El Galeón de Manila y los flujos de la plata
Este artículo [1] describe qué fue el Galeón de Manila, los mecanismos que dieron lugar y sostuvieron el tráfico comercial a través del Pacífico y cómo llevaron a cabo, junto con la plata americana, la primera globalización del comercio mundial.
1. ¿Qué fue el Galeón de Manila?
La presencia española[2] en el océano Pacífico es en gran medida una historia de viajes extraordinarios. Unos, de exploración, descubrimiento y colonización[3]. Otros, los viajes comerciales que realizó el Galeón de Manila.
Nao de Acapulco, Nao de la China, Nao de la seda o Galeón de Manila son diferentes nombres por los que se conoce a la línea de navegación y los barcos[4] que cubrieron la ruta Manila-Acapulco con periodicidad anual (un viaje en cada sentido) entre 1565 y 1815.
Fue la línea de navegación regular más duradera (250 años), más larga (unos 30.000 km ida + retorno) y más peligrosa (5-6 meses sin tocar puerto) de la historia de la humanidad[5].
Fue una proeza de la navegación que permitió la primera globalización del comercio mundial, controlada por la monarquía Hispánica.
También fue una empresa que tuvo una larga gestación pero que luego funcionó durante un tiempo inusualmente largo, un cuarto de milenio[6].
Nació como un servicio indispensable que el Imperio proporcionaba a los vecinos de la nueva colonia de las Filipinas y a los misioneros que iban a predicar allí. La evangelización fue un elemento vital para integrar a la población nativa y asegurar el dominio de las islas, ya que siempre hubo en ellas muy pocos españoles.
Las operaciones y la reglamentación del tráfico del Galeón de Manila fueron únicas en los anales del comercio.
Los galeones de Manila eran propiedad de la Corona, que reglamentaba minuciosamente el funcionamiento del sistema para asegurar a cada ciudadano de la colonia una participación en los beneficios.
Hasta bien entrado el siglo XVIII, el Galeón de Manila fue la única comunicación que mantuvieron las Filipinas con la metrópoli, representada por Nueva España, de cuyo virreinato dependían.
2. Origen del comercio del Galeón. La demanda de productos orientales
Las exploraciones marítimas hispano portuguesas de los siglos XV y XVI tuvieron como objetivo inicial la búsqueda de un acceso directo a la producción de especias. Sin embargo, los monarcas de ambos países se dieron cuenta pronto de las posibilidades que ofrecía el comercio con los reinos del lejano oriente, sobre todo con Catai y Cipango, los nombres por los que se conocía a China y Japón en Europa desde los tiempos de Marco Polo.
En aquellos siglos, la tecnología europea era superior a la del resto del mundo en construcción naval y navegación, artillería y tecnología militar. Pero el centro de la actividad económica mundial estaba en Asia, sobre todo en la China de la dinastía Ming. Los portugueses y españoles fueron los primeros europeos capaces de llegar allí y desarrollar un lucrativo comercio.

La base principal de los portugueses en el lejano Oriente fue Macao, en la costa sur de China, donde se instalaron en 1556. Desde allí exportaban hacia Portugal pasando por Malaca, siguiendo la ruta del océano Índico y bordeando África[7]. Era una ruta muy larga, pero en la que contaban con numerosos puntos de apoyo.
La base principal de los españoles en la zona fue Manila. Miguel López de Legazpi instaló allí su capital en 1571, seis años después de haber llegado con su expedición al archipiélago.
Enseguida estuvo claro que el comercio con China primaba sobre el comercio de especias de las que se aprovisionaban en las cercanas islas Molucas y en otras islas y sultanatos de la zona.
Los comerciantes de la costa sur de China eran capaces de suministrar en Filipinas no sólo manufacturas chinas, sino productos de toda Asia, incluidos los del reino Jemer de Camboya, Siam (antiguo nombre del reino de Tailandia), Annam (en el actual Vietnam), India o incluso la remota Persia.
También había comercio directo entre Filipinas y Japón[8], aunque a mucha menor escala. Además, cesó por completo cuando el país nipón se aisló casi totalmente del resto del mundo en 1639[9].
Los productos orientales se trasladaban anualmente al puerto de Acapulco en el Galeón de Manila, que atravesaba el Pacífico en un largo y duro viaje sin escalas[10] por la ruta que abriera Andrés de Urdaneta en su tornaviaje de 1565.
Estas mercancías tuvieron enseguida una gran demanda en Nueva España y el Perú. También la tuvieron en España y Europa, pero la mayor parte de lo importado desde Filipinas se vendía en la feria de Acapulco y en otras ferias menores en el camino hacia Ciudad de México. Desde Veracruz se reexportaba hacia España en las flotas de Indias, vía La Habana[11], lo que no se quedaba en los virreinatos americanos.
Entre las principales mercancías que llevaba el Galeón de Manila se encontraban seda y porcelanas chinas, algodón indio y marfil del sudeste de Asia, clavo, nuez moscada y las especias de las Molucas. También se exportaban a América oro y joyas, muebles y objetos religiosos y suntuarios. Se llegaron a transportar las rejas de la catedral de Ciudad de México, encargadas en Macao a artesanos chinos.
La más importante de dichas mercancías pronto fue la seda, que se enviaba en grandes cantidades y diferentes calidades.

Una primera pregunta que surge es con qué se pagaban todos estos productos. La respuesta es con la plata americana, sobre todo de Nueva España y en menor medida del Perú. Se puede afirmar que el origen y la existencia del comercio del Galeón de Manila estaban en la plata.
Una segunda pregunta es por qué hubo una demanda de plata capaz de mantener durante tanto tiempo esta relación comercial. La respuesta, en el siguiente apartado.

3. Origen del comercio del Galeón. La demanda oriental de plata
China fue el primer país del mundo en implantar un sistema de papel moneda. Este sistema entró en una aguda crisis hacia 1450. Se imprimieron demasiados billetes y perdieron su valor.
Los emperadores de la dinastía Ming intentaron resolver el caos económico promulgando una ley fiscal conocida irónicamente como Single Whip (Latigazo Único) y que se comenzó a implantar en algunas zonas de China hacia 1500. La nueva legislación simplificaba los impuestos, pero exigía cobrarlos en plata. Se disparó la demanda de una plata que China era incapaz de obtener de sus minas en cantidad suficiente.
Hacia 1526 se descubrieron en Japón las importantes minas de plata de Iwami Ginzan. A pesar de las malas relaciones tradicionales entre ambos países, la demanda japonesa de productos chinos hizo que Japón se convirtiera en el principal proveedor de plata de China. Estas malas relaciones favorecieron el papel de intermediarios de este comercio que los portugueses comenzaron a desempeñar tras su llegada a Japón en 1543 y su instalación en Macao en 1556.
En 1545 se descubrieron en el virreinato del Perú las riquísimas minas de plata de Potosí, situadas en la actual Bolivia[12].

Casi al mismo tiempo, en 1546, se descubrieron en el virreinato de Nueva España, las minas de plata de Zacatecas, en el actual México[13]. No eran las primeras encontradas en el virreinato, pero sí las más importantes. Otras muchas se irían descubriendo en Guanajuato y otros lugares en los años siguientes[14].
La plata no se extraía de las minas en estado puro, sino en forma de minerales de los que había que obtenerla. Para ello se necesitaba fundir el mineral, lo que requería grandes cantidades de carbón (si lo había) y leña. El proceso se encarecía a medida que se esquilmaban los árboles más próximos a las minas y había que traer el combustible cada vez de más lejos. Además, para rebajar el punto de fusión del mineral a unos 700 grados se usaba óxido de plomo, que producía vapores venenosos.
Hacia 1555, Bartolomé de Medina, un sevillano emigrado a Nueva España y con experiencia en minería, consiguió poner a punto un sistema que aumentaba sensiblemente la cantidad de plata obtenida en las grandes explotaciones mineras. Era el denominado “proceso de patio” o de amalgamación.
El proceso de patio se basaba en la utilización del mercurio (azogue) que se mezclaba con el mineral de plata molido y sal. La mezcla se depositaba y removía durante alrededor de dos meses en grandes patios. El mercurio se amalgamaba con la plata y esa mezcla se lavaba y fundía con mucha más facilidad que el mineral original. Se obtenía así no sólo más plata sino también más pura. Además, se recuperaba parte del mercurio, que se reutilizaba.

Este procedimiento funcionaba en Europa, donde la plata se presentaba en mineral compuesto sobre todo de cloruro de plata. Pero en Nueva España y el Perú, la composición del mineral era sulfuro de plata. El gran logro de Bartolomé de Medina[15] fue descubrir tras muchas pruebas que añadiendo un mineral que contenía cobre, el proceso funcionaba también con el mineral de plata americano[16].
El proceso de patio, aparte de la trascendencia que tuvo para la economía y para la financiación de la colonización de nuevas zonas de Nueva España, creó una gran dependencia del azogue.

Las mejores minas de mercurio del mundo, explotadas desde el tiempo de los romanos, estaban en Almadén, en la provincia de Ciudad Real, en España. El suministro a las Indias podía no ser suficientemente seguro, pero en 1563 se inició en Perú la explotación de otras grandes minas de mercurio, las de Huancavelica.
Hacia 1567, apenas dos años después de la llegada de Legazpi y Urdaneta a Filipinas, la dinastía Ming cambió su política, levantando prohibiciones y favoreciendo la libertad del comercio chino en ultramar.
Cuando en 1580, la ley del Single Whip se extendió a toda China, la demanda de plata creció exponencialmente. La exportación de manufacturas chinas se produjo sin obstáculos y el pago se hizo con la plata americana, abundante y mucho más fácil de transportar a China que la plata europea.
La producción china, capaz ya en el siglo XVI de fabricar en serie y adaptarse a los gustos occidentales, y las tecnologías minera y naval españolas fueron claves en la actividad comercial de Galeón de Manila.
A finales del siglo XVI, Filipinas se convirtió en el punto de contacto de dos sistemas monetarios. Por un lado, China, donde la plata era cara (la relación del precio oro/plata variaba entre 5,5 y 7 a 1). Por otro, Nueva España, Perú y Europa donde la plata era barata (la relación oro/plata era de 11 a 1 en México y de 12,5 a 1 en Europa)[17].
Los españoles compraban las sedas chinas y demás mercaderías muy baratas porque pagaban con la demandada plata americana. La plata entraba así en la circulación monetaria china y en todo Oriente. Luego, estas mercancías orientales se vendían en América a precios mucho mayores porque allí lo que había era demanda de productos chinos, sobre todo textiles. El negocio perfecto estaba en marcha.

4. Los flujos de la plata
La más importante fuente de riqueza del imperio español estaba en las minas de plata de Nueva España y el Perú.
Las minas eran propiedad del Rey que autorizaba su explotación a particulares a cambio de pagar como impuesto una parte de la plata extraída, el quinto real.
El tipo impositivo fue del 20% en tiempo de los monarcas de la Casa de Austria (de ahí su nombre de “quinto real”) y se redujo a la mitad e incluso menos en tiempo de los monarcas de la casa de Borbón.
Esta política fiscal creó una oligarquía minera muy rica y poderosa en Perú y sobre todo en Nueva España. El centro del poder económico (y por tanto del poder a secas) se desplazó en cierta medida desde España a América.
A Sevilla llegaba la plata americana en las flotas de Indias como impuestos recaudados, como pago de los productos y manufacturas exportados desde la península Ibérica a América, y como beneficios de la actividad minera repatriados.
La demanda de productos chinos, especialmente la seda y los textiles, creció en América mucho y rápido. Los orientales eran muy competitivos en precio frente a los importados desde España, e incluso frente a muchos de los manufacturados en Nueva España. La industria americana de la seda, cuyos fundamentos había establecido con gran éxito Hernán Cortés, colapsó en pocos años. La plata empezó a fluir cada vez más hacia Oriente y menos hacia Europa.
Un conflicto de intereses se estaba produciendo dentro de propio imperio español. Felipe II se vio obligado a legislar intentando un difícil equilibrio que salvaguardara los intereses de la metrópoli, los de los virreinatos americanos y los de los comerciantes filipinos.
El comercio del Galeón de Manila, que había sido prácticamente libre en sus primeros años de existencia, se vio sometido a restricciones, sobre todo a partir de las disposiciones reales promulgadas en 1593.
El comercio entre Filipinas y las Indias se declaró monopolio de los comerciantes afincados en Filipinas. Estos comerciantes se cree que a menudo eran simples representantes (hombres de paja) de los intereses de la oligarquía minera y comercial de Nueva España, verdaderos dueños del comercio del Galeón.

El tráfico se restringió a dos galeones al año en cada sentido, navegando entre los puertos de Manila (en realidad, Cavite) y Acapulco. El desplazamiento de estos galeones se fijó inicialmente en 300 toneladas, aunque en la práctica solía viajar uno solo, pero de mayor tonelaje.
Se prohibió el tráfico directo entre Filipinas y El Callao (Perú) y posteriormente el tráfico entre ambos virreinatos, aunque esto último con muy poca efectividad.
La Real Orden de 1593 estableció que la carga que se podía exportar desde Manila no debía superar un valor de 250.000 pesos. Este permiso se ratificó en 1604 y 1619, pero en 1702 se aumentó a 300.000 pesos, en 1734 a 500.000, y en 1776 a 750.000[18].
El importe de las ventas realizadas en Acapulco que se podía llevar a Manila no debía superar el doble del permiso[19].
Cuando eran las presiones de los comerciantes sevillanos las que tenían éxito frente a las de los filipinos, solía producirse un mayor control del contrabando y el fraude. Esto llegó a provocar algunas interrupciones del comercio con Filipinas como protesta por parte de los comerciantes de las islas.
Todas estas restricciones al comercio no fueron el resultado de un espíritu o una cultura anticomercial, sino de una pura necesidad de equilibrio entre los intereses de los extremos de un vasto imperio.
Como toda restricción comercial a un negocio floreciente y rentable, la nueva legislación dio lugar a un importante incremento del contrabando en el que casi todo el mundo estaba implicado (gobernadores, comerciantes, funcionarios, clero…).
Al ser una actividad ilegal es imposible conocer su volumen exacto, pero hay indicios de que la mercancía transportada y las cantidades de plata negociadas en promedio al menos duplicaron las especificadas por la ley.
Buena parte de la plata que llegaba a Manila se utilizaba para pagar a los proveedores chinos, a los bancos y a las compañías de seguros de la época. Estos últimos estaban representados sobre todo por fundaciones caritativas como la Casa de la Misericordia.
La plata que llegaba a la península ibérica terminaba siendo usada en gran medida en pagar los empréstitos y las guerras que los reyes de la casa de Austria sostenían en Europa.
Como los españoles no eran los únicos que demandaban productos asiáticos, parte de la plata que llegaba a Europa viajaba hacia China por otras tres rutas: la ruta portuguesa de El Cabo[20], la ruta a través del imperio turco, y la ruta a través del imperio ruso y Asia Central.
China, y Oriente en general, eran un pozo sin fondo que absorbía todos los excedentes de la plata mundial.

Las estimaciones de la plata americana que fue directamente a Oriente a través del Galeón de Manila varían mucho según las fuentes. Las cifras publicadas oscilan entre una octava y una tercera parte del total de la producción[21].
Esta globalización comercial financiada por la plata tuvo otras implicaciones, aparte de las inflacionarias. Se han puesto de manifiesto las interrelaciones existentes entre el devenir histórico de China, América y Europa. Por ejemplo, la caída de la dinastía Ming, a mediados del siglo XVII, coincidió en el tiempo con una cierta decadencia transitoria del comercio del Galeón y con una gran crisis en Europa. Lo que no está claro es dónde estuvo la causa y quién sufrió los efectos.
El último Galeón de Manila (en realidad, la última Nao de Acapulco) llegó a Filipinas en 1815. Cuando ya en el siglo XIX esta línea sucumbió, lo hizo ante el impulso del libre mercado y no ante los ataques enemigos (apenas 4 galeones fueron capturados en 250 años)[22]. En ese largo periodo de tiempo, el Galeón trasladó mercancías, pero sobre todo personas, culturas e ideas, entre dos continentes que nunca habían estado conectados, contribuyendo a cambiar su historia para siempre.


También fueron moneda de curso legal en los Estados Unidos de América hasta 1857. Muchos países de Hispanoamérica y Filipinas llaman a su moneda peso, nombre que se deriva del real de a ocho o peso.
Para la Revista Ejército
[1] El presente documento incluye el texto completo del artículo del mismo título que, con algunos recortes, se publicó en Revista Ejército, nº928, julio-agosto 2018, pp. 92-99 y que está disponible en http://www.ejercito.mde.es/Galerias/multimedia/revista-ejercito/2018/928//accesible/Revista_Ejercito_Accesible.pdf
El artículo original fue finalista del Premio Revista Ejército 2019 y aquí se han introducido actualizaciones menores y completado con 22 notas al pie.
[2] Al hablar de presencia española, estamos refiriéndonos a los súbditos del rey de España. Mexicanos, filipinos, sangleyes (comerciantes chinos afincados en Filipinas), criollos en general, no sólo españoles peninsulares, tuvieron un papel muy relevante en la historia del Galeón de Manila.
[3] Un resumen de los viajes españoles al Pacífico hasta el establecimiento de la línea del Galeón de Manila puede leerse en Cómo los españoles cambiaron el mundo. La historia vista como gestión de proyecto, disponible en El Español Digital.
[4] Los primeros barcos usados fueron naos, después galeones. En el siglo XVIII, hasta 1762, fueron navíos y durante los últimos años fragatas. También se usaron algunos pataches, pero en circunstancias excepcionales en las que no se podía enviar un galeón y era necesario mandar el correo o el real situado (el subsidio real a la colonia).
[5] Aunque se recorrían distancias similares, el viaje de Acapulco a Manila solía llevar menos de 3 meses e incluía una escala habitual en la isla de Guam. En cambio, el tornaviaje de Manila Acapulco llevaba un mínimo de 4 meses, con frecuencia 5 o 6 y algunas veces más.
[6] Pocas empresas han tenido una vida tan larga. A modo de ejemplo, sólo una de las empresas del Dow Jones de 1900 existe en la actualidad, General Electric.
[7] Los portugueses lo hicieron así incluso después de la unión de las coronas de España y Portugal en 1580, siendo rey Felipe II de España y I de Portugal. La unión de ambas coronas duró hasta 1640, en que estalló una larga guerra por la secesión de Portugal de España. En 1641, los holandeses arrebataron Malaca a los portugueses. Macao siguió en poder de Portugal, pero se quedó aislada y muy dependiente de Manila.
[8] A Japón llegaron los portugueses en 1543. La relación entre portugueses y españoles en Oriente nunca fue buena y se mantuvieron frecuentes conflictos de intereses, incluso mientras Portugal estuvo unida a España.
[9] En 1639, el shogun Tokugawa Iemitsu prohibió la entrada al país de naves portuguesas, iniciando el período de sakoku o de cierre del país. En 1641 limitó la presencia holandesa a la minúscula isla artificial de Dejima, en la bahía de Nagasaki.
[10] Los españoles no tuvieron éxito en sus intentos de encontrar un punto de apoyo a mitad del trayecto de Filipinas a Acapulco, dónde hubiera sido de verdad útil.
En los primeros años de la línea, los galeones hicieron alguna vez escala en Japón. En 1596, el galeón San Felipe arribó a sus costas empujado por las tempestades y encalló. Las autoridades japonesas ordenaron el saqueo de su valiosa carga y, salvo por causa de fuerza mayor, pocas veces los galeones volvieron a atracar allí.
Los puntos de aguada en el sur de Baja California, como Cabo San Lucas o el muy cercano San José del Cabo (también llamado Puerto de San Bernabé o Aguada Segura), estaban situados ya próximos a Acapulco. No siempre se hizo escala en ellos, pero tuvieron gran importancia para tornaviajes especialmente largos y duros.
España no comenzó la colonización de Alta California hasta 1769. Por eso muy pocas veces y en fechas muy tardías, el Galeón de Manila hizo escala allí.
[11] Los anglosajones llaman a las flotas de Indias que traían a España metales preciosos y otros productos americanos, The Treasure Fleet (La Flota del Tesoro).
[12] La gran mina de plata de Potosí, en Perú, alcanzó su pico de producción hacia 1650 y se agotó en el siglo XVIII.
[13] El descubrimiento y explotación de las minas de Zacatecas fue el origen de la guerra Chichimeca. Las tribus nómadas de la zona vieron a los españoles como invasores y comenzaron a atacarles. Fue un conflicto de guerrillas, pero el más largo, costoso y probablemente cruel, ocurrido en el virreinato de la Nueva España. Duró cerca de 50 años.
[14] Diversas fuentes consultadas coinciden en estimar que, durante el imperio español, en México y Perú se extraía más del 80% de la plata mundial. A principios del siglo XXI, México sigue siendo productor de más del 30% de la plata mundial. Para más información sobre la plata mexicana, se puede leer:
Historia de la plata mexicana. María Amparo Clausell Arroyo. AAPAUNAM Academia, Ciencia y Cultura, vol. 2, nº1. 2010. Disponible AQUÍ
[15] Bartolomé de Medina había nacido en 1497 y puso a punto el método de patio cuando tenía 58 años. Al igual que en los casos de Legazpi y Urdaneta, su trascendental logro lo hizo a una edad avanzada, para la época.
[16] Para una descripción detallada y muy clara de las reacciones químicas que tienen lugar durante el proceso, puede verse el artículo:
El beneficio de los minerales de plata por amalgamación / Refinering of silver ores by amalgamation. Jorge Ramírez-Ortiz. Unidad Académica de Ciencias Químicas. Universidad Autónoma de Zacatecas. Disponible: AQUÍ
[17] Esta diferencia de precio fue reduciéndose gradualmente hasta finales del siglo XVII, pero no supuso una interrupción del tráfico comercial. La demanda de plata y de productos orientales seguía existiendo y lo que ocurrió es que la rentabilidad del negocio disminuyó.
A principio del siglo XVIII se produjo una explosión demográfica en China, según algunos historiadores debida en parte a la extensión de nuevos cultivos importados de América. La demanda de plata aumentó, se volvió a encarecer en Oriente respecto a América y el comercio del Galeón se reactivó.
[18] Las Cortes Generales y Extraordinarias (Cortes de Cádiz), tras varios días de debates y votaciones, acordaron en su sesión del 29 de marzo de 1813 la supresión de la Nao de Acapulco.
La publicación del correspondiente decreto se retrasó hasta el 14 septiembre y en él se recogía “Que los habitantes de las Islas Filipinas pueden hacer el comercio de géneros de la China y demás del Continente asiático en buques particulares nacionales continuando su giro con la Nueva España y los puertos de Acapulco y San Blas bajo el mismo permiso de 500.000 pesos concedidos a dicha Nao y un millón de retorno.”
El diario de la sesión de las Cortes de Cádiz del del 29 de marzo puede verse AQUÍ y AQUÍ
[19] La Corona aplicaba el supuesto de que el beneficio de las ventas era del 100%. En la práctica podía ser bastante mayor, alguna vez incluso del 300%. Pero en ningún caso el 1000%, que decían ingleses y holandeses, envidiosos del rentable comercio que tenían organizado los españoles.
[20] Los portugueses sacaron tradicionalmente plata de contrabando de las minas de Potosí por el Río de la Plata y Brasil.
Los holandeses usaron asiduamente la ruta de El Cabo, y pocas veces la ruta del estrecho de Magallanes o el Cabo de Hornos, para el comercio de su Compañía de las Indias Orientales, más conocida por sus siglas en holandés, VOC.
[21] Esta última cifra, la tercera parte, se cita en el Metropolitan Museum de Nueva York. Parece excesiva si se acepta que el contrabando en las flotas de Indias era en proporción similar al de la ruta del Galeón de Manila.
[22] Los 4 galeones capturados lo fueron por británicos. Los holandeses no consiguieron apoderarse de ninguno. Thomas Cavendish capturó el Santa Ana en 1587, Woodes Rogers el Encarnación en 1709, George Anson el Covadonga en 1743 y Samuel Cornish el Santísima Trinidad en 1762. Además, está el caso ya citado del San Felipe, saqueado en Japón en 1596.

Qué maravilla de artículo. Gracias.