El asesinato de Calvo Sotelo, los militares y la masonería.

Calvo Sotelo en uno de sus grandes discursos

Desde el 1 de abril de 1936 al 4 de mayo del mismo año hubo en España [i] 47 muertos por terrorismo político, 216 heridos, 38 huelgas, 53 bombas y petardos, 52 incendios (en su mayoría de iglesias), y 99 atracos, atentados, saqueos, etc.  En un clima similar, a finales de 1935 nació la UMRA (Unión Militar Republicana Antifascista), formalmente para hacer frente a la UME (Unión Militar Española); surgió por medio de la fusión de la Unión Militar Antifascista (UMA) de origen comunista (fundada en 1934 por el capitán médico Miguel Palacios Martínez y el teniente coronel de Ingenieros Ernesto Carratalá, junto con el maquinista naval Eugenio Rodríguez Sierra), y la Unión Militar Republicana (UMR), socialista (fundada por el capitán de Infantería Eleuterio Díaz-Tendero, posterior creador del SIM republicano). El Comité Central de la UMRA estuvo formado por los oficiales citados pertenecientes a la UMA y la UMR, junto al comandante de Infantería José Luis Barceló y al teniente de Caballería Alfredo León Lupión. Todos estos oficiales pertenecían a la Masonería y, junto con otros «hermanos» (general Núñez Prado, coronel Puigdengolas, teniente coronel Mangada, teniente coronel maquinista de la Armada Antonio Parga, comandante de Infantería de Marina Ristori de la Cuadra, el ingeniero aeronáutico González Gil, capitán de Artillería Orad de la Torre, capitán Demetrio Fontán, segundo maquinista de la Armada José Sastre, etc.), formaron el núcleo de la UMRA [ii]; miembros de especial significación fueron el comandante Carlos Faraudo y el teniente José Castillo, ambos masones e instructores de las milicias social-comunistas MAOC, y que fueron muertos en atentado. Castillo, que personalmente había matado al falangista Andrés Sáenz de Heredia y al tradicionalista Luis Llaguno al disolver sendas manifestaciones, fue a su vez muerto, al parecer, por un oficial de afiliación falangista [iii]. A miembros de la UMRA, fundamentalmente, se les debe el reparto de armas al pueblo antes del 20 de julio de 1936, fecha en que el Gobierno legalizó el hecho consumado anterior [iv]. Por ejemplo: el citado teniente coronel Carratalá, jefe del Batallón de Zapadores acuartelado en Campamento (Madrid), fue muerto por sus oficiales la madrugada del día 19, cuando trataba de entregar cuatrocientos fusiles a unos milicianos. Según Juan Modesto [v], en Madrid había más de doscientos afiliados a la UMRA.

Cap. Orad

César Vidal escribió que “la infiltración de la masonería en el ejército —incluso durante la Dictadura de Primo de Rivera— fue verdaderamente extraordinaria; botón de muestra de ello es que, aunque Primo de Rivera prohibió la celebración de un congreso masónico en Madrid, el general Barrera lo autorizó en Barcelona” [vi]. También hizo referencia a la sesión del Parlamento del 15 de febrero de 1935 en la que, hablando el diputado republicano independiente Cano López sobre infiltración de la masonería en el Ejército, se dijo que de los veintiún generales de División nueve era masones (López Ochoa, Miguel Cabanellas, Gómez Morato, Riquelme, Núñez del Prado, Gómez Caminero, Villa Abrille y Molero), y otros 12 generales de Brigada (Urbano, Llano, Miaja, Jiménez, López Gómez, Martínez Monje, Cruz Boullosa, Martínez Cabrera, Pozas, Castelló, Romerales y Fernández Ampón), ampliando la denuncia con otra lista de coroneles [vii]. Al respecto, Calvo Sotelo, en la sesión celebrada el 25 de enero de 1935, según consta en el, atacó a la masonería, había dicho estas palabras: “… lo digo con toda claridad y sin ningún género de veladuras, porque uno de los problemas fundamentales que tenemos planteado en España es éste de la infiltración tentacular de la masonería en todos los órganos del Estado, incluso en el de los militares…” [viii].

En la noche del 12 al 13 de julio de 1936, según testimonio del entonces capitán de Artillería Urbano Orad de la Torre [ix], afiliado al PSOE, masón y miembro de la UMRA, que intervino personalmente en los hechos, de la capilla ardiente del teniente Castillo, en el Cuartel de Asalto de la calle Pontejos, inmediato al Ministerio de la Gobernación, salieron varios hombres dispuestos a cumplir la decisión que habían tomado cuando murió Faraudo, el 9 de mayo. Capitaneaba el grupo no un guardia de asalto sino el capitán de la Guardia Civil Fernando Condés [x] (la GC era entonces un cuerpo eminentemente militar), socialista y masón, que iba de paisano; estaba formado, además, por varios guardias de asalto y miembros de la escolta de Indalecio Prieto [xi]. Al decir de Orad, en la camioneta Hispano-Suiza nº 17 de la Guardia de Asalto (típico camión descubierto de hasta veinte plazas) fueron a buscar primero al monárquico Goicoechea y luego a Gil Robles, y, al no encontrarlos, se dirigieron al domicilio del diputado Calvo Sotelo, a pesar de no tener orden de arresto y gozar éste de inmunidad parlamentaria. Don José se dejó llevar, confiado por la presencia del capitán del benemérito instituto; ya en marcha el vehículo, el pistolero comunista Cuenca y miembro de la escolta de Indalecio Prieto le pegó dos tiros en la nuca. Pocos días antes, el Jefe del Gobierno y Ministro de la Guerra, el masón Casares Quiroga, le había amenazado de muerte públicamente en el Congreso [xii], como también lo hizo La Pasionaria (“este hombre ha hablado por última vez”); además, se da la circunstancia de que el Presidente de la República y Ministro de la Guerra (Manuel Azaña), el Presidente de las Cortes (Diego Martínez Barrio), el Ministro de Estado (Barcia), el Ministro de Marina (Giral), el Ministro de Gobernación (Juan Moles Ormella), el Director General de Seguridad (Alonso Mallol) y el comandante del Grupo de Asalto de Pontejos (Ricardo Burillo Stolle) también eran miembros de la Masonería. Según Ferrer Benimeli, 183 de los 458 diputados en la época eran masones, prácticamente el 40 % [xiii].

La pistola del asesinato, una de las reliquias del Museo que han desaparecido para el público

Recordemos que Calvo Sotelo, “la única esperanza de las derechas españolas”, según un documento masónico [xiv], había denunciado la infiltración de esta sociedad secreta en el Ejército [xv]. También que la creación por Calvo Sotelo del monopolio de Campsa, siendo ministro de Hacienda de Primo de Rivera, echó por tierra los planes de las petroleras más importantes, las del en torno de la Reserva Federal USA, el embrión entonces del Gobierno Mundial actual. La ojeriza del mundialismo, el odio de las logias y la enemiga de la izquierda revolucionaria le sentenciaron y asesinaron.

Cadáver de Calvo Sotelo

Esperemos que el paralelismo de descomposición nacional, corrupción política, primacía de la izquierda revolucionaria y clara preeminencia de la masonería, hoy Nuevo Orden Mundial, entre 1936 y nuestros días no produzca unos asesinatos similares.

–o–

[i]  Dictamen de la comisión sobre ilegitimidad de Poderes actuantes en 18 de julio de 1936, Pag. 62-63, Editora Nacional, Barcelona, 1939.    Ramón Salas Larrazábal,
[ii] El Ejército Popular de la República, Pag. 69, Ramón Salas Larrazábal, Editora Nacional, Madrid, 1973. Manuel de Paz Sánchez, Militares masones de España: diccionario biográfico del siglo xx, UNED, Valencia, 2004; este autor recoge las fichas (del Archivo de Salamanca) y biografías de 554 militares masones “confirmados” en 1936. Destacados comunistas fueron Barceló, Bueno, Ciutat, Cordón, J. M. Galán, R. Gil, I. Hidalgo de Cisneros, M. Márquez, F. Matz, etc. Don Hermenegildo Franco nos ha facilitado sendas relaciones utilizadas en plena guerra por el Estado Mayor y Secretaría Particular del Generalísimo, obtenidas en el Archivo de Salamanca, en las que los militares masones listados son 634 y 650, respectivamente. Llama la atención el modesto empleo (carabinero, cabo, auxiliar de artillería, peluquero naval, buzo, maquinista, practicante, escribiente, etc) de gran parte de ellos.
[iii] Revista Nueva Historia, nº 2, 1977. Castillo era masón, procedía de Infantería y estaba destinado en la Guardia de Asalto, cuerpo policial de choque creado y organizado en 1931 por el general Emilio Mola; había dado muerte a dos falangistas en los meses anteriores. Castillo fue asesinado el 12 de julio y Faraudo, también masón, lo había sido el 9 de mayo.
[iv] El comisariado político, Pag. 22 y ss. Eduardo Comín Colomer, Editorial San Martín, 1973. Este autor cita la Historia del Partido Comunista y confirma por sí mismo que, además de los 17 oficialmente comunistas, eran un total de 57 los “padres de la patria” plenamente bolchevizados. El Partido Comunista había creado el “Anti”, un “buró” dedicado a minar el Ejército, dependiente de la Comisión Político-Militar de la Secretaría General del Buró Político; organismos muy activos desde 1932, y que crearon numerosas células.
[v] Juan Modesto Guilloto, Soy del 5º Regimiento, Colección Ebro, 1969, Pag. 11.
[vi] Los masones, la sociedad secreta más influyente de la historia.
[vii] Historia De La Segunda República Española II, Joaquín Arrarás, Editora Nacional, tomo III, 1969.
[viii] Diario de Sesiones nº146, Pag. 5.763. Ver Causa General: Asesinato de Calvo Sotelo.
[ix] Ricardo de la Cierva, La Masonería invisible, Pag. 555 y ss, Editorial Fénix, Madrid, 2002. El propio Orad lo publicó en el diario El País el 26 de septiembre de 1978 (tomado de El Imparcial; luego, supuestamente, se desmintió). Orad tomó parte muy activa en el bombardeo artillero al Cuartel de la Montaña.
[x] Condecorado en África (VV. AA., La Guerra Civil española mes a mes, Pag. 53, , Tomo I, Grupo Unidad Editorial, Madrid, 2005, distribuido por el diario El Mundo), había tomado parte en la Revolución de Asturias: fue detenido en Madrid, encausado y condenado. Reingresado en el Ejército (Guardia Civil), estaba a disposición personal del presidente del Consejo (Hellmuth Günther Dahms, La guerra española de 1936, Rialp, Madrid, 1976, Pag. 13-15).
[xi] Ministerio de Justicia, Causa General, Madrid, 1943, Pag. 4 y ss, y www.causageneral.com. Formaban la tripulación de la misma, distribuida en cinco filas de cuatro/cinco asientos, además de Condés y Orad y otro desconocido, los guardias de asalto Orencio Bayo (conductor), José del Rey (antiguo pistolero y entonces escolta de la diputada socialista Margarita Nelken, que iba de paisano), Amalio Martínez, Enrique Robles, Sergio García, Bienvenido Pérez, Ismael Bueso, Ricardo Cruz y Aniceto Castro. También iban los paisanos Federico Coello (estudiante de medicina), Santiago Garcés y Francisco Ordóñez, socialistas y de la confianza de Indalecio Prieto; también se ha citado a Esteban Seco (VV. AA., La Guerra Civil española mes a mes, op. cit.). Pocos minutos después, salió detrás de la camioneta un turismo ocupado por los oficiales de Asalto (capitanes y tenientes) Antonio Moreno, Isidro Ávalos, Andrés León, Alfonso Barbeta y Máximo Moreno. Según Luis Cuenca y Hellmuth Günter (La Guerra Civil española mes a mes), era un pistolero a sueldo que había sido escolta del dictador cubano Gerardo Machado; había participado (y había sido condenado) por su actuación en la Revolución de Octubre, y ahora estaba en “La Motorizada”. Del Rey y Bueso serían promovidos poco después a comandantes de Milicias; Garcés fue jefe superior del SIM. Central; Ordóñez llegó a jefe supremo de la policía DEDIDE; el comandante Burillo, jefe del Grupo de Asalto de Pontejos, ascendió poco después a coronel.
[xii] “Causa General”: el 16 de junio de 1936 (Diario de Sesiones nº 45) el comandante de Carabineros José Muñoz atestiguó que el ayudante de Casares (José Luis Barceló, miembro de la UMRA y de la Masonería) decía que el Presidente le confió que daría muerte a Calvo Sotelo. Los dos policías de escolta de Calvo Sotelo, Rodolfo Serrano (amigo de Casares Quiroga) y José Garriga (masón), dejaron paso libre a Condés. Habían sustituido a los anteriores el 25 de junio de 1936 y, con posterioridad a esa fecha, Serrano, abrumado por su conciencia, hizo llegar a un diputado amigo de Calvo Sotelo que el jefe de Personal de la Dirección General de Seguridad, Lorenzo Aguirre, les había dicho que su misión era de espionaje y que, “caso de ocurrir un atentado, debían, si sucedía en un sitio céntrico, simular protección y abstenerse de ayudar en nada, y si era en descampado, ayudar a darle muerte”. No se detuvo ni a Condés ni a Cuenca. La investigación judicial fue entorpecida: por ejemplo, a una rueda de reconocimiento se enviaron personas distintas de las que fueron a la casa. Una vez comenzada la guerra, el 25 de julio, un grupo de milicianos sustrajo del Ministerio de la Gobernación, impunemente y a plena luz del día, lo actuado hasta entonces para el esclarecimiento de los hechos.
[xiii] Masonería Española Contemporánea, volumen II, José Antonio Ferrer Benimeli, Siglo XXI de España Editores, 1980.
[xiv] Mil días de fuego, Paf. 3, de José María Gárate Córdoba, Editorial Luis de Caralt, Barcelona, 1972.
[xv] El historiador Ricardo de la Cierva considera que este crimen, que provocó la chispa que desató la Guerra Civil, fue de origen masónico.

4 respuestas a «El asesinato de Calvo Sotelo, los militares y la masonería.»

  1. Magnífico trabajo, tal como nos tiene acostumbrados su autor.

    El asesinato de Calvo Sotelo, -líder de Renovación Española, y Jefe de la oposición parlamentaria al Frente popular-, la noche del 12 al 13 de julio de 1936 es el claro exponente de que el Gobierno del Frente Popular y Masónico de la 2ª República lejos de ser un sistema «democrático» era un Estado POLICIACO, donde la policía actuaba como una verdadera banda de malhechores.

    El carácter criminal de las autoridades rojas no sólo se demostró con este magnicidio, sino también con cuatro hechos más que le sucedieron:
    1.- al día siguiente del asesinato de Calvo Sotelo, el Gobierno prohibió a la prensa que pudiera decir que Calvo Sotelo había sido asesinado. El periódico “Ya” se limitó a publicar que su cadáver presentaba “señales de violencia”, y por ello fue multado con la fabulosa cantidad de 50.000 pesetas de la época. Este dato da idea de la estafa que supone que hoy se presente a la República como un poder legal y democrático. El Alzamiento no acabó con ninguna democracia sino que la falta de democracia provocó el Alzamiento.

    2.- El Gobierno, para aparentar que hacía algo asignó las laboras de investigación de lo sucedido precisamente a los asesinos, para así garantizarse que nada se descubriera para la opinión pública. Lo que da idea del carácter mafioso de las autoridades rojas. Mientras el gobierno aparentaba que se estaba investigando el crimen, Margarita Nelken tenía escondidos en su casa a varios de los pistoleros para aparentar que no se encontraban en la ciudad.

    3.- Al entierro de Calvo Sotelo asistieron 30.000 personas, al finalizar la Guardia de asalto roja disparó indiscriminadamente contra los asistentes, matando a 5 personas e hiriendo a más de 30, este es el nivel de impunidad del que gozaba la policía roja.

    4.- Tras el asesinato de Calvo Sotelo muchos madrileños fueron a firmar en el domicilio de Calvo Sotelo en señal de pésame. Lo que estas personas no sabían es que estas firmas serán después utilizadas por las autoridades rojas para mandar detener y asesinar a todos los firmantes y sus familias. Así mismo se utilizarían las fotografías del entierro para identificar a los asistentes y asesinarlos.

    A estos 4 datos que sucedieron al asesinato y que muestran bien a las claras el verdadero perfil criminal del Gobierno del Frente popular, hay que añadir un 5º dato que lo precedió, y que lo aportó el policía que había sido escolta de Calvo Sotelo, D. Rodolfo Serrano, un verdadero policía, hasta que fue retirado por el Gobierno el mismo 12 de julio de 1936, es decir menos de 24 horas antes del asesinato.
    Este 5º dato es el siguiente:
    El 29 de junio son relevados los 2 policías que vienen prestando el servicio de escolta del Diputado D. José Calvo Sotelo, -D. Antonio Alvárez Ramos y D. Basilio Gamo (este último será asesinado al iniciarse la guerra civil por el solo motivo de haber sido escolta de Calvo Sotelo)- y sustituidos en su lugar por los policías Rodolfo Serrano de la Parte y José Garriga Pato. La elección de estos policias se debió a que se les creyó de absoluta confianza, el primero porque despertaba las simpatías de Casares Quiroga que era gallego como él, dado el carácter separatista de Casares Quiroga lo consideró un “compatriota”; el segundo por ser masón al igual que Quiroga y plenamente afecto al Frente Popular. Una vez en la Dirección General de Seguridad ambos policías son citados para el día siguiente –30 de junio- ante el Jefe de personal de la indicada Dirección General, Lorenzo Aguirre Sánchez, el cual les hace saber que su misión con Calvo Sotelo no sería la de protección sino la de espionaje, debiendo dar cuenta diaria y detallada de las personas con quienes se relacionara. Además ambos escoltas son llamados por el Director General de Seguridad Alonso Mallol, quien les dijo: “Si hay algún atentado en la ciudad contra Calvo Sotelo, absténganse de actuar, y si es en el campo pueden rematarlo” (¡!). Rodolfo Serrano, un verdadero policía, quedó consternado por esta orden y cometió el error de confiar en su compañero (miembro de la masonería y ferviente izquierdista) y comentárselo. Éste enseguida alertó a sus superiores, e inmediatamente el policía honesto fue trasladado a la Coruña el día 12 de julio de 1936 –menos de 24 horas antes del asesinato de Calvo Sotelo-, y al llegar a su nuevo destino escuchó por la radio el asesinato de Calvo Sotelo.
    Este dato –que demuestra una vez más el talante criminal de las autoridades de la 2ª República- está recogido en la Causa General publicada por el Ministerio de Justicia después de la guerra, y además lo confirmó el policía Rodolfo Serrano en 1970, ya jubilado, al Magistrado también jubilado D. Francisco Alberto Gutiérrez Moreno.

    Volviendo al asesinato de Calvo Sotelo, ya para terminar recordar que los asesinos prevaliéndose de su condición de oficiales de policía y Guardia civil irrumpieron en su casa de madrugada. Al más puro estilo del cine negro lo primero que hacen es arrancar el teléfono, y, pese a su inmunidad parlamentaria, se lo llevaron ilegalmente detenido, lo cual era inconstitucional, aunque hipócritamente la propaganda izquierdista pretenda presentar al Frente Popular como defensora de la legalidad constitucional. Unos minutos después, le pegaron dos tiros en la nuca cuando lo llevaban en la furgoneta policial, al comentar Calvo Sotelo que ése no era el camino hacia la Dirección General de Seguridad. El crimen disipaba cualquier duda sobre el carácter criminal del Gobierno del Frente Popular y el 17 de julio comenzó la rebelión que si bien partió de la parte honesta del Ejército, no fue ningún golpe militar, sino un clamor popular al que se unió desde el primer instante la sociedad civil que todavía no había sido manipulada por las autoridades del Frente Popular y sus agentes soviéticos.
    Conviene no olvidarlo, y conviene no olvidar que sucesos como la confesión del General Santiago de control de las redes sociales o el propio Caso Faisán, (y otros muchos de los que citaremos algunos) ponen de manifiesto lo cerca que está la Guardia civil y policías rojas actuales de aquella que perpetró el asesinato y precipitó con su actuación impropia de verdaderos policías, a la guerra.
    Este suceso debería invitar a la reflexión a todos esos Generales, Coroneles, Tenientes Coroneles, Comandantes, Capitanes, Tenientes, Alféreces y así sucesivamente hasta la clase de tropa dentro de la Guardia civil, (y lo mismo podríamos decir de la Policía, incluidas la policía autonómica vasca y catalana) de a qué nivel de degradación como policías y guardias civiles conduce la politización de la Guardia civil en la extrema izquierda y su colaboración política perdiendo completamente el norte, como es el caso del control de las redes sociales que confesaba el propio General Santiago de su boca, el caso del Comandante que dejó pasar en Barajas las 40 maletas de Venezuela, el caso de la persecución de los Guardias acusados de Franquistas y que a los Generales y demás miembros por donde pasa el caso les falta tiempo de plegarse y hacerle el juego a la persecución que exigían los podemitas mientras que contra los guardias podemitas no se toma ninguna medida por sus infracciones disciplinarias, la actitud en la puerta del Valle de los Caídos impidiendo el acceso al culto, la actuación en Callosa del Segura para reprimir que el pueblo pudiera tener ninguna reacción contra el arranque de la Cruz, y un largo etc. El asesinato de Calvo Sotelo si de algo sirve es para conocer a dónde conduce a los Guardias civiles que se venden al Comunismo.

    Felicitaciones al autor y a la página por publicarlo. ni que decir tiene que en las televisiones el suceso se ha ocultado a la opinión pública, sólo el programa de Una Pica En Flandes, lo ha recordado en el día de ayer:
    https://www.youtube.com/watch?v=I5j-AWoOoBg

    1. Amén.
      Magnífico retrato de aquel régimen y, por contraste, de los que actualmente le entronizan en el altar de las maravillas.
      Me descubro y felicito a Kevlar por su trabajo: no es que complete el mío, es que entra en la verdadera trama, revelando el carácter de los actores de aquel cuasimagnicidio.
      Gracias una vez más.

  2. Magníficos el artículo y el comentario del Dr. Steiner que prueban el odio y el terror engendrados por la barbarie socialo-comunista y masónica de las izquierdas masónicas.
    Nos encontramos en la misma situación que en julio de 1936 en peores circunstancias ya que entonces se encontraban preparados la COmunión Tradicionalista, la Falange y parte del ejército no masónico.
    El 18 de julio se aproxima y la fecha menos conocida pero más trascendental para las derechas católicas, el 19 de julio de 1935. Si Dios me da vida, comentaré que sucedió ese 19 de julio fecha honorable de la Sublevación contra la República de los mártires católicos que diseñaron la verdadera rebelión. Prometí a mi padre que no revelaría lo sucedido para no perjudicar a Franco. Dadas las circunstancias actuales tengo la obligación de relatar la verdadera historia para que las derechas españolas y no incluyo ni al PP, ni a Vox puedan partir de cero.
    Y explicar por qué Franco eligió al corrupto y masón Juan Carlos para la jefatura del Estado.
    Saludos desde Bélgica de un carlista donostiarra.
    Íñigo Caballero

  3. La famosa «Legalidad republicana», con la que hipócritamente le lavan el cerebro a los alumnos en todos los niveles educativos, le lavan el cerebro a las familias sin moverse de casa en las televisiones con toda clase de series y programas, y le lavan el cerebro a los que acuden a los cines.

    Pronto, contar la verdad de este y otros sucesos será delito y no faltarán policías, fiscales y jueces corruptos para imponer el telón de acero contra la verdad, como ya los hay en otros temas.

    Hago notar cómo mientras en España negar la religión oficial de El Holocausto es delito de odio, sin embargo para los de signo contrario no solo no tienen que sufrir el mismo rigor sino que tienen libertad directamente para reivindicar y hacer apología de sus asesinatos, abiertamente admitidos con toda «naturalidad», y así el artículo reproduce la portada de el diario «El Imparcial» donde el Capitán Urbano Orad, cuenta cómo mataron a Calvo Sotelo, como el que cuenta un viaje a Segovia, porque la apología del crimen es libre para los verdaderos criminales, las cosas no tienen valor por si mismas sino dependiendo del color político. El famoso «Estado de Derecho» (¿?), tan famoso como «la legalidad republicana».

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