Como escribo en «El gran reinicio y la lucha por la libertad», el mundo occidental está bajo el control de las «élites subversivas». Con un poder e influencia desmesurados, estas personas no son naturalmente superiores, pero tienen como objetivo socavar la civilización occidental.
En la esfera económica, el capitalismo de partes interesadas es un esquema de cártel que beneficia a los que cumplen y destruye a los que no cumplen. Y la economía del capitalismo de partes interesadas se derrama en un modelo geopolítico y de gobernanza: estados y corporaciones favorecidas en “asociaciones público-privadas” en el control de la gobernanza. La configuración produce un híbrido corporativo-estado que en gran medida no rinde cuentas a los electores de los gobiernos nacionales.
Como escribe Kurt Nimmo : “Según el Instituto Transnacional de los Países Bajos, esta “iniciativa” propone una transición desde la toma de decisiones intergubernamental hacia un sistema de gobernanza de múltiples partes interesadas . En otras palabras, sigilosamente, están marginando un modelo reconocido en el que votamos en gobiernos que luego negocian tratados que luego son ratificados por nuestros representantes electos con un modelo en el que un grupo autoseleccionado de ‘partes interesadas’ toma decisiones en nuestro nombre ” .
La cómoda relación entre las corporaciones multinacionales y los gobiernos incluso ha despertado el desprecio de algunos académicos de izquierda. Algunos señalan que la asociación ONU-WEF y el modelo de gobernanza del WEF representan al menos la privatización de la Agenda 2030 de la ONU , con el WEF aportando socios corporativos, dinero y supuesta experiencia en la Cuarta Revolución Industrial (4-IR). Y el modelo de gobierno del WEF se extiende mucho más allá de la ONU, afectando la constitución y el comportamiento de los gobiernos en todo el mundo. Esta usurpación ha llevado al politólogo Ivan Wecke a llamar al rediseño gubernamental del sistema mundial del WEF “una toma de control corporativa de la gobernanza global”.
Esto es cierto, pero el modelo WEF también representa la gubernamentalización de la industria privada . Bajo el capitalismo de partes interesadas de Schwab y el modelo de gobernanza de múltiples partes interesadas, la gobernanza no solo se privatiza cada vez más, sino que también, y lo que es más importante, las corporaciones son delegadas como importantes adiciones a los gobiernos y organismos intergubernamentales. De este modo, el estado se amplía, mejora y aumenta mediante la adición de enormes activos corporativos. Estos incluyen la financiación dirigida al «desarrollo sostenible» con exclusión de los que no cumplen, así como el uso de Big Data, inteligencia artificial y 5G para monitorear y controlar a los ciudadanos.
Pero primero deben establecerse las condiciones para un gobierno global y estas condiciones incluyen la ruptura de la soberanía nacional, la abrogación de los derechos naturales y la reducción del nivel de vida de la gran mayoría. “La riqueza”, escribe Sean Fleming para el WEF, “es la mayor amenaza para nuestro mundo. … La verdadera sostenibilidad solo se logrará a través de cambios drásticos en el estilo de vida”.
Por lo tanto, estas élites no solo son subversivas sino también destructivas. Considere, por ejemplo, el uso de mandatos de vacunas para ahogar las cadenas de suministro. Considere esto en relación con las operaciones de desmoralización cultural, social y política: los bloqueos de COVID y los mandatos de vacunación, los disturbios casi respaldados por Black Lives Matter-Antifa, la prestidigitación electoral, la inmigración sin restricciones, el movimiento transgénero. ¿No tienen todos estos fenómenos el efecto común de producir inseguridad social y económica e indefensión aprendida, al mismo tiempo que acobardan hasta la sumisión a cualquier oposición política?
Sin embargo, es esencialmente imposible probar que está en marcha una campaña coordinada de las élites subversivas. Como revelan los documentos internos de Twitter que se pusieron a disposición del público en diciembre, uno de los aparatos ideológicos y de comunicación más poderosos de la Tierra había hecho todo lo posible para sofocar y filtrar la visibilidad de cualquier historia que pudiera proporcionar una ventana a la coordinación del nuevo orden mundial.
El término “judeocristiano” es redundante y no es correcto… ni inocente. Más bien interesado y algo anticristiano, a mi entender, más allá de que haya mucho tonto útil que lo emplea con buena intención.
Es como si decimos cultura «Fenicio-española», ó cultura «latino-española», una cosa va incluida en la otra, que es el resultado de muchas influencias. Sí se puede decir «Cristiana latina» (porque nuestra cultura es el Cristianismo de Jesucristo y su Iglesia de doce apóstoles, pero interpretado y liderado por la civilización latina), pero «judeo-cristianismo» es ponerle un adjetivo a «CRISTIANISMO» que no aplica, porque lo que tiene de origen judío de la Antigua Alianza (ya caducada) está implícito en la palabra Cristianismo, y la cultura judía va por otro lado desde hace más de 2.000 años.
El cristianismo tiene sus raíces en la antigua Ley dada al pueblo Judío desde Abraham y en concreto con Moisés. Las raíces serían con la Antigua Ley (más que con la cultura judía per sé), aunque obviamente ambas cosas iban juntas antes de la llegada de Dios encarnado, el Mesías, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad encarnada en ser humano.
Estaba profetizado que el pueblo judío rechazaría al Mesías (el pueblo como tal con su liderazgo, no individualmente cada uno de ellos), y que el liderazgo de la Nueva Alianza, abierta para todos los hombres, ya no estaría con ellos. El nuevo liderazgo se situó en Roma, con una Iglesia Católica, Apostólica (la misma desde los apóstoles) y ROMANA.
Culturalmente el cristianismo no se parece tanto al judaísmo (respetando mucho la cultura judía), en el sentido de que en tiempos de San Pedro se rechazó todo lo «judaizante» como algo no deseable, pues la Nueva Alianza era diferente.
San Pablo «regañó» a San Pedro, que era el Papa, por que los fariseos convertidos al cristianismo propugnaban que se debía mantener la ley mosaica (Hechos de los Apóstoles: “algunos que habían bajado de Judea enseñaban a los hermanos: “Si no os circuncidáis según el rito de Moisés no podéis salvaros”). Por tal motivo se reúne el Concilio de Jerusalén, que define –con San Pedro a la cabeza- que la salvación viene por la fe en Jesucristo y no por las prácticas de la Ley judaica, que como hemos dicho no debemos confundir con la Ley de Dios establecida en los Diez Mandamientos y que deben ser observados para alcanzar la salvación eterna.
La cultura judía, como tal, lleva 2.000 años diferenciándose de la de los cristianos de la Nueva Alianza, con sede en Roma, y más bien fue el Imperio Romano-Cristiano el que marcó la pauta cultural y moral desde entonces, aunque por supuesto haya paralelismos en algunas partes de la Liturgia, espiritualidad, etc., y algunas influencias, pero sin que eso se pueda calificar de «Judeo-Cristianismo», que además es redundante y quiere enfatizar la cultura judía cuando esa parte ya está incluída en el cristianismo. Podría decirse «Judeo-Latino», pero tampoco es correcto, porque el Cristianismo tiene una fuerza cultural mucho más intensa que el antiguo judaísmo del viejo Testamento, y estaríamos cambiando «Cristianismo» por «judaísmo» (¡qué conveniente para algunos!, pero no verdadero ni justo).
Claramente que quedan muchas cosas, pero incorporadas en el cristianismo y muy mezcladas con lo LATINO, que es el nuevo liderazgo de la Iglesia al haber rechazado los judíos la Nueva Alianza con el Cuerpo y la Sangre de Cristo (rechazado por los judíos como tal pueblo y no individualmente, pues un alto porcentaje del pueblo judío se convirtió en los primeros años de la Iglesia).
Son cosas y términos nuevos que vienen de los países anglosajones, pero no debemos incorporarlos a nuestro vocabulario porque no son correctos ni exactos y además tienen una intención política e ideológica, a mi entender.
Pues tiene usted toda la razón, pero precisamente por eso, porque la razón de nada vale en el mundo actual, todos los «listos» seguirán con el «judeocristianismo» igual que siguen con Latinoamérica para referirse a Hispanoamérica e incontables estupideces y locuras más que nos esperan.
Esto bien puede no haber hecho más que empezar.
En referencia a las élites subversivas, aporto un video de una gran mujer inteligente que desarrolla su visión, de gran trabajo en toda su vida, para llegar a sacar sus propias conclusiones, emergerá a todo individuo que busca la verdad, como una astilla clavada en su mente coincidiendo en su misma conclusión. Evidentemente, quien no comprenda que es una matriz arquetípica y toda su ingeniería social, no podrá comprender su colapso y el porqué nos arrastran a una matriz digital transhumana. Cuán largo, cuán solitario es el camino hacia uno mismo, hacia el despertar, sin tener miedo a la muerte.
https://nptmedia.tv/video/pld/
«No he conseguido nada, ni siquiera ser un malvado; no he logrado ser guapo, ni perverso; ni un canalla, ni un héroe…ni siquiera un mísero insecto. Y ahora termino mi existencia en un rincón, donde trato de consolarme (aunque sin éxito) diciéndome que un hombre inteligente no consigue nunca llegar a ser nada y que solo un imbécil triunfa».
Gran frase para tener una pequeña idea en que mundo te manifiestas y si tienes el valor infinito de poder trascender este mundo de locura, sin espíritu guerrero, es imposible.
Saludos cordiales
Los católicos lo tenemos muy fácil (en relación a conocer la Verdad de la vida): el verdadero éxito y el verdadero triunfo en la vida es salvar nuestra alma, dando Gloria a Dios, y ayudar a nuestros prójimos a salvar la suya. Después de esta vida hay un juicio ante Dios de todo lo que hicimos en ese aspecto, y para ese momento hay que estar preparados.
Si fracasamos en eso lo perdemos todo, porque como dijo nuestro Señor Jesucristo, «¿de qué te sirve ganar el mundo entero si pierdes tu alma?».