Cuando la demagogia no tiene límites.
Porque no hay violencia machista, porque violencia la hacen tanto los hombres como las mujeres, porque generalizar, criminalizar a un colectivo, más por razón de sus sexo, es totalitarismo puro y duro, es injusto y estúpido. El que ejerce violencia contra una mujer, no siempre es hombre.

Ni límites ni fondo. El ínclito ayuntamiento de Madrid, en esta ocasión con la firma de todos los profesionales y vividores de la política de todos los partidos, se ha gastado una pasta en enviar a los madrileños una CARTITA y… ahora viene lo mejor, un colgante, sí, como lo leen, un colgante para colocar en los pomos de las puertas de las casas para demostrar que donde viven es «Barrio por los Buenos Tratos».
Pero no contentos con semejante estupidez, con gastarse el dinero de todos, nunca el suyo, claro, en tonterías, en propaganda, en no hacer nada, dicen a todos, pues así comienza la carta, que «Como seguro que compartirás, la violencia machista es uno de los problemas más graves que sufre nuestra sociedad», sin dar opción, ellos tan demócratas, a disentir; y es que el régimen actual es de un totalitarismo brutal porque no sólo no da opción a objetar, sino ni siquiera a disentir con el pensamiento.
Pues bien, no, vividores de la política, parásitos, chupópteros, sanguijuelas, no, no y no, no compartimos lo que dicen, no estamos de acuerdo y, más aún, no tienen razón, ni pruebas para avalar lo que dicen. Porque no hay violencia machista, porque violencia la hacen tanto los hombres como las mujeres, porque generalizar, criminalizar a un colectivo, más por razón de sus sexo, es totalitarismo puro y duro, es injusto y estúpido. El que ejerce violencia contra una mujer, no siempre es hombre. Si lo hace un hombre, es ese hombre y no todos los demás los que hacen violencia. Porque también hay mujeres que ejercen violencia contra hombres y, más aún, contra los niños, contra los nonatos, contra sus propios hijos a los que eliminan sin pestañear en su propio vientre, violencia, la del aborto, que podríamos calificar de feminista –por las mismas razones por las que ustedes hablan de violencia machista–, pero que ustedes, los demócratas, han legalizado, apoyan y se ponen de uñas cuando se les recrimina. Lo mismo contra los ancianos, abandonados en residencias pestilentes convertidas en negocios cuasi dolosos.
Dígannos de qué alardean y les diremos de qué carecen. Ustedes que tanto alardean, carecen de lo principal: de humanidad, de caridad, de generosidad, de bondad, de honradez, en fin, de todo.
