El desprecio del Gobierno por la democracia
El anuncio de Sánchez de decretar un estado de alarma por seis meses es muestra del desprecio que este político tiene por: la Constitución, el Estado de Derecho y nuestra democracia. Bien es verdad, que pronto salió Casado para rivalizar con la estulticia presidencial y que el anuncio se rebajara a cuatro meses, como una concesión graciosa al más puro estilo dieciochesco.
No solo se vulnera la letra del artículo 116 que señala taxativamente como plazo reglado los 15 días, así como el control parlamentario para prorrogarlo, sino también el espíritu constitucional de control hacia el poder ejecutivo por parte del poder legislativo. En definitiva, un paso más hacia el totalitarismo político adonde parece que quiere conducirnos el gobierno social comunista que nos gobierna, aunque para ello ponga en peligro la democracia que nos dimos a la muerte del general Franco.

Después de embridar la Abogacía del Estado con la destitución de Edmundo Val sustituyó la defensa de la legalidad, misión tradicional de la Fiscalía, por la defensa de los intereses gubernamentales con el nombramiento de Dolores Delgado, como se arrogaba públicamente el presidente del gobierno en una entrevista televisiva. Más adelante ha intentado dar una vuelta más de tuerca, al asesinato de Montesquieu por el PSOE en 1985, al pretender nombrar a los jueces del CGPJ con mayoría simple y así no depender del PP. Maniobra que ha sido abortada gracias a la intervención de la UE, no al arrepentimiento democrático del gobierno.
Todo lo anterior complementado con la intervención de la GC, no se si también del CNI, en las comunicaciones personales de los ciudadanos, como propagaba también por televisión el que después sería elevado al rango de jefe de EM del benemérito instituto. Análogo a lo que contemplábamos en la película la vida de los otros y que relataba el funcionamiento de la STASI en la Alemania oriental poco antes de la caída del muro. Quien iba a decirnos entonces que los otros éramos también nosotros.
No hace falta ser un analista político para percibir el camino emprendido por Sánchez, que no es otro que el de ejercer el poder sobre las instituciones que deberían velar por la calidad democrática del régimen político, ¿porqué lo hace? Las respuestas posibles son variadas, no muchas, pero ninguna es tranquilizante sino todo lo contrario.
En 1976 los españoles nos dimos por más de un 88% de los votos el sistema que tenemos y también el procedimiento de reforma. Este asalto de Sánchez a las instituciones es un golpe de Estado, que se está ejercitando desde el Consejo de Ministros. Un gobierno que pudo formarse gracias a un fraude electoral, al asegurar a los ciudadanos que nunca pactaría con aquellos con los que después pactó. A esa ilegitimidad de origen hay que sumar la ilegitimidad en la gestión, el fracaso sanitario es evidente y lo que he señalado más arriba describe la ruta hacia el caos.
Los ciudadanos que queremos conservar la democracia secuestrada y nuestra cada día más precaria libertad, solo tenemos el camino de la rebeldía. Es preciso resistirse a estos arribistas que al odiarnos dicen que les odiamos, que se autodefinen como progresistas por renegar de España y feministas por quedarse con los móviles de sus mujeres o de querer azotarlas “hasta sangrar”. Su modelo totalitario no es de recibo, por eso la lucha es necesaria.

Tenemos que salir todos los días los españoles, a la calle, a pedir la dimisión de este desastroso gobierno
Estimada seguidora: así es, bien dicho, poco más que añadir. Saludos cordiales
No, hombre no, que no os enteráis de nada. Este es el verdadero rostro de la democracia, que nunca ha tenido otro sentido que destrozar España. Que la usura y la masonería tuvieran que guardar las formas por determinados periodos no significa que no siguieran al mando, esperando su momento. Los que intentan reaccionar a esto en nombre de una más y mejor democracia van dados.