El hundimiento del crucero General Belgrano
Hoy 2 de mayo se cumplen 40 años del hundimiento, durante la guerra de las Malvinas, del crucero de la Armada de la República Argentina (ARA), “General Belgrano”, por el submarino nuclear británico HMS “Conqueror”.
El Belgrano había sido botado para la Armada de los EEUU en 1938, con el nombre de “Phoenix”, y había sobrevivido al ataque japonés a la base de Pearl Harbor, al conseguir huir de la base en pleno ataque, e internarse a toda máquina en el mar. Argentina lo había adquirido a los EEUU en 1951.
Era un crucero ligero, de la clase Brooklyn. Desplazaba unas 13 000 toneladas a carga completa. Tenía una eslora de 180 metros, una manga de 13 metros, y una velocidad de navegación de 32 nudos (el equivalente a unos 55 kms./h.), lo que se consideraba lento para la época. Había sido el preferido del General norteamericano MacArthur en la campaña del Pacífico.
En la Armada de los Estados Unidos había tenido una tripulación de 868 personas, pero en tiempos de guerra podía llegar a los 1100. Cuando inició sus operaciones en la guerra de las Malvinas iba con 1093 hombres (1091 tripulantes y dos civiles que trabajaban en la cantina y que solicitaron permanecer en el barco a pesar del estallido de la guerra, los cuales morirían ambos en el ataque).
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El 2 de abril se había desarrollado la “Operación Rosario” por la cual, las Fuerzas Armadas Argentinas, habían desembarcado en las Islas Malvinas, habían rendido a la guarnición británica, y habían recuperado las islas. Inmediatamente después Gran Bretaña organizó una fuerza expedicionaria para volver a ocupar las islas (“Operación Corporate”), que partió de la base naval de Portsmouth al sur de Gran Bretaña, el mismo día 5 de abril de 1982.
El 7 de abril, con efectos a partir del 12 de abril, los británicos anunciaron en los medios de comunicación que habían establecido unilateralmente una zona de exclusión marítima, (que los ingleses denominaron MEZ: Maritime Exclusion Zone), que operaría como zona donde se circunscribían las operaciones del conflicto, que era una circunferencia imaginaria de 200 millas náuticas de radio (unos 370 kms. para que podamos hacernos una idea los que no somos marinos), con centro en las Islas Malvinas. No atacarían por fuera de esa circunferencia pero todo barco civil o militar que se encontrara en la zona de exclusión, considerada de aguas exclusivamente inglesas, sería hundido.
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El 16 de abril de 1982, el “General Belgrano” salió de la dársena de Puerto Belgrano.
La misión encomendada al navío fue la de, utilizando como base la Isla de los Estados, mantenerse fuera del área de exclusión vigilando las intenciones de las fuerzas enemigas. En Ushuaia se reunió con los destructores ARA “Piedrabuena” y ARA “Bouchard” y el petrolero “Puerto Rosales”, con los que formaba el grupo de combate naval sur.
Para evitar que Gran Bretaña pudiera concentrar toda su fuerza naval, el Mando argentino formó dos grupos de combate naval, uno al norte de las islas Malvinas, capitaneado por el portaviones “25 de Mayo”, y otro al sur capitaneado por el Crucero “General Belgrano”, de este modo, la Armada Británica, se veía obligada a dividir también sus efectivos navales para atender a ambas amenazas.
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El domingo 2 de mayo, el “General Belgrano” se encontraba a 35 millas náuticas (unos 65 kms.) fuera de la zona de exclusión y no navegaba en dirección a las Malvinas sino al continente. Desde el día anterior el Submarino nuclear HMS “Conqueror” acechaba a distancia y en silencio a su presa, a la que había detectado el día 30 de abril, a 80 kilómetros de distancia, gracias a su sonar de largo alcance.
El “Conqueror” había salido de su base de Faslane, en Escocia, el día 3 de abril, es decir al día siguiente de la Operación Rosario, lo que da idea del estado de alerta de combate del submarino, con su dotación al completo, avituallado, amunicionado y presto a salir en tan solo un día. Su Comandante, el Capitán Chris Wreford-Brown, solicitó autorización al Mando británico para hundirlo. Dicha solicitud pasó primero por el Almirante John Forster «Sandy» Woodward, Jefe de las fuerzas navales expedicionarias británicas en Malvinas, pero al estar el barco argentino fuera de la zona de exclusión, cuando la Primer Ministro Británica había afirmado que fuera de la zona de exclusión no se atacaría a los barcos argentinos, precisaba la autorización directa de Londres, de modo que la solicitud pasó en segundo lugar por Lord John Fieldhouse, Jefe del Almirantazgo Británico, y éste la elevó a la propia Primer Ministro Margaret Thatcher, quien en una comida de trabajo con el Gabinete de guerra, en la residencia campestre de Chequers, dio la orden de hundir al Belgrano.
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Fotos: 1. El Capitán del Submarino “Conqueror”, Chris Wreford-Brown. 2. Barón Lord John Fieldhouse, Jefe del Almirantazgo británico en 1982. 3. Almirante John Forster «Sandy» Woodward, Jefe de las fuerzas navales expedicionarias británicas en Malvinas. 4.- Miembros de la tripulación del Submarino Conqueror posando con la bandera pirata después del hundimiento. En el extremo superior derecho de la bandera puede verse la silueta del Belgrano. |
El domingo dos de mayo, colocado el Submarino con su proa perpendicular al costado izquierdo (babor) del crucero argentino, y a 5 kilómetros de distancia, lanzó 3 torpedos, uno de los cuales erró el blanco. Fue a las 16.02 horas cuando el primer torpedo Mark 8 (tipo de torpedo como los utilizados en la 2ª Guerra mundial), impactó en la sala de máquinas de popa, haciendo reventar las calderas, lo cual no sólo dejó sin fuerza motor al barco y sin iluminación, sino que esa sala estaba repleta de personal de guardia que falleció al instante, y además por explotar el torpedo muy cerca también del sollado donde se encontraba la tripulación, provocó una gran cantidad de bajas entre ella, 272 hombres. El segundo impacto pocos minutos después fue en la proa, destruyéndola casi por completo haciendo desaparecer 15 metros de ella.
El Capitán del Belgrano, Héctor Bonzo, que en ese momento estaba en su camarote, subió al puente y comprobó que el Belgrano se hundía. Muy a su pesar a las 16.23 horas dio la orden de abandonar el buque.
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Se dio la circunstancia que el ataque se había producido apenas unas horas después de que el Presidente de Perú, Fernando Belaúnde Terry, hubiera presentado una propuesta de paz que Argentina había aceptado, y que con el ataque quedó malograda. Los ingleses, para justificarse, dijeron que la propuesta llegó después del ataque, lo cual no era verdad, la verdad era que Margaret Thatcher gozaba de una pésima imagen en su país por su mala gestión política (unida al hecho de que, como su predecesor Sir Winston Churchill, era alcohólica, aunque la propaganda inglesa, con su poder omnímodo sobre los medios de comunicación mundiales, había conseguido imponer la falsa imagen de que el alcohólico era General argentino Galtieri, cuando no era cierto), y precisaba una victoria militar que revertiera las encuestas.
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La doctrina de combate antisubmarina argentina establecía que, cuando se producía un ataque submarino sorpresivo, y no se podía determinar en ese momento la posición del submarino, que los barcos debían dispersarse, y eso fue lo que inicialmente hicieron los destructores “Piedrabuena” y “Bouchard”. Este último había recibido el impacto del tercer torpedo que no dio en el General Belgrano, pero los daños en el destructor fueron mínimos porque el torpedo no detonó.
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Al dispersarse su escolta, el crucero Belgrano quedó solo. Su Comandante organizó el abandono, y en algo menos de una hora se hundió.
El barco poseía 72 balsas salvavidas con capacidad para 20 personas cada una (es decir de sobra para albergar a la tripulación). Inicialmente las balsas se unieron con cuerdas para mantenerse unidas y no dispersarse en la inmensidad del océano, pero estaba empezando un temporal que iba a más, la mar estaba muy picada y acordaron cortar las cuerdas de unión entre las balsas para evitar que éstas se dañaran y hundieran, lo que hubiera supuesto la muerte por hipotermia de los náufragos.
Por su parte los destructores “Bouchard y “Piedrabuena” habían radiado a sus bases lo ocurrido y el Mando argentino ordenó al destructor “Piedrabuena” que regresara al punto donde el Belgrano había sido atacado, (cuando llegaron no había ni rastro), y se organizó el operativo de rescate, enviando los barcos “Gurruchaga” y el buque hospital “Bahía Paraíso”, además de los destructores “Piedrabuena” y el “Bouchard”, y salieron de la Base de Río Gallegos varios aviones de la Escuadrilla Naval de Exploración. Ni unos ni otros encontraron rastro de las balsas. Lo que había ocurrido es que el temporal y las fuertes corrientes existentes en la zona, habían arrastrado las balsas casi 100 kilómetros al sureste, en dirección a la Antártida.
35 horas después el avión Neptune 2P-111, al mando del Capitán de corbeta Julio Pérez Roca, cuando ya había sobrepasado el punto de consumo de combustible que obligaba a darse la vuelta, acordó volar 5 minutos más, a riesgo de sus propias vidas, y si ya no los veían se darían la vuelta. Esta decisión salvó la vida a los náufragos del Belgrano, porque en esos 5 minutos de más el Neptune divisó las primeras balsas, y pudo señalar su posición (55°18′0″ S, 61°47′0″ W). Llegaron a la base de Río Grande prácticamente sin combustible, y con el marcador a 0 desde hacía rato, solo un poco más y también ellos habrían caído y perecido en el mar. Es muy interesante esta entrevista de radio hecha al Capitán del Neptune Julio Pérez Roca, que dio con la ubicación de las balsas: AQUÍ VÍDEO

Los barcos se apresuraron a llegar al lugar. El buque antártico chileno “Piloto Pardo” (no obstante ser en ese momento Chile enemigo de Argentina y aliado de los ingleses), y el “pesquero” soviético “Belokamensk” se unieron a las labores de rescate.
Para no lastimar a los náufragos (que las balsas con el estado de las aguas no se estrellaran contra las esloras de acero de los barcos de guerra), y por la dispersión y gran cantidad de ellas, las labores de recuperación llevaron dos días.

enarbolando la bandera pirata.
La situación de los náufragos era tremenda, debido al enorme frío antártico y también a que no pocos habían resultado quemados, o heridos de otras formas en las explosiones, su situación era extrema, rara era la balsa donde no había algún cadáver. Los médicos del “General Belgrano” pasaron de ser rescatados a incorporarse de inmediato a las labores médicas no obstante su estado. El espíritu militar era enorme.
De los 1093 miembros de la tripulación, se rescataron 793, 770 tripulantes vivos, y 23 más muertos de hipotermia o de las heridas y quemaduras sufridas en el ataque.
En total fallecieron 323 hombres, de los cuales:
– 6 eran oficiales
– 188 suboficiales
– 130 marinería
– 2 civiles
Es decir, de las 649 bajas que en total Argentina sufriría en la guerra de las Malvinas, prácticamente la mitad, -es decir 323-, fueron en el hundimiento del General Belgrano.
Al conocerse la noticia de que el General Belgrano había sido hundido fuera de la zona de exclusión marcada por el Gobierno inglés, la prensa británica preguntó a Margaret Thatcher qué opinión tenía del destino de los náufragos del General Belgrano, -en ese momento todavía no se había dado con el paradero de las balsas, y por tanto estaban hablando del destino de más de mil hombres que no se sabía qué había sido de ellos-, la Srª Thatcher se limitó a contestar “alegraos por esta noticia y felicitad a nuestra Marina”.
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Dos noticias sobre lo sucedido, la tragedia por un lado, la euforia por otro. |

En la madrugada del 5 de mayo los barcos llegaron al puerto de Ushuaia con los supervivientes, en una operación de rescate que demostró una vez más el arrojo de los pilotos y de los marinos argentinos.
Sirva este pequeño relato, como tributo a la Nación hermana y a sus caídos y veteranos por aquellos hechos, y a nosotros como lección de lo caro que se paga cuando se escatiman del presupuesto militar las capacidades que son necesarias para no dar lugar a estos enfrentamientos en clara inferioridad con el enemigo, y de la que en España son responsables por igual, políticos, militares, y la imbecilidad social que los sostiene a unos y a otros.
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EPÍLOGO:
Mucho habría que comentar como conclusión final de lo que le ocurrió al “General Belgrano”. Yo no soy un experto militar, y esto lo podrán comentar con mayor conocimiento los que sí lo son, pero se me ocurren varias enseñanzas:
La primera, lo caro que se paga en tiempos de guerra tener material obsoleto cuando el enemigo goza de material de última generación. El Belgrano carecía por completo de medios de guerra antisubmarina. Esta carencia lo condenó de antemano.
Al menos habría que decir a su favor que tenía balsas de salvamento de sobra y en buen estado, en España no sería de extrañar que por recortar del presupuesto militar para gastar por otro lado y sostener con este dinero Direcciones Generales de “políticas palanca” o la corrupción que todo lo invade desde 1975, ocurra con las balsas de salvamento en España (y con otras tantas cosas de las que no seamos conscientes) lo que ocurrió con las batas y mascarillas de hospital, -que por recortar de la sanidad pública que los políticos jamás pisan, se carecía por completo de ellas, y las farmacias de los hospitales habían quedado completamente desabastecidas-, y resultara que en los navíos españoles las balsas estuvieran caducadas hace décadas y los altos mandos militares serviles no se atrevieran a decir nada porque no son ellos los que en caso de guerra arriesgarían sus vidas en campaña.
Lo podemos ver en España todos los días cómo el dinero se despilfarra a manos llenas incluso para subvenciones absurdas no ya en España sino para países extranjeros, que es ya el colmo de la inconciencia y prodigalidad, y luego se carece de lo más básico que marca la diferencia entre la derrota, -es decir la muerte de los soldados y la pérdida de la patria-, y la supervivencia.
A lo mejor ellos no lo saben, porque han sido engañados por los enemigos de la patria para que actúen así sin saberlo, pero los que abogan por recortar y reducir los presupuestos militares, en realidad están hablando, aunque no lo sepan, por boca de los enemigos, que nos quieren desarmados e indefensos para resultarle más fácil caer sobre nosotros.
La segunda enseñanza, es que en España, la desidia, la falta de espíritu militar, y la traición, en la proporción en que se haya cometido y se esté cometiendo todos los días sin solución de continuidad, ha dado lugar a que a día de hoy carecemos de Arma submarina. Nunca la Armada Española, desde que existe el submarino como Arma, había carecido de submarinos. Llevamos así no unos meses sino cinco años.

El proyecto S80, además de arrastrar como con todo, un retraso de más de una década, todavía no es operativo, se encuentra en la actualidad en una fase de pruebas de flotabilidad y por tanto desde el punto de vista militar carece de ninguna operatividad, pero es que además una sola unidad, cuando España para defender su litoral y las Canarias precisa no menos de 8 unidades, es prácticamente nada.
Luego uno mira el BOE, por ejemplo el de 3 de diciembre de 2021, y ve cosas como subvención de más de un millón de euros para despilfarros tan absurdos como uno titulado ejecución de la acción «Mujeres, Café y Clima: empoderamiento femenino para la resiliencia socioecológica de la cadena de valor del café frente al cambio climático en Etiopía«.
No es broma, es la Resolución de 23 de noviembre de 2021, que está publicada en la página 149418 del BOE nº 289, de 3 de diciembre de 2021.
Argentina destacó varios submarinos en la campaña de las Malvinas, pero eran submarinos muy anticuados. Si hubiera dispuesto de submarinos modernos, la flota inglesa no solo se habría tenido que enfrentar al valor extremo de los pilotos argentinos, sino también a una flota de submarinos que habría podido hacer su parte en esta guerra. En España no solo no aprendemos sino que han pasado 40 años de aquella guerra y seguimos ignorando sus lecciones.
La tercera lección que nos da este suceso, es que el Submarino inglés salió de su base para las Malvinas el día 3 de abril de 1982, es decir al día siguiente de la recuperación de las Islas por los argentinos. Esto da idea del estado de alerta de combate del submarino para hacerse a la mar en tan corto espacio de tiempo con su tripulación al completo y todo lo necesario para la campaña. Desconozco cuál es el nivel en España, pero me temo que poniendo hincapié en el lenguaje inclusivo y no sexista, el lavado de cerebro antifranquista, y la cultura LGTB, en detrimento de todo lo demás, no estemos a la altura. De hecho si paralelamos el reciente fiasco de la Directora General de la Guardia Civil del PSOE (del POSE las dos, la Directora General y la propia Guardia Civil, que hace tiempo que ya no es la Guardia Civil de España sino del PSOE) que ha sido incapaz no en un día como los ingleses, sino en todo un año, de organizar el suministro de uniformes y tricornios a la última promoción de guardias civiles de la Academia de Úbeda-Baeza, que han tenido que jurar bandera con el uniforme de faena y la gorra de repartidor, porque los suministros no han llegado, ni hay noticias de que lleguen.
Si tomamos como “nivel” este fiasco, podemos echarnos a temblar en qué situación, a diferencia de los ingleses, nos podemos encontrar en capacidades y alerta de combate, mientras los JEMAD y sus esposas organizan cenas en el complejo de la calle Vitrubio o el Paseo de la Castellana de Madrid, y están a partir un piñón con los políticos que nos están llevando al abismo como Nación.
La cuarta lección, es la relativa a la falta de escrúpulos de los políticos ingleses que son, por decisión propia de ellos, nuestros enemigos también a día de hoy. En las Malvinas establecieron una zona de exclusión por su cuenta, pero no tuvieron el menor reparo de incumplirla, si con ello obtenían la ganancia de mandar a más de 300 hombres al fondo del océano, para mejorar su imagen ante su electorado y sostenerse en el cargo.
Hago hincapié en este dato porque en este país nuestro somos muy dados, los políticos que están en la destrucción de España y los militares que sirven a éstos con todo su celo, entrega y adhesión, a la ingenuidad de creerse las promesas del enemigo, la última que Marruecos respetará Ceuta y Melilla tras la entrega del reconocimiento sobre el Sahara.

Si uno acude a El Quijote, en el Capítulo 39 (XXXIX) podemos ver cómo Cervantes describe la doblez y el fingimiento de lo que entonces eran los turcos como una característica consustancial en todos ellos, “usando de la sagacidad que todos los de su casa tienen” tras la pérdida en 1573 de Túnez, pactaron una paz con los venecianos para ganar tiempo, tener a los cristianos confiados por la paz pactada, y preparar su reconquista y la de la fortaleza de La Goleta un año más tarde, en 1574:
“y el año siguiente, que fue el de setenta y tres, se supo en ella como el señor don Juan (de Austria) había ganado a Túnez y quitado aquel reino a los turcos y puesto en posesión dél a Muley Hamet, cortando las esperanzas que de volver a reinar en él tenía Muley Hamida, el moro más cruel y más valiente que tuvo el mundo. Sintió mucho esta pérdida el Gran Turco, y, usando de la sagacidad que todos los de su casa tienen, hizo paz con venecianos, que mucho más que él la deseaban, y el año siguiente de setenta y cuatro acometió a la Goleta y al fuerte que junto a Túnez había dejado medio levantado el señor don Juan”.
Y en el Capítulo 40 (XL) cuando Zoraida le da desde la ventana una nota escrita en arábigo al protagonista de la historia del cautivo (que es el propio Cervantes), y éste le dice que tiene que dársela a alguien que conozca el arábigo para que se la traduzca, ella le advierte que no se la dé a ningún moro porque todos ellos son “marfuces”, es decir, traidores y falsos:
“mira a quién lo das a leer; no te fíes de ningún moro, porque son todos marfuces”
No recuerdo cuándo se escribió “El Quijote” si en 1603, 1605, o por ahí, pero desde esa fecha cuando menos (por no echar mano de las crónicas de la Reconquista, que mucho antes ya dan cuenta también de esta perfidia, porque como dice el refrán: “de los escarmentados nace los avisados”), era de sobra conocido cómo se las gastan los moros, y sin embargo los que pactaron con ellos en Monte Arruit en 1921 no parecía que hubiesen tomado nota del aviso a navegantes que Cervantes daba en la historia del Cautivo (Capítulos 39, 40 y 41) de “El Quijote”, y el resultado fue que salvo a una treintena de mandos superiores para exigir luego rescate por ellos, a los 3500 españoles restantes, los degollaron a lo vivo, algunos tirados en las camillas, heridos. Y tampoco parece que se lea mucho El Quijote en el CESEDEN y en las Academias militares cuando el anterior Comandante General de Ceuta, hoy de Canarias, felicitaba el Ramadán a los enemigos de España en Ceuta, con una ingenuidad y un desconocimiento de las cosas que tira de espaldas, o el actual JEMAD Almirante López Calderón, cuando era AJEMA no hace mucho, decía que la Armada estaba para ayudar a los cayucos. Habría que preguntarle a D. Juan de Austria, o a los que murieron en la defensa de la Goleta en 1574, o luego de cautivos en Argel o Constantinopla, qué opinión les merecía el Almirante López Calderón y el Comandante General de Ceuta. La palabra de los dirigentes marroquíes, y de sus aliados los dirigentes ingleses, tienen el mismo valor que un billete de 6’43 €, como por otra parte lo podemos ver a la menor ocasión con el tema de Gibraltar, cómo abusan y cómo desafían despreciando sin el menor miramiento que nosotros a ellos los tratamos como aliados. Y este suceso del Belgrano viene a recordárnoslo y a prevenirnos frente a la ingenuidad de los que en estos temas se creen lo contrario, que no son más que sus propias mentiras para sostenerse ellos en el cargo, a costa de la seguridad de la Patria.
La Quinta lección, por último, es sobre la muerte de estos 323 marinos argentinos, y los otros 770 que vivieron horas terribles en las desoladas aguas antárticas del Atlántico Sur, hasta que fueron rescatados y se recuperaron de sus heridas los que tuvieron recuperación.
He señalado en el artículo los nombres y las fotografías de los mandos ingleses que están detrás de las muertes de estos marinos, para demostrar que ni sus nombres ni sus caras suenan ni mucho ni poco sino nada absolutamente, a excepción de Margaret Thatcher por su condición de Primer Ministro. Si esto lo hubieran hecho los alemanes, o los conquistadores españoles, o la “intolerancia” católica(?), entonces los medios de difusión de la propaganda, y los libros de texto al servicio de ésta, recogerían estos nombres para que nos sonaran a todos. Como fueron los ingleses los que mataron a estas personas de un modo totalmente innecesario, pues no pasa nada porque en materia de crímenes los angloamericanos gozan de barra libre, y además ellos dominan los medios de manipulación de masas, y los crímenes sólo se airean cuando sirven a la propaganda antifascista, antiespañola, o anticatólica, fuera de ello no interesan a nadie. Lo digo para que se repare en ello y no se caiga, como tantas veces, en la trampa de la propaganda de los “crímenes de guerra” como subterfugio para el lavado de cerebro, en la que tantos movidos por su buena fe sucumben para dejarse manipular, porque si fuera verdad que los crímenes interesan, todos vengan de dónde vengan, y de verdad, y no por razones de pura propaganda, lo de Monte Arruit o los asesinatos que precedieron a la Marcha Verde (y el complot internacional en que tal marcha consistió), no estaría tapados y olvidados como lo está desde hace prácticamente 50 años, y lo del 11M de Madrid en 2004, tampoco.

Sencillamente magnífico
Gran artículo con motivo de ese trágico episodio.
Brillante y exhaustivo artículo.
Todo mi apoyo y solidaridad, en la distancia, con la gran República Argentina, y con sus valíosos militares, que supieron defender a su Patria, incluso con el sacrificio de sus vidas.
¡Viva Argentina!