«Diario de un fracaso. La II República. Sus protagonistas te cuentan lo que otros no te contaron»

Enrique Navarro

En el mundo actual resulta prácticamente imposible estar al día de todas la publicaciones que en el ámbito de la historia se publican. No solo porque existen numerosas editoriales –grandes, medianas y pequeñas– y son cada vez más los autores con formación y capacidad para ofrecer interesantísimos ensayos, sino también porque, a todo ello, debe añadirse la proliferación de herramientas tecnológicas de autopublicación; herramientas que dan lugar, muchas veces, a verdaderos tesoros que , salvo alguna excepción, suelen pasar desapercibidos para el gran público.

La obra del historiador Enrique Navarro que aquí comentamos, Diario de un fracaso. La II República. Sus protagonistas te cuentan lo que otros no te contaron, autopublicada en la aplicación de Amazon Libros, corría el comentado riesgo de pasar desapercibida. Pero afortunadamente para todos los que amamos la historia, no ha sido así. Y no lo ha sido gracias a la calidad de su trabajo, que ha propiciado un merecido boca a boca, reforzado también por la excelente y aguda labor divulgadora que el propio autor mantiene a través de las redes sociales (en especial, en Twitter (AQUÍ), donde comenta además las efemérides que sobre el periodo republicano y la Guerra Civil se van produciendo). Todo ello, en suma, ha conseguido que la gente hable, hablemos, de este libro imprescindible –creo yo–  para conocer a fondo los entresijos y la realidad de lo que fue la política, en especial en sede parlamentaria, de la tan analizada y comentada Segunda República española.

El diario del fracaso que nos expone Enrique Navarro es una recopilación, resultado de una sabia labor de síntesis, de los diarios y actas que dan fe de lo acontecido –debates, mociones, interpelaciones, sesiones de control, etc.– en las Cortes unicamerales republicanas; primeramente en cuanto asamblea constituyente y, posteriormente, como asamblea propiamente legislativa, hasta su calamitoso final en el verano de 1936, con el triste epílogo que conformaron los debates, muestra ya de un desencuentro insalvable, sostenidos a raíz del determinante asesinato de Calvo Sotelo.

Navarro os facilita así un acceso inmediato y directo (a veces sorprendente, otras aterrador por el cariz delo que se dice y cómo se dice) a una de las fuentes históricas esenciales sobre el referido y muy presente periodo político. Lejos de resultar su lectura un ejercicio farragoso, propio del análisis de documentos oficiales, lo cierto es que desde el inicio, al abordar lo  sucedido en las primeras sesiones constituyentes, percibe el lector el ambiente electrizante que ya imperaba en la cámara (manifestación de lo que sucedía en la calle), así como la agilidad, en unos casos, y la torpeza, en otros, de los oradores protagonistas (sumamente conocidos, en su mayoría, para el aficionado a la historia); la sensación que se tiene es la de estar espiando el corazón de la Segunda República a través del ojo de la cerradura de aquellas malogradas Cortes. Ante nuestros ojos, Navarro ha revivido, tal y como fueron en su dimensión parlamentaria, a Azaña, Gil Robles, Ortega y Gasset o Clara Campoamor; entre muchos otros, constituyendo, debo decirlo, un momento muy especial aquellas sesiones en las que intervino, siempre de modo acertado, elegante y conciliador, José  Antonio.

Royo Villanova

Debe encomiarse el trabajo desarrollado por su autor, un trabajo riguroso y arduo que ha dado lugar a un imprescindible documento de más de ochocientas páginas, en el que verdaderamente se encuentran pasajes emocionantes, deslumbrantes y a veces terribles. A propósito de aquellos diputados de la asamblea republicana he llegado a conversar con Enrique Navarro y coincido con él cuando sostiene, por ejemplo, que uno de los mejores oradores, olvidado hoy en día en buena medida, era el diputado conservador Antonio Royo Villanova, cuyas intervenciones muestran una enorme calidad intelectual. Estoy igualmente de acuerdo con el autor en que resulta especialmente emocionante asistir desde, podría decirse, la grada de invitados a episodios tan conocidos como el de la defensa de Azaña del carácter laico de la República, los sucesos de mayo, el encendido debate sobre el Estatuto catalán o las amenazas de muerte vertidas desde los escaños de la extrema izquierda, barruntando ya el terrible enfrentamiento.

En suma, recomiendo la lectura o consulta de la referida obra porque creo que estos diarios (así como la cuenta de Twitter de su autor, @EnriqueNDF) constituyen un acierto y un documento indispensable para conocer, de primera mano, quiénes fueron y cómo se comportaron en sede parlamentaria, el centro de la vida que se pretendió democrática, los principales protagonistas políticos de la Segunda República española.

Para Razón Española


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