¿Dónde está la primavera del Concilio? (I/III)

El próximo diciembre 2019 se cumplirán cincuenta y cuatro años de la conclusión del último Concilio pastoral llamado Vaticano II y treinta y siete años» de la implementación de la nueva misa y muchos otros cambios en la nueva “iglesia” posconciliar.

José Luis Díez

Debido a circunstancias de conciencia abandone el seminario en cuarto curso de teología y simultáneamente me aparte por un tiempo de la práctica religiosa, hasta que, pasados unos años, arrepentido y penitente, gracias Dios, “me levante” como el hijo prodigo y me incorporé al seno de nuestra Santa Madre la Iglesia Católica. El tiempo transcurrido en ese paréntesis de mi vida me impidió el acceso normal a los trasfondos de los cambios radicales sufridos en la Iglesia y a mi vuelta me encontré de sopetón con otra Iglesia, una nueva Iglesia que podría llamarse interconfesional e irreligiosa.

No pretendo, bajo ningún concepto enjuiciar y mucho menos condenar a nadie, pero como Dios nos ha dado entendimiento para que pudiésemos discernir, personalmente lo usaré para intentar comprender los acontecimientos y situaciones que a mi entender han cambiado en la Iglesia tras la muerte del papa Pío XII.

Lo primero que se salta en la mente al contemplar fe católica de nuestros padres (mayores) con la de nuestros hijos (jóvenes), es la tremenda diferencia existente entre modo de rezar y creer, y no me digan que es porque los tiempos cambian, que, si el progreso o las técnicas han avanzado, porque durante 2000 años también ha habido progreso, técnicas nuevas y avances especulares que no han impedido que el modo de rezar y creer se hayan mantenido durante esos XX siglos sin cambiar.  Hoy se advierte a primera vista que la fe, por mucho que se quiera alabar la primavera del Concilio Vaticano II, está paralizada e interrumpida, porque no se ha legado como es obligación de padres a hijos, de generación en generación, de siglo en siglo, de día a día. Siento tener que decirlo, pero la fe en las últimas décadas está quebrada, disminuida y, si me apuran mucho, casi desaparecida. Esto es reflejado por el modo de vivir, y se vive según se cree, y como se cree según se reza, o bien es que se reza mal o se reza poco.

La Iglesia de Dios no pude haber estado ni sido engañada durante 20 siglos. Dios, que es la Verdad, no puede engañarse ni engañarnos, luego la fe, los sacramentos, la vida sacerdotal, los hábitos cristianos, los seminarios, las misiones, los conventos, la teología tomista, la filosofía escolástica, la tradición de la ley natural, el hábito talar, etc., son legítimos y ortodoxas sus enseñanzas. Sin embargo, se ha cambiado todo, comenzando por la liturgia, el derecho canónico, el catecismo, el credo, el Padre Nuestro, el Gloria, los Kiries, los ritos de los sacramentos, sobre todo el de la ordenación de diáconos, sacerdotes y obispos, equiparándolos a los ritos anglicanos  y que según León XIII eran falsificados e inválidos,   se han suprimidos las ordenes menores y el juramento antimodernista, han proliferados el abuso de las absoluciones colectivas y eliminado los confesionarios, el Sagrario se ha trasladado a lugares secundarios y escondidos, cualquier hombre o mujer administra el Sacramento de la Comunión, y para mayor inri se administra de pie y en la mano, se han retirado los comulgatorios, se ha subastado la Tiara papal y entregado a la morisma el estandarte de Lepanto,  y las reliquias de San Pedro al Patriarca de Constantinopla, se han puesto de moda las monaguillas e incrementado las beatificaciones incluso sin los requisitos exigidos por el Derecho Canónico, se han eliminado 40 santos del calendario litúrgico, así como los exorcismos solemnes del rito bautismal, se han cambiado las oraciones del Viernes Santo, se ha subastado la Tiara papal, se ha equiparado la libertad religiosa como si de un dogma se tratara y un ecumenismo heterodoxo, se administra el sacramento del matrimonio a transexuales, al tiempo que se está cambiando el paradigma de la Iglesia sobre la homosexualidad y hasta es muy posible que en el breve tras la encíclica “Amoris Letitia” se legalice moralmente el sacrilegio de administrar  la comunión a los adúlteros, amancebados, etc.

Lo gravemente preocupante es que los católicos, por ignorancia sobre la obediencia debida, aceptan estos cambios como cosa normal sin siquiera plantearse unas cuestiones que son de suma importancia para la propia salvación, razón por la que me atrevo a plantear una serie de preguntas sobre la gravedad de este asunto, a fin de que con una buena reflexión puedan discernir también una buena conclusión, una legítima conclusión,  una verdadera conclusión, sin falsía, sin dudas, que se sepa a donde se va y cuales son los caminos.

Y ¿en qué me amparo para aconsejar que se haga esta reflexión? Pues ni más ni menos que en la obligación sancionada para los laicos por el canon 212, párrafo 3, del Código de Derecho Canónico: “Los fieles tienen el derecho, y a veces incluso el deber, en razón de su propio conocimiento, competencia y prestigio, de manifestar a los Pastores sagrados su opinión sobre aquello que pertenece al bien de la Iglesia y de manifestar a los demás fieles, salvando siempre la integridad de la fe y de las costumbres, la reverencia hacia los Pastores y habida cuenta de la utilidad común y de la dignidad de las personas.”

Que como se ve es la relación que está absolutamente sobrepasada, porque resulta que los pastores ya no se tienen por sagrados, ni su función es sagrada, ni tampoco defienden la integridad de la fe, ni de las costumbres, o sea, que no tiene sentido. La razón, de verdad, la justificación es que tenemos derecho de manifestar nuestra fe ante quien sea con las debidas maneras lógicas, pero con toda la fuerza y toda la contundencia, como seglares que somos católicos, y es que estamos centrados en lo que es nuestra fe, nuestra religión y sus contenidos, y por eso seguimos tras de esta pequeña introducción se plantea la siguiente serie de preguntas capitales:

– ¿Por qué motivo se han cambiado los rituales de todos los sacramentos?

– ¿No se deberá a su desacralización para que puedan llamarse celebraciones, y para que puedan terminar teniendo las mismas celebraciones los interreligiosos, los interconfesionales para participar de las mismas ceremonias que ya no serán sacramentos litúrgicos y católicos?

– ¿Por qué ya no se habla ni se quiere saber nada de la materia, forma e intención de los sacramentos?

– Cuando en 1966 Pablo VI abolió el índice de libros prohibidos, nos dejó a los fieles como ovejas sin pastor ante una jauría de lobos, permitiendo la difusión indiscriminada de lecturas heréticas en editoriales y librerías católicas.

¿Por qué muchas Biblias publicadas después de 1960 tienen tintes modernistas y desvirtúan la divinidad de los libros sagrados?

– ¿Qué intención se tiene al crear nuevos rituales eliminando los antiguos ritos válidos, que venían utilizando válidamente desde hacía 20 siglos?

– ¿No será que existe otra intención que por el momento desconocemos, o que si conocemos no se especifican ni se ponen en primer plano, para que la gente no se asuste o no encuentre escrúpulos en aceptarlos?

– ¿Pudiera ser que de lo que se trata es de utilizar otros que sean inválidos y sin efecto?

– Si no es así, contéstese en conciencia católica: ¿Por qué la celebración del bautismo ahora es la entrada en la Iglesia en lugar de ser el cambio de estado del niño, rescatándolo del pecado original, del que nunca se habla en ningún bautizo?

– ¿Por qué no se prepara a los padres ni a los padrinos? Personalmente he asistido útilmente a bautizos, en los que los padres y padrinos no sabían rezar el Padre Nuestro, ni el Credo, y apenas si se santiguaban bien. Lo que quiere decir que ya no son padrinos como testigos de la fe y de la incorporación a la Iglesia.

– ¿Por qué se han suprimido los exorcismos de los bautismos?

– ¿Por qué se permite que se adopte un nombre cualquiera?

– ¿Por qué se admite a cualquiera como padrino, incluidos divorciados, homosexuales públicos o a los no creyentes?

– ¿Por qué existen en las vicarias miles de cartas de apostatas pidiendo que borren sus nombres de los registros bautismales?

– ¿Por qué cuando se confirma se dice que se está celebrando la entrada en la Iglesia de un militante, y no la venida del Espíritu Santo al alma del confirmado? O, mejor dicho, ¿la fuerza del Espíritu Santo que es la confirmación para ser testigo de la fe?

– ¿Por qué se confirman cada vez menos niños?

– ¿Por qué se delega el obispo en un subordinado la celebración del Sacramento de la Confirmación?

– ¿Por qué el Sacramento de la Penitencia se ha convertido en la reconciliación en lugar de la confesión de boca de los pecados a un liturgo representante de Cristo como juez acreditado para dar la absolución? ¡Que ese es el poder sacerdotal de Cristo trasmitido a los sacerdotes!

– ¿Por qué comulgan todos y casi nadie se confiesa?

– ¿Por qué se han suprimido la confesión y los confesionarios?

– ¿Por qué se ha cambiado la fórmula de la absolución?

– Y sobre todo ¿Por qué se abusa de la absolución colectiva sabiendo que muchas almas podrán ir al infierno?

– ¿Por qué se habla cada vez menos de examen de conciencia?

– ¿Cuánto tiempo hace que no se oye hablar de la contrición, ni de la satisfacción y de la reparación de las faltas y deudas?

– ¿Qué interés se tiene en llamar Eucaristía al Santo Sacrificio de la Misa, y por qué se llama también Celebración, Synaxis, Novus Ordo, Nueva Misa, Banquete Eucarístico, etc.?

Con la Constitución Missale Romanum en el “Novus Ordo Missae” (no confundir sus siglas NOM con el nuevo Orden Mundial) Pablo VI sustituyó el antiguo rito romano de la Misa, que seguía en su Canon aquél mismo del cenáculo continuado por San Pedro. Con el supuesto buen propósito de “aggiornamento” el Papa buscó más complacer a los luteranos, aun sin obtener la contrapartida de que “los hermanos separados” aceptaran nuestra fe en la transubstanciación. ¿Mantiene el correcto equilibrio entre la fidelidad a la Tradición y el legítimo desarrollo, o ha provocado una crisis de fe en muchos fieles católicos, y especialmente a muchos sacerdotes y obispos, que son incapaces de entender la liturgia eucarística como un sacrificio idéntico al Sacrificio de la Cruz?

– ¿Por qué se han hecho todos los cambios inventados por el hereje Cranmer, el fundador prácticamente del anglicanismo, que sirve de pauta para esta reforma que dicen de la Iglesia, como si la Iglesia se pudiese reformar, una vez que ha sido instituida por Cristo?

– ¿Por qué se camufla el culto del domingo, imponiéndole los sábados?

– ¿Por qué han quitado los comulgatorios y a quienes se ponen de rodillas le miran con desprecio o le niegan la comunión?

Es cierto que hay fieles que tienen problemas físicos que les impiden arrodillarse, pero ¿por qué se parece la Santa Misa a un pabellón de pingüinos, todos puestos en pie ante el Santísimo, y los sacerdotes no hacen una invitación a que se arrodillen?

– Y en la sagrada liturgia, si son los ordenados los únicos que pueden administrar Sacramentos, ¿Por qué cualquier persona, incluso mujeres se pone a distribuir y a manosear el Santísimo, e incluso a decir lo que se llama misa de monjas, tras el altar como si fuera un sacerdote?

– ¿Por qué se administra la comunión a herejes y cismáticos?

– ¿Por qué algunos sacerdotes hacen creaciones o puestas en escena teatrales en las misas, como lo hacen las tenidas masonistas cuando hacen sus escenificaciones teatrales?

¿Por qué han cambiado el término sacrificio por el de cena o comida?

¿Por qué se ha rebajado la liturgia de la Santa Misa al entendimiento protestante de puro banquete, o memorial de una cena? Con ello, seamos conscientes, también se ha reducido el ministerio sacerdotal a una simple presidencia de la asamblea parroquial.

– ¿Por qué se ha suprimido todo lo que evoca expiación y sacrificio?

– ¿Por qué se han suprimido todas las oraciones que expresaban intención de celebrar el verdadero sacrificio?

– ¿Por qué han dado la vuelta a los altares y puesto al sacerdote de cara al pueblo?

– ¿Qué sentido tiene dar la espalda a Dios?

¿Por qué no preside un crucifijo el Altar, llamado por muchos mesa?

– ¿Por qué se han eliminados los ornamentos?

– ¿Por qué en los templos los sacerdotes permiten las risas, los aplausos, hablar y moverse como en cualquier lugar profano, asemejándose más a locutorios que a oratorios, a casas de oración?

– ¿Por qué en algunos templos ha puesto guarderías adyacentes con juegos para que los padres aparquen allí a sus hijos y no molesten mientras están en la celebración? ¿No afirmó Jesús: “Dejad que los niños se acerquen a Mí?

– ¿Por qué se colocan pantallas gigantes para reproducir documentales durante la misa?

– ¿Por qué se cambian los misales cada año?

– ¿Por qué desde que se cambió la fiesta de Cristo Rey al domingo posterior a Todos los Santos, se ha cambiado también el significado de su reinado pasando a ser solo espiritual y no también temporal?

– ¿Por qué se han suprimido las festividades de la Preciosa Sangre de Nuestro Señor Jesucristo o la Purificación de Nuestra Señora, San Pío X, Santa Filomena, San Jorge, San León.?

– ¿Por qué muchos templos están desnudos de santos y sin imágenes?

– ¿Desde cuánto tiempo no han oído una homilía sobre la gracia santificante o sobre el infierno?

Y sin embargo, el cambio es copernicano. Escuchas hoy como el Papa Francisco afirma con total naturalidad que el Dios cristiano “no condena a nadie eternamente”, que es como decir que no existe infierno eterno, una afirmación que hasta hace poco podría haber servido para abrir un proceso contra un teólogo y condenarlo al ostracismo.

– ¿Por qué a los protestantes se los llama hermanos separados y a los demonios no ángeles extraviados?

– ¿Por qué la liturgia pre-conciliar del Viernes Santo calificaba a los judíos de “pérfidos” y oraba por su conversión y ahora se les considera “pueblo de la primeras alianza” y “nuestros hermanos mayores”, cuando según la Tradición (fuente de la Revelación), el Magisterio y los Padres de la Iglesia nos han enseñado todo lo contrario?

– ¿Por qué se ha eliminado oraciones como la que pedía proteger a la Iglesia contra todos los enemigos visibles e invisibles?

– ¿Por qué se ha cambiado el Padrenuestro? Siendo así que con el nuevo no se puede rezar en unión con la Santísima Virgen, porque ella, que es inmaculada, no tiene ofensas sino deudas?

– ¿Por qué se reza un credo herético, en el que se ha suprimido el término “consustancial” por el de “la misma naturaleza”?

– ¿Por qué las mujeres circulan con total libertad por el presbiterio e intervienen en el desarrollo de las ceremonias?

– ¿Por qué se ha impuesto la lengua vernácula con el pretexto de que los fieles no entienden el latín, cuando los fieles siguen sin entender nada, ya que, si entendiesen algo, se arrodillarían ante la infinita Majestad del Creador, pero no lo hacen incluso durante la elevación del santísimo? ¿E incluso en las autonomías o territorios donde hay bilingüismo se da preferencia a las lenguas vernáculas, que solamente las entiende una parte de la población y no la lengua común, expresión de una nación entera?

– ¿Por qué en muchos templos se han suprimido los reclinatorios?

– ¿Por qué creen que es la asamblea lo que hace la Presencia Real de Nuestro Señor Jesucristo y si no hay asamblea no se celebra la misa?

– ¿Por qué casi nunca se recuerda que hay que estar en Gracia de Dios para recibir la comunión?

– ¿Por qué se ha impuesto recibir la comunión de píe y en la mano?

– ¿Por qué la primera comunión es hoy, en muchísimos casos, la primera y última comunión?

– ¿Por qué cuando se cae al suelo una hostia consagrada hay sacerdotes que ni se inmutan, y la recogen sin las debidas reparaciones?

– ¿Desde cuándo no ves hacer la acción de gracias después comulgar, incluso a sacerdotes?

– ¿Por qué esconden los Sagrarios?

– ¿Por qué se permite el cobro disparatado por celebrar el Sacramento del Matrimonio?

– ¿Por qué no se prepara debidamente a los novios para el matrimonio católico, sabiendo que vienen sin prepararse y ni siquiera del fundamento de nuestra Santa Religión?

– ¿Por qué se consiente casarse sin confesarse antes de la ceremonia?

– ¿Por qué se hace un espectáculo circense de la ceremonia en la se aplaude, se grita y se cantan canciones mundanas mientras se riegan con arroz?

– ¿Por qué esa tolerancia de dejar a los novios elegir libremente las lecturas y el desarrollo de la ceremonia, en la que muchas veces se ven fantasías poco cristianas, y mucho menos católicas?

– ¿Por qué se les admite al matrimonio sin saber si los novios quieren vivir como pide y desea la Santa Madre Iglesia?

– ¿Por qué en la mayoría de los casos se alteran los fines del matrimonio?

– ¿Por qué no enseñan los deberes entre los cónyuges o los de la moral conyugal?

– ¿Por qué no enseñan las funciones del cabeza de familia?

– ¿Por qué no se prepara a los enfermos para la muerte?

– Caso curioso: ¿Para qué se va a recomendar el alma, y mucho menos administrar la extremaunción, si todos vamos al cielo?

– ¿Por qué se acepta la cremación y que pasen previamente por la Iglesia?

– ¿Por qué sabiendo que León XIII sancionó el rito anglicano como carente de validez para la ordenación de obispos y presbíteros, se cambió en junio de 1968 el rito de la consagración de obispos por otro rito similar al anglicano, dejando la duda al fiel católico de si esas consagraciones son o no válidas y consecuentemente pasa lo mismo con las ordenaciones sacerdotales porque que al no existir trasmisión del sacerdocio consecuentemente tampoco son dispensadores de Gracia?

– ¿Qué significado puede tener, si es que tiene alguno, el rayo que cayó en la cúpula de San Pedro el día 11 de febrero de 2013, fecha coincidente con la renuncia Benedicto XVI?

– ¿Por qué existe hoy entre los fieles tanta confusión y perplejidad?

– ¿Cómo es posible que alrededor de ochenta millones de niños nonatos sean asesinados por año?

– ¿Cómo es posible que solamente en Sudamérica decenas de millones de católicos se hayan pasado a sectas?

– ¿Cómo es posible que España sea el quinto país del mundo y el segundo de Europa con más porcentajes de ateos?

– ¿Por qué en la Navarra católica, en tiempos no muy lejanos era la cuna de misioneros y religiosas, esté su seminario cerrado sin vocaciones y solo un 15 % de católicos se casan por la Iglesia?

– ¿Por qué se limita la vida cristiana a 20 minutos semanales, en el mejor de los casos?

– ¿Por qué se ha perdido el rezo familiar?

– ¿Por qué se ha suprimido las consagraciones familiares?

– ¿Por qué ya no hay un crucifijo en las casas, ni Sagrado Corazón en las puertas e incluso han desaparecido de los locales parroquiales en tanto que se prestan en ocasiones a las religiones falsas?

– ¿Por qué ahora no hay misiones populares en las parroquias?

– ¿Cómo es posible que los seminarios estén vacíos y no tenga apenas vocaciones sacerdotales en el mundo desarrollado?

– ¿Por qué están desapareciendo las órdenes religiosas?

– ¿Por qué ya no hay hijas de María e hijos de San Luis, o asociados de las congregaciones dedicadas y patrocinadas con el patronazgo de santos de juventud?

– ¿Por qué han dejado muchos sacerdotes de rezar el breviario?

– ¿Por qué se ha suprimido el juramento antimodernista y sin embargo existen todavía perjuros, que le juraron en su ordenación, y son hoy como “progresarios del modernismo”?

– ¿Por qué se habla tan poco de las indulgencias?

– ¿Por qué no se tienen en cuenta los ayunos ni las penitencias?

– ¿Por qué al Jueves Santo que antaño brillaba más que el sol se le ha eclipsado?

– ¿Por qué se han suprimido las Cuatro Témporas?

– ¿Por qué se ha sustituido la palabra “piedad” por “comprensión”?

¿Por qué se ha dejado de usar la palabra caridad, sustituyéndola por solidaridad?

Parte I de III


2 respuestas a «¿Dónde está la primavera del Concilio? (I/III)»

  1. Y la pregunta más inquietante de todas y que ha puesto a «parir» la fe de gran número de creyentes: ¿Por qué Nuestro Señor Jesucristo ha permitido, y sigue consintiendo, todas esas infamias y herejías en el seno de la Iglesia Católica? (si es que todavía lo sigue siendo).

  2. Estimado Jesús: La doctrina católica, como bien sabemos los católicos, cree que el hombre posee dignidad, que está radicada en su creación a la imagen y semejanza de Dios, lo que implica necesariamente que el hombre posee libertad y conciencia moral. La libertad es una capacidad inalienable del hombre, dada por Dios, de escoger entre el bien y el mal. Ese poder único, que «llega a la perfección cuando es ordenado por Dios», torna el hombre responsable por sus actos deliberados, debido a su conciencia moral. Luego, «la elección del mal es un abuso de la libertad, que conduce a la esclavitud del pecado.»
    Cuando el hombre escucha correctamente su consciencia moral, percibe la cualidad moral de un acto, permitiéndole asumir la responsabilidad, y consigue oír la voz de Dios, que le ordena a practicar el bien y a evitar el mal. El hombre, sin embargo, como también posee dignidad, no debe ser por eso impedido u obligado a actuar contra su conciencia, se bien que ella también puede producir juicios equivocados. Luego, es preciso educarla y ratificarla, para que ella pueda estar cada vez más en sintonía con la voluntad divina, con la razón y con la Ley de Dios (incluyendo el mandato divino de amarse unos a otros).
    Ahora bien, en la 2 Tim. 4, 3-4, San Pablo nos anuncia: «Porque llegará el tiempo en que los hombres no soportarán más la sana doctrina; por el contrario, llevados por sus inclinaciones, se procurarán una multitud de maestros que les halaguen los oídos, y se apartarán de la verdad para escuchar cosas fantasiosas.»
    Las herejías han estado con nosotros desde el principio de la Iglesia. Algunos hasta han sido originadas por líderes de la Iglesia, que tuvieron que ser corregidos por diferentes Concilios. Afortunadamente, tenemos la promesa de Cristo que ellos (las puertas del infierno) nunca prevalecerán contra la Iglesia (Mateo 16, 18).

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