De «exiliados», huidos de la justicia y falaces mentirosos

Empecemos por los últimos, por los falaces mentirosos, como ese cada día más patético personaje que es Pablo Iglesias –y sus adláteres–, que no ha dado un palo al agua en su vida, la cual ha dedicado, y dedica, a la mentira, el chupe y la mangancia, un parásito antisocial, indigente intelectual, con el cerebro carcomido por el marxismo-leninismo, la mayor aberración ideada por el ser humano inhumano, y que no pierde ocasión en manipular e intentar sacar tajada hasta de la desgracia de los demás, seña de identidad del comunismo.

Dicho individuo ha salido comparando al impresentable Puigdemont, otro como él –Dios los crea y ellos se juntan–, con los «exiliados» de la guerra, a raíz de lo cual toda una caterva de imbéciles idiotizados por la propaganda marxista que el aparato de agitprop viene vomitando desde hace décadas, con la connivencia activa y vergonzosa de los que todo se lo deben a Franco, o sea, los peperos, monárquicos (el ABC entre ellos ¡quién lo iba a decir!) y otras gentes también hoy en día de mal vivir, han puesto el grito en el cielo porque… no es lo mismo, dicen, el catalufo que «los que huyeron de la dictadura» y otra serie de sandeces en referencia a los «exiliados».

Pues bien, aunque sea de forma sucinta, vamos a explicar lo que fueron los calificados como «exiliados».

Al terminar la guerra (Abril de 1939) habían salido de España, según cifra más o menos creíble, unas 300.000 personas de toda clase y condición. La mayoría de ellas por haberse dejado llevar por la propaganda frentepopulista que durante los últimos meses de la contienda  llevó a cabo campañas intensísimas en todos los medios y formas posibles asegurando que los nacionales y sus «moros» iban a asesinar, violar, etcétera a mansalva y a todo quisqui; en realidad lo que venían haciendo ellos en su zona desde el inicio de la guerra. El objeto de tan inmunda mentira era provocar un éxodo, un exilio, que, además de herramienta de propaganda, les sirviera para disponer de una cantera a la que «pastorear» según sus parámetros ideológicos para el desquite mediante la invasión de España que ya tenían en mente.

Como la cosa no podía ser de otra forma, de ellos, el 75 por ciento volvió a España en los siguientes seis meses porque en realidad era gente normal y corriente que se había dejado arrastrar por su ignorancia y miedo, como hemos dicho, inducido.

Del resto, de los que no volvieron enseguida, los hubo de dos clases: los recalcitrantes y/o que tenían a sus espaldas crímenes de todo tipo –por ello no «exiliados», sino huidos de la justicia–, y los que, no siendo de ellos, habían formado parte del Frente Popular de forma más o menos activa y, por prudencia, prefirieron esperar a ver. La Segunda Guerra Mundial provocó que muchos emigraran de Europa a América, al tiempo que abrió un periodo en el que nadie pretendió o pudo moverse de donde, con mejor o peor fortuna, había encontrado cobijo.

El Gral. Vicente Rojo, puño en alto, primero por la izqu.

A partir de 1945/46, comienzan a volver a España buena parte de ese segundo grupo fiados ya, bien por noticias de sus familiares, bien por la labor de las embajadas españolas, de que nada tenían que temer por mucho que hubieran ostentado incluso cargos tanto en la administración frentepopulista como en su ejército (LOS QUE REGERSARON A LA «DICTADURA»). Hay relaciones kilométricas de ellos. Entre otros, buena parte de los intelectuales, así como de militares. Tal corriente ya no cesó, sino que se intensificó durante las décadas posteriores. La profusión de indultos de todo tipo, así como por las noticias de los que volvían y comprobaban que nada les ocurría –aunque se abrían procesos de investigación para dilucidar posibles responsabilidades, quedaban sistemáticamente en nada–, así como el hecho de que se incorporaban a la vida del país sin problema alguno, fueron los pilares de ese aumento de regresos; esa fue la reconciliación, destruida con premeditación y alevosía a partir del 21 de Noviembre de 1975, hoy convertida en nuevo enfrentamiento civil. Hasta personajes tan destacados como el Gral. Vicente Rojo o el Col. Segismundo Casado, y muchos más, lo hicieron.

Los que se quedaron aún «exiliados», y por ello voluntariamente, que conste, sobre todo a partir de finales de los 40 y más aún de la década de los 50, lo fueron, a su vez, de dos clases: los recalcitrantes y/o que tenían, como hemos dicho, en sus conciencias crímenes –huidos de la justicia, repetimos– o los que sin ser de ellos habían logrado rehacer sus vidas tanto profesionales como, en muchos casos, familiares –y esto último a pesar de haber dejado familia aquí al irse–, por lo que no les compensaba volver a empezar aquí; éstos lo que sí hicieron fue venir a España a visitar a los suyos siempre que pudieron.

Así pues, ya está bien de vivir del cuento con lo de los pretendidos «exiliados». Porque ellos mismos, los que no quisieron volver, sea por su mala conciencia o recalcitrante actitud –huidos de la justicia– o por haber rehecho sus vidas, son la prueba de que los que sí quisieron, que fueron mayoría, pudieron y lo hicieron sin problema alguno. Más aún ¿es que eran idiotas?… por que… ¿quién regresa a una «dictadura»?… o… es que la etapa de gobierno del Generalísimo no lo fue y por eso el que quiso pudo volver y lo de los «exiliados» es uno más de esos falsos tópicos utilizados por los de siempre para… lo de siempre, es decir, esa repugnante manipulación del ser humano aprovechándose de él hasta lo indecible. Por cierto ¿saben de alguno de los que escaparon del «paraíso socialista» «democrático» y «libre», nada que ver con una dictadura, según parece, como fueron la URSS y países del Este, que regresara?


2 respuestas a «De «exiliados», huidos de la justicia y falaces mentirosos»

  1. A ESTE TROZO, PORQUE NO TIENE LO QUE HAY QUE TENER ESTE ESCUCHIMIZADO iGLESIAS, DE SINVERGÜENZA AL QUE LE LLAMAN PABLO MANUEL IGLESIAS, SE LE DEBERÑÍS CORTAR LA LENGUA POER DESVERGONZA. YA QUE HA TENIDO LA SINVERGONZIONERÍA DE QUERER QUE YO, Y LOS QUE TIENEN 75 O MÁS AÑOS, NOS MURAMOS, YO LE PUEDO LLAMAR DE TODO Y NO COSAS BINITAS, AL CONTRARIO, DESEO QUE SE MUERA DE FORMA LO MÁS INDESEABLE QUE SE PUED A. DIJO: «hay gente que va a morir de viejo porque tienen una edad, en la que con 75 años, durarán lo que duren, como Anguita, pero como e cadáver Cid Campeador a caballo, es que no tienen e4dad, habiendo gente con 25, 35, 45 años, yo creo (dijo el mamón este) que hay gente mayor que tienen que tomar ejemplo de Ratzinger y coger un helicóptero e irse a Castellgaldonfo, A LA MIERDA, o donde quieran». Le dese la peor de las suertes a este capullo.

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