El hundimiento del destructor Coventry (25 de Mayo de 1982)
El “HMS Coventry” era el más moderno destructor de la Armada británica, Clase Sheffield (también denominado tipo 42), gemelo al destructor HMS Sheffield pero mejorado y más moderno, construido en Inglaterra en octubre de 1978 (aunque algunas fuentes lo sitúan en 1980), apenas llevaba 3 años de servicio desde su botadura cuando fue hundido.
Medía 120 metros de eslora, 14’5 metros de manga, con un desplazamiento de 4.100 toneladas a plena carga, y una tripulación de 287 hombres.

Había sido diseñado para destruir las flotas de cazabombarderos soviéticos. Para ello entre otras armas automatizadas poseía el potentísimo misil antiaéreo “Sea Dart”. Con él, el Coventry, había destruido, el 9 de mayo, el helicóptero de rescate Puma AE-505 (Aeroespatiale SA-330 Puma) del Ejército Argentino, tripulado por los Tenientes Roberto Mario Fiorito y Juan Carlos Buschiazo, y el Sargento mecánico Raúl Dimotta, que había despegado desde Malvinas con la misión de rescatar a la tripulación del pesquero argentino Narwal, después de que se recibiera la señal de socorro de éste, comunicando que los aviones ingleses estaban incluso disparando contra las balsas de goma de los náufragos. El helicóptero en llamas se precipitó falleciendo sus tres tripulantes.
Sus cuerpos nunca fueron encontrados.
Nueve días antes, -el 1 de mayo-, el helicóptero que llevaba embarcado el Coventry, -un Westland Lynx HAS.Mk.2-, disparó dos misiles Sea Skua, sobre el pequeño buque de la Armada Argentina (ARA) “Alférez Sobral”, cuando éste estaba también en una misión de rescate de los dos tripulantes de un avión Canberra MK-62 argentino, de una escuadrilla de tres, que había sido derribado a 1000 millas náuticas (unos 185 kms) del Estrecho de San Carlos, y cuyos dos tripulantes, -los tenientes Eduardo de Ibáñez y Mario González-, habían logrado eyectarse. Estando en estas labores de búsqueda y rescate, el “Alférez Sobral” fue atacado con los misiles lanzados desde el helicóptero, matando a su Comandante, el Capitán de Corbeta Sergio Raúl Gómez Roca, y a 7 miembros más de la tripulación, e hiriendo a 8 más, así como causando graves daños. Aunque el barco pudo llegar a puerto, lo cierto es que la operación de rescate de los dos pilotos no pudo continuar y éstos perecerían en la soledad del mar antártico, ya que nunca más se supo de ellos.
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El papel de este moderno destructor fue muy importante durante la campaña de las Malvinas. Su misión fue situarse muy por delante de la flota británica, y colocarse al norte de la Gran Malvina, (de la porción llamada Isla Borbón, o “Pebble Island” en la cartografía anglosajona), relativamente cerca de la costa (mientras los portaaviones quedaban muy atrás) para en unión de otros destructores y fragatas, establecer a todo lo largo una red avanzada de detección de radar, que en el argot militar llamaban “piquete de radar”, peinando el océano con sus potentes radares capaces de detectar a 200 millas (320 km), que alertaba de la presencia de aviones (o barcos) argentinos, y o bien lazaba sus misiles Sea Dart contra ellos, o bien las patrullas de aviones Harriers ingleses, despegaban de los portaviones si es que no estaban en ese momento en constante vuelo, y procedían a su interceptación.
Margaret Thatcher se jactaba de poseer la tercera mejor flota del mundo, tanto en cantidad como sobre todo en calidad de sus unidades navales. Con esta convicción y con esta premisa, la Primer Ministro había lanzado esta flota de elite a recuperar las islas Malvinas. Uno de los peores errores que se pueden cometer cuando se hace la guerra es subestimar al contrario, sobre todo a uno tan valeroso como la Nación Argentina.
El 4 de mayo, el destructor Sheffield fue atacado con un misil Exocet que lo terminó hundiendo cuando estaba en esta función de “piquete de radar” con el Coventry en otra zona. Tras el hundimiento del Sheffield, los barcos cambiaron de ubicación y el lugar del Sheffield, como binomio del Coventry, lo ocupó la fragata HMS Broadsword, que juntas poseían una panoplia de armas antiaéreas formidables, porque además de sus sistemas electrónicos de última generación, cubrían todas las distancias desde los 35 km hasta el fuego de proximidad, ya que combinaban misiles de largo alcance como el Sea Dart (de los cuales el Coventry poseía 22 unidades), con misiles de corto alcance y baja cota de utilización como el Sea Wolf, el cual también tenía capacidad de actuar como misil antimisil, y además contaban con suficiente armamento del tipo defensivo, cañones de tiro rápido MK-8 de 114 mms., cañones Oerlikon de 20 mm., y ametralladoras de alta cadencia de fuego, de 12’70 y 7’62 mm., como para acabar con cualquier amenaza, o al menos eso era lo que ellos creían.
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El día 25 de mayo a primeras horas de la mañana, una escuadrilla aérea argentina, que había ido a una acción en el estrecho de San Carlos, fueron detectados cuando ya venían de regreso, por el potente peinado de radar que formaban el Coventry y la Broadsword, y el avión del jefe de la patrulla, el Capitán Hugo Ángel del Valle Palaver, fue desintegrado por un misil Sea Dart lanzado desde el Coventry.
Esa misma mañana, un poco más tarde, sobre las 11’30 horas, otra escuadrilla aérea argentina, también cuando regresaban de la acción de guerra de atacar los buques anclados en la bahía San Carlos, fue abatido el Jefe de la misma, Capitán Jorge Olvaldo García, por otro misil Sea Dart disparado por el destructor Coventry. No obstante, en esta ocasión el Capitán Olvaldo García logró eyectarse, pero ni el impacto ni la eyección del piloto fue advertida por los miembros de su escuadrilla, porque el avión del Capitán se había retrasado del resto por problemas en el sistema hidráulico a consecuencia del intensísimo fuego antiaéreo, de modo que los miembros de su escuadrilla no se percataron de lo ocurrido. Un año después su cadáver fue encontrado en el bote de goma de su equipo de supervivencia, varado en la costa de la Isla Goldin, en la Gran Malvina. Posiblemente resultara herido por el impacto y la explosión del misil, y gastara sus últimas fuerzas al caer al mar en accionar el bote de goma y subirse al mismo. A merced de las olas y sin ayuda de nadie moriría a causa de sus heridas. Terrible el destino de tantos valientes.
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Si la Fuerza Aérea Argentina hubiera estado al mando del ex Comandante General de Ceuta o del Almirante López Calderón y otras “perlas” del Generalato y del Mando militar “español”, posiblemente la reacción a las muertes del Valle Palaver y Osvaldo García hubiera sido declarar el Inglés lengua oficial en Argentina, u obligar a poner una foto de la Reina Isabel en las aulas y centros oficiales, u organizar un curso sobre lenguaje no sexista, o en lanzar a la Fiscalía del odio a meter en la cárcel por “delito de odio” si alguien se atrevía a insultar a los ingleses, o cualquier otra acción equivalente a felicitar el Ramadán o a decir que la Armada está para ayudar a los cayucos del enemigo. Sin embargo no pasó así en Argentina en 1982, sino que cuando se detectan estas bajas de los Capitanes Jefes de Escuadrilla Valle Palaver y Osvaldo García, el Mando de la Fuerza Aérea Sur ordena que salgan 2 escuadrillas de tres aviones cada una a ajustar cuentas con los barcos ingleses:

- Una, con el indicativo “Vulcano”, la componen el Capitán Pablo Marcos Rafael “Cruz” Carballo , el Teniente Carlos Rinke, y el Alférez Leonardo Carmona (aunque este último apenas despega tiene que regresar por problemas técnicos del aparato).
- Y la segunda, con el indicativo “Zeus”, con un minuto y medio o dos de diferencia con la primera, compuesta por el Primer Teniente Mariano Velasco, el Alférez Jorge Barrionuevo, y el Teniente Fernando Robledo, este último se tiene que volver también por un fallo técnico.

La orden era localizar al barco o barcos enemigos (se desconocía si era el Coventry u otro, ni cuántos había) y destruirlos.
El 4 de mayo los argentinos habían herido de muerte al destructor Sheffield con un misil Exocet, pero ahora, a esas alturas de la guerra, ya no tenían misiles Exocet, de hecho los aviones argentinos ni siquiera tenían misiles aire-aire para enfrentarse a los Harriers en combate aéreo si se producía un encuentro, sólo su cañón de 30 mm.
La idea era sobrevolar sobre los buques enemigos y lanzar sobre ellos, como en la Segunda guerra mundial, las bombas que llevaban alojadas en sus alas.
La Escuadrilla (más bien “Sección” porque quedó reducida a dos aparatos) de Carballo le correspondió a petición de él mismo, bombas MK17 de fabricación inglesa de 1000 libras (unos 450 kilos). La Sección de Velasco bombas españolas de casi 250 kilos y sistema de retardo mejorado.
A las 14 horas despegó la “escuadrilla” de Carballo, hacía 48 horas que Carballo y Rinke habían hundido la Fragata HMS Antelope. La moral era muy alta, pero hace falta algo más que moral para enfrentar un ataque de esta naturaleza, con medios tan escasos y un enemigo tecnológicamente tan avanzado.
Minuto y medio después lo hacía la escuadrilla del Teniente 1º Velasco, ambas escuadrillas tenían que llegar hasta el extremo de la Isla Borbón (Pebble) ocultándose de los radares pegándose al terreno, pero siguiendo rutas distintas para reducir al máximo las posibilidades de interceptación, porque los Harriers realizaban constantes patrullas de combate en busca de aviones o helicópteros enemigos. Una vez llegaran ya al extremo noroeste (NW) de la isla, enfilarían el mar ya hacia el objetivo. No habría reabastecimiento en vuelo porque no se consideraba necesario cuando las operaciones se realizaban al Oeste del Estrecho de San Carlos.
Tenían que volar pegados al suelo, para no ser detectados por el lóbulo de los sistemas de radar ingleses. Sería un vuelo sigiloso de casi una hora y media, y luego el regreso… si es que había regreso.
Una vez en mar abierto, y después de cubrir un buen trecho de océano Carballo y Rinke divisaron sus objetivos como dos puntos en el horizonte a 35 kilómetros. Volaban a más de 800 km./hora, y Carballo temía estrellarse contra el mar porque el agua le salpicaba a su carlinga, le empañaba el cristal y no le dejaba ver bien.
El Comandante del Coventry Hart Dyke contó después de la guerra, al diario “The Telegraph”, que todos los movimientos de la Base Aérea Argentina de Río Gallegos , eran adelantados por espías chilenos, informándolos no solo cada vez que salían aviones, y el tipo de avión y su número, sino también incluso los nombres de los pilotos, y hasta los blancos a los que volaban. Para esto último tenían que contar con infiltrados, no era algo que se pudiera ver con unos prismáticos furtivamente.
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Con los dos aviones volando a la par a máxima potencia, de los dos barcos enemigos eligieron como objetivo la Fragata Broadsword, porque era la que mejor blanco les ofrecía desde la posición en la que estaban, los buques iniciaron su ataque a cañonazos de distintos calibres, y fuego de ametralladoras, mientras que, por la baja altura a la que volaban, fracasaban en el intento para engancharlos con el radar conectado al sistema de misiles.

La granizada de impactos repiqueteaba en el mar, delante de los Skyhawk o pasaban de largo rozándolos. El Capitán Carballo contó más tarde que pensó: “Qué suerte que soy piloto de combate; si reviento, no voy a sufrir”. Y recordó las palabras de su esposa, Mirtha E. Solbera, cuando se despidieron: “Cumplís vos con tu deber como militar que yo sabré cuidar de tus hijos”. En ese momento tenían tres hijos, después tuvieron tres más.
Está por escribir el libro de las mujeres de los militares, de todas ellas, madres y esposas, no solo de la Campaña de las Malvinas, sino las de todo tiempo, las de la Guerra civil, las del Sahara y Marcha Verde, las del terrorismo a mansalva durante la Transición, etc., su sufrimiento, pero también su enorme mérito y valor.
Esta mujer no lo sabía entonces, pero dio, -con 40 años de anticipación-, una lección de moral de combate y del verdadero sentido de la “conciliación de la vida militar y familiar” a esos “militares” españoles que hace unas semanas comentaban, en el artículo publicado en esta página el pasado 6 de mayo, sobre el General del Mando de Personal, uno que era Capitán, y por lo visto mariquita porque decía que su novio era odontólogo y ganaba al mes 6000 € (como si eso significara algo, como si Calderón no lo hubiera rebatido en su famoso soneto, o como si se pudiera adorar a Dios y al dinero al mismo tiempo, o más exactamente como si adorar al dinero fuera algo bueno), y otros que se lo contaran a su mujer, o que lo importante era que sus hijos estaban muy acoplados en los colegios y les iba muy bien en el deporte como para cambiar de destino ahora. Si esta hubiera sido la actitud de estos pilotos, en lugar de ir al encuentro del Conventry y la Broadsword, en constante pulso con la Muerte, se habrían limitado a llevar a los niños al baloncesto.
Por su parte el Teniente Rinke contó después lo que se le pasaba por la cabeza viendo los proyectiles rozar y caer a poca distancia de su avión: «era un final que se aproximaba, ya sea de ellos o nuestro. Era el pasa o no pasa. No había vuelta atrás. Nosotros con nuestros avioncitos a todo o nada contra la fragata«.
«Sentíamos el fuego bastante nutrido y la fragata se desplazaba rápidamente hacia nuestra derecha, lo que nos obligó a hacer un suave viraje en esa dirección para no perderla de la mira», continúa. «No habíamos tenido la posibilidad de practicar el tipo de tiro contra un barco en movimiento lateral. Hicimos una corrección final y, finalmente, antes de pasar por arriba de la fragata, disparamos según la puntería de cada uno«.
Cuando tuvieron a tiro a la Fragata Broadsword, los argentinos empezaron a disparar con sus cañones de 30 mm., y al sobrevolarla lanzaron una bomba cada uno.
Había transcurrido una hora y 24 minutos desde que despegaron de la Base de Ríos Gallegos.
La del Capitán Carballo entró por el costado de popa, diezmó el sistema de propulsión y, descontrolada, emergió hacia arriba describiendo una espiral ascendente destrozando la cubierta del helipuerto y el morro del helicóptero Sea Lynx Westland que no le dio tiempo a despegar, para luego caer al mar donde explotó ocasionando daños en el costado del buque. La de Rinke barrió la cubierta, abrió un gran boquete por donde pasó pero no explotó. Las bombas, aún sin explotar, habían cortado el buque por donde habían pasado como si la fragata fuese de mantequilla o de madera de contrachapado.
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Los efectos de las bombas sin explotar sobre la Fragata Broadsword |
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Aunque sin contacto visual con la sección del Capitán Carballo, la Sección del Teniente Velasco venía a minuto y medio detrás, pegados al mar para no ser detectados, hasta que también ellos otearon dos puntos en el horizonte.
Los aviones no tenían otra forma de engañar al radar que ir pegados al mar, para no ser detectados, y cuando ya lo fueran, llevar una separación entre ellos determinada para que el radar que dirigía el fuego de los misiles o los cañones interpretara que se trataba de un solo objetivo de tamaño grande, ya que los aviones argentinos carecían de ninguna clase de contramedidas electrónicas, bengalas, ni ningún dispositivo de engaño.
Por la experiencia de combate que ya tenían desde su bautismo de fuego el 1 de mayo, Velasco y Barrionuevo sabían que tenían que ir separados el uno de otro pero a una distancia determinada de unos 40 metros para engañar al radar, para que creyera que los dos aviones en realidad eran un solo objetivo pero grande, de este modo el radar apuntaba al centro del objetico y en el centro lo que había era la separación entre ambos aviones, -los pilotos veían pasar la munición de 20 mm entre ellos-, porque si iban lo suficientemente separados como para que el radar detectara dos objetivos individuales, los trataría como tales.
En un momento del vuelo el avión del Alférez Barrionuevo se pegó en exceso al avión del Teniente Velasco y para corregir la deriva rectificó haciendo un giro instintivo para evitar la colisión, y este movimiento le hizo tomar algo de altura y alertó al radar.

Fijado el objetico en el radar, el Coventry lanzó un misil Sea Dart, que voló hacia ellos a una velocidad de 1800 km./h., pero como los aviones volvieron a ceñirse al mar, el radar los perdió, el misil no los detectó, y pasó por encima del avión de Velasco. Los argentinos empezaron a recibir fuego de los cañones automáticos del Coventry.
Volando a 900 Km./h. iban cubriendo la distancia que les separaba del Coventry rápidamente, recibiendo fuego con todo tipo de armas, incluidas las portátiles de los infantes de marina ingleses, pero respondiendo también ellos al fuego con sus cañones de 30 mm.

El avión de Velasco tomó algo de altura para lanzar las bombas y pasó por encima del Destructor Coventry, lanzando las 3 bombas CL2 de fabricación española de casi 250 kilos. El Alférez Barrionuevo que iba detrás pudo ver cómo dos de las 3 bombas explotaban por debajo de la línea de flotación del destructor y la tercera sobre el centro de la nave.
Sin saber si era lo último que diría en su vida, dado la intensidad del fuego antiaéreo, Barrionuevo rompió el silencio radio para decir a su Jefe de escuadrilla el Teniente Velasco, que sus tres bombas habían dado en el blanco y que habían explosionado, mientras él mismo pasaba por encima y lanzaba las suyas, aunque su disparador no había funcionado correctamente logró lanzarlas. Carballo que los estaba oyendo se sumó a las felicitaciones, En tales circunstancias se pronunciaron aquellas palabras de “¡Viva la Patria!”, “¡Viva la Patria!, carajo”, y “Gringos de mierda” para referirse a los ingleses. La conversación está grabada y puede escucharse en múltiples plataformas, incluida en Youtube. Es fácil comprender la tensión de esos hombres en aquellas circunstancias, lo que no es fácil de entender es que estuvieran tan tranquilos, tan serenos, …. tan valientes.
Los cuatro aviones salieron a escape de regreso a la base de Río Gallegos.
Carballo notó que el fuego antiaéreo le había dado y perdía combustible. Efectivamente las esquirlas de las explosiones le habían afectado al depósito de combustible. Pensó eyectarse, pero su segundo el Teniente Rinke se situó debajo del avión y vió, que si bien perdía combustible, la pérdida no era tan grave como para eyectarse, y podía llegar a Rio Gallegos. La Base le preguntó si quería que le enviaran un Hércules para repostar en vuelo, pero Carballo, después de la inspección de su segundo, sabía que podía llegar a la base y no quería que el éxito de la misión pudiera empañarse porque el Hércules, que nada podía hacer para defenderse de los cazas ingleses, pudiera sufrir un ataque de los Harriers, que en cualquier momento podían aparecer con ganas de venganza.
Ya que estaban los cuatro vivos, era mejor seguir volando y no comprometer en la acción a nadie más.
La alegría de los pilotos era enorme porque al cumplimiento de la misión, y la alegría de estar vivos y de haber destrozado al menos un barco, se unía la enorme dicha de regresar todos los que habían salido. Ese era el mayor deseo de los pilotos cuando en cada misión salían a verle de cerca la “niña” de los ojos a la Muerte. Si los que no regresaban morían, los que volvían sin ellos también perdían un trozo de su vida y de su alma por sus compañeros caídos. Fue milagroso que no les pasara nada a ninguno de ellos, ni en esta acción ni en las sucesivas , porque los cuatro sobrevivieron a la guerra, aunque a Velasco llegaron a derribarlo, pero pudo regresar a sus líneas después de una odisea de supervivencia.
Después volveremos sobre ese posible milagro.
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Según la versión inglesa, dos de las bombas de Velasco pegaron debajo de la sala de operaciones provocando un enorme incendio, incapacitando a la plana mayor del destructor y matando en el acto a siete oficiales. Allí mismo estaban el Capitán del Coventry Hart Dyke y sus hombres dirigiendo la acciones de radar, fuego y maniobra. El capitán quedó aturdido y de la boca para abajo quemado por la explosión a pesar de la capucha de protección de amianto con la que iban equipados todos los tripulantes de los buques de guerra británicos. La tercera bomba sesgó la vida de otros 7 suboficiales en las sala de máquinas y compartimentos contiguos.
El Coventry comenzó a escorase, y 20 minutos después acabó dando una vuelta campana.
De sus 287 tripulantes, 19 murieron en el ataque , y 30 resultaron heridos de diversa consideración, incluido el Capitán. La tripulación del Coventry fue rescatada por la fragata Broadsword, y por varios helicópteros que despegaron de los portaaviones.
En esos momentos, en otra batalla, el barco contenedor “Atlantic Conveyor” estaba siendo atacado y destrozado por otra escuadrilla de aviones argentinos.
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El Capitan del Coventry Dark Dyke, de regreso a Inglaterra, con su esposa, puede apreciarse en su barbilla las heridas sufridas en el ataque a pesar del verdugo ignífugo que cubría su cabeza, esta parte de la cara, y hombros con el que estaban dotados los tripulantes de la Armada de Su Majestad |
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Hemos adelantado antes que la acción de guerra que protagonizaron estos pilotos para neutralizar el piquete de radar que formaba el Destructor Coventry y la Fragata Broadsword, y que tantas bajas estaba ocasionando, tuvo algo de milagroso.
Es verdad que los pilotos argentinos eran unos valientes, el Alférez Barrionuevo contó luego después de la guerra, que entonces él era un joven alférez que recién había obtenido su título de piloto de combate tan solo unos pocos meses antes de que estallara el conflicto, que él era muy joven, tenía novia pero no estaba todavía casado, pero que no sabía que le daba más miedo si el enemigo con todo su potencial o los arrojados pilotos con los que volaban que no se amedrentaban ante nada y que parecían no conocer lo que era el miedo. A él le llamaba mucho la atención que hombres con niños pequeños o con sus mujeres embarazadas se embarcaban en misiones casi suicidas con la naturalidad como si la cosa no tuviera mayor importancia.
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El Alférez Barrionuevo, con su esposa, entonces todavía novia |
Es verdad que los pilotos argentinos no sabían lo que era el miedo, o si lo sabían, lo disimulaban muy bien o se lo dejaban en tierra antes de volar, pero concurrieron en esta misión circunstancias que hacen pensar si la Virgen María no echó sobre ellos su celeste, como su bandera, manto de protección.
Lo digo por varias circunstancias milagrosas que concurrieron a la vez y que solo pueden calificarse de excepcionales:
- Con un mar de fuerza 4, volando a 8 metros o menos del mar, y con la carlinga empañada de agua que restaba visibilidad (el bioquímico argentino Ernesto Haggi había ideado un producto que aplicado a la carlinga impedía que la costra salina marina se adhiriera a la carlinga transparente de los aviones, pero en esta misión el personal subalterno no lo sabía y limpiaron la carlinga quitando sin saberlo el producto en alguno aviones como el del Capitán Carballo, cuando se dieron cuenta ya estaban volando), lo milagroso es que a esa velocidad de casi mil km./h. y con esos vientos el avión no capotara en algún momento y se estrellaran contra el mar.
- Que al tener conocimiento de la presencia de aviones argentinos, el Capitán del portaaviones Hermes ofreció al Coventry sus Harriers, pero este declinó el ofrecimiento porque no quería que la presencia de aviones ingleses le impidiera hacer uso de sus misiles, ya que temía que los misiles Sea Dart y SeaWolf que pensaba lanzar a la menor ocasión contra los argentinos pudieran dirigirse contra los Harriers si estos entraban en la zona. Además para cuando estos pudieran llegar a donde estaba el Coventry y la Broadsword, quizás hubiera sido tarde.
Quizás sí, pero los Harriers podrían haber iniciado una persecución de los aviones argentinos, para lo cual los argentinos carecían de armas y además sin apenas combustible como para gastar más en entablar combate.
- Varias veces el sistema radar del Coventry estuvo a punto de hacer captura de posición y objetivo, y no lo logró. Incluso el disparo de uno de estos misiles pasó muy cerca del avión del Teniente Velasco pero no lo tocó. Cuando el Capitán del Coventry quiso volver a lanzar otro misil, el sistema de radar se desacopló, la computadora se apagó y debió ser reiniciada manualmente. Para cuando se recuperó el sistema los aviones argentinos de Velasco y Barrionuevo habían acortado distancia con el destructor y los misiles Sea Dart ya no tenían ángulo y no eran operativos a esa distancia.
- Cuando ya estaban a tiro de los misiles de proximidad “Seawolf” de la Fragata Broadsword el sistema informático también falló y se tuvo que reiniciar, este tiempo de reinicio dejó inerte este sistema de armas el tiempo justo para que los argentinos llegaran al cuerpo a cuerpo con las naves enemigas, haciendo verdad el lema de la Grecia antigua que la Fortuna sonríe a los audaces.
- Cuando el sistema estaba listo, la fragata Broadsword no pudo disparar porque el Coventry, que estaba virando, se puso por medio y la Broadsword abortó el disparo.
- El timón de la Fragata Broadsword llegó a trabarse (quizás por los efectos de las bombas de Carballo y Rinke), lo que paralizó momentáneamente la maniobra que pretendía.
- Era tal la lluvia de fuego con armas portátiles de los infantes británicos, que resulta milagroso pasar por encima de las naves a pocos metros (para lanzar las bombas) y no ser pulverizado por esa lluvia de balas y proyectiles.
En muy pocas misiones de combate, -y menos en una tan arriesgada como ésta-, los argentinos lograron volver todos sanos y salvos. El recibimiento en la Base fue apoteósico porque, para cuando llegaron, los observadores argentinos desde las islas ya habían comunicado que el Coventry había resultado hundido, y la Fragata no estaba en condiciones de seguir operando en primera línea. El 25 de mayo de 1982 fue un día negro para la Marina de su Graciosa Majestad.
Lo importante no es este modesto relato, que quizás lo he alargado en exceso, lo importante es el testimonio de los protagonistas.
En este video el Teniente Velasco cuenta de primera mano su actuación. Es un video corto, que merece mucho la pena: “Yo hundí al destructor Coventry” (AQUÍ) y esta es una entrevista de radio (pero con imágenes) al Alférez Barrionuevo (AQUÍ).

El 25 de mayo dos escuadrillas de dos aviones A-4B cada una, al mando del Capitán Carballo y del Teniente 1º Velasco, atacaron al destructor Tipo 42 HMS Coventry (D118) y a la fragata Tipo 22 HMS Broadsword (F88) que estaban a 30 km al norte de la isla Borbón. Dos atacaron al destructor y los otros dos a la fragata. El resultado fue el hundimiento del Coventry y la avería de la Broadsword.
Los pilotos argentino escribieron en la Guerra de las Malvinas, con su valor y determinación, una de las mejores páginas de la Historia Militar de todos los tiempos. Este artículo está dedicado a ellos, a la memoria de los 55 caídos de la Fuerza Aérea Argentina, (Ejercito del Aire y de la Armada), en especial de los 50, -entre pilotos y tripulantes-, que perecieron en acción, y a los valientes de los tres Ejércitos que hicieron por vengarlos.

Maravilloso artículo.
Lo mejor que he leído sobre la aviación argentina en Malvinas.
Sin ser piloto militar, es difícil que alguien llegue a meterse en situación, técnica y anímica, como lo ha hecho el autor.
Y sin dejar de valorar los aspectos ético-militares, que se suelen dejar de lado incluso por los profesionales de la milicia.
Importatísimo el dato relativo a las filtraciones a los ingleses (¿masónicas?) de chilenos y traidores argentinos .
Desde luego, si Argentina no doblegó a la Pérfida Albión se debió a la traición del General Menéndez (cada vez está más claro) y otros similares.
¡Enhorabuena de corazón! Y con conocimiento de casusa.
Y al editor, que puede estar superando incluso a las páginas argentinas.
Dios se lo pague a los dos
D. José María
El artículo es, como Ud. bien dice, maravilloso.
Pero la certeza y sutileza de su comentario está a la par.
Estoy siguiendo con sumo interés todos los artículos que se están publicando sobre la Guerra de las Malvinas en esta página, para mí totalmente ignota (la Guerra), pero que me están descubriendo un mundo de hazañas increíbles, que justican ampliamente la protección a estos héroes que el autor imputa merecidamente a Nuestra Madre la Virgen.
¿Sería ud. tan amable de facilitar información bibliográfica sobre esas traiciones?
Si existe
Un cordial saludo y muchas gracias
Muchas gracias por sus palabras, me queda mucho Colacao que tomar para hacerme merecedor de las mismas, pero el testimonio militar de estos valientes sí es verdaderamente extraordinario.
Se han quedado muchas cosas en el tintero, incluida la españolidad también del Teniente 1ª Mariano Ángel Velasco, que su padre era español de Valladolid.
El lado humano de los protagonistas de las acciones es muy importante, porque mientras en las sociedades izquierdistas y liberales los que deberían dar ejemplo no lo dan o el ejemplo que dan es para no tomar nota, estos pilotos revalidaron con hechos los valores eternos de la milicia.
El Capitán que murió a primera hora de la mañana de aq2uel 25 de mayo de 1982 (Cap Hugo Ángel del Valle Palaver) era el Oficial de operaciones de la unidad, su muerte tuvo mucho de mala suerte, por la falta de medios de orientación/navegación de los aviones, y era una persona muy querida. Estos pilotos lo arriesgaban todo. El militar no está valorado, caer en combate significaba que la familia tenía que abandonar la base y la vivienda militar que ocupaba, de modo que los hijos perdían a sus amigos, se desarraigaban, igual que las esposas, que no solo enviudaban sino que la relación de amistad con las otras esposas y compañeros de sus paridos era casi familia, y todo esto se cortaba cuando el marido caía, que era cuando más falta hacía tener el calor de gente amiga. En la mayoría de los casos se trataba de matrimonios jóvenes con una relación tan estrecha los compañeros entre ellos, las esposas de los compañeros entre ellas, y los hijos , que prácticamente eran familia. Debió ser muy duro para los que tenían que marcharse de la base y para los que los veían marcharse. Esto no está pagado con dinero. Estos pilotos lo arriesgaron todo por su pais. Si el General Menéndez se hubiera acordado de las viudas no se habría rendido teniendo como tenía 6000 soldados en Puerto Argentino, a su alrededor cuando la línea de frente donde hacían falta esos soldados no estaba allí. En un mundo podrido como el que nos ha tocado vivir, estos hombres, de carne y hueso y de sangre española, demostraron que otro mundo es posible, que no todos son unos miserables. Hay quien habla mucho y a la hora de la verdad, nada. Estos hombres y sus familias no pronunciaron grandes palabras, sino que hablaron con hechos, con el valor de las buenas obras. Merecen por ello toda nuestra admiración y más.
Muchas gracias por comentar.
Honor y Gloria a los valients militares argentinos, que murieron defendiendo a su Patria.
¡Estoy seguro que la gran Argentina, actualmente, y por desgracia, en manos de judíos usureros, nunca les olvidará!
Un abrazo desde España, con toda mi solidaridad hacia esa gran nación, que tiene la desgracia de estar en manos de gentuza, igual que nos sucede en España.
Gobiernos que trabajan no para el pueblo, sino contra el pueblo, y al servicio del NOM.
Totalmente de acuerdo con D. Ramiro, siempre tan atinado
Muchas gracias
Muchas gracias a D. Ramiro y a D. Julio por comentar.
Recomiendo el canal de youtube de Nicolás Katzanzev el mejor especialista en la Guerra de Malvinas, con extraordinarias entrevistas a los protagonistas que aún quedan vivos..
Excelente artículo.