El Holocausto Rojo del Frente Popular

El pasado 24 de octubre, al cumplirse el primer aniversario de la profanación de la sepultura de Francisco Franco en el Valle de los Caídos, se propuso que a partir de tal fecha el día 24 de octubre pasara a rememorarse como “Día de la Gran Infamia” y como tal fuera recordado por los españoles.

Pues bien, en igual sentido, el día 7 de noviembre debe pasar a formar parte de la verdadera “memoria histórica” como “Día del Holocausto Rojo del Frente Popular”. Efectivamente, porque es preciso recordar que en tal fecha del aciago año 1936 comenzaron los asesinatos masivos en Madrid, en la llamada “zona republicana”, que desde el pucherazo de febrero de 1936 se había convertido en “zona roja”.

Un recordatorio a modo de prolegómeno

Desde el golpe de estado del 14 de abril de 1931, mediante el que se había proclamado la Segunda República, el caos y la anarquía se habían adueñado de las calles y los campos de España, con la comisión de todo tipo de desmanes. Contra la Iglesia, los bienes particulares y el patrimonio artístico de la Nación. Sin que los sucesivos Gobiernos supieran, pudieran o quisieran atajarlos. No olvidemos la famosa frase de Azaña en fecha tan temprana como el 11 de mayo, sin haber transcurrido ni un mes desde la proclamación de la República: «Todas las iglesias y conventos de España, no valen la vida de un republicano».

Como no podía ser de otro modo, esa dejación de autoridad dio lugar a que la anarquía fuera in crescendo. Por tal motivo el pueblo español, hastiado de tal estado de cosas, en las elecciones generales del 19 de noviembre de 1933 (primera vuelta) y 3 de diciembre la segunda, votó mayoritariamente a las candidaturas de las derechas que se presentaron en coalición y cuyo programa básico se resumía en “defensa del orden y la religión” obteniendo las derechas 197 escaños y 100 las izquierdas. Este resultado supuso la democrática victoria electoral de los españoles que preconizaban el respeto al orden y a las leyes de la propia República. Pero el PSOE no admitió la victoria democrática de esa “república burguesa” organizando y preparando, desde ese momento, una insurrección armada contra el Gobierno republicano.

Insurrección armada del PSOE, que tuvo lugar entre los días 5 y 19 del mes de octubre de 1934 y a la que quisieron sumarse –a río revuelto, ganancia de pescadores– las otras fuerzas disolventes de la Nación. Los separatistas. Con la Esquerra Catalana a la cabeza.

Dominada la insurrección por la República, a un elevado precio de destrucción y sangre –especialmente en Asturias feudo del PSOE– las fuerzas revolucionarias continuaron su imparable ascenso, y dejando a un lado las diferencias entre ellos, –porque los anarquistas se resistían a la hegemonía del PSOE– cristalizaron finalmente en febrero de 1936 en el llamado “Frente Popular” al que con propiedad llamaron sus oponentes Conjunción Rojo-Separatista. Donde bajo la batuta del PSOE formaron orquesta anarquistas, comunistas y separatistas, haciéndose con el poder mediante un “pucherazo” hoy suficientemente documentado en el reciente libro  «1936 FRAUDE Y VIOLENCIA delFrente Popular» (2017) de Manuel Álvarez Tardío y Roberto Villa García. Frente Popular, preciso es decirlo, actualmente reeditado en el Gobierno de España.

Este pequeño recordatorio es necesario para entender el cómo y el por qué esas bases del frente popular se desbordaron como un alud de fango sobre la sociedad española, en el momento en que la “presión popular” derribó los últimos diques de contención que suponían las propias leyes de la República. Y de los agentes de la autoridad encargados de hacerlas cumplir. Ante este proceso revolucionario imparable, cuyas consecuencias se habían hecho visibles tanto en la revolución de octubre de 1934, como en los desmanes y anarquía que asolaron toda España desde que los resortes del Poder quedaron en manos del Frente Popular (tras las elecciones fraudulentas de febrero del treinta y seis) darían lugar a que la media España que no se resignaba a morir se sumara a un Alzamiento Nacional iniciado por la parte sana del Ejército. Aquella parte en el que el patriotismo y la disciplina no estaba minada por las organizaciones marxistas y las logias masónicas que preparaban la revolución. Y como para muestra vale un botón, baste decir que a todos los Parques de Artillería de Madrid habían sido destinados coroneles afiliados a las diferentes logias masónicas. Para el previsto “reparto de armas al pueblo” en el momento que se iniciara la revolución. Y que esta “política de destinos” no se había sustanciado de un día para otro, sino que había formado parte de los que ahora llamaríamos “política de defensa” mediante la cual Azaña había ocupado los puestos claves del Ejército con cuadros de mando afines a sus designios. Alejando por el contrario a aquellos de los que sospechaba que, llegado el caso, se opondrían a su proyecto de “triturar el Ejército”

Comienza el terror rojo en Madrid

Frentepopulistas

Nada pues tiene de extraño que estas fuerzas revolucionarias, al producirse el Alzamiento Nacional –que “madrugó” a la revolución por semanas o meses– sembraran el caos y la anarquía. Y como las actuales generaciones, adoctrinadas por la parcial “memoria histórica” de la infame ley 52/2007 no pueden hacerse idea de aquellos acontecimientos, se les propone un ejemplo para que puedan entenderlo. Sólo tienen que imaginar lo que supondría hoy el que se vaciaran las cárceles, y a todos los presos se les proveyera de un mono, un fusil, un gorrillo… y un carnet de sindicatos y organizaciones políticas, que los convirtiese de facto en agentes de la autoridad. Siendo ellos, por delegación o inhibición de las autoridades, quienes impusieran la “ley y el orden” en las calles.

Desde el primer momento comenzaron las matanzas y los latrocinios, y lo que había sido frecuente desde el triunfo del Frente Popular en febrero de ese año, se convirtió en cotidiano. La primera gran matanza tiene lugar en el Cuartel de la Montaña, donde las fotos de los cadáveres hacinados en el patio, ponen en evidencia que los muertos no lo fueron en la lucha, sino que quienes habían pretendido sumarse al Alzamiento Nacional fueron asesinados tras rendirse.

Patio del Cuartel de la Montaña tras la rendición de los sublevados. La disposición de los cadáveres y la sangre manando de sus cabezas no deja lugar a dudas. Menos aún el testimonio del autor de tal masacre, Enrique Castro Delgado, que lo confiesa en la primera parte de su autobiografía «Hombres made in Moscú»

Puede decirse que a partir del 18 de julio, tras rendirse el Cuartel de la Montaña y ser reducidos los acuartelamientos que habían querido sumarse al Alzamiento, comienza el Terror Rojo en Madrid. La “Autoridad” pasa a partidos y sindicatos marxistas y anarquistas. Donde sus afiliados, que habían sido armados con fusiles e incluso ametralladoras detraídos de los parque de artillería de la capital, imponen su ley. Ya se ha dicho que tales parques estaban al mando de coroneles de artillería, oportunamente destinados a estos puestos en previsión del momento en que se fuera a armar al pueblo. Y así vemos que en uno de ellos, un comandante de infantería enseña a los milicianos a montar las ametralladoras, almacenadas todavía en los embalajes originales de las fábricas de armamento. No hace falta mucha imaginación para comprender lo que supuso esta chusma de milicianos socialistas, anarquistas y comunistas, unidos a simples delincuentes comunes, todos armados y bajo el mando de los más sanguinarios.

Automáticamente se vaciaron las cárceles, cuyos presos pasaron a engrosar las fuerzas de la revolución mientras las celdas se llenaron de “gente de orden” –muchos de ellos republicanos– pero que pertenecían a esa “república burguesa” a la que el dirigente del PSOE Largo Caballero, había prometido erradicar hasta que en los edificios oficiales ondeara, no la bandera tricolor de la República, sino la roja de la revolución

Terminaron en las cárceles, sacerdotes, militares, intelectuales, periodistas, miembros de profesiones liberales y pequeños propietarios de comercios. En general todo aquel del que se sospechara que no era afín, no ya a la República, sino al nuevo orden impuesto por la revolución desatada. La selección de quienes debían ser internados en las prisiones para ocupar las celdas de los delincuentes comunes excarcelados, fue relativamente sencilla. Pues las autoridades del Frente Popular se habían hecho con el censo electoral donde figuraban nombres y domicilios. Otra prueba más, junto a las prevenciones para el  “reparto de armas al pueblo” de que la revolución marxista estaba concienzudamente preparada. Y que si no triunfó, fue gracias a que se le adelantó el Alzamiento Nacional y se alzó con la victoria. Victoria que no obstante costó ingente cantidad de sangre y destrucción.

Curiosamente, y hasta las matanzas organizadas que comenzaron el 7 de noviembre de ese año 1936, donde estuvieron más seguros los presos fue en las cárceles –hecha excepción de algunos asaltos por parte de los milicianos para darles muerte– como  la sufrida por la Cárcel Modelo el día 23 de agosto. Ya se ha dicho que con el “orden público” en manos de los facinerosos, se desató el terror rojo en toda la población. Cada sindicato, cada partido político, cada “organización política” afín al Frente Popular constituyó su propia milicias, y sus cárceles particulares –las temibles chekas– donde torturaban y posteriormente ejecutaban a quienes consideraban “desafectos” tras detenciones arbitrarias en los domicilios, precedidas generalmente del robo de cuanto encontraran de valor en los registros de las viviendas de los “fascistas”

Recientemente Carlos Fernández Barallobre, en una serie de artículos publicados en El Correo de España, ha realizado un admirable trabajo de investigación, donde en sucesivos capítulos da cuenta de los asesinatos, torturas y latrocinios cometidos en las principales chekas de Madrid, con expresión de donde estaban ubicadas, a que partido político o central sindical pertenecían, quien o quienes eran sus responsables y la relación de muchas de sus víctimas. Meritoria labor, muy bien documentada y oportuna, ahora que el nuevo Frente Popular aprovechando que okupa el Gobierno de España pretende mediante la infame ley 52/2007 “de la memoria histórica” y su prevista ampliación que quiere titular “ley de memoria democrática”, tras haber falseado la historia haciendo pasar por víctimas a quienes fueron los verdugos, evitar que se pueda mediante investigación rigurosa en fuentes primarias –apartándose de las fuentes contaminadas con la que hace tiempo se está tergiversando la historia– ocultar la verdad: Que el Alzamiento Nacional fue, además de inevitable, providencial.

Celda de una cheka

De todas formas es preciso decir que el meritorio trabajo de Carlos Fernández Barallobre debe ser continuado. Pues las cerca de diez Chekas que documenta, son la punta del iceberg del terror rojo en Madrid. Ya que al finalizar la guerra en “La Causa General” se contabilizan 225 de estos “establecimientos” de detención y tortura. Pero el profesor Alfonso Bullón de Mendoza ha documentado  la existencia de 345. Lo que supone casi una por kilómetro cuadrado en Madrid. Pero que no fue privativo de la capital de España, pues las hubo en todas las ciudades. Y funcionaron a pleno rendimiento hasta que eran liberadas por las tropas nacionales. Así por ejemplo en Barcelona hubo más de 40, y 55 en la región de Valencia, con 35 en la capital, 12 en Alicante y 8 en Castellón. De todas formas debe tenerse en cuenta que dado su carácter de “cárcel secreta” no es posible determinar con exactitud cuántas hubo.

El terror rojo se había desatado en Madrid desde el mismo día 19 de julio, y continuó hasta que el 7 de diciembre, en que se transforma en un genocidio perfectamente organizado y ejecutado. Pero antes de centrarnos en el auténtico Holocausto Rojo del Frente Popular veamos como se vivieron aquellos meses previos al inicio de las matanzas programadas.

Un testimonio directo

Mis abuelos paternos pasaron la guerra en el Madrid Rojo. Yo le he oído contar a mi abuela, el terror que día tras día, a cualquier hora, pero especialmente a la caída de la tarde y al amanecer, sentían cuando se escuchaba el frenazo de los vehículos en la calle. El sonido de las portezuelas al cerrarse, y luego el ruido de las botas subiendo por las escaleras. Con el corazón encogido, y aguantando la respiración para mejor oír, escuchaban en que piso se habían parado. Luego golpes en la puerta, gritos, blasfemias, y las súplicas de alguna mujer pidiendo que no se llevaran al hijo o al marido. Los sollozos, o llantos y gritos desgarradores en el descansillo de las escaleras, cuando se los llevaban a los detenidos. Y de nuevo las pisadas y el sonido de los vehículos en la calle con el cerrar de las puertas y el arranque de los motores. Luego un silencio sepulcral. Y una sensación de alivio al saber que esta vez no les había tocado a ellos. Y entonces, muchas veces, continuaban el rezo del Santo Rosario interrumpido con la llegada de los milicianos.

Leandro de Borbón

Otras veces el registro no era en la vivienda, pero sí el consabido ruido de los vehículos que ponía el corazón en un puño pensando si la visita sería en ese portal. Y mi abuela añadía: luego muchas veces oíamos las descargas con las que mataban a los pobres infelices en alguno de los solares próximos. Mis abuelos vivían entonces en la calle Reina Victoria, situada en aquellas fechas un poco en el extrarradio. Algo similar cuenta Leandro de Borbón en su libro “De Bastardo Real a Infante de España” (escrito cuando legalmente le fue reconocida la regia paternidad) pues era hijo bastardo de Alfonso XIII y la actriz Carmen Ruiz Moragas y por ello hasta su reconocimiento su nombre fue Leandro Ruiz Moragas. Cuenta en tal libro que vivía junto a su hermana, ya huérfanos, en un chalet en la calle Reina Victoria cuidados por unas criadas, pues la madre había hecho dinero con su profesión. Por las mañanas las “sirvientas” iban con él a los solares próximos para ver los cadáveres de los fusilados esa noche. Y no deja de sorprender lo referido, pues tenía tan solo siete años, ya que había nacido en 1929. Lo que no cabe duda es que esas visiones infantiles le habían quedado bien gravadas en el recuerdo.

También refería mi abuela que cuando estaba en la cola para conseguir los alimentos racionados, y pasaba la camioneta municipal que iba diariamente por los “fusiladeros” recogiendo los cadáveres de los asesinados esa noche, las milicianas comentaban jocosas ¡ahí va el carro de la carne! Esto pone en evidencia que las “autoridades” se preocupaban de recoger los cadáveres, pero no de evitar los asesinatos. Pues hubiera bastado con haber puesto vigilancia en los lugares donde todas las mañanas aparecían los cuerpos de los “paseados”.

Cuando los Nacionales consolidaron el frente en la Ciudad Universitaria, Franco comunicó a las autoridades del Frente Popular o Mando Rojo que aquel sector, próximo a la Ciudad Universitaria –como era el caso de la calle Reina Victoria– quedaba dentro de zona de guerra y que por ello debían evacuar a la población civil. Mis abuelos entonces se trasladaron a la otra punta de Madrid, al número 88 de la calle Jorge Juan. El traslado entrañó grave peligro, y no por la acción bélica de los Nacionales, sino porque escondían en su casa a un sacerdote, y aunque obviamente el cambio de vivienda lo hizo vestido de paisano, es fácil imaginar la zozobra de toda la familia. Es más, cuando mi abuela que en otro viaje le llevaba la sotana, fue detenida en un control por un miliciano y este comenzó a registrarle la bolsa donde llevaba las ropas del sacerdote, con energía y decisión le espetó ¡bruto! ¡que me vas a estropear las ropas de mi madre! Y el miliciano, viendo que la bolsa sólo contenía ropa, le dejó pasar sin sacar todo el contenido.

Cuando yo sorprendido le pregunté por qué había corrido ese riesgo, y no había quemado la sotana antes del traslado, ante mi sorpresa me dijo: D. Antonio lo hubiera considerado una apostasía.

Frentepopulistas «paseando» en la Casa de Campo madrileña a «derechista» (Octubre de 1936)

Y volviendo a los “paseos” y asesinatos del terror rojo en Madrid, decir que no sólo fueron cometidos en Paracuellos del Jarama. Aunque por su número, entre dos y cuatro mil, y el hecho de que las víctimas fueran desde ancianos a menores de edad, –muchas veces asesinados padres junto a sus hijos o varios miembros de una misma familia– tal masacre, de la que a continuación nos ocuparemos, ha pasado a ser el símbolo del terror del Frente Popular en el Madrid Rojo.

Porque además de en Paracuellos se asesinó en otros muchos lugares, como Torrejón de Ardoz, el cementerio de Aravaca, las tapias de las Casa de Campo, las riberas del Manzanares o las decenas –tal vez centenas– de “fusiladeros” repartidos por toda la ciudad. Como es el caso de las revueltas que descienden desde la Calle Mayor y la catedral de la Almudena a la ribera del Manzanares por la llamada “Cuesta de la Vega” donde hubo otro fusiladero o paredón, donde podía apreciarse el estigma –en su doble acepción– de grandes oquedades en las paredes de mampostería, donde yo de chaval, con la punta de una navaja, he sacado de entre la argamasa que unía los ladrillos, proyectiles de 7mm Máuser que se habían incrustado tras haber atravesado y dado muerte a los desdichados que habían sido asesinados contra tales paredones improvisados.

Sabiendo el efecto que hace un proyectil de fusil, en paredes de ladrillo macizo como aquellas, resulta abrumador pensar en cuanto cientos de asesinatos pudo haber en tal lugar, para que hubiera unas erosiones en los muros de tal extensión y profundidad.

Resulta bochornoso que al hacer ese adefesio de edificio construido para albergar las “colecciones reales” y arreglar esas paredes de contención que flanquean la Cuesta de la Vega, no solo se hayan hecho desaparecer estos vestigios de la verdadera memoria histórica, sino que ni tan siquiera se haya puesto una lápida conmemorativa con una cruz y una explicación de que en tal lugar cayeron asesinados cientos de españoles.

Lo que debería ser un obligado homenaje a las víctimas, teniendo en cuenta que bastantes de ellas fueron asesinadas por sus ideas monárquicas. Y que este “fusiladero” estaba situado precisamente en el costado del Campo del Moro. Los jardines del Palacio Real.

Sin duda la Casa de S.M. el Rey hubiera tenido algo que decir.

Del asesinato continuo al asesinato masivo

Miembros de una cheka

Ya hemos visto que desde el 19 de julio de 1936 hasta el 6 de noviembre de ese año, la represión, terror y muerte en el Madrid rojo, republicano, o con más propiedad del Frente Popular, fue una constante. Donde mes tras mes fueron asesinados centenares o miles de personas. Sin más razón que considerarlas “desafectas” o simplemente para robarles, saldar viejas rencillas, por ser “personas de orden”  o de convicciones religiosas. Una simple denuncia de que eran o habían sido lectores de ABC o practicantes de la religión católica, podía dar lugar a un registro domiciliario y una detención seguida de un interrogatorio en una cheka para terminar con un “paseo” a cualquier fusiladero. Por supuesto que el ser sacerdote, monja o fraile era motivo suficiente para ser ejecutado. Pero también podía serlo el llevar corbata, sombrero o ir arreglado “como un señorito”. Decía mi abuela que había que salir a la calle desgreñado, pues el ir aseado y arreglado era peligroso.

Decir finalmente que el término “dar un paseo” tenía su origen en que con la chulería propia de la chusma miliciana, al llevarse al detenido para matarlo, le decían en tono jocoso: venga que vamos a dar un paseo. De esta falta de respeto a unos hombres a los que iban a matar, hay testimonios por haberse jactado de ello los propios asesinos. Como es el caso de una víctima, que cuando por el propio miedo, o la necesidad de hablar en sus últimos momentos, dijo a quienes se disponían a matarlo; ¡que frío hace! tuvo por respuesta: ¡quéjate tu cabrón! pues mira nosotros que tenemos que volver.

Esto había sido lo cotidiano en el Madrid rojo desde que se produjo el Alzamiento Nacional, pero cuando las autoridades republicanas que habían sido incapaces de mantener el orden y evitar los asesinatos, huyen de Madrid el día 6 de noviembre ante la proximidad de las tropas Nacionales, tiene lugar el colapso definitivo. Ya han llegado a Madrid los “asesores soviéticos” y se crea una “Junta de Defensa” dentro de la cual se constituye una “Consejería de Orden Público” cuya misión es mantenerlo. Y como primera medida para evitar que los miles de presos recluidos en las cárceles, muchos de ellos desde antes de iniciarse el Alzamiento y otros desde los primeros días –y por lo tanto sin ninguna responsabilidad en la sublevación– puedan ser liberados por las tropas de Franco, se decide su exterminio. So pretexto de ser trasladados a otras prisiones fuera de Madrid, se organiza, perfectamente planificado y eficazmente ejecutado, el asesinato de esos miles de presos. Comenzaba un genocidio cuya máxima responsabilidad recae en un joven marxista. Santiago Carrillo Solares. Socialista en sus orígenes, pero travestido en comunista por ambición. Pues son ahora los comunistas, gracias a la ayuda que presta la Rusia Soviética de Stalin y a los múltiples “asesores” soviéticos que han llegado a Madrid controlando los resortes del poder, quienes “cortan el bacalao”

Félix Schlayer

También han llegado a Madrid las dos primeras Brigadas Internacionales, la XI y la XII reclutadas y pagadas por la Rusia Soviética. Que ya el mismo día seis, tras haber desfilado por Madrid,  rodean y “protegen” la Cárcel Modelo. Como así lo atestigua el cónsul de Noruega Félix Schlayer en su libro Diplomat im roten Madrid. Algunos de esos “internacionales” reclutados la mayor parte de ellos entre la hez comunista de Europa (con la excepción de los integrantes del batallón Abraham Lincoln de EE.UU) se ofrecieron voluntarios para tomar parte en las matanzas que comenzaron el día siete y se prolongaron hasta el tres de diciembre “evacuando”  los presos recluidos en la Cárcel Modelo y las de San Antón, Porlier y Ventas.

Día 7 de diciembre. Comienza el genocidio; Carrillo es culpable    

Santiago Carrillo en la época

Santiago Carrillo Solares (Gijón 18 de enero de 1915 – Madrid 18 de septiembre de 2012)  siempre ha negado su responsabilidad en el genocidio de Paracuellos del Jarama. Y lo ha hecho con la contumacia que caracteriza a los más avezados delincuentes. Porque su trayectoria vital siempre fue el tirar la piedra y esconder la mano. Haciendo aparecer a otros como responsables de sus crímenes. De nada sirvió que un historiador como Ricardo de la Cierva estableciera su culpabilidad en el libro Carrillo Miente, 156 documentos contra 103 falsedades (Editorial Fénix, Serie Máxima con primera edición en 1994) con el que pretendía –y consigue holgadamente– desmontar una por una las mentiras que, para justificarse, excreta Santiago Carrillo en sus memorias. Y Ricardo de la Cierva lo hace tanto en defensa de la verdad histórica, como para honrar la memoria de su padre, Ricardo de la Cierva Codorniú, asesinado el 7 de noviembre de 1936 en Paracuellos del Jarama.

Lo cuenta así para justificar el libro en la página 23:

Esta responsabilidad de Carrillo –y autoría personal en algunos crímenes como lo atestigua un testigo presencial del asesinato del Duque de Veragua– ha sido reconocida por sus propios correligionarios como es el caso de Carlos Semprún Maura, que en un artículo publicado en ABC el 19 de abril de 1994, como protesta por las memorias de Carrillo dice:

Siendo consejero de Orden Público en la Junta de Defensa de Madrid, fue él quien ordenó la matanza de Paracuellos, cosa que ha reconocido off de record y no como escribe incontrolados probablemente de la FAI [1] 

Pero no solamente Ricardo de la Cierva desmonta, una a una, las falacias de Carrillo en sus memorias, donde trata de exculparse. Un testigo esencial de los hechos, al que su condición de inmunidad diplomática como cónsul de Noruega, le permitió moverse libremente por el Madrid rojo durante aquellos terribles sucesos, Félix Schlayer Gratwohl narra en su libro Diplomat im roten Madrid como visita personalmente al consejero de Orden Público en su despacho,  informándole de que tiene noticias de que los presos extraídos de la Cárcel Modelo en la mañana del día siete en número de 970, con el pretexto de trasladarlos a otras prisiones como el penal de Chinchilla o la prisión de San Miguel de los Reyes en Valencia, no han llegado a ellas. Según ha podido saber tras comunicación telefónica con sus directores. También le informa de que según parece han sido fusilados en Paracuellos del Jarama y Torrejón de Ardoz  lugares que él ha visitado personalmente pudiendo encontrar grandes fosas donde en zanjas mal cubiertas sobresalen algunos cuerpos. Carrillo con cinismo inaudito se sorprende de la noticia y le promete que lo investigará… pero el hecho real es que las matanzas prosiguen en días siguientes y sucesivos, durante lo que resta de mes. Sin que el consejero de Orden Público de quien dependen las fuerzas que deben garantizarlo, corte estos asesinatos programados. Porque es preciso poner de manifiesto que el asesinato de tan elevado número de personas precisa de una compleja “infraestructura logística”. La movilización y requisa de los autobuses urbanos y camiones para el transporte de las víctimas. El cavar previamente las grandes fosas para enterrar a las víctimas y el reclutar a quienes debían ejecutarlas que dado el elevado número de los presos a ejecutar “no daban abasto” teniendo que organizar turnos y relevos.

De hecho el transporte de los presos sacados de las cárceles, se efectúa en veinte autobuses de dos pisos del servicio público urbano. Suben a cada vehículo sobre sesenta personas, mientras que en la plataforma trasera que da acceso al piso bajo y las escaleras que suben al superior se sitúan entre diez y doce milicianos armados en cada uno. Según el médico de la Cárcel Modelo el día siete por la mañana son “extraídos” 1.035 presos que no regresan. Los días 8 y 9 continúan las “sacas” y los asesinatos que con algunas fluctuaciones se prolongan hasta el 3 de diciembre.

Madrid prácticamente cercado: controles en todos sus accesos

LA MARCHA SOBRE MADRID (Servicio Histórico Militar. Monografías de la Guerra de España. Nº 1)

A primeros de noviembre, Madrid se encontraba parcialmente cercado por las Columnas Nacionales. Aunque ni el cerco ni las defensas eran continuas. Por el norte la línea de contacto eran las alturas de Guadarrama y Somosierra. Mientras que las columnas procedentes del sur ya se encontraban en la Casa de Campo. Por su parte las columnas procedentes de Zaragoza, muy débiles al haber tenido que hacer frente a las fuerzas enemigas procedentes de Cataluña, habían quedado detenidas en la línea Almadrones-San Andrés en la provincia de Guadalajara, cortando la carretera y el ferrocarril de Madrid a Zaragoza a unos cien kilómetros de la capital de España.

Desinformación histórica: Google Earth, sobre la fotografía del cementerio de Paracuellos dice lo que sigue: “Gran cruz que puede verse al llegar al aeropuerto de Barajas. Aquí se encuentran enterrados los cadáveres de víctimas del régimen de Franco, en cuyo honor, una vez descubiertos, se alzó dicha cruz”. Huelga cualquier comentario.

Así pues, a menos de cien kilómetros de Paracuellos del Jarama, cortando la carretera que procedente de Zaragoza entraba en Madrid, se encontraban los Nacionales. En tales condiciones todas las salidas de Madrid estaban controladas por destacamentos de milicianos, para evitar tanto posibles incursiones de los Nacionales, como impedir la salida de personas desafectas al Frente Popular con ánimo de “pasarse” a los Nacionales. Estos puestos de control (hoy llamados en terminología OTAN chek point) estaban custodiados por milicianos pertenecientes a la Consejería de Orden Público. Para poder cruzarlos, los autobuses que llevaban a los presos a Paracuellos debían mostrar los pertinentes “salvoconductos” firmados por las autoridades del Frente Popular, concretamente por la Consejería de Orden Público. Los milicianos encargados de estos puestos de control  subían a los vehículos para cerciorarse de que entre el “pasaje” no fueran personas sin autorización para salir de Madrid. O que pretendieran “pasarse” a los Nacionales. Podían comprobar entonces que los “pasajeros” iban atados y que a muchos se les había despojado de calzado y prendas de abrigo. Unas horas después, cuando cruzaban de regreso al puesto de control, los autobuses venían vacíos. Como esto se repitió en decenas de viajes el día 7 de noviembre y días sucesivos, no era extraño que algunos de esos milicianos de la Consejería de Orden Público, de paso que controlaban al pasaje, tomaran parte en el desvalijamiento de objetos que ya no iban a ser de utilidad a los presos. Pero Santiago Carrillo, el Consejero de Orden Público de quien dependían estos milicianos de los chek point, no sabía nada.

Sólo un sujeto despreciable como Santiago Carrillo, es capaz de negar las evidencias. E incluso escribir unas memorias intentando echar las culpas a otros, concretamente a los anarquistas, cuando las primeras matanzas se producen los días 7, 8 y 9 siendo él Consejero de Orden Público. Y cesan precisamente, o dicho con más propiedad se detienen, cuando el anarquista Melchor Rodríguez asume la responsabilidad de las prisiones. Pero al ser cesado en el cargo por la Junta de Defensa, se reanudan. Finalmente Melchor Rodríguez se va a Valencia, donde se encontraba el Gobierno y se entrevista con el ministro García Oliver. Cuando regresa a Madrid, investido nuevamente como “Responsable de Prisiones” el cuatro de diciembre emite una orden: A partir del día de la fecha, ningún preso saldrá de las cárceles sin mi autorización expresa”. Y así se acaban las “sacas” o asesinatos en masa. Aunque hasta la liberación de Madrid por las fuerzas de Franco prosiguieran los “paseos” seguidos del asesinato de los detenidos. Detenciones y asesinatos que las autoridades republicanas no quisieron o pudieron evitar.

El artículo completo pueden leerlo descargándolo en formato PDF AQUÍ

Y para finalizar esta referencia al heroico Santiago Carrillo –nunca pisó un frente de combate, siempre “manteniendo el orden público” en retaguardia– decir que el 16 de marzo del 2005 tuvo lugar una fiesta-homenaje en Madrid por su noventa cumpleaños que había sido el reciente 18 de enero. A tal fiesta asistieron políticos, periodistas, cantantes, amigos y correligionarios. Entre los asistentes estaba Sabino Fernández Campo, que no pudiendo ser considerado ni amigo ni correligionario, parecía evidente que ostentaba una alta representación. Como lo acreditaba una carta de S.M. el Rey que entregó al homenajeado en la que este le manifestaba su respeto y amistad fraguada durante muchos años. Respeto que sin duda era verdad, pues era el único español al que el Rey trataba de usted y de D. Santiago.

A los postres, otro preclaro invitado, Rodríguez Zapatero, ofreció a Carrillo su particular regalo. En ese preciso instante se estaba retirando, con alevosía y nocturnidad, la estatua de Franco que había en Los Nuevos Ministerios, próxima a las de Indalecio Prieto y Largo Caballero. Que obviamente permanecen en el lugar. No sabemos si los invitados, al tener conocimiento de tan emotivo regalo, prorrumpieron en un “aplauso en salva”… y si a tal aplauso se sumó Sabino Fernández Campo en virtud de su alta representación.

Respeto y amistad fraguada durante muchos años

Epílogo

Hoy 7 de noviembre del 2020 se cumplen 84 años del inicio de las matanzas de presos en el Madrid rojo, que como ya se ha dicho, se prolongaron hasta el tres de diciembre con unos días de paréntesis, cuando el anarquista Melchor Rodríguez ejerció la función de responsable de prisiones. ¿Por qué fue cesado Melchor Rodríguez? ¿Por qué razón volvieron las sacas y asesinatos hasta que regresó de Valencia y se hizo nuevamente cargo del control de las prisiones? Resulta un sarcasmo que Santiago Carrillo en sus memorias quiera echar la culpa del genocidio a los anarquistas. Bien es verdad que muy astuto, nunca firmó las relaciones de presos que los jefes de las prisiones debían entregar a los encargados de asesinarlos. Consignaba que las órdenes debían darse “cubriendo responsabilidades” por lo que las relaciones las firmaban sus subalternos Cazorla y Serrano Poncela. En varios casos además las órdenes de entrega de presos no fueron nominales. Simplemente se especificaba el número de  presos que debía entregar el jefe de la prisión.

Pues bien, cuando se cumplen 84 años de la atrocidad, cuando la infame ley 52/ 2007 de de “La Memoria Histórica” quiere blanquear los hechos, derivando la responsabilidad de los asesinos en las víctimas. Cuando mediante una nueva ley de “Memoria Democrática” se pretende perseguir a quienes se atrevan a publicar la verdad de lo sucedido, parece conveniente establecer el día 7 de noviembre como Día del Holocausto Rojo del Frente Popular

Y mediante una Ley de Verdad Histórica, establecer una serie de medidas, como realizar un inventario exhaustivo de todos los lugares relacionados con el Terror Rojo, poniendo placas conmemorativas en los edificios donde hubo chekas y en los fusiladeros como por ejemplo el que existió en la Cuesta de la Vega, del que se han hecho desaparecer los vestigios. Debe exigirse también mediante ley, que la efeméride sea recordada obligatoriamente en todos los centros escolares, programando además recorridos en autobús para que los alumnos realicen un recorrido de verdad histórica de todos estos lugares. Recorrido histórico-cultural que deberá finalizar con un acto institucional en Paracuellos del Jarama.

Mons. Reig Plá, único obispo en toda la historia que ha visitado Paracuellos, celebrado Misa en su capilla y bendecido todas y cada una de las fosas… lo que además repite cada año desde hace casi una década

Alguien podrá decir que esto es una locura, que es volver a abrir heridas y desenterrar el hacha de guerra de las dos Españas…. Por supuesto, ¿pero no es eso precisamente lo que ha hecho la infame ley 52/2007 y lo que pretende ampliar el Proyecto de Ley de la Memoria Democrática?

La iniciativa de esta nueva Ley de la Verdad Histórica –que deberán apoyar en el Parlamento VOX y Ciudadanos– tiene que ser presentada precisamente por el Partido Popular. Para  mostrar a sus votantes que no es un partido feudatario de la izquierda. Y que definitivamente ha superado sus complejos históricos.

Pero mientras se consigue que el Parlamento apruebe esta ley, deben ser las familias las que expliquen a sus hijos y nietos estos hechos. Para que comprendan que el Alzamiento Nacional y la Guerra de Liberación, o Cruzada, fue inevitable. Y que la victoria de los Nacionales resultó providencial.

Alguien dirá que las líneas que anteceden son guerracivilistas… y tienen razón.

Pero han empezado ellos.

Y cuando el enemigo se ha propuesto aniquilarte, como es el caso en el que nos hallamos, todo debe aventurarse a un enérgico contraataque.

De eso se trata.

[1] Pag. 171 Carrillo miente de Ricardo de la Cierva

11 respuestas a «El Holocausto Rojo del Frente Popular»

  1. A ese sinvergüenza de Carrillo, no se le debía haber dejado entrar en España ni con democracia ni sin ella. Era un paria, pero paria, paria, paria.

  2. La moral de Franco, por sus profundas convicciones religiosas, no le permitían enviar a Tolouse unos sicarios para que le dieran muerte o lo raptaran y devolvieran a España para ser juzgado y ejecutado.
    Como sí hicieron los judíos con Eichman.
    Tampoco hizo que sus delitos de genocidio fueran imprescriptibles como se hizo con los Nazis.
    La diferencia de comportamientos lo dice todo.
    Recordemos que en España no hubo muertes “extrajudiciales” (asesinatos) hasta los GAL con la llegada del PSOE al poder….. pero para el PSOE el malo de la película es Franco.
    Así están reescribiendo la historia.
    Gracias por su comentario
    Un cordial saludo.

  3. Verdades que ahora el gobierno narcocomunista quieren callar, pero sin miedo a nada ni a nadie por España. Tenemos que seguir luchando contra el cáncer de españa, el psoe y sus aliados etarras y separatistas comunistas. Pasamos una vez y pasaremos otra
    Mas. Muy buen artículo mi coronel, como siempre con datos y bien explicado.

  4. Gracias Francisco.
    Quienes de buena fe creyeron que era mejor olvidar para lograr la reconciliación, ya ven para lo que ha servido.
    Para que leyes infames como la de Memoria Histórica y Memoria Democrática convierta en víctimas a los asesinos.

  5. Me ha gustado mucho leer este artículo, no es una historia de las que se pueden leer en los libros de Historia, sino que es un artículo escrito desde los recuerdos familiares, de esa «intraHistoria» que desaparece cuando desaparecen las personas que fueron protagonistas y testigos de ella.
    Me parece impresionante, por ejemplo, cómo la abuela del autor, siendo una mujer joven (lo aclaro porque el término «abuela» puede hacernos pensar otra cosa), arriesgó su vida para salvar la sotana del sacerdote que tenían escondido en su casa, y el valor y el aplomo que tuvo para que registrándole un miliciano en un control la bolsa donde iba a la sotana, cortarle diciéndole que le estaba estropeando la ropa de su madre.
    ¡Ojo!, el sentido del honor del sacerdote, de no destruir la sotana porque eso sería como una apostasía.
    ¡Ojo!, el valor y el sentido del honor de mujeres españolas de tener a un sacerdote escondido en su casa, que si te pillan supone la muerte para todos los habitantes de esa casa, no solo para el sacerdote, sino también para el resto, -y el destino de las mujeres solía ser todavía más horrible-, que si esto, por sí solo fuera poco, les obligan a abandonar sus casas porque a ellas llega ya la línea de frente, y no rompen la protección que le venían dando a D. Antonio el sacerdote, sino que va con ellos igualmente en la evacuación con el riesgo que ello supone porque puede no tener la documentación en regla o porque las porteras de las casas realizaron una labor de delación y muchas personas fueron asesinadas cuando ya se creían a salvo en una casa amiga, precisamente porque la portera delataba en las chekas la presencia de personas que no pertenecían a la familia. Me referiré a este hecho después comparándolo con el caso de la médico de Toledo Carmen Miedes Lajusticia.
    Y ¡ojo!, al valor y al sentido del honor y de la honradez de esas mujeres (la abuela y la bisabuela paterna del autor), que reconociendo que quemar la sotana sería para D. Antonio el sacerdotes una apostasía, no piensan «egoístamente» (para entendernos) si es que al cura le parece poco el riesgo que ellas corren teniéndolo escondido en casa o incluso llevándolo con ellos en el traslado cuando son evacuados, como para correr más riesgos de los necesarios conservando la sotana (que no es un objeto pequeño), sino que las mujeres, asumen como natural este riesgo porque participan del mismo razonamiento moral que el cura: «es que eso sería una apostasía», y por esas convicciones morales y religiosas, dos mujeres normales, desarmadas, arriesgan su vida en una sociedad de lobos, o mejor dicho de hienas, como el Madrid de la guerra y de la ocupación roja, con los rusos moviéndose en el hotel Gaylord’s, y los muros de las chekas ahogando los gritos y los lamentos de los torturados, los moribundos y la mujeres ultrajadas.
    Comparo la superioridad moral de estas mujeres con los miembros de la Conferencia Episcopal, -por poner un ejemplo, de lo mucho que ellas arriesgaron por la Religión siendo personas normales (quiero decir, sin ningún cargo ni ninguna distinción) y lo poco que arriesgan estos prelados-, y a consecuencia de esta reflexión tengo que hacer esfuerzos para recorrer el pasillo y llegar a tiempo al cuarto de baño para vomitar, sin hacerlo por el camino. Comparo la grandeza moral de estas mujeres (o de otras como ellas, como cuenta Joaquín Borrás en su libro «6000 mujeres») con el hecho de que al Aeropuerto de Barajas le hayan puesto el nombre de Adolfo Suárez, comparo la catadura moral de este personaje, que tiró a la basura toda la sangre y todo el sacrificio de estos mártires del Terror rojo, con la generosidad y valentía de estas mujeres, y pienso en el hecho lamentable de que los nombres a las instalaciones públicas como es el caso del aeropuerto de Barajas se lo den a este gusano y no a estas mujeres de cuya existencia sólo sabemos por este testimonio, sin el cual se habría perdido para siempre, y cuando pensaba que ya lo había vomitado todo, tengo que parar de escribir y salir corriendo de nuevo y atravesar ese pasillo aguantándome para poder vomitar otra vez en el cuarto de baño. Qué pobres aquellas sociedades como la española que ponen nombres a sus instalaciones, infraestructuras y calles a personajes de medio pelo, y silencian sin embargo a otros dignos de admiración, como es el caso.

    Voy a hacer un inciso para referirme al caso de Carmen Miedes la Justicia, porque a través de este caso, y comparándolo con el de la familia del autor, podemos advertir la distinta faz de las 2 España, o mejor dicho de las 3 Españas, porque no son 2 sino 3.
    Carmen Miedes Lajusticia fue una médico de Toledo, que desarrolló en esta ciudad una extraordinaria labor médica y social como pediatra y médica de familia. Nacida en 1902, alumna de D. Santiago Ramón y Cajal, en su promoción, la de 1926, salieron 4 mujeres médicos. Cuando estalla la guerra, sus hermanos, simpatizantes falangistas igual que ella, se refugian en el Alcázar de Toledo, sin embargo ella no hace lo mismo porque ha sido avisada de que hay una mujer enferma tan grave que precisa asistencia urgente. La doctora anteponiendo la salud de esta persona a su seguridad personal acude, y efectivamente se trata de un caso de vida o muerte. Los familiares de la paciente rogaron a Carmen con promesas que después incumplieron que se quedara con ellos, que la atendiera, y que no buscara refugio en el Alcázar y se hiciera a la idea de que era una más de la familia. Carmen ante tales promesas accedió; en pocos días la enferma mejoró y poco más de una semana más tarde se curó por completo.
    Sin embargo, una vez repuesta la paciente, estas mismas personas que tantas promesas le habían hecho, le exigen que se fuera de la casa por ser un riesgo para ellos en caso de registro. Es la catadura moral de un tipo de gente que yo no identifico con ninguna de las dos Españas, sino con una tercera, que es la que por conveniencia es «franquista» con Franco y deja de serlo en el mismo instante en que esto no le reporta beneficios, y es «socialista» si con eso siguen arrimando el ascua a su sardina. El 90% de los Procuradores en cortes de 1975 pertenecían a esta 3ª España, y para qué hablar de tantos y tantos cargos públicos (Ministros y Generales incluidos) que nos traicionaron a todos nosotros porque sabiendo como sabían los crímenes que se habían cometido en las ciudades bajo el poder de las autoridades rojas y sus bandas de malhechores, no les importó para asegurarse su propio bienestar, el arrojar a la patria y a los españoles que vivían en ella, de nuevo a las fauces de los lobos, repitiendo un sistema de partidos que ha conducido a dónde estamos otra vez como en febrero de 1936.
    ¿Quién iba le iba a decir a la doctora Carmen Miedes cuando le primer día que llegó a atender a la enferma le hicieron tantas promesas, que una vez esta gente había obtenido de ella lo que querían, le iban a exigir que se fuera de su casa?
    El día 3 de agosto de 1936, por la noche, la echaron a la calle, desoyendo los ruegos de una amiga de la doctora que les prometió sacarla de allí dentro de unos días.
    Sin un sitio donde ir, fue apresada por los milicianos y después de un breve cautiverio, asesinada.

    Este relato sirve para comparar la familia del autor, que nada le debe al sacerdote y que arriesga su vida no solo cuando lo tienen en casa sine die, sino cuando es preciso hacer un cambio de domicilio, y aceptan el riesgo que ello conlleva de ser descubiertos, con la familia esta de Toledo que acogió en su casa a la doctora Carmen Miedes para que salvara la vida de una de las mujeres de la familia, y cuando así lo hizo, se deshicieron de sus promesas de que se considerara una más de la familia y la echaron a la calle a sabiendas de que ello iba a suponer su muerte, como así pasó. Tan enemigos de la patria son los rojos fanatizados de odio como los que pertenecen a esta 3ª España, porque sin la colaboración de ésta última los primeros no podrían cometer los desmanes que cometen.

    Hago notar también los delitos que en esa República de malhechores que era el Frente Popular, se pagaban con la vida: por el mero hecho de ser sacerdote, o ayudarle de alguna forma, o poseer una sotana, te mataban no sin antes las consabidas torturas y vejaciones, Es la famosa «legalidad republicana» de la hipócritamente o por ignorancia, según los casos, se habla en las televisiones y se adoctrina en los centros de enseñanza de todas clases, incluidos los religiosos, que a rojos y a «3ª España» no hay quien les gane.
    Adviértase también cómo la abuela del autor contaba que había que salir a la calle desgreñado, pues el ir aseado y arreglado era peligroso. Y es verdad, fueron muchos los que fueron asesinados por llevar los zapatos limpios o el pelo aseado, porque eso eran un síntoma de «fascista».

    Una cuestión a mi modo de ver también reseñable, es cómo la miseria moral de los rojos va infectando al que se deja infectar. La deshumanización no es un efecto de la guerra, porque la guerra afecta por igual (por igual no, incluso es peor para los que se sienten en territorio enemigo, porque peor les va a los que se tienen que esconder que a los que se pueden manifestar libremente en el Madrid de los soviets y la Pasionaria), sino que la misma guerra es la ocasión para las grandes gestos para unos y las grandes villanías para otros, y afecta de diferente manera a esta mujer joven que con el paso de los años será la futura abuela del autor, y al resto de mujeres que hacen cola con las cartillas de racionamiento cuando pasa el camión cargado de cadáveres de los fusilados por los rojos. Los efectos de la guerra dependen del alma de cada uno: hay quien aunque la religión esté prohibida la conserva en su interior y arriesga incluso su vida por ella, y hay quienes están vacíos por dentro, se acomodan a la degeneración del régimen frentepopulista, y cuando pasa el camión con los cadáveres comentan que «ahí va el camión de la carne». La distinta clase de personas, unas limpias de corazón y otras ya podridas hasta el tuétano, que eran las 2 Españas, no puede quedar más nítida con la descripción de este suceso en la cola para adquirir alimentos con las cartillas de racionamiento.

    Hago notar también, como reflexión para las noches de insomnio, la gran farsa del Ministerio de la Verdad, la gran farsa de la Ley de Desmemoria, Manipulación y Falsificación Históricas, la gran farsa de los delitos de odio como tipo penal para perseguir únicamente a quien no se doblegue al discurso de la extrema izquierda, es decir al discurso de los que llenaban de cadáveres el camión con sus crímenes a diario, y cuando pasaba este camión de cadáveres de los asesinados aquella madrugada decían «ahí va el camión de la carne» (como nota de deshumanización pero en referencia también a la falta de este alimento, porque los únicos que comían carne en Madrid eran los Comisarios rusos, y los gerifaltes comunistas, el resto hervía las cáscaras de patatas y hasta los cinturones de cuero, y comían carne si aparecía un caballo muerto o un gato se dejaba coger en una cornisa). Porque los rojos jamás han negado sus crímenes al contrario, hacen alarde de ello, de modo que nos encontramos también aquí dos tratamientos jurídicos : el de los verdaderos criminales que gozan de barra libre y que nada han de temer de la Fiscalía del odio, y los de signo contrario que mucho cuidado con lo que dicen, aunque sea para negar y no para reivindicar como hacen los rojos, que la Fiscalía del odio hace guardia de día y de noche para reprimir toda referencia que se aparte del discurso del Ministerio de la Verdad, registrando páginas Facebook y rebuscando en Twitter, como aquel miliciano rebuscaba en la bolsa donde iba la sotana de D. Antonio, para poder meter a gente en la cárcel. Apartar el día de mañana a esta gente de la carrera Fiscal debe ser una aspiración de todo futuro Gobierno que aspire a la Honestidad y a la Justicia como proyecto político, porque si alguna conclusión debemos sacar de este relato, es la injusticia y la falsedad del relato oficial de la Desmemoria, Falsificación, y Manipulación Históricas que se pretende imponer y en el que la llamada «Fiscalía del odio» es una pieza de persecución de la Verdad fundamental.

    Enhorabuena al autor por tan extraordinario y vivaz reportaje, y a la página por publicarlo, y respecto de aquellos que tienen sobre sus espaldas la responsabilidad de que este martirologio no haya servido para nada y España se vuelva a ver amenazada de tener que pasar por aquella misma circunstancia, yo deseo que Dios se lo demande conforme a sus «méritos».

  6. Gracias a usted, amable seguidor de El Español Digital, por su fundamental aportación que constituye en sí un magnífico artículo.
    Lo comento telegráficamente.
    En efecto, en la fecha mi abuela era una mujer muy joven.
    Impresionante y reveladora aportación el caso de la doctora Carmen Miedes, mártir por partida doble. Por fidelidad a su fe y a su juramento hipocrático.
    Fundamental también su aportación de la “tercera España”: rojos, azules
    … y cobardes acomodaticios.
    Finalmente le aclaro que el traslado de domicilio de mis abuelos pone en evidencia que Franco, dentro de lo humanamente posible, quiso evitar que la oblación civil no sufriera los rigores de la guerra.
    Por eso declaró esa zona de Madrid próxima al las trincheras de la Ciudad Universitaria “zona de guerra” para que fuera evacuada.
    Ya que los bombardeos artilleros y de aviación sobre el frente podía afectar a aquellos barrios.
    Nada que ver con los bombarderos de los Aliados sobre poblaciones alemanas en la GM II designados con el eufemismo de “bombardeos estratégicos” cuyo objetivo era sembrar el terror en la población civil.
    La excepción fue en cierta medida el bombardeo de Guernica. Y si digo en cierta medida, es porque lo realizó la aviación alemana sin autorización del mando Nacional, y además fue sobre un nudo de comunicaciones durante la ruptura del “cinturón de hierro” de Bilbao.
    Circunstancia que por el contrario no se dio en el bombardeo de Cabra, aunque no inmortalizó Picsso ni existe para la historiografía izquierdista.
    Lo dicho Kevlar. Gracias por el comentario y su aportación.

    1. Sí, uno de los aspectos más reseñables, y que yo, en mi improvisación, he omitido, es le hecho de que Franco diera ocasión a que ese barrio fuera evacuado, antes de proseguir las operaciones militares. Lo cual demuestra además de la grandeza de Franco, lo poco que le importa a la propaganda roja la verdad de los hechos, porque a pesar de éste y otros muchos datos que muestran a Franco como una persona benefactora y misericordiosa, la propaganda roja ha conseguido ocultar para la mayoría la verdadera faz de Franco, y lo ha presentado como todo lo contrario, como un «dictador», cuando la realidad es muy otra.

  7. 2ª PARTE DE MI COMENTARIO

    La reconciliación es un concepto muy noble y muy loable, también lo es cuando el enemigo se acerca con intención de parlamentar enarbolando bandera blanca. El problema que tenemos, -y que a estas alturas solo los ciegos muy ciegos pueden no percatarse de esta evidencia-, es que la bandera blanca y de la reconciliación ha sido utilizada por los rojos con la misma finalidad que los malhechores se disfrazan de cartero o de empleado de la empresa de la luz o del gas, para que le abran la puerta con este engaño y entonces encañonar a sus moradores, amordazarlos en el suelo, y robar a placer. Esta realidad no se ha asumido ni en la guerra (recordemos el defensor del alcázar de Toledo que durante el alto al fuego para recibir a una legación roja, se confió quedó a la vista en una ventana y fue asesinado por un francotirador rojo), pero todavía peor después de la guerra, como si la experiencia vivida no hubiera servido para nada.
    Por eso no se erigieron monumentos, plazas conmemorativas etc. etc. recordando la república del crimen, (a excepción de las cruces de los caídos en la puerta de los Ministerios y las modestas placas de caídos en la fachada de algunas iglesias) como tendría que haberse hecho salvo casos muy puntuales, como la placa que había en el Ministerio de Asuntos Exteriores que recordaba al diplomático belga Barón de Bochgrave (Gérard Jacques Jules Guillaume de Borchgrave ), asesinado en Madrid el 21 de diciembre de 1936 por haber detectado la policía roja que varios brigadistas internacionales franceses y belgas se habían entrevistado con él para pedirle auxilio para poder regresar a Francia y Bélgica al comprobar lo que significaba en realidad pertenecer a las Brigadas Internacionales, enrolados mediante engaño de la propaganda stalinista.
    Igual ocurrió con la asignatura de «Formación del Espíritu Nacional», salvo excepciones, la asignatura estaba en manos de profesores rojos o de otros que no sabrían distinguir, dado su desconocimiento de cuestiones básicas, una fotografía de Mao Tse Tung de otra del Zar Nicolás II.
    Todos los 27 de enero se celebra en el Senado un acto de exaltación del judaísmo y por las víctimas del Holocausto, (se puede ver en Youtube en el canal del Senado), amén de otras lecturas, este hecho significa que holocaustos extranjeros tienen en las instituciones españolas una acogida que jamás ha tenido el tremendo holocausto sufrido por los españoles en la mal llamada guerra civil.
    Está claro que el pasar página e incluso presentar a los asesinos como hombres engañados pero buenos (como el cine franquista de los años 50 y 60 presenta a los rojos en su afán de reconciliación), ha fracasado y se ha demostrado que ese no es el camino. La restauración Borbónica, tampoco. Las aspiraciones de «democracia» invocadas por las fuerzas antifranquistas tras la muerte de Franco, podemos observar ahora mismo que en realidad eran un disfraz para implantar el Socialismo. Se tendrá que tomar nota que no se puede abrir la puerta por mucho que los atracadores vayan disfrazados de empleados de la luz o cartero.
    Todo eso de las placas conmemorativas, de los edificios donde se ubicaron centros de tortura, encarcelamiento clandestino y asesinato en que consistieron las chekas, me parece una prioridad. El enemigo lo sabe, por ello le faltó tiempo para destruir la memoria histórica que se contenía en el interior del Alcázar de Toledo, y por eso está quitando todo rastro de la verdadera memoria histórica. Con una excepción, creo que la estatua ecuestre de Franco de la Academia Militar de Zaragoza nunca debe ser repuesta en ese centro militar (lo mismo otros símbolos que hayan sido arrancados de los centros militares). En su lugar debe colocarse un monumento conmemorativo de que en ese lugar hubo una vez una estatua de Franco pero que militares al servicio de los enemigos de la Religión y de la Patria, por su bienestar personal como burgueses, (cuando no por su ideología roja, o ambas cosas a la vez) consintieron que se arrancara. La falta de formación en guerra psicológica creo que es una constante del cuadro de mandos del Ejército español, aunque este artículo (y los del Coronel D. José Mª Manrique) sea una excepción que cumple la regla. Sólo así se explica la cantidad de militares de buena fe que son rojos y que asisten a las conferencias de Monedero o del Coronel valido de Gutiérrez Mellado, como el que asiste a algo loable.

    Respecto de Sabino Fernández Campos y otros representantes de la «3ª España» mejor me reservo la opinión que me merecen personajes nefastos como este, y otros por el estilo (el General Aramburu Topete y otros muchos), a los que desprecio profundamente, que sabían muy bien a dónde se llevaba España, directa a los acantilados y no tuvieron escrúpulos para contribuir activamente al desastre, en un país donde los patriotas desde el 3 de mayo de 1808 son fusilados a mansalva, pero luego los que han cometido los mayores crímenes o han contribuido a los mayores desastres, se les garantiza una total impunidad, hasta día de hoy.
    Todas la épocas tienen sus héroes y sus mártires. nosotros veníamos viviendo de la rentas y de la sangre de otros, pero parece ser que, si Dios no lo remedia con algún milagro, despreciada por las últimas generaciones la sangre de los últimos héroes, la Historia quizás exija revalidar aquella sangra con una nueva generación martirial llamada a salir a la palestra a causa de que la «imbecilidad social» tiró a la basura la sangre y la memoria de los últimos que murieron por Dios y por la Patria. Esperemos que luego esta vez no le regalemos la Victoria a la «3ª España» para que después de apropiarse para sí de las mieles de esta victoria se la entregue a la «2ª España», roja y criminal, como los milicianos que se relatan en este artículo, y como esos tribunales que prostituyen la Justicia, para que todo el drama de España vuelva a comenzar.

    1. Aclaro lo que digo de no reponer en la Academia de Zaragoza la estatua de Franco (porque he saltado a otra cosa y he omitido la explicación).
      La reposición futura de la estatua no significaría o no tendría mayor efecto que para las promociones presentes cuando se produjera esa reposición, y pronto se olvidaría que hubo un día que fue indignamente quitada. En cambio un monumento que recordara que allí estuvo la estatua y hubo una época que los enemigos estaban dentro de la institución militar hasta el extremo de conseguir quitar uno de los mayores símbolos de la fidelidad y del heroísmo del Ejército Español, alertaría del peligro siempre constante en España del enemigo interno, y contribuiría, -lo cual es muy importante en un centro de enseñanza que forma a los oficiales y a los futuros mandos-, a tener conciencia y estar alerta frente al enemigo oculto y a lo efectos de la guerra psicológica que como una especie de lluvia ácida se hace caer sobre el corazón y las mentes de los oficiales (como de toda la sociedad) para derrotarlos sin disparar un solo tiro.

  8. “El testigo D. Ángel Hurtado Navarro, sobrestante de Obras Públicas, que fue obligado por los marxistas a prestar servicios en diciembre de 1936, en el lugar conocido por Somontes, próximo a la carretera de Madrid a El Pardo, presenció la ejecución de numerosos asesinatos en dicho lugar, según declaración prestada por dicho señor ante la Causa General de Madrid, destacando entre los crímenes cometidos el perpetrado por unos milicianos, que llegaron en un automóvil, contra un grupo de personas que llevaban detenidas, y que se componía de un señor de unos 50 años, de dos muchachas de unos 17 a 18 años, y de un joven de unos 20, todos los cuales, por su mutuo parecido, debían de pertenecer a la misma familia. Según el testigo, al descender del coche, las jóvenes se hincaron de rodillas ante los milicianos, pidiendo a gritos clemencia para su padre, no obstante lo cual, todos ellos fueron asesinados”.

    Causa General,
    la dominación roja en España, Avance instruido por el
    Ministerio público. Ministerio de Justicia, 1943 (página 38).

  9. Excepcional y tremendo artículo del Col. Lorenzo Fernández Navarro sobre la historia reciente de España que nos permite conocer aspectos fundamentales sobre los que no se suele tratar y que deberían ser de obligada enseñanza en centros académicos y de difusión general a través de los medios públicos. Por suerte para quienes intentamos entender esos acontecimientos de nuestro pasado, relatos como el suyo y comentarios tan brillantes y oportunos como el del señor Kevlar Steiner constituyen auténticas lecciones de Historia.

Deja una respuesta

Su dirección de correo nunca será publicada. Si la indica, podremos contestarle en privado en caso de considerarlo oportuno.*

Esta web utiliza cookies propias para su correcto funcionamiento. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Más información
Privacidad