Duelo en la sombra
Soy un cinéfilo aficionado al cine bien hecho, no me importa el género, me importa la interpretación de los actores, el guión de la película y otros aspectos tan notables como la fotografía, la ambientación y el vestuario, entre otros muchos elementos que determinan la calidad del film. “Duelo al sol” es una excepcional obra, dirigida en 1946 por King Vidor, e interpretada por un magnífico elenco de artistas. Jennifer Jones, Gregory Peck, Joseph Cotten, Lionel Barrymore, Walter Huston, Lilian Gish, Charles Brickford o Herbert Marshall, entre otros. Una película sensacional y llena de encanto para los amantes del buen cine. En ella, la joven Pearl Chaves, encandila y enamora a dos hermanos que rivalizan por conquistarla. Jesse, siempre cortés amable y educado, siempre correcto, pelea con Lewton, mucho más impetuoso y temperamental. Su género es una mezcla de western, romance dramático, y melodrama.
Hasta aquí mi gusto por el séptimo arte. A partir de ahora me referiré a una cuestión política con la que, dicha película, me permite establecer un imaginativo paralelismo con la situación interna que está viviendo el Partido Popular de Madrid. De momento, podemos llamar a este, cómo decirlo, enfrentamiento entre la presidenta del gobierno regional de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, de cuarenta y dos años de edad, y el simpático y dicharachero alcalde de la capital, José Luis Martínez-Almeida, de cuarenta y seis primaveras, como “Duelo en la sombra”.
Hasta ahora la colaboración de ambas instituciones gobernadas por los populares, sin mayoría absoluta, ha sido cordial y así seguirá siendo hasta el final de sus respectivos mandatos. Sin embargo, en el seno de los azules, se ha abierto un debate interno que pondrá a prueba el liderazgo de Pablo Casado. Madrid es muy importante para las futuras aspiraciones gubernamentales del líder palentino.
El botín electoral de los de Génova en la Comunidad de Madrid no es despreciable, pero necesariamente mejorable si se quiere llegar a la Moncloa. En la Asamblea de Madrid tienen 65 de los 136 parlamentarios regionales; en el ayuntamiento de la capital cuentan con 15 de los 57 concejales elegibles; tienen 762 de los 2317 ediles de los ayuntamientos madrileños; en el Congreso han cosechado 10 escaños de los 57 en disputa; finalmente, en el Senado, han sentado a siete senadores de los once posibles. El balance es interesante, pero necesita mucho margen de mejora. Con estas cifras en el Parlamento y en el Senado, las cuentas no permiten aspirar con serias opciones a desbancar al gobierno del ínclito presidente del todavía Reino de España, Pedro Sánchez, que además disfruta del apoyo mercenario de bilduetarras, nacionalistas, filocomunistas y regionalistas. Así pues, de manera preferencial, la operación Madrid es de una importancia estratégica de alcance nacional.
La popularidad de Díaz Ayuso y Martínez-Almeida es evidente y contrastable. Ambos disfrutan de las simpatías de los madrileños, incluso del respeto de muchos votantes que no les otorgaron su confianza. Ahora bien, la capacidad de influencia de Isabel en el territorio en disputa es mucho mayor, pues se extiende por toda la geografía de la Comunidad Autónoma de Madrid. Su jerarquía institucional es también más relevante que la de José Luis. Este es un hecho incontestable. En Génova lo saben de sobra y, por esta razón, su postulado a la presidencia regional del partido es legítima.
Pero la razón sigue asistiendo a Díaz Ayuso cuando declara, de manera pública, que es la única presidenta de una comunidad autónoma que no es presidenta de su partido en la región que gobierna. Es también una verdad incontestable. Los argumentos son pues de peso y los méritos sobradamente suficientes y demostrados. Pero aún diría más, muchos votantes de Vox se han manifestado inclinados a votar a Isabel si esta se volviera a presentar. A ello habría que añadir el beneficio de la fuga de votos procedentes de Ciudadanos, cada vez más tocado y haciendo aguas por todas partes.
Pablo Casado tiene un problema y tiene una disyuntiva que dirimir en la que se juega su futuro personal político. Su candidato, aunque no lo manifieste, es el alcalde de Madrid, al que ya otorgó su confianza nombrándole portavoz nacional del partido. Era una apuesta para dar una mayor visibilidad y protagonismo a Martínez –Almeida, aumentando exponencialmente su presencia mediática y su posición dentro de los órganos directivos nacionales de los populares. Hay que estar ciego para no darse cuenta de la estrategia diseñada. El simpático y locuaz regidor tiene un perfil de hombre de partido, es decir, mucho más sumiso y reverente con los guiones y los dictados de la dirección nacional. Estas son las grandes ventajas con las que puede presentarse a las elecciones a la presidencia regional del Partido Popular con las bendiciones de ser el candidato oficial.
Pero detrás de todo esto hay mucho más. Isabel, así se reconoce en todas las conversaciones y en los mentideros políticos, es una amenaza real para el liderazgo de Pablo Casado. La maquinaria electoral ya está puesta en marcha y ya se están tejiendo los apoyos que uno u otro puedan tener en las juntas locales. En política nada se deja al azar y no se puede esperar a última hora. Si Isabel finalmente es candidata, el partido ganará, pero el clan de Génova se encontrará muy incómodo y que, dicho sea de paso, bastante tiene con neutralizar a otra amenaza, la de Alberto Núñez Feijóo, que sigue a lo suyo, sin hacer ruido y ganando enteros.
Lo que no es tolerable es que el actual presidente regional popular, Pío García Escudero (desde el 28 de mayo de 2018), y su desconocida secretaria general (desde el 23 de septiembre de 2019), Ana Camins Martínez, actual senadora designada por Asamblea de Madrid, sigan dirigiendo los destinos de la organización. Los resultados electorales obtenidos en las diferentes convocatorias no les acompañan. Y eso que, el verboso alcalde, como alternativa de “consenso”, ha dejado deslizar el nombre de la senadora Camins. Habrá que esperar al 2022 para saber el desenlace de este melodrama y oscuro galimatías.
Mi opinión es que Isabel Díaz Ayuso debe ser la presidenta del Partido Popular de Madrid. Tiene experiencia de gobierno, atesora cualidades de líder, disfruta de la simpatía del electorado, es joven y sobradamente preparada, tiene carácter y raza para el debate y la confrontación política. Todo esto ya lo ha demostrado. No menosprecio a José Luis Martínez-Almeida, muy al contrario, pero su excesiva reverencia, sumisión y adoración a los dirigentes nacionales de su partido, le restan autonomía y capacidad de gobierno. El problema de fondo no es el evidente, el inmediato, lo que está en juego y corre peligro es la actual dirección nacional del Partido Popular. En política los celos, la desconfianza, las deslealtades y las traiciones están a la orden del día. Si te mueves no sales en la foto. Ustedes ya me entienden.

Dios libre a España del Partido Popular, lo mande quien lo mande, y otorgue clarividencia a los españoles para que no sigan dejándose engañar por los cantos de sirena de un partido corrupto, que ha jugado al papel de «policia bueno» para hacer estéril la reacción social contra el PSOE, que el PP, engañando a su electorado elección tras elección, se ha encargado de neutralizar para perpetuar las leyes y las políticas masónicas y antiespañolas de Zapatero.