El Gral. Santiago Marín: la prueba del algodón
El Gral. Santiago Marín, número dos de la Benemérita, leyó –ni improvisó ni fue un lapsus–, lo que todos oímos. Después, haciendo gala de su característica y barriobajera chulería, se ha ratificado… porque, tan siniestro personaje, se sabe respaldado por sus… amos. Nada, pues, de acto «heroico» para advertir a los españoles de lo malo que son Sánchez, Iglesias y sus secuaces; como no pocos ingenuos han voceado. El Gral. Santiago, sumiso esclavo y colaborador voluntario y activo del «partido», está en el ajo… porque si no fuera así no estaría donde está, que es donde le han puesto, tras ascenso meteórico injustificado… los suyos. El citado General, un desgraciado sin personalidad nada más que para lamer traseros, es ejemplo patente de los mandos militares y policiales de hoy en España. El Gral. Santiago, del que cara y trayectoria profesional lo dicen todo, es la prueba del algodón de lo que, a su vez, son las FF. AA. y policiales de nuestra sufrida patria.
España viene padeciendo un proceso revolucionario desde hace décadas. Proceso vengativo de aquel otro que fracasó porque hubo media España que no estuvo dispuesta a dejarse sojuzgar, esclavizar y asesinar. La II República fue el caballo de Troya de la Revolución marxista sovietizante de entonces, como la democracia ha sido la de ahora. El fracaso de ambos se debe a lo mismo: su utilización por la Revolución para imponer su régimen totalitario. De los beneficios y libertades de ambos regímenes se ha aprovechado la Revolución, hoy en marcha como entonces en España, aunque parezca increíble, máxime dados nuestros antecedentes bien cercanos.
Se nos impone un sistema totalitario marxista bolivariano tras conseguir, por corrupción o politización, que el Estado de derecho lo sea de impunidad y que las FF. AA. y cuerpos y fuerzas de seguridad de toda clase lo sustenten. El marxismo que, aunque haya mutado sigue siendo el mismo, sabe de siempre que, para imponerse, precisa de militares y policías, bien por activos o por pasivos. En Venezuela, Maduro depende de ellos. Evo Morales salió en cuanto militares y policías le indicaron el camino del aeropuerto.
En España, los mandos militares y policiales son sostén de ese sistema marxista totalitario que se encuentra en fase avanzada. Si no, el Gral. Santiago Marín no hubiera obedecido la orden manifiestamente inconstitucional del Gobierno de espiar a los españoles y la anexa de trabajar para los intereses partidistas de Sánchez e Iglesias. Si no, dicho mando hubiera desobedecido tal orden y hubiera declarado públicamente nada más recibirla lo que pasaba, acusando a quien corresponde, poniendo a España y a la democracia por encima de su cargo y carrera. Si no, los medios marxistas no le hubieran ensalzado. Si no, a estas horas estaría en su casa. Entonces sí hubiera sido un héroe, y no un villano.
Y es que a estas alturas, tanto las FF. AA. como las policiales están más que infiltradas por la revolución; logro debido a que sus secuaces han actuado con habilidad e inteligencia en ellas desde hace años… y no se les ha impedido. Purgaron a los pocos que sabían que nunca iban a tragar… algunos para siempre por sicarios de ETA. A los más, a través de un constante proceso de demolición interna inoculando en dichas instituciones y en sus miembros todo lo que las ha llevado a la división interna, falta de compañerismo, rencillas, codazos y no se pueden ustedes imaginar cuántas cosas más.
¿En qué país democrático que se precie de serlo y de defender sus libertades se permite lo que nuestras FF. AA. y policiales permiten? ¿Qué clase de militares, guardias civiles y policías tenemos que constantemente se muestran sumisos a órdenes abiertamente inconstitucionales y anti-nacionales? ¿Por qué ese silencio ominoso, cómplice, esa sumisión patética, ese “defender” a España… cuánto más lejos mejor, mientras los españoles de bien nos vemos acosados por el lumpen de nuestra nación, por los traidores y declarados anti-españoles? ¿En qué país que se precie los que tienen la última razón y el máximo deber y obligación, cuando ven la deriva de sus políticos corruptos, destructores de la nación, de la democracia y la libertad, permanecen mudos… e incluso colaboran con ellos? ¿En cuál, aún peor, se ven ejemplos como el del Gral. Santiago Marín?
Y todavía hay muchos que cuando ven un uniforme se quedan encandilados, y un desfile y aplauden enardecidos. Exíjanles el cumplimiento de sus deberes y juramentos, menos postureo y más patriotismo. Para lo cual, además, tienen el mandato expreso del pueblo soberano en el artículo 8º de la Constitución, y tendrían el respaldo de la parte honrada, decente y trabajadora de dicho pueblo que sigue siendo, sin duda, mayoritaria… aunque no por mucho tiempo de seguir así la cosa.

Durísimo alegato.
Debo reconocer que al iniciar su lectura las calificaciones -descalificaciones- dirigidas al general Santiago, me produjeron rechazo. Por eso que los militares llamamos compañerismo.
No obstante, ese malestar inicial se fue atemperando durante la lectura.
Ante las inapelables verdades que a lo largo del artículo se van exponiendo.
La conclusión ha sido lamentar la dureza de las calificaciones, y al mismo tiempo albergar la esperanza de que remuevan conciencias dormidas, consiguiendo que quienes han profesado una “religión de hombres honrados” y se sienten obligados por la disciplina, comprendan que, llegado el caso, la obediencia al enemigo se llama traición.
Y mediten en el ejemplo de los capitanes Daoíz, Velarde y del teniente Ruíz.
Cuando el Capitán General de Madrid había ordenado sumisión a “la francesa da” que era “la legalidad vigente”
En definitiva, que como rezan las sabias Ordenanzas “en los casos dudosos tomen la decisión más propia de su honor y espíritu”
Aunque ello impida ascensos fulgurantes….. o ceses que Qué avalan ese honor y espíritu.
Por duros que sean los insultos, que no lo son, sino calificaciones adecuadas, aun que le duela nuestra a nuestra ablandada forma de ser, lo aterrador del caso es que no se trata de eso sino de la salvación de la Patria y la individual, del auténtico sálvese el que pueda.
Mientras no lo entendamos así, nos comerán por los pies y, encima, seguiremos aplaudiendo, literalmente.
Necesitamos, estamos obligados a ello, otro 2 de Mayo. Al menos para morir con dignidad y no como perros en un cuchitril
¿Y que medice Vd de los cuatro (4) teninentes generales de la guardia civil (y los «n» generales de división) «desaparecidos en combate» y anuentes con su silencio a lo que dice el novato brigadier?
Eso si no están aplaudiendo con las orejas.
Bueno, y de la jefa de la guardia civil, que no sale ni a la peluquería, mejor no decir nada por no caer en pecado.
De acuerdo con el fondo del asunto… pero no creo que el general Santiago lo haya soltado por chulería. Esa bomba mediática ha desprestigiado al gobierno infinitamente. Les ha levantado las verguenzas, y les ha retratado. Permitirá que VOX y otros hagan una denuncia ante los tribunales. No ha sido en vano. Creo que lo ha hecho a conciencia para decirnos a todos lo que estaba haciendo el gobierno, y luego al no contradecirse ni rectificar, lo ha vuelto a decir todo. Es posible que hoy en día trabajar para este gobierno provoque escrúpulos de conciencia, y recibas órdenes que te pongan en el dilema de dimitir, como el Honor obliga. Pero creo que el General Santiago no ha querido callarse lo que estaban haciendo. Es posible también que lo haya hecho para blindarse ante una denuncia futura… pero también es posible que lo haya querido hacer como un servicio a España y a los españoles. Verermos…
Por mucho malestar que cause en una institución que aún no había sido ocupada por el poder político, ese que claramente se salta a unos cuantos compañeros, además de enarbolar el “sí no soy yo será el siguiente”, genera una casta nueva. Un gobierno que haga esto deja tres cosas claras y deseadas por esa administración:
La mala sensación ante los compañeros que lo tienen identificado,
La alienación de éste por entender el anterior precio a su ascenso por dedazo y lo que esto implica y
La desmoralízate certeza en el resto de la cadena de que ese dedo va a ser una realidad por encima de los méritos.
A partir de ese momento el honor sigue siendo la divisa pero menos. Los que han llegado respetando la cadena, como mejor han podido entender, se encuentran ante el dilema de tener que dimitir ante algo así o bien a aceptar que los que van a llegar seguro, seguro; quitando el sitio a sus compañeros, van a ser los más políticos de entre ellos.
Hoy más que nunca oímos eso de que “Si dimito; ¿Que hago con el sueldo que me queda (y sin la casa) con mis dos hijos que aun…? Y todo el mundo asiente, descontento pero comprensivo. Y poco a poco, o rapidísimo dependiendo de la agenda de ese gobierno, vemos esa nueva casta del dedo creciendo hasta arrinconar a los que se sujetan al honor como esas especies invasoras que desplazan a las autóctonas.
¿Que castigo hay? No lo sé, antes se condenaba al ostracismo a ese compañero y se le hacía notar muy claramente lo que había hecho en todos los ámbitos. Hoy no creo que nadie haga un feo a otro compañero aunque sea un deshonor para el cuerpo y un insulto directo al compañero que le ha pasado por encima de su hoja de servicios.
Hoy todo se entiende, incluso a tu asesino; que es tu igual y tendrá sus razones. El militar no está pensado para el postmodernismo que nos ahoga.
Por mucho malestar que cause en una institución que aún no había sido ocupada por el poder político, ese que claramente se salta a unos cuantos compañeros, además de enarbolar el “sí no soy yo será el siguiente”, genera una casta nueva. Un gobierno que haga esto deja tres cosas claras y deseadas por esa administración:
La mala sensación ante los compañeros que lo tienen identificado,
La alienación de éste por entender el anterior precio a su ascenso por dedazo y lo que esto implica y
La desmoralízate certeza en el resto de la cadena de que ese dedo va a ser una realidad por encima de los méritos.
A partir de ese momento el honor sigue siendo la divisa pero menos. Los que han llegado respetando la cadena, como mejor han podido entender, se encuentran ante el dilema de tener que dimitir ante algo así o bien a aceptar que los que van a llegar seguro, seguro; quitando el sitio a sus compañeros, van a ser los más políticos de entre ellos.
Hoy más que nunca oímos eso de que “Si dimito; ¿Que hago con el sueldo que me queda (y sin la casa) con mis dos hijos que aun…? Y todo el mundo asiente, descontento pero comprensivo. Y poco a poco, o rapidísimo dependiendo de la agenda de ese gobierno, vemos esa nueva casta del dedo creciendo hasta arrinconar a los que se sujetan al honor como esas especies invasoras que desplazan a las autóctonas.
¿Que castigo hay? No lo sé, antes se condenaba al ostracismo a ese compañero y se le hacía notar muy claramente lo que había hecho en todos los ámbitos. Hoy no creo que nadie haga un feo a otro compañero aunque sea un deshonor para el cuerpo y un insulto directo al compañero que le ha pasado por encima de su hoja de servicios.
Hoy todo se entiende, incluso a tu asesino; que es tu igual y tendrá sus razones. El militar no está pensado para el postmodernismo que nos ahoga.
Estimado seguidor: magnífico comentario en todo, en los argumentos, en el fondo, en la forma y hasta en la tristeza que se trasluce de quien está claro que conoce de primera mano lo que ocurre. Poco se puede añadir excepto que, como también apunta, la solución es difícil y lejana. Mil gracias. Saludos cordiales