El pánico de los «demócratas» a Trump

Los Estados Unidos llevan ya no pocos días sumidos en una tormenta de protestas violentas masivas supuestamente espontáneas, supuestamente provocadas por la muerte de un ciudadano afroamericano supuestamente a manos de policías blancos y supuestamente por odio racial. Pero tanto suponer, como puede suponerse, no encaja.

Que de vez en cuando en tal nación muere algún ciudadano de color… negro, a manos de policías blancos, viene siendo normal a tenor de datos fehacientes que indican que la delincuencia entre los norteamericanos de color… negro, es superior, sobre todo en algunas ciudades y barrios, a la de los blancos; luego la probabilidad de que mueran es también mayor.

Que en los EE.UU., al contrario que aquí donde impera el buenismo, la policía no se anda con chiquitas y, porque la ley se lo permite, no duda en disparar a la primera de cambio, es así, por lo que si el presunto delincuente se resiste lo más mínimo o se muestra agresivo, por el motivo que sea, incluso si es porque está chutado, es muy probable que acabe con algún agujero en su cuerpo.

Que la cuestión racial en los tan democráticos EE.UU. no está superada, ni mucho menos, es asimismo cierto, pero ojo, en ambos sentidos de esa misma penosa carretera, porque así como hay blancos racistas hacia los negros, no se pueden imaginar ustedes el nivel de racismo de no pocos negros hacia los blancos; así es que en tan espinosa cuestión nadie, los negros tampoco, pueden tirar la primera piedra.

Que todo lo anterior provoca cada año altercados por motivos raciales no es ningún secreto en aquella nación, lo cual suele ser escándalo de un par de días, comida para televisiones amarillas, oportunidad para el postureo de algunos políticos y… negocio de abogados, pasando todo ello sin mucha pena, porque todos saben de qué va, y menos gloria, porque al ciudadano norteamericano le preocupan otras cosas más importantes y trascendentales que el sempiterno enfrentamiento racial de… cada día. Entre otras cosas porque pasados los primeros momentos y algaradas, suele suceder que cuando se conocen los hechos reales y fehacientes, queda en evidencia que el afroamericano de turno no era, precisamente, un alma de la caridad, que se había resistido y que los policías blancos lo único que hicieron fue aplicarle la ley correctamente, eso sí, sin contemplaciones sentimentalóides, por lo que su muerte fue o por causas naturales o porque realmente se lo había buscado

¿Entonces por qué esta casi guerra civil de ahora?

Pues muy sencillo. Porque el próximo 3 de Noviembre, o sea, dentro de muy, muy poco, hay elecciones en EE. UU., y todo apunta a la reelección de Trump que, dejando a un lado sus salidas de tono, sus gracias –que la tiene–, su chulería y algún que otro tropiezo estúpido sobre todo al principio –la novatada se paga–, lo cierto es que, como de tonto no tiene un pelo, ni siquiera el postizo que usa, el histriónico presidente norteamericano lo está haciendo muy, pero que muy bien, rompiendo esquemas, con valentía, eficacia, paso firme y… destrozando a sus oponentes «demócratas» –la izquierda universal gusta siempre de alardear de lo que carece, como bien sabemos en España desde siempre, también hoy en día–, a los cuales está dejando a la altura del betún, principalmente descuartizando sus más rancios tics como son la ideología de género, el aborto, el ateismo, la sodomía, el combate contra Irán, el escupitajo a la OMS, y un largísimo etcétera que todos ustedes conocen, demostrando que todo es una patraña interesada y autodestructiva y, mejor aún, que se puede y debe vivir de otra forma y que esa otra forma de vida es mejor, mucho mejor que la impulsada por el mundialismo, la globalidad, el nuevo orden mundial y demás zarandajas «demócratas», izquierdosas, marxistas y leninistas.

La cosa está muy clara. Como la izquierda «demócrata» norteamericana ve sus barbas quemar de nuevo y otea cuatro años más de sequía, ha optado por remover Roma con Santiago, o sea, las más bajas pasiones raciales norteamericanas y alimentar artificialmente un hecho fortuito y nada claro ya desde ahora como es la muerte del afroamericano Floyd, y montar una más de sus habituales movidas callejeras, siempre violentas, las cuales son su seña de identidad desde que Marx, y sobre todo Lenín, nacieron a la vida pública.

Asistimos, por lo tanto, a una acción pseudorevolucionaria «demócrata» cuyo objetivo es elevar la tensión y limar en lo posible las grandes probabilidades que tiene Trump de repetir en la Casa Blanca y que en cuatro años más deje el entramado izquierdoso norteamericano titiritando, así como en buena medida también el mundial, de ahí que la izquierda europea, con la sociata-podemita a la cabeza secunde las algaradas e intente contagiarlas al viejo continente, lo mismo que hacían con el Caudillo cuando invicto triunfaba, así como cuando hacia justicia de verdad, por ejemplo, con etarras, maoistas del FRAP y ácratas.

Esperemos que los votantes norteamericanos, que sin ser nada especial no son tan idiota como los de esta vieja piel de toro, no se dejen llevar por las apariencias y respondan en Noviembre a los «demócratas» renovando a Trump. Muchos se lo agradecerán allí y muy posiblemente también por aquí.


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