“El 18 de Julio de 1936; entre el mito y la realidad”, José Piñeiro Maceiras ¡Definitivo!
Todavía a estas alturas, y más con la desmemoria inducida que nos anega a los españoles, jóvenes y también adultos, una de las polémicas más recurrentes es la de si el alzamiento cívico-militar del 18 de Julio de 1936 estuvo legal y legítimamente justificado o no. Cuestión nada baladí, sino todo lo contrario, porque de si lo estuvo o no depende, cual piedra angular, no sólo el hecho en sí, sino también la justificación de la subsiguiente guerra, así como de la etapa de gobierno durante casi 40 años de Francisco Franco. Así pues, es de importancia capital que de una vez por todas los españoles sepamos, sobre la base del análisis objetivo, ecuánime, imparcial y documentado, si aquel hito histórico estuvo o no justificado; o mejor aún si incluso fue necesario y obligado.
Sobre tal asunto se escribió ya durante la guerra, después de ella y, tras décadas de silencio por considerarlo obvio, ha vuelto a la palestra por mor de las leyes de “memoria”, conscientes sus promotores de que de considerar al Alzamiento justificado o no depende todo, de ahí su empeño no sólo en negar su legalidad y legitimidad, sino más aún en denigrarlo reduciéndolo a mero “golpe de Estado” propiciado por fanáticos cuyo único fin era la detentación del poder absoluto para imponer una dictadura que preservara sus privilegios personales y de clase. Así pues, saber con certeza si el 18 de Julio estuvo o no justificado constituye el meollo de nuestra historia contemporánea, pero no sólo de aquella parte del siglo XX, sino también de la que va de 1978 hasta la fecha, porque el actual régimen del 78 se justifica exclusivamente por la denigración de aquel levantamiento cívico-militar, ergo, si fuera el caso de que hubiera estado justificado, de que el Alzamiento Nacional fuera legal y legítimo, para qué decir si hubiera sido necesario e incluso obligado, no cabe duda de que los muros de nuestro devenir actual se resquebrajarían hasta caer estrepitosamente.

Para ayudarnos a dilucidar cuestión como vemos tan determinante, llega a nosotros de la mano de SND Editores, un libro, “El 18 de Julio de 1936; entre el mito y la realidad”, firmado por José Piñeiro Maceiras.
El autor tiene ya a sus espaldas varios trabajos publicados, así como multitud de artículos, avalados siempre por el rigor de sus investigaciones en los cuales sobresale la constante aportación de datos novedosos hasta ahora sepultados en los archivos aún inexplorados. Y es que Piñeiro Maceiras no se conforma con lo que ya sabemos, sino que tiene por costumbre indagar hasta anular cualquier mínima posibilidad de error, guiado por una exquisita y exigente premisa de imparcialidad y equidistancia, tan escasa en muchos, por no decir la mayoría, de los autores, o pseudoautores, que escriben sobre nuestro siglo XX. Así, su anterior libro, “La represión de Franco. Persecución y normativa en la España nacional (1936-1939)” (SND Editores), constituyó ya un hito, un antes y un después, una referencia obligada sobre asunto tan difícil y delicado como hoy tan torticeramente emborronado. Con este que ahora reseñamos creemos que se ha superado a sí mismo, porque de nuevo aporta no sólo máximo rigor historiográfico, sino algo muy importante como es una buena cantidad de documentación desconocida hasta la fecha; también el análisis certero de la conocida tan habitualmente tergiversada por las orejeras ideológicas con que se mira. Así pues, el libro constituye ya de por sí una joya por el original aporte documental que nos ofrece.
Otra de las características fundamentales de este trabajo es la equidistancia con que está elaborado, la serenidad, incluso si se quiere la frialdad propia del cirujano que, enfrentado a una intervención que sabe difícil, pero ineludible, y de consecuencias definitivas, no se implica emocionalmente consciente de que es la única forma y método seguro para alcanzar el éxito. Piñeiro Maceiras va colocando a nuestro alcance de manera metódica, paso a paso, conforme a un hilo conductor muy meditado, tanto en tiempo como en espacio, hechos irrefutables porque se sostienen en la documentación de la época, mucha de ella inédita, optando por sugerirnos, nunca imponernos, de manera que seamos nosotros, los lectores, los que al final saquemos nuestras propias conclusiones sobre si el 18 de Julio fue o no fue legal y legítimo, o incluso necesario y obligado.
El trabajo es también novedoso por su enfoque. Dejando de lado la forma en que hasta ahora se trató habitualmente sobre él, o sea, sobre si los poderes actuantes aquel 18 de Julio eran legales y legítimos o no, Piñeiro Maceiras se centra en conocer el antes, es decir, en cuáles venían siendo las intenciones y qué objetivos y fines perseguían los partidos y sindicatos en el poder el día del Alzamiento; en definitiva para qué se habían hecho con el poder. Porque si sus objetivos se ajustaban a la legalidad republicana, el Alzamiento jamás estaría justificado, pero si no era así…
El libro tiene dos partes bien definidas, que son además dos mitades casi iguales en extensión, más un detalle que pivota constantemente sobre ambas como la luz de un faro sobre el mar en la oscuridad de la noche.
Una primera parte, en la que el autor nos sumerge en el conocimiento de qué ocurría en el seno de las organizaciones políticas y sindicales de izquierda en España en los años inmediatamente anteriores al 18 de Julio de 1936, pero sobre todo en el año y medio que va desde la fracasada Revolución de Octubre de 1934 al Alzamiento. Especialmente en ese periodo de tiempo, la documentación tanto pública como reservada de los partidos y sindicatos de izquierda demuestra que iban encaminados directa y decididamente a un nuevo estallido revolucionario sólo que infinitamente mejor preparado que el de Octubre del 34, demostrando que habían aprendido de sus errores de entonces.
Además, dicha nueva revolución estaba en esta ocasión impulsada e incluso dirigida por la URSS de Stalin a través de la III Internacional comunista, es decir, por una potencia extranjera en franca expansión mediante la exportación de sus ideología con el claro objetivo de satelizar y poner al servicio de sus intereses a aquellos países con características y masas propicias a tal fin como era el caso muy especial de España. Sobre este importante matiz, Piñeiro Maceiras aporta incluso datos novedosos como son las pruebas de que esa influencia ideológica, de que esa injerencia en nuestros asuntos internos, de que esa intromisión en el devenir de nuestra historia por parte de la URSS, no se limitaba a la financiación de propaganda o formación de cuadros dirigentes, sino que iba más allá enviando armas que clandestinamente llegaban a España con destino a los más audaces, principalmente a los seguidores de Largo Caballero, el radical líder del PSOE y de la UGT conocido como el “Lenin español”, cuya responsabilidad en la preparación del nuevo estallido revolucionario queda patente hasta la saciedad. Y una nota final en este apartado: para la revolución en ciernes, a la que para mediados de 1936 se estaban dando ya los últimos toques, haciéndola inmediata, se contaba con el apoyo de una nada despreciable parte de las Fuerzas Armadas infectadas en varios niveles y con suficiente profundidad en no pocos de sus cuadros de mando; muy al uso de lo que había ocurrido en Rusia en 1917, lo que da una idea de la manifiesta peligrosidad que suponía dicha revolución por las garantías de éxito que a priori implicaba contar con parte del Ejército a su favor.
La segunda mitad del libro acrecienta su interés de manera exponencial porque entra a fondo en el análisis de la documentación existente sobre lo dicho, pero más aún porque es donde Piñeiro Maceiras nos presenta la inédita que resulta definitiva y absolutamente clarificadora no sólo de la incuestionable existencia de los preparativos para una nueva revolución, sino de algo más grave aún como es que no pocos de esos documentos, por su detalle, estructura e incluso terminología, fueron redactados por militares, confirmando lo dicho en el párrafo anterior de que la revolución en ciernes estaba ultimada, era inmediata cuando se acercaba el verano de 1936 y además su éxito asegurado porque contaba con parte de los mandos militares y de las tropas a su órdenes, es decir, además de las armas llegadas desde la URSS a los partidos y sindicatos de izquierda, con las armas de las unidades militares que, siguiendo a sus jefes, iban a respaldar materialmente el levantamiento revolucionario. Cuando uno lee la reproducción de no pocos de esos documentos hasta hoy inéditos, así como los ya conocidos, pero tan tergiversados, obtiene la seguridad de conocer todo el paisaje, de ver el bosque, de lo que se tramaba por parte, como hemos dicho, no sólo de los partidos y sindicatos de izquierda –todos ellos revolucionarios–, sino también de la URSS.
Y ahora toca desvelar cual es ese “faro”, esa luz que, a nuestro juicio, ilumina la escena final.
Piñeiro Maceiras aporta unos datos también esenciales, hasta ahora o desconocidos o no tratados suficientemente. Y es que los más altos mandos militares del momento estaban al corriente de los preparativos revolucionarios, de buena parte de su estructura, de la penetración de sus planes en el Ejército y la Armada, de la inminencia de su desencadenamiento, por lo que no se engañaban sobre su extrema peligrosidad. Y ello porque los varios departamentos de información militares existentes –Junta Central contra el Comunismo (Abril 1930), Oficina de Investigación Comunista del Ejército (Noviembre 1931), Sección Servicio Especial (Mayo 1935) y el Servicio anti-extremismos del Ejército (Marzo 1936)– tenían acceso a numerosos datos; también la policía que a su vez les informaba.
Y es aquí donde hay que volver al inicio del libro y releer algo esencial que Piñeiro Maceiras nos recuerda, que entonces los militares tenían bien grabado en sus almas, mentes y corazones, la Ley de Constitución (o Constitutiva) del Ejército de 29 de Noviembre de 1878, producto de la Constitución de 1876, asumida íntegramente por la II República y su Constitución de 1931, que no la varió ni en una coma –ley, por cierto, que estuvo vigente hasta la Constitución de 1978–, cuyo principal apartado y pilar rezaba así: “La primera y más importante misión del Ejército es sostener la independencia de la patria, y defenderla de enemigos exteriores e interiores”, ergo…
Para nosotros, al menos, tras la lectura meticulosa del trabajo de Piñeiro Maceiras, la conclusión no puede ser si no una sola: los que se alzaron, militares y civiles, el 18 de Julio de 1936, no eran ni unos locos, como les calificó Indalecio Prieto, ni unos egoístas cuyo fin era preservar sus intereses personales o de clase –alzados los hubo de todas las clases sociales–, sino hombres de honor y acendrado patriotismo que se vieron en la terrible disyuntiva de o someterse a la revolución en ciernes que hubiera convertido a España en satélite de la URSS, o, fieles a su juramento, y conforme a la legalidad inherente a esa Ley de Constitución del Ejército, defender su independencia tanto de los enemigos exteriores, la URSS, como de los interiores, los seguidores de aquellos partidos y sindicatos vendidos ideológica y materialmente a dicha potencia.
Libro, este nuevo de José Piñeiro Maceiras que consideramos definitivo sobre el asunto que trata, más importante aún que lo escrito sobre la ilegalidad e ilegitimidad de los poderes actuantes aquel 18 de julio, es decir, aquel Gobierno frentepopulista producto de un pucherazo electoral monumental, recalcitrante “golpista municipal” al hacerse con las alcaldías mediante amenazas de sus partidarios y amparador de los desmanes de toda clase que desde su acceso al poder en Febrero de 1936 y hasta el Alzamiento asolaron España, suave aperitivo de lo que después ocurrió en la zona que quedó bajo su control. Y es que su ilegalidad e ilegitimidad venía de antes, de mucho antes, como este excelente trabajo demuestra, de ahí la legalidad, legitimidad, necesidad y obligatoriedad del 18 de Julio y de sus consecuencias.
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