El hundimiento del pesquero argentino Narwal el 9 de mayo de 1982, en la guerra de las Malvinas: crimen británico en alta mar

El Narwal

El Narwal era un barco pesquero entre mediano y pequeño, de 60 metros de eslora, 17 metros de manga, y un registro de 350 toneladas. Pertenecía a la Compañía Sudamericana de Pesca S. A.,  había sido botado en Bélgica en 1962,  y operaba en aguas argentinas desde febrero de 1975. Su tripulación era de 25 hombres.

Cuando Argentina recuperó las Malvinas mediante el golpe de mano de la Operación Rosario (2 de abril 1982), y Gran Bretaña organizó en pocos días la fuerza expedicionaria para recuperar las islas, el Gobierno argentino, -ante la evidencia de que los ingleses no estaban por la labor de negociar, y que la guerra era inevitable-, a través del Subsecretario de Pesca  organizó en Buenos Aires, el 12 de abril ,una reunión con los armadores de buques de pesca congeladores y con representantes de los pescadores. Reunión que se repitió días después en la ciudad de Mar de Plata.

El motivo de tales reuniones era tratar sobre el papel que podían desempeñar los barcos de pesca frente a la invasión inglesa que se venía encima.  Tareas como:

– la búsqueda y rescate de pilotos de aviones y/o tripulantes de barcos caídos al mar o que vieran hundidas sus naves,

– la tarea de transporte de carga y/o pasaje que pudiera llegar a requerírseles en caso de necesidad,

– y la de informar si avistaban movimientos de aviones o barcos enemigos.

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El María Alejandra

La primera actuación de uno de estos pesqueros argentinos le correspondió al “María Alejandra”. Al atardecer del 1 de mayo un avión Canberra MK-62 argentino, de una escuadrilla de tres, fue derribado a 1000 millas náuticas (unos 185 kms) del Estrecho de San Carlos.

El Alférez Sobral

El pequeño barco de la Armada Argentina “Alférez Sobral”, que era el antiguo “aviso” norteamericano “USS Salish” de la Segunda guerra mundial,  (los “avisos” eran un tipo de barco rápido y pequeño que servían para llevar las comunicaciones entre buques más grandes; el desarrollo de las comunicaciones hizo que esta función de enlace ya no fuera precisa), salió a buscar a los dos tripulantes del Canberra que habían logrado eyectarse,  los tenientes Eduardo de Ibáñez y Mario González (que perecerían en la inmensidad del océano). Estando en estas labores de búsqueda y rescate el “Alférez Sobral” fue atacado con misiles por helicópteros ingleses que destrozaron el puente matando a su Comandante, el Capitán de Corbeta Sergio Raúl Gómez Roca, y a 7 miembros más de la tripulación. Su segundo, el Teniente de Navío Sergio Bazán resultó herido en una pierna. Con la nave incendiada, las balsas de salvamento destrozadas, los elementos de navegación destruidos, y el peligro de volver a ser atacados de nuevo, el Mando argentino pidió al pesquero “María Alejandra” que acudiera en auxilio del “Alférez Sobral”. Sin embargo no fue necesario, porque el “Alférez Sobral” logró apagar el incendio y consiguió llegar por sus propios medios a Puerto Deseado el 5 de mayo.

El ataque de los helicópteros ingleses frustró la operación de búsqueda y rescate de los dos pilotos argentinos,  que morirían de hipotermia (a pesar de su traje especial anti-exposición), o por tiburones que los hay en esas latitudes,  o tragados por las aguas ya que su única oportunidad es que hubieran sido encontrados por el “Alférez Sobral” pero, al malograr los ingleses este rescate, de los pilotos argentinos nunca más se supo, morirían Dios sabe cómo, en la inmensidad y soledad del Océano.

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El Narwal visto de popa

En este contexto,  el 9 de mayo de 1982, (también domingo como el 2 de mayo día elegido por los ingleses para atacar al “General Belgrano”), -hace hoy 40 años-,  el Narwal estaba faenando en la posición 52º 45′ S y 58º 02′ O, cuando fue atacado por dos aviones Sea Harrier, pilotados por los tenientes David Morgan y “Gordie” Batt del Escuadrón Aeronaval 801º embarcado en el portaaviones inglés HMS “Invencible”, dirigidos por el controlador radar del destructor  clase Sheffield,  HMS “Coventry”, a pesar de que resultaba evidente que el Narwal era un barco pesquero, tanto por el color llamativo de su casco (que era obligado),  como por su forma con la popa “abierta” para recoger las redes, y que carecía de ningún armamento.

Piloto de Harrier David Morgan

Los aviones Harrier venían de intentar bombardear la pista de aterrizaje de Puerto Argentino, pero el mal tiempo lo impidió, ante el temor de que las bombas pudieran caer sobre las casas de los habitantes keplers. El dato es relevante porque las bombas de 500 kilos que no pudieron tirar en la pista de Puerto Argentino, -y que en otras circunstancias habrían tenido que tirar al mar ya que no podían volver con ellas al portaviones, para evitar que en el aterrizaje pudiera haber con ellas algún tipo accidente-, las tiraron sobre el Narwal.  El piloto de Harrier David Morgan, en su libro “Hostile Skies: the Batlle for the Falklands”, dice que antes de regresar al portaviones tenían que tirar las bombas y lo mismo les daba tirarlas al mar que sobre el Narwal. Lo mismo no era, sobre todo para los argentinos.

Bien por la explosión de una de las bombas, o bien porque también fueran atacados por un misil (como afirma la tripulación del Narwal), lo cierto es que se sintió un impacto en la popa del Narwal, que atravesó varios compartimentos y reventó el taller de electricidad donde se encontraba el Contramaestre Omar Alberto Rupp, de 34 años,  al que la explosión prácticamente le arrancó de cuajo una pierna. El Narwal contaba con un enfermero (Esquivel) pero el contramaestre había perdido la pierna a la altura de la ingle, y así era imposible hacer un torniquete. La esposa del Contramaestre herido de muerte, que estaba embarazada, había dado a luz un niño unos días antes, de modo que su marido el Contramaestre Rupp nunca llegaría a conocer a su hijo, y en el barco llevan un triciclo de regalo para cuando volvieran. El Contramaestre Omar Rupp pidió antes de morir que cuidaran de su mujer y de su familia.

Después de hacer varias pasadas ambos aviones, ametrallando el barco con sus cañones de 30 mms., uno de los Harrier se posó en el aire sobre el barco  y descargó más de 200 proyectiles al sector del puente de mando y la sala de máquinas. Los pescadores echaron las balsas de salvamento al mar y los aviones ametrallaron a las balsas hiriendo a varios pescadores, entre ellos al segundo Maquinista Feliciano Miño, y los pescadores Gregorio Carballo, Luis Wenz, Julio C. Rodríguez, Luis Zaragoza y Justo García.

El Oficial de Radio Arturo A. Reinoso a pesar del fuego que recibía el barco transmitió las comunicaciones de lo que estaba pasando:

09.05: Aquí “Narwal”. Somos atacados por aviones ingleses en la altitud 52º 45’ Sur y longitud 58º 02’ Oeste. Tenemos heridos graves.

09.12: “Narwal” averiado y a la deriva, hace agua y peligro de hundirse por fuerte tormenta. Lanzamos botes y balsas al agua con heridos. Estamos tratando de contener la entrada de agua.

11.00: Falleció uno de los heridos. Otro avión inglés nos sobrevuela y ataca nuevamente.

11.05: Están disparando sobre los náufragos, han sido destruidas todas las balsas, resta un bote para los que quedamos. Requerimos ayuda urgente.

11.25: Quedan seis hombres en un bote a la deriva. No quedan elementos de salvamento. “Narwal” a punto de hundirse.

Al final de los 25 tripulantes del Narwal, 12 resultaron heridos, y 1 muerto.

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Sir John Sandy Woodward

El día anterior, 8 de mayo, un submarino británico había emergido relativamente cerca del costado del Narwal, algo que por lo visto sorprendió al submarino a pesar de sus sofisticados sistemas de detección, que se vio descubierta su posición, y el Almirante Woodward (Sir John “Sandy” Woodward,  Jefe de las fuerzas navales británicas en las Malvinas) al conocer lo sucedido había escrito en su diario: “Si vuelves a meter la pata, hombrecito horrible, ya has recibido tu último aviso, esté yo, autorizado o no, a disparar contra barcos pesqueros”, como si el pesquero tuviese la culpa de que el submarino hubiera emergido creyéndose solo.

Helicóptero Westland-Sea-King

En todo caso, el ataque era totalmente innecesario, porque el Narwal carecía de ningún armamento de ninguna clase y en ningún momento había supuesto una amenaza militar para los ingleses. De hecho poco después un helicóptero inglés Westland Sea King, de una escuadrilla de tres, con comandos de los Royal Marines ingleses, abordaron el barco y cogieron a los pescadores supervivientes prisioneros. No fue necesario pegar un tiro porque la tripulación estaba desarmada. El barco podría haber sido tomado de esta forma, sin resistencia, sin necesidad del bombardeo y ametrallamiento, y el contramaestre no habría perdido su pierna primero y la vida después.

Nada más descender del helicóptero, el jefe del Comando de asalto preguntó quién era Juan Carlos González. Juan Carlos González no era el simple pescador que aparentaba, sino un Teniente de Navío de la Armada Argentina que había embarcado en Bahía Blanca, donde el Narwal había hecho escala para que bajaran los dos marineros chilenos que trabajaban en el barco, y que como su país era enemigo de Argentina en esta guerra, lo abandonaron. Aparentando suplir estas bajas, se incorporó a la tripulación el Teniente argentino haciéndose pasar por marinero, cuando en realidad era un oficial de inteligencia encargado de radiar la información sobre los movimientos enemigos que el Narwal pudiera detectar. Cuando los ingleses pronunciaron su nombre el Teniente argentino se identificó para evitar que el resto de sus compañeros pudieran sufrir algún tipo de daño, ellos que no sabían nada de su verdadera identidad, mientras les sacaban información para identificarle, a la vista de cómo se las gastaban los británicos.

El hecho de que los ingleses supieran hasta el nombre y apellidos del oficial de inteligencia argentino que iba en el barco,  denota o es indicio de que los servicios de inteligencia de Gran Bretaña tenían infiltrados dentro de las Fuerzas Armadas Argentinas. No es de descartar que esto mismo esté pasando en España desde hace años con Gran Bretaña por el tema de Gibraltar, y con Marruecos. El dinero del contrabando y los negocios ilícitos, por un lado, y el tráfico de drogas por otro (si es que una cosa y la otra no forman parte todas del mismo “lado”),  dan para comprar muchas voluntades, máxime en un país como España donde la corrupción y la subversión todo lo invade, donde buena parte de los militares ya no son militares al servicio de España, donde se aprecia en no pocos de ellos un desplazamiento de lealtades de España a la NATO, es decir a EEUU y sus intereses, lo que incluye Gran Bretaña y Marruecos, y tanto en el ámbito civil como en el militar el patriotismo y el servicio a España ha sido combatido por las propias autoridades desde hace 40 años de un modo implacable, al que se han prestado en cuerpo y alma no pocos de uniforme.

Los tripulantes del Narwal fueron repartidos en dos de los tres helicópteros Westland Sea King, y conducidos al Portaviones Invencible, incluido el cadáver del Contramaestre Omar Rupp. El Narwal se hundió horas después cuando trataban de remolcarlo.

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Helicóptero argentino SA-330-Super-Puma

Los mensajes de socorro enviados desde el Narval, sobre todo el hecho de que los hubieran ametrallado incluso en las balsas de salvamento que quedaron agujereadas y destruidas,  motivó que en tierra el Ejército Argentino improvisara una acción de rescate. A tal efecto despegó de Puerto Argentino el helicóptero Puma AE-505 (Aeroespatiale SA-330 Puma) del Ejército de Tierra Argentino, tripulado por  los Tenientes Roberto Mario Fiorito (de 30 años, que tenía fijada la fecha del mes de noviembre para casarse), y Juan Carlos Buschiazo,  y el Sargento mecánico Raúl Dimotta. A ellos se quiso unir el piloto de la Armada Capitán Carlos Alberto Morteni, Comandante de la Escuadrilla AerMacchi, (que estaba franco de servicio porque sólo disponían de un avión, que en ese momento estaba volando con otro piloto), pero cuando fue a su habitación a ponerse su traje anti-exposición, se topó con su Jefe, el Almirante Edgardo Aroldo Otero, Jefe del Componente Naval Argentino en Malvinas, y le prohibió que fuera. Esta decisión le salvó la vida.

Dos de los tripulantes del helicóptero argentino Super Puma. Heróes caídos en Malvinas

El helicóptero Puma despegó con sus tres tripulantes reglamentarios con la misión de rescatar a la tripulación del Narwal, después de que se recibiera la señal de socorro de éstos. Sin embargo no pudo llegar a culminar esa misión, fue derribado por misiles lanzados desde el Destructor inglés HMS Coventry. El helicóptero en llamas se precipitó falleciendo los tres tripulantes. Sus cuerpos nunca fueron encontrados.

Catorce días después, el 25 de mayo, día nacional de Argentina, la tripulación del helicóptero de rescate fue vengada cuando el Capitán Mariano Velasco, acompañado en otro avión por el Alférez Jorge Barrionuevo, pilotando ambos viejos aviones Skyhawk A4B, hundió al destructor Coventry, el buque más moderno de la flota británica, desde donde habían sido disparados los misiles que destruyeron al helicóptero Puma de salvamento. El Capitán Mariano Velasco hundió el Coventry de la forma más arriesgada posible, no con misiles, porque carecían de ellos, sino volando por encima  del destructor y de su Fragata de escolta HMS Broadsword, y lanzando sobre el destructor bombas como en la Segunda Guerra Mundial.

Los Tenientes Roberto Mario Fiorito y Juan Carlos Buschiazo, y el
Sargento mecánico Raúl Dimotta, tripulantes del helicóptero Puma

Epílogo:

Una constante de las fuerzas aeronavales británicas fue no respetar los rescates. No sólo se disparaba contra objetivos que podían tomarse y neutralizarse sin necesidad de hacer fuego y sin riesgo para los atacantes, como era el caso de un barco pesquero, carente por completo de ninguna clase de armamento, y además aislado y solo, sin ninguna protección armada de nadie, y con tripulación civil salvo del Oficial de inteligencia, sino que se disparó contra los náufragos en los botes de salvamento, y contra los helicópteros en misiones estrictamente de salvamento marítimo para recoger a los náufragos y heridos y evitar que murieran en un mar congelado. Todo lo cual era aberrantemente contrario a las reglas más elementales del Derecho Internacional Humanitario y las Recomendaciones de las Naciones Unidas y la Cruz Roja Internacional  para el cuidado de los heridos  y los prisioneros en el mar.  De nuevo Gran Bretaña actuaba conforme a su bandera pirata de la que ellos mismos presumían y enarbolaban, abusando de su fuerza (de la suya y de la entregada por los EEUU, porque los misiles que utilizaba con profusión Reino Unido en esta guerra se los había proporcionado los EEUU,  que tomó partido por Gran Bretaña incumpliendo el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca),  y pisoteando acuerdos básicos del Derecho Internacional.

Al día siguiente, para tratar de tapar lo ocurrido y aparentar el “honor militar” que habían perdido con ésta y otras acciones,  los ingleses organizaron  en la cubierta del Portaviones el entierro en el mar, en tradicional ceremonia marinera,  del Contramaestre del Narwal, al que asistió el Comandante del Portaviones, y el cadáver fue arrojado al mar envuelto en la bandera argentina que llevaba el Narwal.  Quizás un poco tarde para reivindicar la caballerosidad de la que hacen gala en las carreras de caballos,  con el desproporcionado ataque a la tripulación del Narwal.

No verán en el Senado ninguna reunión para rememorar estos crímenes de guerra, (al día siguiente de los hechos del Narwal, el 10 de mayo, el mercante “Isla de los Estados” fue volado por los aires por fuego de artillería de la Fragata HMS Alacrity,  pereciendo toda su tripulación menos dos, el Capitán y un marinero, entre los tripulantes muertos había dos españoles, Rafael Luzardo y Manuel Olveira,  y que, como con sus muertes no se puede hacer propaganda antiespañola, antifranquista, o antialemana, nadie se acuerda de ellos), ni tampoco verán a los que a la menor oportunidad se rasgan las vestiduras y no pierden ocasión de tachar de asesinos a los alemanes, decir nada jamás sobre estos crímenes ingleses. Si hubieran sido otros nos lo estarían recordando exagerada y constantemente a diario.

Descansen en paz los caídos.


4 respuestas a «El hundimiento del pesquero argentino Narwal el 9 de mayo de 1982, en la guerra de las Malvinas: crimen británico en alta mar»

  1. ¡Qué impresionante labor la suya!
    Sus trabajos son impagables y denotan no solo la valía de un gran e incansable investigador, además de eficacísimo comunicador, sino la grandeza y hombría de bien de quien los hace.
    ¡Enhorabuena!

    Lucha a muerte contra los que mueven los hilos de las potencias sajonas (y a nuestros políticos).

    1. Muchas gracias por su inmerecido comentario. Muchos cientos de artículos como este tendría yo que escribir, y mucho más para merecer tanto elogio.

  2. Me ha gustado mucho, pese a que son historias muy tristes , carentes de honor y de valor por parte de los ingleses. Esto pone de manifiesto que su gentilicio es: “ hijos de la gran…..”.

  3. Muchas gracias por comentar.
    La guerra en sí es una tragedia, pero dentro de ella los que participan tienen la ocasión de dar lo mejor de sí unos, y lo peor otros. Cada cual da de sí lo que lleva dentro. Las autoridades británicas no era mejores que las de tiempos de Felipe II, en esto han cambiado poco los ingleses, pero también hubo sobre todo en algunos mandos y combatientes de las fuerzas terrestres gentes de honor vistiendo el uniforme británico. El funeral por los soldados argentinos caídos en la batalla de Pradera de Ganso, tres días después de la batalla, (cuando los ingleses habían recogido a sus bajas para que nadie conociera su número), accediendo a lo solicitado por el Subteniente Gómez Centurión fue uno de esos gestos nobles, donde el mando paracaidista tuvo un gesto que le honra. También cómo cogieron prisionero al Cabo Roberto Baruzzo. que había arriesgado su vida para salvar a su teniente , el Teniente 1º Jorge Echevarría, que estaba muy herido (tenía cinco disparos en su cuerpo), y lo retiró bajo un nutrido fuego enemigo en el campo de batalla, porque sabía que había tenido una niña y no quería que su Teniente muriera sin llegar a conocer a su hija, y cuando lo puso a salvo se vió rodeado de paracaidistas ingleses, y como no le quedaba munición les hizo frente con el cuchillo de combate. Los ingleses lo habían visto lo que había hecho por su teniente y le pidieron por favor que tirara el cuchillo para no tenerlo que matar. También fue un gesto de honor de ellos, y es justo reconocerlo, aunque no fuera la regla general. Uno compara la actitud del Cabo Baruzzo, o la del Subteniente Juan José Gómez Centurión en aquella batalla, y luego pasa a ver el chat del artículo en esta página titulado «El Gral. Fernández Sáez (MAPER) bajo mínimos y sus mandos renegando: NO «todo por la Patria»», y uno lee los comentarios de los sargentos y Oficiales en activo que realizan en este chat, todos hablando de dinero y de complementos salariales, y de hipotecas, y del colegio, deporte y amigos de sus hijos, y uno siente pena por el Ejército Español, porque esos soldaos argentinos que dieron su vida en las Malvinas, tenían la mayoría menos de 20 años, algunos habían jurado bandera allí mismo unos días antes de la batalla, llegaron al combate comiendo una vez al día o llevando días sin comer, en un pozo de tirador helado, con frecuencia inundado, a 5 grados bajo cero, enfrentando secciones de 30 hombres a regimientos paracaidistas enemigos de 500, y los complementos salariales no eran el centro de las conversaciones sino la defensa de la argentinidad de aquellas islas. Entonces la guerra es tremenda y es triste, pero también para el que quiere es un contexto para manifestar la grandeza y generosidad humanas. Nosotros en parte la hemos perdido como nación. El materialismo de unos y la mediocridad y servilismo político del Mando, todo lo corroe.
    Tenemos que recuperar las virtudes perdidas. Muchas gracias por comentar.

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