Denunciantes que tiran la piedra y esconden la mano
Recuerdo en mi época de fiscal, años ha, que llegó una circular o instrucción de la fiscalía general, diciendo que podían investigarse hechos, con relevancia penal, a priori, en base a un escrito anónimo, informaciones de prensa, etc.
Pero que, en la mayoría de los casos, era preferible descartar esas investigaciones, pues muchas veces obedecían a intereses espurios, enemistades personales, envidias, etc.
No me parece mal el criterio…
En los últimos tiempos, estoy recibiendo bastantes correos anónimos, obviamente por correo ordinario, en el que el remitente no tiene que identificarse, sino solamente pagar el franqueo, donde se me envían informaciones sobre hechos presuntamente delictivos, cometidos por políticos, magistrados, jueces y fiscales en ejercicio –alguno de la audiencia nacional-, muy conocidos y, supuestamente, sobresalientes.
Ante la imposibilidad de contactar con los “denunciantes”, me veo obligado a informarles públicamente de mi criterio sobre el particular.
Pienso que no es muy valiente, que digamos, tirar la piedra, y esconder la mano.
Como dicen en mi pueblo, el que quiera peces, que se moje el culo.
Por si no se han dado cuenta, yo no soy la fiscalía general del Estado (en España, y por desgracia para todos, del Gobierno de turno), ni escribo a tontas y a locas, sino que procuro documentarme, lo mejor posible, sobre todo lo que digo.
Pero es que, lo primero y principal, tenemos una guardia civil y policía nacional para investigar los delitos, identificar y detener a los investigados, en su caso, ponerles a disposición judicial, etc.
Y unos fiscales (alrededor de 3.000), jueces y magistrados (más de 5.500), que cobran por acusar, juzgar y condenar o absolver, en su caso.
En otras palabras, que cada uno cumpla con su deber, y el que quiera peces, repito, que se moje el culo.
O, por lo menos, que se identifique, para poder contestarle personalmente, aconsejarle jurídicamente, si lo desea, etc. (Obviamente, me comprometo a guardar sigilosamente su identidad, de la misma forma que hace el abogado con el cliente, mediante la institución del “secreto profesional”, prácticamente similar a la del sacerdote cuando nos recibe en confesión…, a los que tenemos la suerte de tener fe, y ser católicos).
Gracias a todos, denunciantes y víctimas, por su atención, y lamento no poder hacer más.
No soy El Defensor del Pueblo; ni siquiera El Justicia de Aragón, instituciones que también están, al menos en teoría, al servicio del pueblo.
De ese pueblo que calla, sufre y paga.

Los españoles somos muy valientes…, pero solo en las barras de los bares, y pasados de alcohol.
Luego, todo se queda en nada.
Vociferar para no callar.
No quiero decir que sea su caso, pues me consta que era y es muy trabajador, pero presiento que la mayoría de los fiscales son de «la ley del mínimo esfuerzo», y harán lo menos posible, pues al fin y al cabo, tienen asegurado el sueldo a final de mes.
Y, ¡cuanto menos haces, menos te equivocas!
Pero que la mayoría de los fiscales no se ganan el sueldo, resulta claro y evidente…
Cada vez hay más delincuencia, y no solo es culpa de la m. de leyes que tenemos, que también, sino, y sobre todo, del pasotismo de las diverrsas policias, nacional, local, autonónomicas, etc., sino del desinterés de una buena parte de los fiscales y jueces por cumplir con su deber.
Señor Grau, me parece muy correcto su criterio.
Una persona que no quiere dar la cara, no es digna de fiar.
Así de claro.
Igual se puede decir de los que escribimos en este o cualquier medio sin identificarnos realmente; al autor del artículo (o el responsable de la página) lo hace ¿pero el resto, mayoritariamente, lo hacemos?
En mi opinión ningún medio debería admitir «anónimos» o seudónimos equivalentes; nada debería ser oculto e incluso las votaciones a todos los niveles deberían ser nominativas y públicas; cada uno que se haga verdaderamente responsable de lo que dice o hace.
Así se terminaban las tonterías.
Pues yo creo que no, en absoluto.
Una cosa es denunciar sin dar la cara, sin nombre y demás un hecho delictivo, y otra es expresar una opinión. En el primer caso es obligatorio hacerlo con todas las consecuencias para que surta los efectos legales oportunos, si los hubiera. En el segundo, en realidad, no importa quién, sino qué dice, que esté argumentado, que aporte las pruebas que tenga a su alcance que den solidez a esa opinión. Los pseudónimos, utilizados desde siempre no invalidan la opinión, ni el qué, que en realidad es lo que importa.
Ya, pero es que no todo son doctas opiniones ni sesudos comentarios racionalistas ni mucho menos; estamos en una página «privilegiada» en ese aspecto, pero la práctica totalidad, en volumen, de lo que se dice en la red es una pura bazofia anti-civilizatoria que pocos se atreverían a decir si estuviesen identificados. Se limpiaría la red y de rebote el mundo en gran medida.
Aparte una cosa es lo que se dice en el anonimato y otra es lo que se hace en la vida real; de ese modo se sabría quien es quien.
Sobre las votaciones no hay duda de que si fuese público lo que cada uno decide se pensaría dos veces lo que se hace. además de tener responsabilidad por tus decisiones
¿por qué los sistemas políticos evitan esto? Esa es la clave, saben que si fuésemos a «cara descubierta» la gente se pensaría mucho lo que hace si lo conociesen todos los demás, eso no les interesa, sino el anonimato y la cobardía; les asegura el poder.