El cardenal Tarancón o el desprecio por la tradición

El Cardenal Tarancón hizo mucho daño a la Iglesia. Su gobierno marca una ruptura con la tradición histórica de la Iglesia española, abriendo la puerta a una Iglesia liberal y progresista, de la que seguimos sufriendo sus letales consecuencias. También ejerció una notable influencia durante la transición española, facilitando una inicua democracia que ha aplastado los derechos de Dios en la sociedad y ha puesto en peligro la unidad de la patria.

Molina Sánchez,

Rafael María Molina Sánchez, historiador, especializado en Historia de España, profundiza en las nefastas consecuencias de su etapa de gobierno, que abarca prácticamente toda la década de los 70. 

¿Nos podría hablar del contexto histórico del Cardenal Tarancón y que supuso su figura?

La figura del Cardenal Tarancón se incardina dentro de una época marcada por el Concilio Vaticano II y su influencia en la historia contemporánea de la Iglesia. El Cardenal Vicente Enrique y Tarancón, desde su puesto como obispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal Española fue el hombre del Papa Pablo VI para promover una Iglesia liberal, adaptada a la inminente implantación de la democracia en España.

Cuando hablamos de Tarancón normalmente asociamos su figura a la oposición al Régimen, ¿Qué consecuencias tuvo esta actitud?

El Cardenal Tarancón se convirtió en la cabeza de la Iglesia española a partir de 1971, durante los últimos años de la vida del General Franco y su Régimen. De pleno acuerdo con el Papa Pablo VI y en medio de un ambiente de creciente subversión social y política en España, Tarancón encabezó un proceso para desvincular a la Iglesia del Régimen, después de 30 años de estrecha unión, hasta situarla en una oposición al Gobierno cada vez más dura y agria.

La idea motriz de Pablo VI y de Tarancón era que la Iglesia debía separarse del Régimen, para no hundirse con él. De esta manera conseguiría mantener su posición de privilegio legal así como salvaguardar su gran influencia en la sociedad en la inminente democracia.

La Historia ha dado un desmentido trágico a esta ilusión. Ni la Iglesia ha sido respetada por el Régimen democrático español, al que vemos involucionar hacia un laicismo cada vez más radical, ni la Iglesia ha podido conservar su influencia social, que hoy es tristemente menor que nunca. Millones de personas abandonaron la fe, los Seminarios se despoblaron, una multitud de sacerdotes se secularizó, la asistencia a Misa y la recepción de sacramentos en mínimos históricos, la juventud prácticamente perdida para la Iglesia y los fieles católicos desorientados y desanimados.

Estas terribles consecuencias, que vemos continuamente, se han producido no sólo, pero sí en buena medida debido a la política seguida por el Cardenal Tarancón. Ese es su auténtico legado.

¿Se le puede considerar enemigo de la Tradición?

Enemigo es una palabra muy dura, pero sí sería posible hablar de desprecio hacia partes fundamentales de la Tradición. En aras de una “reconciliación” entendida como entronización de la democracia liberal como único sistema político posible y deseable, fueron dejadas de lado o simplemente abandonadas las tradicionales condenas de la Iglesia al liberalismo y al modernismo. El Reinado Social de Cristo y la Doctrina Social de la Iglesia fueron sustituidas por la voluntad soberana del cuerpo electoral.

El Parlamento, cuál si fuese una voz divina, pasaba a ser la fuente suprema del Derecho y de la Ley. Y la Iglesia naturalmente, aunque no estuviese de acuerdo en algunas leyes, se comprometía a acatar su legalidad en última instancia.

Desde este punto de vista, un Régimen como el de Franco, expresión política del Catolicismo Tradicional, del Reinado Social de Cristo y de la Doctrina Social de la Iglesia, se convirtió en el enemigo a batir.

¿Cómo facilitó la llegada de la democracia liberal a España?

Papa Pablo VI y el Cardenal Tarancón adoptaron la táctica de nombrar obispos auxiliares y convertirlos luego en titulares (lo cuál era una práctica de legalidad relativa en relación con el Concordato vigente).  Esto lo hacían porque el Jefe del Estado Español aún tenía el derecho de veto sobre los nombramientos episcopales.

En pocos años el rumbo de la Iglesia española cambió completamente, ya que solo eran nombrados como obispos aquellos candidatos de ideas progresistas y contrarias al Régimen. Aquellos que mostraban simpatía por el Gobierno o simplemente voluntad de acuerdo eran dejados de lado o marginados. El tono que Tarancón dio a la Iglesia lo marcó aquella infame “Asamblea Pastoral Conjunta” de Septiembre de 1971 donde una asamblea de obispos y sacerdotes ultraprogresistas, especialmente seleccionados por Tarancón y su equipo como si fueran la representación genuina de la Iglesia española, pidió perdón “por no haber sabido ser ministros de reconciliación durante la Guerra Civil”. Sin mencionar en absoluto la terrible persecución antirreligiosa en lo que era de hecho un texto de condena o censura a los eclesiásticos de la Guerra Civil como los Cardenales Gomá o Pla y Deniel. Durante su gobierno las causas de canonización de los mártires de la Cruzada Nacional quedaron prácticamente olvidadas.

En aquella época el marxismo influyó fuertemente en muchos sacerdotes e incluso obispos. Se extendió la colaboración de una parte importante de la Iglesia en Vascongadas, influida por el fanatismo separatista y marxista, con la organización terrorista ETA. El mismo fenómeno de penetración separatista, aunque pacífica, se dio también en Cataluña. Todo ello ante la aparente pasividad del Cardenal Tarancón y su equipo dirigente. (El caso de la Iglesia vasca y lo que parecía su ambigüedad calculada ante el terrorismo constituiría un terrible escándalo para los católicos españoles durante muchos años).

¿Cuál fue la evolución de la Iglesia española a partir de los años 80?

Tarancón no era marxista desde luego, pero sí era un liberal progresista (más aún que Pablo VI) y marcó el rumbo de la Iglesia en España durante muchos años. Ya en los años 90 empezó a hacerse visible el efecto de los nombramientos episcopales más conservadores de Juan Pablo II y empezó a notarse un tímido alejamiento del progresismo avanzado, por parte de la Iglesia en España.


3 respuestas a «El cardenal Tarancón o el desprecio por la tradición»

  1. Me sorprende que todavía nadie haya escrito un ensayo histórico, extenso y profundo, sobre el importante papel que han desempeñado «los curas» en el estado de postración y descomposición que viene sufriendo España.
    Desde los años sesenta del pasado siglo y hasta nuestros días, hay mucho y malo que denunciar sobre la responsabilidad de la Iglesia en la nueva «pérdida» de España.
    En el actual momento histórico, colaborando con todos los enemigos internos y externos de nuestra patria. Da igual que porten mandil, bandera multicolor, hoz y martillo, o media luna. A fin de cuentas, todos somos hermanos. ¿Quién soy yo para juzgar?…
    Supongo que la «tradición», desde Roncalli & Montini hasta Bergoglio, ha pesado mucho en su insensato y cobarde proceder. Y eso se puede aceptar como atenuante de su culpabilidad, pero nunca como justificante.

    1. Estimado seguidor: sin duda, y falta que hace. La responsabilidad de la jerarquía eclesiástica y del clero en general, salvando algunas excepciones, es máxima en nuestra decadencia y penoso devenir actual y desde hace décadas. Muy buen comentario. saludos cordiales

  2. Si Dios existe, y si la Justicia Divina existe, no me cabe duda que entonces Monseñor Tarancón estará pagando todo el mal que dolosamente hizo, porque si algo hay que tener claro es que su actuación no fue culposa sino dolosa, es decir a sabiendas, como llegó a reconocer en alguna ocasión.
    No doy dos duros por el Abogado que lo defienda, cuando el Ministerio Fiscal celestial (para entendernos), muestre el estado de ruina moral en el que se encuentra España, la «reserva espiritual de Occidente» que Tarancón recogió y que le dió con su acción ladina la vuelta como a un calcetín para ser en la actualidad la reserva mundial de drogadictos, de divorciados, de familias deshechas, de suicidios que se silencian para que la gente no sepa la cantidad de personas que se suicidan en España perdida toda esperanza, de parados y pobres de nuevo cuño, de maricas que en materia de maricas como en el de drogatas no nos gana nadie, de consumidores de cine porno según la tele desde los 8 años (muy bonito Monseñor Tarancón, muy bonito, qué gran obra ha conseguido), de una juventud tirada a la litrona, a los tatuajes y a la marihuana, que la religión le es completamente ajena. Hemos pasado de una generación que vive de espaldas a Dios a la siguiente que ni siquiera están bautizados porque cada vez son más los padres que no se molestan ni en bautizar a sus hijos, mientas se abren mezquitas con el apoyo estatal. Y de los abortos, 40 años a 100.000 abortos como poco al año son como mínimo 4 millones de niños asesinados. Monseñor 4 millones, más las miles de injusticias cometidas desde que los crucifijos se quitaron de las salas de Justicia, para que fueran salas de iniquidad, conde la Justicia como ideal ético brilla por su ausencia porque lo que reina es el politiqueo y el conchaveo en una proporción nada desdeñable. Y podríamos seguir.
    No doy dos duros por Tarancón ante el Tribunal de Dios y por su abogado el pobre menos todavía, él podrá decir con toda razón y con toda Justicia, «es que no se podían hacer milagros ante la evidencia delas pruebas de cargo». Que tome note Osoro, y monseñor Blázquez y el Obispo de Alicante permitiendo en que el pregón de la Semana Santa lo diera el Subdelegado del gobierno del PP que facilitó las fuerzas de la Guardia civil para que el alcalde talibán de Callosa del Segura pudiera arrancar sacrílegamente la Cruz de los caídos sin la resistencia del pueblo ahogada por el despliegue de la benemérita cuyo Coronel y mandos deberán también responder ante el Altísimo porque no se puede adorar a Dios y al diablo a un tiempo, no se puede arrancar la Cruz de Callosa de Segura y luego dar hipócritamente el pregón de Semana Santa o celebrar el 12 de octubre la Virgen del Pilar en la Comandancia como si tal cosa, es decir farisaicamente. Todavía no nos hemos enterado que no se puede ser cristiano si no se es cristiano, es decir sino observamos en nuestra conducta lo que exige el Cristianismo.
    Tarancón ha ido primero pero todos ustedes (Blázquez, Osoro, etc) vais detrás, y ante ese Tribunal no valen los mamoneos.
    Está por escribir una biografía verídica sobre Tarancón, una primera aproximación es el libro de D. Blas Piñar «Mi réplica al Cardenal Tarancón» que contiene datos de su personalidad como un cínico y un hipócrita de mucho cuidado, sobre todo con el tema terrorista, que esa es otra. Hay una anécdota muy interesante que cuenta D. Blas en su libro, al respecto y que da idea de qué clase de persona era Tarancón. Esta fue la razón por la cual el Ministro de Educación D. Julio Rodríguez Martínez se negó a darle la paz en el funeral de Franco, sabedor de cómo amparaba el Cardenal a los curas etarras negando la autorización eclesíastica para su procesamiento (lo cuenta el libro de Blas Piñar). Por cierto que el Ministro murió de forma repentina y en extrañas circunstancias en un viaje a Sudamérica. Habría que preguntarle a este ministro qué le parecen los pactos de VOX con el PP y Ciudadanos.
    No hay libertad de expresión para poder decir lo que pienso de Tarancón, y algunas reflexiones a cerca de lo que hizo y de las Fuerzas de seguridad españoles que le permitieron que hiciera lo que hizo, porque tan malo fue uno como otros, con la dichosa disciplina, el deber mal entendido y otros errores tácticos.
    Que Dios le haya dado si no su merecido, porque no hay castigo bastante para lo que puso en marcha que no es otra cosa que la actual descristianización de España y de su población, rompiendo una tradición y una devoción de más de 1600 años, porque España era católica desde los Visigodos, pero por lo menos que obtenga la pena que corresponda, por mí el fuego eterno.

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