Curas renegados 1936-39: ni por Dios ni por España (I)

Los momentos de graves crisis, como fue el estallido de la guerra civil, obligan a definirse a todos, porque nadie puede quedar al margen por mucho que lo pretenda. Las circunstancias, por todos conocidas de aquel suceso perfectamente documentado a pesar de que desde hace mucho se intente negarlo, incidieron también, claro está, en el clero español, así como en los fieles. El desencadenamiento de una brutal persecución contra la Iglesia, planificada desde hacía meses, fue, sin duda, uno de los detonantes y aspectos que más polarizaron el inicio y desarrollo de la contienda a lo largo de la cual fueron vilmente asesinados por causa de la Fe, lo que nunca hay que olvidar, 13 obispos, 4.184 sacerdotes seculares, 2.365 frailes e incontables seglares. En proporción, la mayor persecución de la historia de la Iglesia; además, sin una sola apostasía a pesar de los terribles tormentos que se aplicaron a muchos.

Sin embargo, y como siempre, porque los momentos de grave crisis producen tanto héroes como villanos, también se registraron casos, bien que inmensamente minoritarios, de sacerdotes que no estuvieron a la altura del momento, que renegaron tanto de Dios como de su patria, España, condenada, como la Iglesia, a desaparecer, caso de haber vencido la revolución marxista-leninista de corte stalinista que la asoló durante casi tres años. A éstos ahora se les intenta reivindicar incluso por parte de algunos obispos y clérigos, bien que, para su mal, los que así lo hacen son los que hoy reniegan, como ellos entonces, de Dios y de España, por lo que no les hacen favor alguno.
Vamos a intentar dar cuenta, bien que somera por razón de espacio, de los curas renegados de entonces, de sus circunstancias y finales, para que la mentira histórica que les jalea e intenta lavar la cara tenga, en lo posible, la debida respuesta.
Para empezar conviene sentar algunas consideraciones:
- Fueron dos los principales motivos de los curas renegados para no sumarse al bando nacional: los que profesaban una ferviente «fe» secesionista y los que la profesaban pseudomarxista (disfrazadas ambas de «republicanismo»); además hubo algunos casos cuyos motivos sólo ellos sabían, bien que cuando intentaron explicarlos a nadie satisfizo.
-
La Fe movió a los combatientes nacionales desde el primer instante con independencia de su filiación política que no era ni única ni monolítica Los hubo que el vendaval les cogió en zona frentepopulista, sumándose a tal bando por afinidad, a pesar de lo contradictorio de su decisión, máxime con lo que ocurría en dicho bando con sus compañeros de vocación, así como con los fieles católicos. Fundamentalmente fueron los curas secesionistas, los cuales, como ocurre con los de hoy, pusieron por encima incluso de Dios a su ideología, algo contra natura, máxime si tenemos en cuenta que el secesionismo vascongado, catalán o de cualquier otra región española se sustenta en la más absoluta y abyecta falsedad, lo que convierte a sus seguidores en hijos de la mentira y ya sabemos quién es el príncipe de ella.
- Los hubo que el vendaval les cogió en zona nacional, pero dejándose llevar por sus ideología pseudomarxista, como hemos dicho disfrazada de «republicanismo» –como si el Alzamiento se hubiera hecho contra la República o como si en dicho bando y entre sus principales jefes no hubiera firmes republicanos–, se negaron a sumarse al esfuerzo cuya única bandera fue desde el principio Dios y España, sin más connotaciones políticas que sólo vendrían más tarde.
- Los hubo que en tal zona optaron por criticar los pretendidos excesos que se cometieron en los primeros días, rápidamente cortados por las autoridades militares conforme la situación se fue ordenando y consolidando, pretendiendo en dicho bando una pureza inmaculada que nunca se da en ningún ser humano, menos aún en situación tan difícil y complicada como fue aquella.
-
Cardenal Gomá, artífice de la determinante Carta Colectiva de los Obispos Españoles de 1937, tan certera en todo, que firmaron 48 prelados. Importante es dejar bien claro que aquellos sacerdotes a los que se ajustició en el bando nacional no lo fueron ni por asomo por razón de la Fe, como no podía ser de otra forma en dicho bando cuyos componentes consideraron desde el primer instante la contienda como lo que realmente fue: una Cruzada contra la revolución marxista manifiestamente atea y perseguidora de la Iglesia. De ahí la estupidez de los que pretenden que se les aplique el mismo rasero que a los miles asesinados, éstos sí, por la Fe por el bando frentepopulista. Asimismo, la estupidez de los que pidieron perdón por su muerte, caso en Julio de 2019 de los obispos Ricardo Blázquez y Mario Iceta, ambos de Bilbao, el de San Sebastián, Juan María Uriarte, y el de Vitoria, Miguel Asurmendi.
- Como consecuencia del punto anterior, hay que dejar también bien sentado, que los que fueron ajusticiados en el bando nacional lo fueron por motivos exclusivamente políticos e ideológicos y que a la mayor parte de ellos lo que se les aplicó fue el propio código de justicia militar de la República, legal y legítimo, vigente en el bando nacional durante toda la guerra; no así en la frentepopulista.
- Lo que clama al cielo en todos los casos es que sabiendo, porque siempre se supo desde el primer instante, lo que estaba ocurriendo en la zona frentepopulista –los curas que estaban en ella aún más, pero también los que estaban en la nacional– es que o no optaran por inhibirse si el bando nacional no era de su agrado o, pero aún, ninguno de ellos denunció nunca lo que ocurría en el frentepopulista, siendo esto último lo que más les deja en evidencia, porque ante la terrible persecución contra sacerdotes, religiosos y fieles, sus asesinatos y barbaridades que se llevaban a cabo en dicha zona, su ominoso silencio les delata, les acusa y les condena, y es lo que nos permite calificarles de renegados de Dios y de España.
- Un cardenal y un obispo
-
Cardenal Vidal Cardenal Francisco Vidal y Barraquer. Arzobispo de Tarragona, cuya tendencia secesionista era pública y notoria, partidario de la II República por considerarla vía para dicha secesión, el Alzamiento le cogió en Barcelona donde fue detenido por anarquistas, siendo salvado del paredón in extremis por la intervención de los máximos líderes secesionistas catalanes, entre ellos Companys; lo que no hicieron con otros, hecho que deja a todos en evidencia, incluido al cardenal. Huyó a Roma, en vez de permanecer con su grey como era su obligación e hicieron otros sufriendo así la gloria del martirio, saliendo de Cataluña amparado por la embajada italiana muy a su pesar por ascos ideológicos, pero que no desaprovechó. Se negó a firmar la Carta Colectiva aduciendo razones ladinas, ambiguas e insustanciales, como, entre otras, que era un documento «propio para propaganda» (¿?), que se le daría interpretación política –la Carta fue absolutamente religiosa–, que su publicación empeoraría la situación de los fieles en la zona frentepopulista –imposible por lo terrible que ya era–, que era Franco quien la había pedido –lo que el propio cardenal Gomá, su autor, negó siempre de forma contundente– y que creía que la Iglesia no debía identificarse con ninguno de los bandos, sino hacer labor de «pacificación» (¿?). En el fondo de todo subyacía su marcado secesionismo catalán que veía en peligro caso de ganar el bando nacional. Tras la guerra Franco se negó a que volviera, trasladándose a Suiza donde falleció en 1943. Hoy es uno de los iconos de la Iglesia secesionista catalana, lo que confirma los motivos de Vidal para no sumarse al bando nacional ni siquiera firmar la Carta Colectiva. No denunció lo que ocurría en la zona frentepopulista.
-
Mons. Mateo Múgica Mons. Mateo Múgica Urrestarazu. Obispo de Vitoria, diócesis que incluía Vizcaya, Guipúzcoa y Álava, era monárquico, teniendo que abandonar España de 1931 a 1933 por oponerse a la II República. En fecha tan temprana como el 6 de Agosto de 1936 publicó, junto con Mons. Olaechea, obispo de Pamplona, una pastoral dirigida al clero y fieles vascongados secesionistas que se sumaban en masa al bando frentepopulista en la que afirmaba “…non licet. No es lícito fraccionar las fuerzas católicas ante el común enemigo… Menos es lícito sumarse al enemigo (de la Iglesia), promiscuando el ideal de Cristo y el de Belial, entre los que no hay compostura posible… El marxismo o comunismo es hidra de siete cabezas, síntesis de toda herejía, opuesto diametralmente al Cristianismo en su doctrina religiosa, política, social y económica… y el Sumo Pontífice prohíbe dar la mano al comunismo… No se puede anteponer la política a la Religión…”, la cual fue desoído y desobedecido de forma unánime por el clero secesionista vascongado. Sin embargo, cuando Múgica se enteró de que habían sido fusilados varios sacerdotes vascongados por los nacionales por cogérseles encuadrados en unidades de combate secesionistas aliadas de las frentepopulistas, cambió de parecer sustancialmente, pasando a quejarse a la Santa Sede de dichos fusilamientos, añadiendo otros presuntos «excesos», lo que llevó al Gral. Cabanellas, presidente de la Junta de Defensa Nacional que ostentaba el poder en el bando nacional por entonces, a ordenar su expulsión en fecha tan temprana como finales de Septiembre de 1936, trasladándose entonces a Roma. Su resquemor por lo sucedido le llevó a negarse a firmar la Carta Colectiva. Volvió a España en 1947 residiendo en Zarauz sin ostentar cargo alguno hasta su fallecimiento en 1968. No denunció lo que ocurría en la zona frentepopulista.
Fin de la primera parte

Tengo en las manos un libro sorprendente: POR QUÉ FUI SECRETARIO DE DURRITI, de Mosén Jesús ARNAL, subtitulado «Memorias del cura que ayudó al líder anarquista en la guerra civil (1936-1939)».
Sin comentarios…
Está publicado por Editorial MILENIO, de Lérida, en 2013 (se trata de una 2ª. edición, pues hubo una primera en el Principado de Andorra).
Una pregunta que me hago, y tal vez alguien pueda responder, es referente al tema de las fechas.
El levantamiento se realizó el 18 de julio de 1936. La Carta Colectiva de los Obispos Españoles se dio a conocer el 1 de Julio de 1937 dirigida a los obispos del mundo entero. Es decir, un año después del levantamiento.
Mi pregunta: ¿Por qué se tardó tanto en publicarla? Entiendo, era de suma importancia que el alzamiento tuviese un apoyo con mayor publicidad y celeridad por parte de la Jerarquía de la Iglesia; pues en esos primeros momentos cruciales Julio 1936 (a más tardar Agosto 1936) habría sido lógico solicitar ayuda del catolicismo de todo el orbe.
Las brigadas internacionales se formalizaron en octubre de 1936 (y eso que estaban en la zona donde estaban las principales ciudades, los núcleos industriales, todo el oro del Banco de España, mayores reservas de hombres, y la Armada).
Supongo, pero es un suponer, desde mi ignorancia, que la Iglesia no tomó partido hasta que no vio que era masacrada, los Obispos y Sacerdotes asesinados, las monjas violadas y asesinadas, sus bienes robados, etc…
Pero, repito, es un suponer, y me gustaría leer comentarios de personas con mas información e información que el que suscribe, es decir, casi todas.
Gracias por su agudo comentario.
Gracias Ramiro por responder.
Es difícil encontrar una información clara y convincente de esta tardanza por parte de la Jerarquía de la Iglesia en la España de la guerra civil. Yo también realicé algún tipo de conjeturas, te las expongo:
En Julio de 1936 era de sobra conocido de que iba la República (tomada la nación, en el pucherazo de febrero de 1936, por el partido marxista del Frente Popular). Es decir, no solo la Iglesia veía venir la hecatombe, sino que ya empezaba a sentir los efectos de esa anticatólica revolución.
Por parte del Vaticano, el Papa Pío XI hizo declaraciones de tipo “light” en relación al alzamiento contra la barbarie marxista. Con este mismo Papa se cometió un error garrafal con los católicos en Méjico (evidentemente no soy nadie para juzgar la actuación de este Papa, pero cuesta mucho entender su proceder).
Tenemos, por ejemplo, en tiempos de Felipe II la actitud del Papa Pío V de ir detrás de los reyes católicos (los protestantes eran herejes e igualmente enemigos) para promover una Liga Santa contra el peligro musulmán. La idea central era que los reyes terrenales estaban supeditados al Papa. Este mismo Papa Pío V declaró a Isabel I de Inglaterra hereje y condenó con excomunión a los católicos ingleses que cumpliesen sus órdenes e incluso los autorizaba a su derrocamiento y ejecución. Podrá ser visto por algunos como algo drástico, pero por todos como muy consecuente con lo del Reinado real de JESUCRISTO en la tierra.
Tenemos una actitud ambigua, tirando a cobarde y traicionera, la de los obispos españoles que apoyaron la expulsión de los jesuitas en tiempos de Carlos III, que aprovechó lo del Motín de Esquilache (recordar que se echó la culpa del motín a los Jesuitas) y que Carlos III hizo firmar a los obispos su aceptación a tal medida. Esta carta de aceptación se envió a los 56 obispos españoles, de los que en su respuesta sólo SEIS se atrevieron a desaprobar la decisión y CINCO no contestaron. El resto, 45 -la gran mayoría-, aprobó con más o menos entusiasmo el decreto de expulsión. En esa época la infiltración JUDEO-MASÓNICA en la Iglesia era mínima, por lo que el motivo principal, a esa mayoritaria aceptación por parte de los obispos, era conservar la poltrona en España.
Volviendo a 1936, el cardenal arzobispo de Toledo Isidro Gomá fue representante confidencial y oficioso ante Franco entre la Navidad de 1936 y octubre de 1937 de la Curia. Pero volvemos a lo mismo, para apoyar el Alzamiento había que mojarse y de una manera rápida y rotunda por parte de los obispos.
No quiero afirmar cual sería la actitud de los actuales obispos incluido Bergoglio con respecto al Alzamiento. Si alguien tuviese alguna duda que le pregunten a los católicos chinos del apoyo recibido del Vaticano.
No me extraña que el Cardenal Vidal fuera rojo, tiene una cara de degenerado marcada en la cara, que no puede con ella.