Dieta de adelgazamiento administrativo
En mi artículo de opinión publicado la semana pasada bajo el título “ERTEs a nuestros políticos”, proponía medidas muy concretas para ahorrar a las arcas públicas cientos de millones de euros. Les recomiendo su lectura. En él, apuntaba la reducción salarial de nuestros políticos, del ámbito o institución que fueren, y el de sus aláteres y paniaguados enchufados. Solamente con el ahorro de los dos batallones de asesores de la presidencia del gobierno, nos ahorraríamos cincuenta y cinco millones de euros. Estas medidas, absolutamente constitucionales, y por tanto asumibles en tiempos de estrecheces y necesidades generalizadas, se presentan como objetivamente morales y justas. No se puede pedir esfuerzos al pueblo y, a la vez, vivir opulentamente a costa del sufrido y maltratado contribuyente.
Les comenté, en la mencionada publicación, que seguiría apuntando iniciativas ejemplarizantes fáciles de entender y sencillas de aplicar, eso sí, si existe la firme y decidida voluntad de servir al pueblo, no como está ocurriendo, que el pueblo es servidor de aquellos en los que delega su soberanía. Primero hay que reducir el gasto corriente, y la depredación fiscal no puede ser la fórmula de equilibrio presupuestario. Maltratar, esquilmar y saquear los recursos públicos y acribillar al empresario, ya al ciudadano de a pié, a base de tributos no es la fórmula más inteligente. La consecuencia no puede ser más que la huida de capitales, la economía sumergida y la ruina de los contribuyentes. Justo lo contrario de lo conveniente y lo que practican las economías más saneadas del entorno económico avanzado.
Pues bien, el diagnóstico general, muy comentado en los foros europeos y en los círculos financieros más aventajados, nos recomienda un adelgazamiento administrativo. Es decir, padecemos de una elefantiasis administrativa. El estado español está aquejado del mal del gigantismo descontrolado de nuestras instituciones de gobierno ejecutivo y legislativo. Nuestro modelo tiene tres niveles administrativos imposibles de amamantar si no se racionaliza el control de sus instancias y órganos de funcionamiento. Dicho a las claras, tenemos una sobrecarga de gasto innecesario que hay que atajar. La hemorragia es permanente y la quiebra y el endeudamiento es extenuante. España se desangra. No hay estado en el mundo que sea capaz de costear el monstruo creado, voraz depredador de ingresos y préstamos. Hay que aplicar un torniquete con carácter de urgencia y sin posibilidad de efectuar transfusiones estériles que mantienen, artificialmente, la vida del estado.
Mis propuestas de dieta y adelgazamiento para esta obesidad mórbida es sencilla:
1) Reducción del número de departamentos ministeriales. La reestructuración del poder ejecutivo tiene que ser inmediata. Algunos de ellos son innecesarios dadas las trasferencias de competencias a las autonomías Veintidós carteras nos sitúan a la cabeza de los países de la Unión. Muy por encima de Alemania, que tiene catorce, lo mismo que Italia; Francia, que tiene dieciséis; o los once de Chipre y Hungría, los más austeros. Además, tenemos treinta secretarias de estado y tres vicepresidencias de gobierno. Una completa y absoluta barbaridad que responde a intereses ideológicos más que a una eficacia y eficiencia ejecutiva.
El mantenimiento de estos cortesanos genera un efecto multiplicador de las clientelas vasallas. Coches oficiales, personal adscrito, instalaciones, publicidad institucional y mil conceptos más estrangulan los recursos disponibles.
2) Reestructuración de los ejecutivos regionales. Diecisiete gobiernos y dos ciudades autónomas son demasiado para el bolsillo. ¿Necesitamos a tanto consejero, conseller, y la madre que los parió? Pues no. La España de los reinos taifas, con sus virreyes y séquitos es un lujo que no nos podemos permitir. Más coches, personal, instalaciones, etcétera y menos ceros en la cuenta corriente del estado. Estos feudos regionales se subdividen en condados que descentralizan, cuando se trata de comunidades autónomas pluriprovinciales, en delegaciones provinciales. Es decir, la descentralización de territorios descentralizados. Así por ejemplo en Palencia tenemos: subdelegado del gobierno y delegado territorial de la Junta de Castilla y León A ello añadiríamos el presidente de la Diputación, cuyos estipendios no son cuestión menor.
La descentralización de las políticas territoriales autonómicas implica gastos en sus delegaciones provinciales. Seguimos sumando gasto y reduciendo ahorro. En las capitales de las autonomías hay un enorme volumen de gasto acumulado en todo tipo de capítulos que merecerían un libro aparte. Derroche a troche y moche.
3) Recorte en el gasto de personal de las entidades locales. Me refiero a los ayuntamientos y diputaciones provinciales. Más personal de administración y más sueldos; más desembolsos y dispendios. El esperpento alcanza su esplendor en la hierba, cuando un presidente de la primera institución de una provincia recibe una retribución superior a la de algún ministro del Reino de España. ¿A ustedes les parece de recibo salarios de más de noventa mil euros cobrados? El negocio es mayúsculo. Más clientelas y más secretarias, chóferes, teléfonos, despachos, etcétera. Se reproduce el modelo nacional y regional a escala local. Aquí también hay equipo de gobierno provincial y departamentos de variado pelaje. Más gasto y más mercedes y más regalías, prerrogativas y potestades para los jerarcas locales.
A nivel municipal, también se cometen excesos. El resultado es el endeudamiento y el exceso de gasto. Más profesionales de la política a sueldo, más contratados por la puerta de atrás, más adjudicaciones difíciles de entender. Hay alcaldes que se lo trabajan, concejales esforzados y muchos que ni tan siquiera cobran, es cierto, pero les hay que viven como príncipes, incrementando sus cobros por su multifunción institucional al representar a su municipio en la institución provincial. La red de influencias también cubre con su manto de dominio las voluntades de colectivos, asociaciones y organizaciones varias.
De manera breve, he apuntado la necesidad apremiante de aplicar recetas de adelgazamiento inmediato y urgentísimo para corregir el sobrepeso de nuestra administración que aumenta legislatura tras legislatura. Las arcas públicas se vacían y son muchos los que se suben a la carreta hasta reventar a la mula de carga. Seguiré haciendo propuestas de ahorro ahora que se están negociando los Porsupuestos Generales del Estado. Hay más medidas que se pueden aplicar, pero mucho me temo que los arquitectos del sistema no van a querer ver nuevos proyectos de reconstrucción nacional. ¡¡Viva la Pepa!! Y a vivir que son dos días.

* Estimado señor, ES VERDAD TODO LO QUE USTED DICE, Y SE QUEDA CORTO, pero los «politicastros» nunca van a reducir sus «yacimientos de empleo», llamados también PESEBRES, DÓNDE SE ESTABULAN Y COMEN OPÍPARAMENTE, POR CUENTA NUESTRA.
* En realidad en España estamos viviendo en una auténtica DICTADURA DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS, que hacen lo que les da la gana, con un ¿Jefe del Estado? que pinta menos que PICHORRAS EN PASTRIZ (dicho aragonés que pueden ver en Internet), y que realmente ni siquiera sabemos si sigue aquí, o ya se ha exiliado…
* Con un presidente del gobierno que se niega a gobernar, pues él lo que quiere es estar siempre de vacaciones, de residencia real en presidencia real, y comportándose como una prima donna, un auténtico presidente de la república, MIENTRAS DELEGA TODAS SUS FACULTADES Y ATRIBUCIONES A LAS COMUNIDADES AUTÓNOMAS, para no quemarse él con su penosísima gestión.
* EN DEFINITIVA, VIVIMOS EN UN PAÍS EN A RUINA, Y CAMINO DE LA QUIEBRA, y no sólo económica, sino moral, espiritual, religiosa, etc.