El nacimiento de un réprobo
Un día tal como hoy, 18 de enero de 2021, pero del año 1915, nacía en Gijón Santiago Carrillo Solares, quien ya ha pasado a la historia negra del crimen en España con diferentes calificativos: desde “El Marqués de Paracuellos” hasta la “Hiena Roja”. Así pues, hoy hubiera cumplido 106 años.
Como bien saben mis amigos, todos los años desde que cumplió los 90 el 18 de enero del 2005, le dediqué con motivo del luctuoso suceso (no el de su muerte, que aún le quedaban casi ocho años de vida, sino el de su llegada al mundo) una glosa impregnada de humor negro.
Y me tomaba tal trabajo porque Con motivo de su 90 cumpleaños sus correligionarios le ofrecieron una “cena sorpresa” de la que no trascendió si hubo globos atados en la puerta del local y tarta de cumpleaños con 90 velitas. Lo que sí trascendió fue que estuvo presente Sabino Fernández Campo, que al no poder ser considerado ni “correligionario” ni amigo, hizo suponer que ostentaba la representación de otra encumbrada persona. Al que sus asesores de imagen le habían aconsejado no asistir. ¿O es que temía ser abucheado por buena parte de los asistentes?
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Carrillo confraternizando con su caro amigo y protector |
En aquel evento, al parecer D. Santiago, aún a pesar de ser ya nonagenario y fumador empedernido, había sido capaz de apagar sin mayores problemas tan elevado número de velas… como antaño apagara vidas.
A los postres, Zapatero, el Presidente del Gobierno -y que por ello teóricamente era, o debería serlo, de todos los españoles- llamó por teléfono para felicitar al homenajeado y anunciarle su regalo: En ese preciso instante se estaba retirando de los Nuevos Ministerios la estatua ecuestre de Franco. No consta, aunque es de suponer, que ante el anuncio de tan preciado regalo los asistentes prorrumpieron en un cerrado aplauso… ¿Aplaudiría también Sabino Fernández Campo en virtud de su alta representación? ¿Hubo alguna otra alta llamada de felicitación -no por el regalo anunciado, es de esperar- sino por el cumpleaños?
Es evidente que Zapatero no podía ser ya el presidente de-todos-los-españoles, (desde luego no el mío) ni el de muchos otros cuyos deudos habían sido asesinados por orden de su amigo Carrillo. El muy amado discípulo de Lenin y esbirro de Stalin.
Con esto quiero resaltar que siempre se dijo: “los amigos de mis amigos son mis amigos”. A contrario sensu…. pues eso. Que a buen entendedor pocas palabras bastan.
En mi efeméride anual llamaba la atención sobre la incongruencia que suponía la gran longevidad del homenajeado, dado su carácter de fumador empedernido. Y lo achacaba a que había hecho un pacto con el diablo: Por cada cristiano que había despachado al otro mundo, Satanás le había concedido un día más de vida. Y añadía, mi deseo, de que cuando expiraran acuerdo y parte, el prestamista lo acogiera en su morada.
Pues bien, en el año 2012, concretamente el 18 de septiembre, llegó tal momento.
Don Santiago dormía plácidamente la siesta, como si nada le conturbara la conciencia. Porque nunca la tuvo. La comida había sido copiosa, que los nueve mil euros largos de asignación mensual para sus gastos, concedidos por el Gobierno de España (amén de escolta, secretaria y otras bagatelas) le daban para buenas viandas y mejor vino. Y si eran sólo ocho mil los que tenía asignados, que se diga oficialmente la cantidad. Porque también pudiera ser superior a los 9.000€ al mes.
Tras los postres se había tomado sus copichuelas de Carlos III (ya hacía tiempo que se había reconciliado con reyes y monarcas) y luego, como era habitual, había aspirado profundamente, con deleite, los inseparables cigarros del camarada Fidel Castro.
Aunque sea digresión -y porque algún español que ya ha dejado de percibir hasta el paro, se pueda sorprender al enterarse de que D. Santiago tenía tan suculenta pensión, sin haber cotizando nunca durante su tan larga como incógnita vida laboral- decir que los emolumentos los percibía por su “contribución a la democracia y a la transición”. Es decir, eran las treinta monedas por haber vendido a sus correligionarios. Y también por haber pactado el desmantelamiento de la España Una Grande y Libre que legara Franco a cambio de no cuestionar la Corona. Su desleal albacea.
Pero volvamos a la siesta de D. Santiago, rotunda y plácida: de “pijama y orinal” como las hiciera célebres D. Camilo José Cela. Hacía calor -era septiembre- y la digestión era pesada. Fuera por aburguesado marisco o por proletaria fabada asturiana. Pero el caso es que tras unas primeras y agradables imágenes oníricas, en que se veía sobre una lujosa alfombra, públicamente abrazado ¡desde aquellas alturas! por su caro amigo, de pronto el decorado cambió de forma súbita: Ya no estaba sobre una alfombra, ahora se encontraba con los pies sobre un barro helado.

Ante él una fila de hombres, algunos adolescentes, casi niños, atados fuertemente de dos en dos con bramante por las muñecas, hasta hacerles brotar sangre, y puestos delante de unas zanjas.
¿Despachamos ya a estos fascistas camarada?
-Oyó decir a unos tipos patibularios que le rodeaban-
¡Cuando queráis!
Y en ese momento, aquellas caras desencajadas que reflejaban el terror por la muerte inminente, comenzaron a gritar ¡¡¡Viva Cristo Rey!!! ¡¡¡Viva España!!! ¡¡¡Arriba España!!!
Algunos también empezaron a rezar en voz alta… Padre nuestro que estás en los cielos… Otros simplemente temblaban o lloraban en silencio. Algún padre e hijo quisieron fundirse en un último abrazo. Santiago Carrillo se encabronó gritando. ¡Empezar el fuego leche!
Pero aquel espectáculo de los mártires en la arena tenía en suspenso a los leones -a los chacales- que había quedado petrificados con las armas a medio encarar.
¡Qué cojones pasa! ¡He dicho fuego, leche!…. Y Santiago Carrillo disparó su astra del nueve largo sobre la cabeza del pobre hombre que tenía delante…. ¡Y que estaba rezando el muy cabrón!… ¡Será fascista!
La detonación y la caída del cuerpo hizo reaccionar a aquellos milicianos de la Consejería de Orden Público, que iniciaron de inmediato un fuego graneado mientras las víctimas se derrumbaban en el suelo, envueltas en los lamentos y gritos de dolor de quienes no habían muerto con las descargas.
Entonces D. Santiago (que en aquellas fechas era sólo “camarada Santiago” pues hasta el “don” y la mayúscula del nombre eran algo burgués y fascista) reparó en que aquel sujeto al que había disparado primero, había arrastrado al suelo en su caída al compañero de infortunio, a quien iba atado, y que indemne permanecía en el suelo paralizado por el terror y con los ojos cerrados. Y fue a dispararle otro tiro en la cabeza, pero en ese momento una mano en garra se posó sobre su hombro al tiempo que le decía al oído: A ese ya no…. se ha terminado tu tiempo, se te acabaron los once mil días más de vida que pactamos.
Santiago Carrillo quedó paralizado, comprendió de pronto que había llegado el momento en que, gastado el crédito de vida concedido, que avaló con la sangre de los mártires, debía pagar a su infernal acreedor. Pero D. Santiago, que había sido capaz de pactar -y engañar- a los amigos, y a los enemigos, no se arredró: Y encarándose con aquel sujeto de rostro amojamado y verdoso que olía a azufre, le dijo muy sereno: Dame un minuto.
¿Un minuto dices? ¡Ni lo sueñes Carrillo!…. Ahora te acuerdas de aquello que te enseñaron de niño: “Un minuto de contrición, da un alma a la salvación! ¡Pues no hay minuto que valga!… recuerda además que eso estaba expresamente excluido del acuerdo que pactamos.
Y Santiago Carrillo Solares se vio de inmediato flanqueado por dos milicianos que lo agarraban de los brazos, mientras uno de ellos en tono displicente y chulo, le decía unas palabras que le resultaron terriblemente familiares: Vamos a dar un paseo.
Y en el momento en que iba a poner el pie en el estribo de aquel siniestro ford “T” negro, que le esperaba con otro miliciano al volante, volvió la cabeza para ver aquella zanja ya repleta de cadáveres… pero había cambiado la escena, y lo único que pudo ver fue su habitación, donde él dormía plácidamente la siesta. Y en ese momento se le apagó la luz… y reinaron las tinieblas.
Luego sintió que caía por una insondable sima, y mientras sus amigos y admiradores despedían su cuerpo, con la parafernalia de un hombre de estado benefactor de la patria, el comenzó a escuchar los eternos lamentos y crujir de dientes.
Y una sugerencia final.
José Javier Esparza ha publicado un interesante y curioso libro titulado Almanaque de la historia de España, donde a la manera de las efemérides que se insertan en la “orden del día” de la unidades militares, se reseñan, día por día, hechos importantes o trascendentes que sucedieron “un día tal como hoy”
Pues bien, en la efeméride correspondiente al 18 de enero, en tal libro se consigna “que en 1535 Francisco Pizarro fundó la ciudad de Lima”
Efeméride que sin duda es digna de resaltar. Pero la sugerencia es que en “otros hechos” rememore también que en 1915 nace en Gijón Santiago Carrillo Solares “El Marqués de Paracuellos del Jarama, responsable del genocidio rojo perpetrado en tal lugar.
Y ya puestos a sugerir, también sería de gran interés para la verdadera “Memoria Histórica” realizar algo similar en tres nuevos volúmenes: en uno relacionando, día a día, todos los hechos luctuosos sucedidos desde el 14 de abril de 1931 hasta el 18 de julio de 1936. Dando prioridad al periodo febrero-julio de 1936 y consignando durante ese periodo, en otros hechos, los que correspondiesen a los cinco años anteriores.
El segundo libro sería relativo a las acciones militares desde el 18 de julio de 1936 hasta el 1º de abril de 1939.
Y finalmente en el tercero, también día a día, se recogerían todas las inauguraciones de obras públicas y toda la promulgación de la ingente obra social realizada durante “el franquismo”, Sin olvidar naturalmente las acciones más señeras de la lucha contra el comunismo soviético protagonizadas por la División Azul en Rusia… y las llevadas a cabo contra el mismo enemigo de España por la Guardia Civil, Policía y Ejército contra el Maquis dentro de nuestras fronteras.
A ver si José Javier Esparza, u otro escritor, se animan a emprender esta ingente tarea, tan interesante como necesaria. Para que los enemigos de España, derrotados militarmente, no impongan su falsa y sectaria memoria que además de tergiversar la verdadera historia, sienta las bases para que vuelva a repetirse.

Sabino olía a azufre desde que se encontró en el piso secreto del jefe del partido comunista (en el “interior”; Carrillo lo era en el exterior) papeles secretos … que se demostró que procedían de la caja fuerte de Ministro del Ejército, caja custodiada por su secretario, ese que abandonó a su numerosisima familia y luego fue el jefe de la casa real
Muchas gracias por su interesante comentario que contesto tarde, -porque he tardado en ver- pues merecía una rápida respuesta.
Parece usted persona bien informada, y por ello le ruego que en nuevo comentario, o en privado a través del editor, me confirme, lo que se entiende entre líneas.
¿Era Sabino secretario del Ministro del Ejército?
¿Quién era ese ministro?
¿A que papeles se refiere y cuál su influencia en el devenir de la “Transacción”
Sabino Fernández Campo fue uno de los grandes responsables del fracasado “golpe de timón” del 23F.
Y no por criterios éticos o políticos, sino por bajas pasiones humanas.
Los celos y animadversión que profesaba al general Armada; ya se sabe que los polos del mismo signo se repelen.
Por no alargarme decir sólo que Sabino, además de a azufre, olía a deyección…. perfumada con esencia de Loewe…. como corresponde a un cortesano.
Le doy de nuevo las gracias con un cordial saludo.
Tenía pendiente la lectura de este artículo desde que se publicó. Copado por mil obligaciones, hasta hoy mismo no he podido hincarle el diente.
Me parece un artículo muy interesante en sí mismo, por su contenido, pero muy interesante también desde del punto de vista «literario». Está muy bien escrito. A este respecto, resulta muy curioso que al final del artículo el autor anime a Javier Esparza, -u otro escritor en su defecto-, a que escriba el libro que propone. Yo, sin embargo, animaría al autor a que sea él el que escriba más. Creo que tiene mucho y bueno que contar y aportar (lo digo también por el artículo de noviembre sobre el Holocausto del Frente popular, contando cómo su abuela, siendo joven arriesgaba la vida para salvar la sotana de un cura).
A la hora de comentar este, (como otros), artículo uno se encuentra con la falta de libertad para hacerlo. Lo cierto es que en España hay libertad para hablar mal de Franco, aunque lo que se diga sea mentira, pero esa misma libertad no existe para hablar con libertad de otras cosas, aunque se diga la verdad. Hasta que esto en España no sea corregido, no habrá verdadera democracia, ni los partidos que hacen leyes tan injustas y discriminatorias merecen ser calificados de democráticos.
Sobre Sabino Fernández Campo, me ha parecido siempre un personaje miserable, a él y a otros como él le debemos que la puertas de España quedaran abiertas para ser asaltadas por sus enemigos. Como ocurrió con la ciudad de Toledo en el año 712 cuando fue asaltada por los islamitas. Me congratulo que esto no fuera solo una impresión personal mía, sino que alguien tan destacado como el autor, y confirmado también por la persona que ha comentado primero, lo vean igual.
Sobre el tema de Carrillo, creo que Dios Nuestro Señor, si en verdad es justo, a muchos españoles nos pedirá cuentas de que este y otros personajes como Tarancón y otros, llegara a su Jurisdicción, sin haber pasado primero por la Jurisdicción terrenal. Yo conocía a una persona que decía que Dios no perdonaría a cierta generación de españoles que Tarancón muriera de muerte natural. De Carrillo podría él haber dicho lo mismo.
Creo que el caso Carrillo es exponente y prueba de muchas cosas, ninguna buena:
– Es exponente y prueba de lo poco preparados que estaban los hombres que en la España de Franco estaban a cargo de su defensa, en desinformación y guerra psicológica, para hacer frente a la trama que se conjuraba contra España y que no supieron desbaratarla.
No me refiero a los traidores que desde dentro contribuyeron a ella, que a la vista está que fueron mayoría, sino a la minoría que no pudo desarticular a los primeros, en parte porque se dejaron confundir por la propaganda mentirosa del enemigo y una gran masa de otros cargos públicos, con mayor jerarquía que ellos, se dejó engañar por el enemigo, y no se dieron entonces cuenta de lo que ahora ya resulta evidente.
– Es exponente del trato de favor del que gozan los crímenes y los criminales del Comunismo.
– Al hilo de los dos puntos anteriores, es exponente de la falsedad del sistema. Los crímenes, a los que tantos idiotas se agarran y que en la mayoría de los casos son inventados, sin embargo en otros casos , como es el caso de Carrillo, como ya no sirven a la causa comunista o «antifascista», por muy terribles y verdaderos que sean, no cuenta para nada y no dan lugar a ninguna consecuencia jurídica. Lo que significa que las normas hipócritas que dicen combatir otros crímenes u otros «genocidios» en realidad están dictadas en fraude de ley y esconde su verdadero objetivo que es la represión de la disidencia, e imponer bajo férreas penas de cárcel, la iniquidad y la injusticia.
– Es exponente de la justicia de autor (o de la justicia de mierda que hay en España, y perdón por el término pero es el que define, conceptualmente, lo que tenemos en España, y por eso lo uso) , que lo que se esgrime para condenar a unos haciendo el teatro de rasgarse las vestiduras, en realidad se esgrime hipócrita y falsamente en fraude de ley, como una pose falsa para engañar a los tontos, para aparentar una legalidad que en realidad no es tal, porque cuando se trata de otros, como es el caso de Carrillo, tales cargos, tales crímenes y tales genocidios, como no sirven a la causa de la extrema izquierda y el antifascismo, carecen de ninguna relevancia penal, y ya no importan a nadie.
– Es exponente también de la capacidad de engaño y de paralizar a las fuerzas no corrompidas de España. El hecho probado de la condena contra el Juez comunista Baltasar Garzón por prevaricador, si algo demuestra es lo ingenuos que fueron los que se creyeron y se aguantaron con la sentencia que este juez condenado por prevaricación dictó archivando la causa contra Carrillo. Este fraude de la justicia de autor en España, nunca ha sido denunciado y «puesto en valor» como dirían los progres. Si un juez al servicio de la extrema izquierda y prevaricador archivó la querella, no lo hizo por razones jurídicas sino todo lo contrario, y en consecuencia Carrillo ha de entenderse que hubiera sido condenado si en España la justicia no fuera una patraña y un arma en manos de sus enemigos.
Es decir, esta sentencia de Garzón archivando la denuncia contra Carrillo es la punta del iceberg que deja al descubierto que muchas de las sentencias que se dictan en España con un matiz político, y que pasan por «cosa juzgada» disfrazadas de «justicia» o de pronunciamientos judiciales honestos, en realidad esconde un fraude y una prostitución de la verdadera Justicia.
– Es exponente también de lo desarmada que está una Nación cuando las personas concretas que tienen que defenderla y velar por ella, por diversas razones han desertado o se han pasado al enemigo.
– Es exponente de lo corrompida que está desde 1975 la Jefatura del Estado en España y todos los Poderes del Estado sin excepción.
– Y es exponente de la gran mentira del sistema: está escrito que Carrillo asesinó no sólo a miles de personas en Paracuellos, sino también a su mujer que la enterró en el jardín de la casa de la Pasionaria, y a cientos de compañeros comunistas que le estorbaban (que se lo cuenten al líder comunista catalán Juan Comorena, que sufrió un atentado ordenado por Carrillo) .
Como fue Carrillo quien cometió todos estos crímenes, pues a nadie le importa que su mujer cayera en sus manos u otras muchas vidas. Si fuera un dirigente de sentido ideológico contrario quien hubiera asesinado a su mujer, qué no dirían las organizaciones «feministas», qué películas no se harían, y qué no se diría a todas horas hasta en la sopa, para politizar a los incautos.
Muchas gracias Kevlar por su extenso comentario en el que, como habitualmente pone de manifiesto, es persona versada en leyes.
Como militar, me duele cuando leo referencias a la responsabilidad del ejército en la demolición de la España Grande y Libre que nos legara el Caudillo.
Y me duele porque es verdad.
Pero debo añadir para explicarlo -que no justificarlo- que el gran responsable es S.M. El hoy Rey Emérito, Juan Carlos I
Unos militares por convencimiento, y otros por conveniencia “se agarraron” a la petición de lealtad al Rey que ordenó el Caudillo en su mensaje póstumo. Pues la petición, para sus soldados, podía tener el carácter de última orden.
Pero esta justificación -que no disculpa, lo reitero- debe quedar si efecto desde el momento que S.M. El Rey sancionó, de su real mano, la infame ley 52/2007 que proscribe la figura y obra de Franco.
Con esa traición ha cavado su sepultura histórica.
Y puede que tal vez también la de La Corona.
“Roma no paga a Traidores”
O en palabras del cronista medieval… “que el traidor, no es menester, siendo la traición pasada”
Un cordial saludo.