ya no existía la república democrática. El 3 de enero anterior, al ver que las Cortes deponían al enérgico Castelar, el general Pavía las disolvió. El nuevo gobierno que se constituyó lo presidía el general Serrano.
La aventura cantonal había costado grandes derramamientos de sangre, destrucciones y pérdidas económicas. Cuando acabó, no se había conseguido nada y el Sexenio Democrático entraba en su recta final. El 29 de diciembre de 1874 el general Martínez Campos se sublevó en Sagunto y la monarquía de los Borbón se restauró en la persona de Alfonso XII.
ANEXO: UN CÁNTABRO EN EL CANTÓN
La insurrección cantonal de Cartagena fue un hecho trágico. Los historiadores continúan tratando de mejorar su conocimiento de lo ocurrido y poder valorar las motivaciones de sus líderes. La población civil y la ciudad pagaron un alto precio por ellas.
La historiadora Elisa Gómez Pedraja acaba de publicar un excelente artículo titulado Pedro Gutiérrez de la Puente “Un campurriano en el cantón”. Está disponible en el número 12 de la revista semestral de la Asociación Cántabra de Genealogía (ASCAGEN).

Elisa investiga en la biografía del personaje del título, pero también aporta abundante información complementaria sobre los hechos ocurridos en Cartagena, el destino de muchos cantonalistas y la vida en el siglo XIX.
Pedro Gutiérrez de la Puente tuvo un papel relevante en el cantón de Cartagena. Natural de Mazandredo, en la provincia de Cantabria (antes Santander) donde nació en 1818, emigró a Cuba en 1840. Allí se casó en 1843 con la cartagenera Carlota Lagorio. En 1858 vendió el negocio de tabacos que tenía en La Habana y la familia regresó a España instalándose en Cartagena en 1859.
De ideas republicanas y políticamente muy activista, en 1868 fue miembro de la Junta Suprema Revolucionaria constituida tras la Gloriosa (la revolución del 68). Fue el único que protestó por el nombramiento por dicha Junta, sin contar con nadie más, de un Gobierno Provisional en Madrid a principios de 1869.

El 12 de julio de 1873 participó en el inicio de la Revolución Cantonal, siendo nombrado por unanimidad presidente de la Junta de Salvación Pública de Cartagena. También fue Administrador de la Casa de la Moneda de Cartagena desde su fundación. En ella se fabricaron los famosos duros cantonales.
Pedro Gutiérrez de la Puente aparece en los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós, en el tomo De Cartago a Sagunto.
Carlota, su mujer, falleció en su casa de campo el 7 de agosto, días antes de comenzar el sitio de Cartagena.
Tras la caída de la ciudad, Pedro fue uno de los que huyó a Orán en la fragata Numancia. Posteriormente se trasladó a Suiza. Falleció en Ginebra el 23 de abril de 1875. Varios meses más tarde le llegó una condena a muerte del Gobierno Central.
Bibliografía
El Cantón de Cartagena. María-Alice Medioni. Estudios de Historia Contemporánea Siglo XXI. 1979
Liberalismo y Absolutismo. Nueva Historia de España. Volumen 15. Varios autores. Editorial EDAF. 1982
España: siglo XIX (1834-1898). Grupo Cronos. Editorial Anaya.1991
Atlas Histórico Mundial. Hermann Kinder & Werner Hilgemann. Ediciones Istmo. 1990
Atlas de Historia de España. Fernando García de Cortázar. Editorial Planeta. 4ª edición. 2006
Microsoft Encarta 2006
Para haciendariquelmeblog.blogspot

Buen trabajo… al que se le puede echar en cara que se basa en la versión oficial, llamémosle «centralista», es decir, liberal borbónica.
No tiene en cuenta que España fue en aquella época un protectorado inglés en la práctica, al estar minada por la masonería de aquella obediencia (sin despreciar la francesa). Recuerden el pasquín que clavaron en la puerta de la casa de Espartero: “Aquí vive el Regente, el que manda vive enfrente” … la Embajada inglesa estaba en la otra acera de la calle. Otra versión de aquello es: “Aquí vive el que manda en España, Espartero el Regente (1841-43), y el que manda en él, vive en la casa de enfrente”.
Compruebe el lector que ni en un solo momento se mienta a las logias ni a la Pérfida.
Magnífico trabajo.
Por fin algo concreto, resumido, pero muy completo.
Lo guardaré.
Gracias