El mito del asedio a Madrid

El diccionario de la RAE define ‘asedio’ como “acción y efecto de cercar un punto fortificado, para impedir que salgan los que están en él o a que reciban socorros de fuera” y su sinónimo ‘cerco’ es “asedio que pone un ejército, rodeando una plaza o ciudad para combatirla”.

La asediada posición de Cudia Tahar en el momento de sufrir el asalto final de los rifeños

Igualmente, también es sinónimo de ‘sitio’, y aislar lo es de sitiar. Porque al igual que una isla es una porción de tierra rodeada de agua por todas partes, para que una plaza esté asediada tiene que estar rodeada por el enemigo. De lo contrario sería una “península” conectada con fuerzas propias por un istmo, o por la gola.

Un ejemplo clásico de asedio o cerco en la historia de España ha sido Numancia, que fue circunvalada por el ejército romano, mediante fortificaciones. Aunque, podemos citar muchos otros como los de Gerona, Igueriben y Cudia Tahar (Marruecos) y Baler (Filipinas).

Durante la Guerra Civil (1936 – 1939) las fuerzas nacionales sufrieron varios asedios de importancia. Unos terminaron trágicamente, como el de los cuarteles de Gijón (Asturias), el del santuario de la Virgen de la Cabeza en Andújar (Jaén) y en Belchite (Zaragoza). Otros tuvieron un final feliz para los asediados, como Oviedo y el Alcázar de Toledo.

El asedio de Oviedo dejó de considerarse tal, en cuanto las fuerzas nacionales abrieron un estrecho pasillo para socorrerla. Huesca que estuvo siempre conectada con las fuerzas propias, mediante un angosto cordón umbilical, por la estrecha y batida carretera de Alerre, no se consideró que estuviera asediada.

El Alcázar de Toledo de objetivo táctico a estratégico.

La pequeña guarnición encerrada en el Alcázar no constituía una amenaza seria para las fuerzas del Frente Popular, porque no tenía capacidad ofensiva alguna y estaba excéntrica sobre cualquier vía importante de comunicación. Sin embargo, ante las expectativas de un triunfo fácil, el mando político lo convirtió en un objetivo estratégico, para su explotación propagandística a nivel nacional e internacional.

Además, tenía una fuerte carga simbólica del emblemático Alcázar en la ciudad imperial de Toledo, cuna de la Infantería del Ejército de España, que acababan de disolver, y supuestamente defendida por cadetes, era equiparable al asalto del Palacio de Invierno de San Petersburgo por los revolucionarios bolcheviques en 1917. Fue el antecedente de un error táctico crónico del Ejército Popular de la República, que siempre se dejó fijar por objetivos secundarios, como en Brunete, Belchite y otros.

Precisamente, el propagar reiteradamente y por todos los medios de comunicación de la época la inminente rendición y toma del Alcázar, fue lo que hizo que pasara de ser un objetivo táctico secundario a un objetivo estratégico.

El mito del asedio de Madrid.

Después de las batallas de Jarama, en febrero de 1937, y de Guadalajara, en marzo del mismo año, el frente madrileño quedó estabilizado. Madrid tuvo cortadas temporalmente todas sus comunicaciones ferroviarias, lo que obligó a construir una vía férrea alternativa, hasta Tarancón, sin que sus trabajos y actividad fuera hostigados.

La ciudad de Madrid mantuvo siempre abiertas las comunicaciones terrestres con el resto del territorio controlado por el Frente Popular, excepto con el Frente Norte, mediante una amplia zona de terreno, entre Brihuega (Guadalajara) y Arganda (Madrid). Era una ancha franja de terreno, de más de 80 km de amplitud, con una tupida red de carreteras y caminos, fuera del alcance de la artillería enemiga, incluida la de largo alcance.

Si se aceptara que Madrid estuvo asediado, habría que aceptar que la Ciudad Universitaria también los estuvo, y con mayores motivos, porque sólo estaba unida con su retaguardia por pasarelas provisionales sobre el río Manzanares, batidas por el fuego de ametralladoras enemigas.

Comprensiblemente, el gobierno del Frente Popular necesitaba contrarrestar el éxito propagandístico y emocional de los asedios del bando contrario, tan importantes en todo conflicto bélico. Y no encontraron mejor opción que inventarse el mito del asedio de Madrid, aunque técnica y moralmente nunca ocurriera tal cosa. Hay que reconocer que con gran éxito y eficacia porque, como en otros casos, lo compraron hasta sus adversarios.


3 respuestas a «El mito del asedio a Madrid»

  1. Interesante reflexión mi general.
    Incuestionable, tanto desde el punto de vista táctico, como desde la guerra psicológica.
    Solamente quiero hacer una puntualización.
    Efectivamente los asedios de Gijón, Santa María de la Cabeza, Belchite y otros tuvieron un final trágico.
    Pero cabría decirse que por ello mismo más heroico.
    Y si los analizamos desde el punto de vista de las fuerzas y recursos que empleó el mando rojo para someterlos, como desde la importancia psicológica que tuvo la defensa a ultranza -para ambos contendientes- debemos concluir que su final, aunque trágico para los defensores fue indudablemente un éxito militar.
    Muy claro lo tiene el actual Frente Popular que “okupa” el Gobierno de España es su obsesión por profanar esos lugares de MEMORIA HEROICA.
    Como pretende ahora con la nueva profanación del sepulcro del general Moscardó en el Alcázar de Toledo.

  2. De acuerdo con Don Salvador, y muy interesante su artículo, como siempre. Sin embargo también es cierto que el ejército Nacional intentó tomar Madrid toda la guerra y no lo consiguió dada una tenaz defensa de los rojos (los españoles somos muy buenos en la defensa, incluso los que estuvieron en el bando equivocado y malo de la guerra civil).

    Sí, se puede decir que era un «itsmo», y además muy bien dotado de tropas y abastecimientos militares. Era un objetivo militar absolutamente estratégico, y muy psicológico… pero estuvo cuasi rodeado y atacado durante prácticamente toda la guerra (ciudad universitaria, batallas de guadalajara y brunete -dirijidas a aislar Madrid- etc).

    En todo caso en la chusma roja todo es mentira, mienten a sabiendas y hacen de la propaganda su «pistola». Hay que combatirles con la verdad, y con contra propaganda basada en hechos reales y con datos, aunque aún así es muy difícil, porque controlan los medios de comunicación, las subvenciones, el cine, etcétera… y cuando ni así pueden seguir con sus mentiras, entonces prohiben la verdad por ley, con durísimos castigos. Hemos llegado por fin a donde nos dirigíamos, de nuevo a una dictadura anticristiana y antiespañola de un nuevo frente popular. Hoy en día Madrid es todo lo contrario que entonces… gracias a Dios.

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