«El País» totalitario y tóxico

Dime de qué alardeas y te diré de qué careces; cuánta verdad hay en este como en otros refranes, siempre nacidos de la secular experiencia y demostrada sensatez del más honrado pueblo español.

Dime de qué alardeas y te diré de qué careces; cuánta verdad hay en este como en otros refranes, siempre nacidos de la secular experiencia y demostrada sensatez del más honrado pueblo español.

Y viene a cuento lo dicho porque el pasado 23 de Mayo el diario «El País», que se jacta de pureza democrática, publicó un infecto artículo titulado «El negocio de la manipulación digital en España» que destila totalitarismo, alma dictatorial, afán de censura, nostalgia de la checa y del gulag y, cómo no, mortales sobredosis de envidia e impotencia ante la realidad de que poco a poco, pero irremisiblemente, la verdad, su gran enemiga desde siempre a la que creía muerta tras intentar asesinarla durante años, rebrota; y lo hace –en esta ocasión digitalmente– porque su semilla, aunque aletargada por la falta de riego durante esas mismas décadas, no sólo no ha muerto, sino que palpita y se despierta.

Si leen el artículo, eso sí, con la nariz tapada y el antivirus activado, verán que lo que denuncia «El País» no sólo es falso de la «a» a la «z», sino que es él quien lo viene practicando desde que se fundó, porque no ha habido en la historia de la comunicación española mayor manipulador de la verdad, tergiversador de la certeza y engañador de bobos e ignorantes que «El País».

Lo que le ocurre al Pravda y al Granma español es que se le acaba el tiempo, se le agota el chollo y se le escapa entre los dedos la masa de abducidos que durante décadas ha controlado como Gran Hermano que ha sido de esta partitocracia, es decir, de esta dictadura de partidos de la cual ha sido pieza clave y esencial no sólo de su imposición, sino también de sus sostenimiento.

Ahora, cuando gracias a internet proliferan los medios independientes y libres de verdad –no como afirma en su cabecera «El País», que hasta en eso ha mentido siempre–, cuando el ciudadano vuelve a estar ávido de sinceridad, cuando el régimen dictatorial en el que «El País» vive, crece e intenta reproducirse ha mostrado su verdadera cara que no es otra que la corrupción absoluta en todo, la degeneración masiva de las costumbres y la destrucción de España hasta en sus raíces, cuando buena parte de las nuevas generaciones ya no se tragan la sempiterna «historia oficial» de «El País», este diario dependiente de la nomenclatura partitocrática tiembla y, viendo venir lo que se avecina, porque tontos no son, opta por atacar, por revolverse, por ponerse la venda cuando la herida todavía es pequeña, e intenta eliminar a los que sabe que ya liman sin parar las patas de la poltrona mediática y de poder en la que lleva sentado «El País» cuarenta años.

Que antes se coge a un mentiroso que a un cojo es otro refrán cuya verdad es incuestionable, y en este caso se hace realidad cuando «El País» no sólo acusa a los demás de lo que no hacen –sólo hay que leer las noticias que publican los digitales que nombra para verlo–, sino que omite a los digitales satélites suyos, como eldiario.es o público entre otros muchos, cuyo tinte es tan evidente que hasta cuando se entra en ellos la pantalla del ordenador se tiñe de color sangre.

«El País», con este artículo, demuestra el grave problema que padece de «entorno abstracto» y de «incomunicación esférica», enfermedades mentales que hoy por hoy no tienen cura, y pretende seguir tomando a todos los españoles por idiotas, no dándose cuenta de que “Se puede engañar a todo el mundo algún tiempo…se puede engañar a algunos todo el tiempo…pero no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo” (Lincoln).

Además, el artículo demuestra la estupidez del articulista y del propio «El País» al pretender convencer a los que leen esos digitales que lo que leen es mentira, como si fueran tontos o no supieran lo que leen o no se haya demostrado hasta la saciedad que las noticias que publican, sobre todo sus exclusivas, son verdad, pura y dura verdad; y no esas dulces mentiras que prodiga constantemente «El País», no por dulces menos nocivas.

P.D.- En el siguiente enlace pueden leer la calaña que caracteriza a «El País», que cuando ha mentido en una noticia, vuelve a mentir cuando se ve obligado a reconocerlo, utilizando un burdo eufemismo, en vez de pedir disculpas directamente y reconocer su mentira llanamente Errores de una noticia ‘en desarrollo’ y en el siguiente cómo tuvo que reconocer, para evitar el consiguiente pleito, que hasta manipula fotografías para avalar noticias El País reconoce que usó una foto antigua para criticar a la Sanidad madrileña. Dime de qué alardeas y te diré de qué careces.

 


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