El cartero amable
Recientemente, uno de los carteros de Correos llamó a mi domicilio para entregar un certificado. Fue muy amable a través del videoportero, lo cual es humanizante, civilizador e inusual. Lamentablemente, a causa de la forma en que está configurada la máquina, el audio y el vídeo se apagan tras unos segundos, por lo que no pude terminar la conversación educadamente, devolviendo al cartero la urbanidad que él tuvo la iniciativa de entregarme (aunque hablamos lo suficiente como para que pudiese rellenar los datos pertinentes y para que dejase el certificado en el buzón).
Uno de los objetivos de mi vida, una de mis prioridades a diario, es valorar todo lo positivo que percibo a mi alrededor. Desgraciadamente vivimos en una sociedad en la que sólo se despegan los labios para quejarse, criticar, pedir (o directamente exigir, porque parece que merecemos todo a cambio de nada), y hacer daño: mediante insultos, gritos estériles, culpas, desprecios, infravaloraciones, y agresiones verbales. Debemos comunicar todo lo positivo para animar a esa persona a seguir realizando un buen trabajo, a continuar generando una energía edificante, que aporta salud mental y física a cada persona que la percibe, y que a su vez ésta expande a su círculo social. Ese buen trabajo y esa energía construyen por tanto un futuro más agradable, más tolerable. Así, escribí a Correos para felicitarles por el comportamiento de este empleado.
Resulta infrecuente toparse con un cartero (cualquier persona, en realidad) que a través de un videoportero se molesta en mirar a la cámara, sonreír, y usar un tono amable, personal, huyendo de esas formas robóticas que muchos utilizan por defecto en tal situación. Actualmente los modales, la manera, están desvalorizados, parece que sólo se tuviese en consideración el rendimiento maquinal. No obstante, espero que Correos reconozca los ademanes con que este funcionario desarrolla sus obligaciones.
Es una lástima que cuando para variar uno interacciona con una persona educada, el videoportero se corte y no pueda agradecer su cortesía y desearle un buen día. Como debe ser.

En los años 60 y 70 ese respeto y buena educación era lo habitual. Los españoles tenían dignidad.
Hoy es la excepción y habría que preguntarse por qué se ha llegado a esa falta de respeto y buena educación tan habitual hoy.
y…¿confirmó usted que realmente se trataba de un cartero?
No solo se percibe en el trato diario con la gente una mayoritaria mala educación, sino que hasta el mínimo respeto debido a cualquiera ha dejado de ser habitual.
Para evitar equívocos: este comentario se refiere a la sociedad española actual, en general.
Correos tiene una plantilla de personal muy buena, salvo alguna rara excepción.
Yo he llegado a recibir en mi buzón una carta urgente, procedente de Madrid, en la que únicamente ponía mi nombre, dos apellidos y Zaragoza.
Pero, últimamente, han devuelto cartas dirigidas a mí, diciendo que era «desconocido» en mi dirección, pues el remitente no había puesto el piso, o la letra, pero sí el número de la calle… (Llevo más de 35 años viviendo en el inmueble).
Hablo frecuentemente con varios carteros, y tengo amistad con alguno de ellos, y todos me dicen lo mismo: que el actual Director General de Correos, ex jefe de gabinete de PEDRO SÁNCHEZ en la PSOE (Antonio para los amigos), está arruinando la empresa, que tienen una deduda acumulada de más de seiscientos millones de euros y piensan que, en realidad, lo que quieren es privatizar el correo, y hacer que Correos acabe desapareciendo, o en la insignificancia, que para el caso, es lo mismo.
¡Gracias leales, esforzados y sufridores carteros!