El crimen fue en Granada
Se le vio, caminando entre mandiles,
por una calle larga engalanada,
Ansioso por llegar a su juzgado,
Ajeno a quien disfruta en los atriles.
Buscaba redactar una sentencia,
Sin sospechar que ultimaría en alabarda,
Sabiendo que muy próxima, a su lado,
Dormía, bien tranquila, su conciencia.
Y todos, otra vez, cierran los ojos;
Pensando que esta vez ni Dios le salva,
De ella, de la Muerte, de la Calva…
El nombre de aquel juez gritan los rojos,
—Manuel se llama él, Dios con nosotros—
… Que fue en Granada el crimen tan horrendo.
Sabed —¡pobre Granada! —, en su Granada.
Caminaba entre cruces invertidas,
Dispuestas en Granada en estas fechas,
Y esa visión fatal, brutal, profana,
Condujo a su cabeza a Juana Rivas.
Y Don Manuel, lejano a los corrillos,
Que invocan a la Bestia que le acecha,
Dictó contra aquella ciudadana,
Que dejó violentar a su chiquillo.
Y todos los que un día la indultaron:
De Rajoy, que se afiliaba con la Juana,
A Montero, que la cree cual una hermana,
Al cuello de Piñar se le lanzaron…
—de él era el dictamen alto y claro —
… Que fue en Granada el crimen tan nefando,
Sabed —¡pobre Granada! —, en su Granada.
Se le vio caminar junto a la Alhambra,
Cuando la cita de Yola con el Papa;
Mientras en Palma seguían violando niñas,
Robadas a sus padres por la Pasma.
Y toda aquella mezcla de miserias,
Que el alma de su toga desgarraban,
Las letras del dictamen, como piñas,
Del laudo hicieron presa meritoria.
Y en torno al Señor Juez abren los ojos,
Quienes añoran la verdad que extrañan;
Aquellos que no temen la Guadaña,
Porque sólo ante Dios se hincan de hinojos.
—Manuel Piñar, a ti cabe el arrojo,
Pues fue en Granada tu laudo esperanzado —.
Sabed —¡libre Granada! —, en su Granada.

Esto es un juez de verdad, valiente, hidalgo, por encima de las amenazas de la corrección política, independiente e imparcial. Un JUEZ.
No como otros que pueblan las salas de lo contencioso-administrativo de este país dedicándose a vulnerar derechos fundamentales en lugar de defenderlos.
¡Enhorabuena Señoría!
¡Lástima de más jueces como Ud.!
¡Magnífico!
Repito, magnífico.
El poema y el juez.
Y el editor, por dar alas a ambos.
¡Y que Dios nos proteja!
Si alguien duda que estamos en los últimos tiempos, que se empape de estas y similares cosas.
¿Es acaso extraño el proceder de quiénes abortan a mansalva, eutanasian a tropel y asesinan a jeringazos vacuniles hasta a sus nietos?
De quienes entragan la Patria al moro y a Maamon
Alea jacta est
Me ha gustado mucho. Y la sorpresa es que al mirar entre los colaboradores he visto que este tiene más publicado y todo muy bueno, sea por sarcástico sea por incisivo.