El escandaloso Gral. Villarroya Vilalta se va a hacer las Américas

El Gral. Villarroya Vilalta, dimitido ex-JEMAD dos segundos antes de que le cesaran por haberse vacunado el primero para «dar ejemplo», saltándose la cola por razón de la «conservación de la cadena de mando» (¿?), tiene, en realidad siempre la tuvo, una jeta que se la pisa. Quien en múltiples ocasiones afirmó que nunca se había provechado de privilegios –dime de qué alardeas y te diré de qué careces–, ha sido premiado, y él ha aceptado, faltaría más, con la prebenda de ser nombrado «consejero permanente de España ante la Organización de los Estados Americanos (OEA) y Asesor para Asuntos de Seguridad Hemisférica». Así es que Villarroya se nos va a hacer las Américas.
Este «generalito» es paradigma del colectivo de Generales que desde hace ya alguna que otra década sufrimos en nuestras Fuerzas Armadas. Su trayectoria es la de la práctica totalidad de los Generales y Almirantes de esta época de decadencia que nos ha tocado vivir. Al final de este artículo relacionamos los escándalos de Villarroya de los que hemos dado cuenta, todo un impenitente pecador de la pradera, que ahora recordamos sucintamente.
Sus ascensos fueron los normales en la carrera militar de unas FAS que no han pegado un tiro ni un cañonazo de verdad desde… si no nos equivocamos… Ifni-Sahara allá por 1957. Dijo un pelota amigo suyo, que salió en su imposible defensa, que recordaba a Villarroya realizando una complicada evacuación en Ruanda en 1994 de unas monjas cuando tutsis y útus decidieron organizar una de esas clásicas meriendas de negros… pues enhorabuena, Villarroya, nadie le quita el mérito, pero para eso se le pagaba; lo que tampoco le quita el demérito de su posterior trayectoria, porque una cosa es ser buen Oficial y otra ser buen Jefe o General. Que no siempre se vale para todo, ni lo uno implica lo otro. Que el tiempo pasa y las prioridades, para algunos, cambian conforme se pisa alfombra, se sale en las fotos, se toca pelo y se huelen las prebendas. Es entonces cuando uno demuestra si tenía o no, de verdad, principios, ideales, honor y dignidad.
Villarroya se hizo taxista del hoy rey emérito a la fuga, donde puede que comenzara su declive moral, porque todo se pega. Tras ello los ascensos y Director del Gabinete Técnico de Cospedal, ministro de Defensa con el PP –¡lo que hay que ver!– y… continuación en el carguito con… la actual, o sea, con Robles –¡lo que hay que seguir viendo!–, la del oscuro pasado judicial, la inestable, irascible, intolerante, histérica, torticera y maniquea adicta a pegar patadas a los que le chistan y… a perder demandas debido a su nulo respeto por la legalidad, o sea, todo un ejemplo de marxista-leninista al más puro estilo stalinista. A partir de aquí, Villarroya ya no pudo ocultar por más tiempo quién de verdad era; o en qué se había convertido a base de «hacer la carrera».
Villarroya se destacó por perseguir con saña y sin motivo alguno, sólo por esa obsesiva confusión de la disciplina y obediencia debida con vulgar sumisión tan propia de los militares de hoy, a los firmantes de una declaración en favor de la figura militar del Generalísimo, haciendo de sicario rastrero para su ama. En su ineptitud y deseo de someterse, llegó incluso a intentar empapelar a quien legalmente no podía, en una clara extralimitación de sus funciones y autoridad, saltándose a la torera el más básico principio de legalidad, citando ante su patética presencia –de cerca, sus ojos achinados afianzan la creencia de que no es español, sino filipino– a dignos militares que, por estar retirados, tenían plenamente recuperados sus derechos civiles y constitucionales, negándose, hasta que se le obligó por las malas, a disculparse, abonando entonces del erario público, o sea, del presupuesto de Defensa -cargándolos a «Protocolo» (¡¿?!)–, no de su ya de por sí repleto bolsillo, los perjuicios económicos causados.

Cesado el Gral. Alejandre como JEMAD –¡otro que tal bailaba!–, Robles tiró de su por entonces esclavo favorito, o sea de Villarroya, al que elevó a las alturas de tan importante cargo, el cual, nada más llegar, incumplió su promesa hecha en su día a los suyos más cercanos –o sea, traicionó–, es decir, a los demás Generales, al mudarse al lujoso chalet que en el recinto del CESEDEN había okupado –sí, con «k» de okupa– Alejandre. La historia del pisito es de traca, prueba de cómo andan nuestros mandos más superiores. En el CESEDEN, en plena Castellana madrileña, hay un casoplón con piscina y jardín asiáticos, residencia habitual desde tiempo inmemorial del director de dicha «casa». Pues bien, Alejandre, con la vulgar excusa de que era más «representativo» que el suyo, por entonces JEMAD, sito también en la Castellana, se lo apropió, teniendo el director del CESEDEN que hacer la mudanza. El asunto motivó una urgente reunión de Generales; nunca se han reunido por España, a pesar del lodazal en que se ha convertido con su silencio cómplice, que hasta ahí podíamos llegar. En la reunión, bastante acalorada porque tan exquisita prebenda es causa de codicias, envidias y puñaladas, se acordó que al terminar Alejandre su mandato el chalet volviera, para siempre, al director del CESEDEN de turno. Villarroya estaba presente, y asintió… hasta que se vio JEMAD y entonces donde dije digo, dijo Diego. Pero él nunca se ha beneficiado de privilegios.
Después… ya lo saben, porque está muy cercano: Villarroya ha sido el JEMAD más breve que han tenido nuestras FAS, porque dimitió dos segundos antes de que su ama le pegara la patada por vacunarse contra el Covid alegando… lo que ni él mismo se creyó –en un acto más de incoherencia, fue uno de los 150 invitados al fiestón de Pedro J. Ramírez que no llevó mascarilla–, todo un alarde de cinismo e indignidad… de la poca que le quedaba.

Y… claro, como Robles es quien es –todavía no ha cesado a su correligionaria, Esperanza Casteleiro, su segunda de abordo, a pesar de haber sido cogida en paños menores al saberse que su cuñado (¿o será cuñaaaoooo?) amarraba su barquito privado en la base naval de La Graña por el morro–, la ministro ha utilizado las puertas giratorias y ha enaltecido a Villarroya, escupiendo a las FAS, nombrándole miembro de la Asamblea de la Orden de San Hermenegildo y, como no le ha bastado, porque al fin y al cabo eso es sólo mero postureo, y la foto es la foto y la pela es la pela –no en balde Villarroya es catalán–, le ha enviado a «hacer las Américas» en un cargo, el de «consejero permanente de España ante la Organización de los Estados Americanos (OEA) y Asesor para Asuntos de Seguridad Hemisférica», en el que, a pesar de no servir para nada, pues es cargo hueco, sí que se cobra una pasta y se vive la vida, pasando los días entre vino y rosas, canapés, risas y flirteos, lo que, para acabar los días en activo en este valle de lágrimas, está muy bien. Pero él nunca se ha beneficiado de privilegios. O sea, todo por España.
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